Cabin Fever: Patient Zero
Sinopsis de la película
Un grupo de amigos viaja en un crucero de fiesta hacia una isla privada hasta que descubren que su particular paraíso no es tan privado como esperaban. En la isla hay un laboratorio abandonado, aunque en su interior se encuentra un mortal virus activo del que tendrán que escapar antes de que les comsuma a todos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cabin Fever: Patient Zero (Cabin Fever 3)
- Año: 2014
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
4.1
49 valoraciones en total
Como ya ha ocurrido con otras sagas modernas del nuevo cine de terror, Cabin Fever parece tener una continuación abocada a la incombustible y alocada industria del direct to video . Si en la primera parte el éxito inesperado ocasionó descubrir el talento de Eli Roth a las manos del género, quien al igual que sus compañeros de generación (nada más y nada menos que Rob Zombie, Alexandra Aja, James Wan entre otros) ha capitaneado una nueva generación de cineastas kamikazes de espíritu rebelde por y para el fantástico, anteponiendo su condición de fan a la de cineasta. Al igual que los Hooper, Craven o Romero (uno comprende lo injusto de no nombrar a otros nombres coetáneos, así que quedémonos con los más representativos) el llamado Splat Pack abogó por un cine de terror hecho con nervio hacia la violencia y templanza en el respeto de los cimientos más clásicos del género, lo que unido a la apuesta del extremismo visual han originado una corriente que poco menos que ha salvaguardado un cine fantástico que venía avocado al pastiche desde la década de los 90.
Así, Cabin Fever postuló a Eli Roth como un cineasta fiel al género sin olvidar la mordacidad de un peculiar sentido del humor basado en la intoxicación paródica de sus constantes, algo que otra joven promesa como Ti West supo reformular en un potenciado tono cómico anclado esta vez en los prototípicos comunes del instituto norteamericano (aunque parece sabido, que West reniega a día de hoy de su montaje final, el resultado final se ve con mucho agrado gracias a su lealtad con el extremismo). Llega ahora, destinada exclusivamente al mercado doméstico, una tercera parte subitulada como Patient Zero que parece querer funcionar a modo de precuela trasladando el consabido virus a una isla del caribe donde una serie de experimentos parecen evocar una tragedia en masa. Un postulado argumental que, casualmente o no, parece reivindicar las bizarradas propuestas del splatter italiano de los 70/80 (donde Fulci y sus contemporáneos fabricaban encantadoras joyas enviando, ante la falta de presupuesto, sus historias de muertos vivientes o caníbales a islas desérticas) y que vuelve a contar más de lo mismo, el grupo de personajes que se verán inmersos en una historia de supervivencia. Aunque el trasfondo de la película es algo manido y con ciertos síntomas de repetición, Andrews acierta en el tono del film no por su talento en la narración sino por lograr esa fidelidad a las constantes espontáneas de la saga, como la potenciación del ente malvado en algo intangible (un virus cuyas armas de destrucción parecen equipararse al monstruo o villano de turno) y las cuestionables decisiones de los protagonistas, revestidas del hijoputismo del grupo de amigos del primer Cabin Fever .
Quizá sea en la falta de atrevimiento por mostrar una visión más personal de la premisa principal donde se encuentre el mayor handicap de este Cabin Fever. Patient Zero , pero ofrece al espectador lo esperado en cuestiones gráficas: secuencias con un claro tono expositivo de la violencia en su grado más mordaz, que aquí llegan a incluir el cunnilingus más hemoglobínicamente lucido de la historia del género y una muerte por impetuoso impacto fálico. Cumple, no engaña, y parece mostrar mucha complicidad a sus antecedentes. Por lo cual, esta tercera parte se antoja sólo recomendable para fervientes seguidores de la saga o aquellos que, como el que esto suscribe, disfrutan de la falta de miramientos de direct to video subterráneo.
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La tercera parte de Cabin Fever , sin llegar a la calidad del original, tampoco es desdeñable en ningún aspecto, La franquicia apuesta forzosamente por la sobriedad económica (y en cierta manera vivir del titulo) y eso se nota en una producción modesta pero Cabin Fever: Patient Zero tiene valores que la hacen destacar por encima de la media. El ritmo es bueno, la historia -aunque parece sacada del cine gore italiano de los 70- funciona bien y tiene la suficiente hemogoblina para satisfacer a los seguidores de este tipo de cine. Los personajes están mal escritos, comenzamos a estar ya hartos de adolescentes que bebe, drogan y son completamente idiotas que son masacrados a modo de expiación, pero eso tampoco es una tragedia. Posiblemente esta película funciona mejor con personajes desdibujados que con una mayor carga intelectual. Desengañémonos, lo que hemos venido a ver es sangre y muerte y aquí la hay, menos de lo que parece y acumulada toda en su segunda mitad, pero la hay. Cabin Fever: Pazient Zero es una película que sin ser nada del otro mundo, entretiene y hará las delicias de los fans del terror y la saga.
Vaya de partida que soy un fan devoto de Eli Roth. El talento promocionado por el mismo Tarantino, lo ha demostrado más que con creces en todas o casi todas sus cintas, dirigidas y producidas.
También advertiré que la segunda, aún siendo regulera, me gustó más que a la mayoría.
Esperaba que la tal Andrews hiciera una cagada de dimensiones tremendas, y más habiendo rodado la cuarta casi a la par, muy Woody Allen todo. Pero me he encontrado una peli divertidísima, con uno de los mejores usos del gore de los últimos años y estupendamente construída, que empieza como debe y acaba justo donde debe.
El argumento no es el que nos pone en nuestra querida página, aunque se acerca.
Unos chavales deciden celebrar la despedida de soltero de uno de ellos, que ha pegado un braguetazo y se va a casar con una rica de ultramar, en una isla desierta en mitad de la nada. Cuando llegan allí se encuentran con una playa en la que cadáveres de peces deformes se arrastran entre la arena y un virus que empieza a pudrirles la piel (como ya nos ha acostumbrado la saga, pero mucho mejor). En esa misma isla hay una instalación presuntamente abandonada, donde un doctor loco experimenta con el paciente cero del virus (un estupendo Sean Astin).
Todo lo demás es un desfase de dildos enormes, marihuana, cervecitas frías, sangre, vómitos y vísceras que cualquier goréfilo disfrutará a saco.
Lo mejor: En el spóiler. Su descabellada manera de afrontar las cosas.
Lo peor: Tener que esperar la cuarta. Nos deja con ganas de más.