Calamari Union
Sinopsis de la película
En Helsinki, dieciocho hombres, diecisiete de los cuales se llaman Frank, deciden abandonar el barrio de trabajadores en el que llevan una vida triste y gris para instalarse en un barrio al otro lado de la ciudad, cerca del mar, que representa para ellos una especie de El Dorado .
Detalles de la película
- Titulo Original: Calamari Union
- Año: 1985
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
6.4
31 valoraciones en total
Podría contar que está bién dirigida (Kaurismäki siempre sabe lo que hace), que tiene buena fotografía, que la banda sonora es buena en esta tragicomedia con tintes negros y algún apunte surrealista, que pese a tener destellos no termina cuajar el mensaje. Pero lo desastroso es que tiene razón, habla de la dificultad de desclasamiento desde las clases bajas: los grises personajes llamados Frank, sus gafas de sol que muestran/esconden la dificultad de ser individuos en medio de la masa amorfa, o, la insolidaridad cuando hay algo que ganar (después de haber salido todos a una).
Entre otras cosas, el diálogo cuando Frank va al siquiatra y la respuesta al problema (1), la impotencia del otro Frank cuando tienen hambre (2), y el estribillo de la canción que interpretan Somos chicos malos porque follamos cuando queremos (3), lo dicen todo.
En Calamari Union el genio de Aki Kaurismäki nos narra la historia de 18 tipos cansados de su vida, 17 de los cuales se llaman Frank.
– No soy un perro. Sé que también vosotros podeis respetaros un poco si es necesario. Por eso estamos hoy aquí: no más lloros. Es momento de irse, la decisión no es fácil. Muchos de nosotros tenemos fuertes lazos emocionales aquí. Muchos deberán renunciar a sus infancias, sus memorias y sus familias. La rama de un árbol podrido debe buscar un tronco más saludable. Todos hemos oido a nuestros abuelos y a nuestros padres hablar de Eira, ese lugar al otro lado de la ciudad. Las calles son más anchas y el aire es amable y fresco allí. Ese es nuestro destino esta noche. Antes de que sigamos con los asuntos prácticos quiero estar seguro de que todo el mundo se da cuenta de los peligros y responsabilidades de nuestro viaje. Sigue tú Frank.
– Gracias Frank. He organizado para nosotros un transporte hasta el mismísimo centro de la ciudad. Después de eso, será sálvese quien pueda.
Con esa premisa comienzan las aventuras de un nutrido grupo de tipos llamados Frank, que en su ansia de llegar a Eira vivirán peripecias de los más disparatado. Situaciones incoherentes, diálogos absurdos, reacciones inesperadas, muertes injustificadas…
Un canto al absurdo y al surrealismo. Cargada de simbología y, al mismo tiempo, plana, hueca, irracional y descabellada. Genial, genial, genial.
Calamari Union es una gamberrada única, divertida y bastante anárquica donde Kaurismäki deja a sus particulares héroes a merced de un lugar que desconocen, y en el que deberán salir adelante del modo más peculiar posible.
Así, y arrastrados por esa corriente de caos autoinducido, la banda de los Franks se moverá con desparpajo y gracia por las calles de un lugar muy distinto al que habían habitado hasta ese momento, dejando en forma casi de gags sus peripecias, y obviando cualquier tipo de estructura narrativa donde los hechos sigan un orden y concierto, el director escandinavo se decantará más por los tintes humorísticos de su obra que por las posibles consecuencias de los distintos protagónicos.
Con una acertada puesta en escena respaldada por un blanco y negro que sostiene ese aire de inquietud, la imprevisibilidad de la obra dejará muy buenos momentos para el deleite del personal, donde si bien el qué no resultará un motivo de peso, el como se erguirá para que el público se tope con secuencias tan buenas como la del robo del coche y posterior historieta o las descacharrantes muertes de algunos de los Franks que, al no encontrar su lugar en esa nueva ciudad, se verán contrariados e irán cayendo, lentamente, del modo más absurdo posible, acorde con los parámetros marcados por Kaurismäki en todo momento.
