Candidata a millonaria
Sinopsis de la película
Regi Allen trabaja como manicurista en un hotel de lujo y su sueño es casarse con un millonario para dejar de trabajar. Uno de sus clientes es un adinerado paralítico que podría responder a sus expectativas. Sin embargo, en su camino se cruza Theodore Drew III, un playboy arruinado que igualmente trata de casarse con una mujer rica que solucione sus problemas económicos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hands Across the Table
- Año: 1935
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
6.8
98 valoraciones en total
Mitchell Leisen es un director desconocido para el gran público, pero es considerado un enorme director para los que admiramos el cine clásico y, en particular, la screwball comedy.
Cierto es que esta peli es un Leisen menor, frente aa joyas como Medianoche (quizás una de sus obras cumbre), La muerte en vacaciones o La vida íntima de Julie Norris (que proporcionó un merecido Oscar a Olivia de Havilland.
Pero vayamos al meollo de la cuestión. Este peli aborda dos de los temas clásicos de la screwball comedy: ¿vida desahogada sin amor o amor sin dinero? y la mujer lleva los pantalones y trae de cabeza al hombre lo que genera situaciones divertidas y rocambolescas, pensando en la época en que fueron rodadas. La solución al conflicto no será muy original, pero si proporciona momentos de diversión, reflexión y, sobre todo, de crítica al sistema.
Los dos actores protagonistas ayudan a conseguir la credibilidad de los personajes y la acción. Carole Lombard es una estecien que busca el amor en una buena cartera, Fred McMurray (jovencísimo para aquellos que le descubrimos en la mítica Perdición), un playboy noble venido a menos y que no tiene un centavo. La vida hace que sus caminos se crucen, ¿hasta dónde? Aunque esta peli no tiene muchos momentos extravagantes en la mejor tradición de la screwball comedy, sí conviene destacar la presentación del personaje de Fred McMurray y la escasa atención que le presta en un primer momento a la guapa Lombard. ¿La causa? Estar jugando a un juego infantil bajo techado.
Regi Allen trabaja como manicura en la peluquería de un lujoso hotel y su objetivo es casarse con un millonario. Pronto conocerá a dos, pero uno de ellos, Theodore, va a resultar tan buscavidas como ella y sin un céntimo en el bolsillo.
Candidata a millonaria es, para mí, un revelador ejemplo de todo lo que podían ofrecer dos tipos muy sobrevalorados en este mundillo del cine: Mitchell Leisen y Fred MacMurray. La comedia de Leisen, salvo alguna excepción, es normalita, más bien tirando a sosa diría yo. En Candidata a millonaria sólo se salva la puesta en escena, pues el ritmo que impone el director es lentísimo para una screwball y los diálogos resultan pretenciosos, repetitivos y ridículamente frívolos. Falla Leisen, además, en la dirección de actores. Si bien Bellamy y MacMurray no tienen mucho arreglo, es casi un pecado no sacar partido ni del talento como comediante, ni de la serena belleza de la espléndida Carole Lombard. Al amigo MacMurray es para darle de comer aparte. No me gusta en ningún género. Pero ponerlo ya de comediante romántico como si fuera Cary Grant es como poner a Chiquito a bailar como Fred Astaire. Se carga lás únicas buenas secuencias con toque romántico que había filmado Liesen.
La candidata se llama Regi Allen, una manicurista del lujoso hotel Savoy-Carleton de Nueva York obsesionada por el dinero, y las manos a través de la mesa del título original son las suyas y las de sus ricos y despreocupados clientes. Regi aspira a tocar algo más que sus manos, quiere cazar a un millonario que la saque de la pobreza, irse del hotel y volver a cruzar sus puertas envuelta en visones y perfumes, pedir que le hagan la manicura en su suite mientras paladea una copa tras otra de champagne. El destino le pondrá en bandeja de plata no uno, sino dos aspirantes a príncipe azul. El primero es Allen Macklyn, un ex-aviador paralítico que malinterpreta la amistad y el afecto de Regi y se enamora candorosamente de ella. El otro es Theodore Drew III, el inmaduro y tarambana heredero de un imperio económico… que se ha derrumbado tras el crack del 29 y anda buscando lo mismo que Regi: una rica heredera que le permita pasar los días sin dar un palo al agua.
¿Qué es más importante en la vida, el dinero o el amor? ¿Sacrificaríamos el amor auténtico y nuestra felicidad a cambio de la seguridad que proporciona el dinero? Estas son las preguntas, mucho más viejas que el cine, a las que intenta dar respuesta Mitchell Leisen en esta peli, una de sus primeras obras, tal vez no de las mejores, pero en la que aparecen ya algunas de las constantes que hacen tan personales y fácilmente reconocibles sus cintas: la combinación de elementos cómicos y contrapuntos dramáticos, los excelentes diálogos, la ágil y sabia distribución del tiempo y el espacio narrativos, la chispa y la química entre una pareja de grandiosos actores, aquí la irrepetible Carole Lombard, una de las reinas indiscutibles de la comedia clásica, y un jovencísimo Fred MacMurray en un papel diametralmente opuesto a los que le dieron la fama algunos años después. Un sereno Ralph Bellamy completa un trío protagonista muy difícil de batir.
A pesar de todo lo dicho, la peli está un peldaño por debajo de algunas de las mejores comedias de Leisen. Tiene momentos divertidísimos, Lombard está, como siempre, deliciosa y saca provecho de su inigualable vis cómica, y ver a MacMurray haciendo el animal y yendo de locura en locura también tiene su gracia, pero al conjunto le falta fuerza, como si Leisen le dieran miedo las curvas de su historia y no se hubiera atrevido a pisar a fondo el acelerador. Hacia el tramo final el equilibrio entre drama y comedia se rompe y la trama central entra en una vía muerta, el ritmo languidece y el desenlace es más bien tibio y conformista. Se echan también en falta personajes secundarios más trabajados y consistentes, en los que podría haber descansado el argumento en los momentos de cansancio.
Y sin embargo, ya me gustaría a mí ver más pelis como esta en una sala de estreno. Hay más cine en un Leisen a medio gas que en toda la cartelera cinematográfica actual. Haceos un favor y vedla. La disfrutaréis. No en vano estamos hablando del Rey de la Comedia. O casi.
Comedia romántica con toques de screwball protagonizada por la extraordinaria Carole Lombard y un Fred MacMurray al que nos sorprende verle en situaciones tan cómicas cuando sus principales y más famosos papeles fueron bastante más serios. Sin ser una obra maestra absoluta de la comedia clásica se deja ver muy bien y tiene muy buenos momentos, algunos desternillantes, que se van solapando hacia la parte final al cruzarse con algunos tintes dramáticos.
La historia, ya sabemos, el dilema sobre el amor o el dinero, esta es la historia buscada para realizar esta ágil comedia donde las burlas y superficialidades de la burguesía vuelven a quedar destapadas.
Sin ser una de las grandes obras del director, del cual podemos recordar obras maestras como Medianoche, de 1939, o la famosa Si no Amaneciera, de 1941, es recomendable su visionado ya que es muy entretenida, divertida y su duración es muy reducida, menos de hora y media.
No es Lubistch, ni Capra, Se llama Mitchell Leisen y realiza comedias de forma impecable. Este film no es de los mas populares de su director, pero es un regalo para la vista. La pareja protagonista, que volverían a coincidir con el mismo director, está sublime y deliciosa. Ella buscando un millonario, y él, sin un penique, persiguiéndola a ella. Una joya.