Cerezos en flor
Sinopsis de la película
Trudi es la única que sabe que su marido Rudi está gravemente enfermo de cáncer. Siguiendo el consejo de su médico, deciden hacer un último viaje juntos. Trudi convence a su marido y van a visitar a sus hijos y nietos en Berlín. Sin embargo, éstos están demasiados inmersos en sus propias vidas para ocuparse de ellos. Tras ir al teatro a ver un espectáculo de danza Butoh, Trudi y Rudi deciden marcharse y pasar unos días en un hotel en la costa del mar Báltico.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kirschblüten - Hanami (Cherry Blossoms - Hanami)
- Año: 2008
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
Película
7.2
56 valoraciones en total
Esta película quedará impresa en mi retina mucho tiempo, desde las maravillosas fotografías de H. Elsner en pleno Butoh, hasta el Báltico, el monte Fuji, los cerezos en flor… Es un maravilloso film que describe con acierto un sentimiento más allá del amor: la pertenencia a otra persona, un vínculo emocional -casi físico- que ni la muerte parece poder destruir. Me he estremecido -a pesar de la torpeza de los hijos- observando la soledad de Rudi al desnudo, impúdica, terrible. La presencia de Yu ha sido esencial para traducir su dolor. El Butoh es el hilo conductor que marca el ritmo, a veces parsimonioso, de la obra. El protagonista camina con el alma quemada, arrasado por algo más poderoso que el bombardeo de Hiroshima.
Intimista y arriesgada, con un lenguaje esteta y universal, la obra no te deja impasible. Extraordinaria.
Se conoce como butoh al arte escénico originario del Japón de la posguerra (1950) con el que se reflejaba el deseo de desprenderse del dolor y buscar un cuerpo nuevo a través de la danza. Mediante movimientos expresivos y originales, el intérprete intenta profundizar en las sensaciones y sentimientos buscando con ello encontrar un lugar en el Universo.
Inspirada en esta idea, la directora y autora Doris Dörrie nos cuenta la historia de un hombre occidental perdido que intenta reaparecer dando un sentido a su existencia. Para ello emplea el viaje como impulso, las relaciones con su esposa y familia como detonante, y el encuentro con quien menos espera y con la danza como redención.
Los últimos tres cuartos de hora de la cinta son lo realmente interesante, cuando la hermosa relación entre Rudi -el protagonista en los umbrales de la tercera edad-, y Yu -la chica oriental a las puertas de la salida de la adolescencia- llenan la pantalla de poesía con los cerezos en flor como fondo y las nieblas que esconden un monte Fuji esplendoroso coronado de blanco como última parada.
El lastre de la película se encuentra sin embargo en la hora y cuarto hasta llegar aquí. Si bien es necesario un contexto que dote de sentido a la segunda parte, podría haberse recreado éste en la mitad de tiempo y con mayor concisión, ya que ese aspecto documentalista del que hace gala la realizadora le llevan a redundar demasiado en los detalles del mundo occidental pudiéndose hacer el ritmo pesado en algunas ocasiones. Igualmente, la composición musical y sobre todo la de imágenes es brillante, y la mezcla de tomas fijas con planos medios y cortos cámara en mano empleando el zoom hacia los rostros en estilo documental de proximidad, constituyen una combinación original, pero por otra parte el trabajo con la luz deja bastante que desear en múltiples secuencias, dando lugar a fotogramas saturados que hacen que los colores sean poco naturales y los contrastes aparezcan forzados.
Cerezos en flor con un estilo más depurado, una fotografía algo más cuidada que jugase bien con luces, sombras y colores, y un guión que hubiese sabido dosificar mejor la larga primera parte, podría haber sido una gran película, quedándose no obstante en un trabajo muy interesante con momentos sin duda tan emotivos como provistos de gran calado.
Y mi cuerpo sigue su propia sombra
explorando el espacio con lentitud,
camino de la oscuridad,
para enseñarme por fin dónde estás.
Cuando me gusta mucho una película, no paro de recomendarla, cuanta más gente la vea, mejor para el mundo. Así que vaya por delante: recomiendo Cerezos en flor
Si después de verla, os ha gustado tanto como a mi, también recomiendo el artículo Japón y Kirschblüten Hanami, por Doris Dörrie(Kirschblüten Hanami es el título original de la película), que se puede encontrar en Internet introduciendo el título del artículo en el buscador. Esta lectura aporta claves muy interesantes para entender el proceso creativo de D. Dörrie, y más concretamente, el proceso que culmina con el rodaje de Cerezos en flor: Cómo influyó la desaparición de su marido en su trabajo, por qué Japón, por qué esas y no otras localizaciones, cómo rodar en varios países sin que se desborde el presupuesto, por qué la danza Butoh, algo también muy japonés: el mono no aware, por qué los teléfonos rosas, el trabajo con los actores, etc.
Cerezos en flor es una película hermosa, llena de detalles de delicadeza y sensibilidad, una película que se ve con cariño, y se recuerda con cariño. Y para los tiempos que corren promover el cariño, es un acto de supervivencia.
La alemana Doris Dörrie propone con esta estupenda Cerezos en flor una emocionante historia acerca de un matrimonio mayor que visita a sus hijos en la ciudad. Un trágico acontecimiento trasladará la historia a Japón, donde vive otro de los hijos, derivando la narración en una historia, de alguna manera, de expiación personal.
Con reminiscencias del Ozu de ‘Cuentos de Tokio’ en su primera parte, y de ‘Lost in translation’ (sin excluir las pinceladas humorísticas que también aparecían en aquella) en la segunda, Dörrie consigue emocionar con este espléndido y entrañable drama familiar.
La vida es un conjunto de realidades, ninguna prevalece sobre las otras, lo que parece importante para algunos no lo es para otros. Cada cual da sentido a su realidad, y el es el único capaz de elegir las pinceladas, las notas musicales o los pasos de su baile. Este es el poder de las peliculas que se basan en lo cuotidiano, el de poder contrastar esas realidades y dar una vision global de la situación.
En este film se palpa la emoción, la filosofía, el arte, la estética, la misticidad, las relaciones humanas, el silencio, el contraste cultural, la fantasía y la moraleja. Todos estos aspectos están muy bien entrelazados y nos dan una visión muy amplia sobre el sentido de la existencia para el personaje principal, que viaja desde el aislamiento voluntario en un esquema de vida, hasta la inesperada e involuntaria soledad.
El hombre atardece perdido, pero la vida y su inercia amanecen y le empujan a rencontrarse dentro del vacío y ver como nunca todas las pequeñas cosas que siempre estubieron y que nunca vió, y así justificar los pasos dados y los que le acompañaran hasta su fin.
La montaña permanece inmovil, pero las nubes pueden jugar a esconderla. O la fe, o la espera. La fe en la espera borrará la niebla.