Caray con el divorcio
Sinopsis de la película
David está casado y no tiene hijos, pero fuera del matrimonio mantiene relaciones con Susi y Laly, y cada una de ellas le ha dado un hijo. A las dos les ha hecho la misma promesa: que cuando se autorice el divorcio en España se separará de su esposa y se casará con ellas. Pero, cuando se aprueba la ley del divorcio empiezan los conflictos. Obviamente no puede casarse con las dos a la vez. Además él a quien ama es a su esposa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Caray con el divorcio
- Año: 1982
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
3.3
51 valoraciones en total
¡Uno ya no va a estar seguro ni en su casa! . Es el grito de desesperación de David y el que seguro lanzaron otros como él al enterarse de la llegada de una ley que ponía patas abajo la situción conyugal tradicional en España.
Tengo que empezar diciendo que cuando un subgénero cinematográfico se pone de moda en una época o país determinado y de repente una cantidad tremenda de directores quieren tomar parte en él, con fines mayormente comerciales, resulta difícil distinguir entre una película y otra (a no ser que el responsable sea un genio inimitable), pues el estilo, los esquemas e incluso el mismo equipo artístico se comparte. Un buen ejemplo de esta situación la viviría el que fue uno de los cineastas más interesantes y a la vez más irregulares del cine español: Joan Bosch.
Un hombre sin una seña de intedidad propia que se atrevió con el policíaco, el western e incluso el terror y que, llegada la Transición y el adiós a la censura, practicó, como otros colegas de profesión, la comedia de enredo de humor grueso y tintes eróticos. Caray con el Divorcio fue su penúltimo trabajo que, escrito por él mismo, poco o nada se conseguiría distinguir de los que en el momento realizaba Mariano Ozores, y más si contaba con algunos de sus actores fetiche, en especial Fernando Esteso, a quien Bosch, viendo el tremendo éxito que generaba en taquilla, no dudó en usar como reclamo perfecto para el público, y en una historia que le venía como anillo al dedo.
Historia que empieza, como bien se afirma, cuando en el verano de 1.981 el divorcio se recupera en el país después de 45 años de derogación con el inicio de la Dictadura, ley propuesta por el ministro de justicia Fernández Ordóñez que vino acompañada de polvaredas de polémica y la oposición de los miembros más conservadores del Gobierno y de la Iglesia, como era lógico en el cine esta situación tan explosiva estaría presente en la comedia, siendo El Divorcio que Viene , ¡Qué Gozada de Divorcio! o El Primer Divorcio (éstas dos últimas de Ozores) buenos ejemplos de ello.
Bosch toma ejemplo y nos trae otra fábula del tema, protagonizada por David, un abogado de vida profesional estable pero vida privada conflictiva, y en extremo: ha tenido dos hijos con dos amantes, Laly y Susana, y su esposa actual, Angélica, nada sabe de esto. Pero su desfachatez sin límites, sinvergonzonería y sobre todo su suerte se terminan cuando la nueva ley del divorcio se promulga, y es que las dos primeras, desoladas y desesperadas, se unen para trazar un plan que haga confesar a David ante su mujer y conseguir lo último que éste quiere hacer: pedir el divorcio. Será sin duda el protagonista la peor parte de un argumento casi plagiado de ¡Qué Gozada de Divorcio! , estrenada un año antes.
Argumento que por otro lado acumula los mismos patrones, tópicos y clichés que cualquiera de los divertidos vodeviles del responsable de Yo Hice a Roque III . Mientras Bosch hace hincapié en defender el derecho de la mujer ante la nueva ley, llena las situaciones cómicas de un humor desenfadado y al mismo tiempo ácido y negro como el carbón, convirtiendo en maestro de ceremonias de todas ellas a David, ser repulsivo y desagradable a la altura de Nerón, del que el espectador sólo puede desear una muerte horrible a manos de sus dos amantes como en las tragedias griegas.