Como no, los carácteres fríos y extravagantes vuelven a marcar un punto diferencial, y el acompañamiento de una banda sonora que siempre es escogida con genio por el escandinavo, son algunos de los ejes principales de Calamari Union , que si bien no compone uno de esos acertados y de extraña crudeza retratos sobre su tierra natal, deja en este trabajo suficientes señas de su cine acompañando un entretenimiento de lo más macarra y desenfadado.
CU está dirigida por un nórdico que nos trajo frescura en lugar de frío. Es sincero: conoce el mundo, con sus penas, su miseria y su caos, pero no pretende cambiarlo. Nos guiña un ojo: pretende que nos riamos de él.
CU convierte una ciudad tranquila y sin alicientes en un teatro de vodevil. El universo de Kaurismäki, gris, melancólico, soso y cachondo, sigue ahí, ésta vez al borde del absurdo.
CU tiene un valor poco usual en el cine reciente: es absolutamente impredecible. El fondo, ojo, está ahí, inamovible, y da miedo, la ciudad devora a los hombres. Las aceras, las carreteras, los bares, las discotecas, las estaciones de metro, las alcantarillas o las ramas de los árboles… en ningún lugar se nos da un respiro. Eso sí, no hay por qué hacer un drama.
CU es humanista y lúcida. Todos somos Frank. ¿Quién no siente que, de alguna forma, ha ido dejando pedazos de sí mismo por ahí?
Gracias.
En la dedicatoria hay pistas: Kaurismäki brinda el film a Michaux y a Prévert, supervivientes baudelerianos. Surrealistas radicales ambos, el primero cultivó especialmente la escritura automática.
Y algo de escritura automática tiene la textura narrativa de Calamari Union, en su voluntariosa modernidad.
Lo que en Crimen y castigo, la primera película del director, era narración ceñida y concisa, en esta segunda es relato fragmentario y dislocado.
Una banda de Franks (17 de 18 se llaman Frank) deciden, hartos de su barrio proletario, cambiarse a otro más ‘selecto’, Eira, al otro lado de Helsinki, y convierten el traslado en una epopeya delirante.
La rama de un árbol podrido debe buscar un tronco más saludable, tal es el disparatado lema de la aventura.
Cuanto sucede en la travesía de Helsinki, iniciada en un convoy de metro secuestrado, son historietas mínimas, ocurrencias improvisadas en un guión esquemático, brotadas de una imaginación gratuita y libre, con funcionamiento semejante a la escritura automática.
A la manera de Godard, Kaurismäki cita de pasada otros lenguajes visuales, integrándolos en la gramática de la película: una cinta rusa de cine mudo, videojuegos de carreras de coches, una exposición de grandes cuadros figurativos y un tebeo del detective Rip Kirby.
Desparramados por un denso Helsinki nocturno (fotografiado en un blanco y negro que lo satura de misterio), los Franks van intentando su errático camino a Eira. Dispersos desde pronto, se reagrupan al azar, en complejo vagabundeo.
Los personajes se despliegan, en cierto modo, como facetas de una sola identidad, un Frank unitario con diversas personalidades que hubiesen cobrado autonomía.
Extravagantes y sonámbulos, los Franks viven su peripecia como si de una épica emigración al Nuevo Mundo se tratara, pero lo ligero de las anécdotas no siempre lo justifica.
Kaurismäki desarrollará en sus películas principales la línea narrativa concisa, dejando esta otra, la prolija, como banco de viñetas y gags.
Es notable encontrarse ya en este film incipiente con algunas constantes, como el peso de lo musical en la banda sonora: precisamente la combinación casi fija de rock, tango finlandés y Tchaikovski.
O el consumo masivo de cigarrillos.
O la silueta de las grúas del puerto…