A partir de sufrir un shock tras su encuentro con Susana, éste decide fingirse amnésico y regresar a casa con su mujer, su tío y su suegro (tan golfos y repelentes como él), quien está en plena recuperación por un accidente de coche sufrido tiempo atrás, este será el escenario único de los equívocos, mentiras, falsas apariencias y confesiones que se irán desarrollando. El problema es que Bosch no tiene el talento para el humor del sr. Ozores, y el ofrecido aquí es demasiado negro o demasiado absurdo, y de algún modo no consigue equilibrarse, además de que intenta provocar la risa con las pérfidas maniobras de un protagonista tan excesivamente cínico, rastrero y misógino, en las que implica a su amigo Mario, es cosa difícil de lograr.
El enredo y el erotismo van degenerando hacia el puro disparate, con las carreras de David obligado a acostarse con las dos mujeres en una especie de homenaje salido de tono a Benny Hill y el cambio repentino que éstas experimentan (primero se las trata de víctimas a las cuales se debe compadecer y luego de viciosas oportunistas, demostrándose que todos los personajes, hombres y mujeres, son unos hipócritas caraduras) unido a uno de los desenlaces más idiotas e incoherentes de cuantos se hayan visto en el cine español, todo por obra y gracia de Bosch, quien traspasa con él los límites de lo estúpido.
Si bien a Esteso el rol de golfo le viene a la perfección, Ozores se encargaba de adornar a sus personajes de cierto toque de simpatía o torpeza que le hiciera más agradable de cara al público, sin embargo Bosch le da un papel que desde el principio hasta el final será cobarde, hipócrita, escurridizo y retorcido, alguien al que no apetece ver ni oír. Junto a él tendremos a los siempre agradables Ricardo Merino, Rafael Alonso, Agustín González y Manuel Alexandre, esa maravillosa María Luisa Ponte y a las guapísimas María Salerno, Vanessa Hidalgo y Nadine Rochex (en la que Ozores se fijaría y poco después introduciría en sus trabajos).
Con algunos puntos divertidos y unos buenos secundarios, el film no da lo que uno espera, cuando parece que al protagonista le cae lo que se merece el guión hace malabares y él consigue salirse con la suya (el final sangriento y triste que todos queremos que tenga nunca llegará, por desgracia).
Bosch quiso, lo intentó, pero no le salió bien, con Mariano todo habría sido distinto, o por lo menos algo mejor. Puedo jurar que se trata de una de las comedias menos agradables de ver dentro del cine del destape .
Como siempre y al acecho de los cambios sociales que se producían en la España de los 70 y 80 los directores de las llamadas españoladas no dejaban escapar una y en este caso era el divorcio el tema en cuestión que dividía la opinión de la sociedad española. De pequeñito vi muchas de estas películas pero ya de adulto he querido verlas de nuevo.
Si algunos pensaban que la familia peligraba para el personaje de Fernando Esteso suponía todo un problema porque tenía dos amantes con las que tenía un hijo con cada una y a ambas les había prometido divorciarse de su mujer cuando se legalizara esta opción. En clave de comedia por supuesto Esteso trata de echar el problema para adelante.
Quizás el visionado actual no le encuentre mucha gracia a este tipo de humor pero en su día si que provocaba carcajadas en la sala. Es cierto que es un humor diferente, quizás más influenciado por el slaptick humor que dicen los británicos . Es una película muy corta y destaca el gran nivel del reparto: Agustin González, Manuel Alexandre o Rafael Alonso.
También destaca la gran cantidad de destape que sale, incluso para este tipo de películas. El espectador masculino se podrá deleitar con los cuerpos de Nadine Rochex, que creo que sale más tiempo desnuda que vestida o con María Salerno. Quizás demasiado ya que las escenas sexuales (con parodias mezcla Benny Hill con la Naranja Mecánica) le cortan bastante el ritmo a la película