Buenos principios
Sinopsis de la película
Henri es un escritor de mediana edad en crisis. ¿Y quienes son las personas responsables de sus fracasos, su abstinencia sexual y su dolor de espalda? Su esposa y sus cuatro hijos. Justo en el momento crítico en el que está haciendo un balance de su vida, de todas las mujeres que nunca volverá a tener, y de todos los coches que nunca conducirá… un perro de metro y medio, maleducado y demasiado entusiasta, decide instalarse en su casa. A pesar de los intentos de toda su familia por echarlo, y que el amor incondicional de su mujer comience a flaquear, este perro al que deciden llamar Estúpido se convierte en el nuevo mejor amigo de Henri y le ayudará a entender que en la adaptación al cambio está su verdadera felicidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mon chien Stupide aka
- Año: 2019
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
5.8
72 valoraciones en total
Yvan Attal es un personaje interesante. Nacido en Israel y afincado en Francia, ha desarrollado una prolífica carrera como actor a la que, en los últimos años y con la llegada de la madurez, ha añadido trabajos como guionista o director. Sorprendió en 2017 con la realización de Una razón brillante, film que excedía el tópico profesor-alumno abriendo una necesaria reflexión acerca del poder de la palabra, de la verdad como base de cualquier debate y de una verdadera tolerancia.
Con el trabajo que ahora presenta, en el que adapta una novela de John Fante, pretende dar un salto de calidad haciendo una obra más personal, introspectiva y madura, tanto en la forma como en el fondo.
En un primer momento del visionado, el producto resulta fallido. Poco innovador en los recursos (la división en los capítulos, por ejemplo), reiterativo en el tema de la crisis personal, familiar y profesional de los cincuenta y exasperante ante el desfile de personajes indocumentados e inmaduros que no provocan la menor empatía en un público medianamente estable.
Es difícil no desesperarse ante los cuatro hijos del matrimonio de Henri y Cecile, a cada cual más mimado y descerebrado y, más aún, ante la conducta de los padres hacia ellos que oscila entre lo apático y lo errático. Y aún así, resulta más difícil aún criticar negativamente Buenos principios.
Analizando esta imposibilidad, la que suscribe llega a la conclusión de que es una película francamente sincera. Y esa sinceridad, ese desesperado intento por dar encanto fílmico a un desvarío familiar que afecta a demasiada gente en esa sociedad nuestra, hace que se oculten las carencias y la poca originalidad de Attal.
Esta honestidad salva el largometraje. Ahora lo que nos hace falta es quien nos salve, con propuestas eficaces, de esta desoladora situación social, gris y gélida como la lluviosa Biarrtiz que aparece en el film. Pero esa función, no es necesariamente, tarea exclusiva del cine.
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El planteamiento inicial no puede ser menos atrayente, pero según va avanzando la trama, vamos descubriendo numerosos matices nuevos de los personajes que acaban dando forma a una buena historia de relaciones humanas en el seno de una familia. El director nos otorga planos de larga duración, asimilándolos a veces a una obra teatral, con diálogos donde se mezcla lo intrascendente con los verdaderos sentimientos de los protagonistas. Una película sin efectos ni grandes ambientaciones, que no son necesarias, para ver con tranquilidad y con ganas de adentrarse en una historia de soledad, frustración y, por qué no decirlo, también de esperanzas.
Es un drama muy bien contado y canalizado a través de distintos personajes que saben aportar su grano de arena a una historia llena de estereotipos masculinos que no se cumplen. Es como si Almodóvar hubiese estado detrás. Es como si la poca relación que tiene una familia se tomara en plan cómico y el perro que adoptan de repente fuese lo mejor que les ha pasado en la vida.
Está muy bien.
La historia es la de un escritor de edad mediana de nombre Henri y en crisis. Hace más de 20 años Henri alumbró un best seller sin que desde entonces haya vuelto a encontrar inspiración ni ideas para repetir la hazaña. En los últimos años se ha dedicado a su familia: mujer y cuatro hijos.
Detrás de esta película está el director Yvan Attal, cineasta controvertido que unos admiran y otros detestan. Attal adapta la obra del escritor norteamericano John Fante, My Dog Stupid, así titulada porque un perro enorme se cuela en casa del escritor protagonista y que acabará convirtiéndose en todo un símbolo de la trama.
La cosa es que Henri culpa de su insatisfacción vital y su bloqueo creativo a su familia. Pues la película trata en gran medida la llamada ‘crisis de la mediana edad’ o ‘crisis de los cincuenta’, momento en el cual un hombre ve que su vida se le va vertiginosamente y quisiera recuperar y aprovechar el tiempo volviéndose autoindulgente y fantaseando con un espectro de cosas de las cuales ya no podrá disfrutar con toda probabilidad.
Henri padece a sus hijos erráticos, jóvenes sin un norte claro, yendo cada uno a lo suyo y muy demandantes. Su esposa se muestra fría tras casi treinta años de matrimonio con sus altos y bajos y sus dosis de Prozac y vino. Y Henri responsabiliza esposa e hijos de su parvedad sexual, sus dolores musculares, sus altibajos emocionales o su falta de productividad creativa. Y justo cuando él está en plena ‘crisis’, su mujer y sus hijos se han marchado. De modo que nuestro pobre escritor ha quedado solo, con la compañía de Estúpido, perro que se ha instalado en su casa, con su aquiescencia y cariño. Henri encuentra en Estúpido un grande e incondicional amigo que con su presencia y su talante melancólico le va a ir ayudando a comprender mejor su vida.
Comedia doméstica, cuenta con una primera parte que hace presagiar lo peor: bronca, agitación e histeria entre padres e hijos. Pero por suerte se decanta en la segunda mitad por el más tradicional camino de la comedia de remarriage, o sea, de cómo recuperar a su desatendida esposa. Entonces la cinta se hace más amena, simpática y apetecible, si bien es predecible el recorrido sentimental del relato.
La pareja principal, Attal y Gainsbourg, que son pareja en la vida real, tienen buena sintonía y ambos protagonizan alguna que otra escena divertida, como la del porro en el sofá. Charlotte Gainsbourg marida bien con la cámara, amén de ser fotogénica, y Yttal complementa de forma solvente su rol de esposo sobrepasado.
La comedia es ligera, pues no entra en honduras ni asuntos existenciales de calado, sino que a través de ciertos apuntes y evidencias de la trama, viene a desembocar en un final feliz, gestionado por la soledad de Henri y la sempiterna compañía de Estúpido.
Película entrañable y a la vez dramática, tono inteligente de comicidad apenada y un deje de coherencia, mientras narra la caída en desgracia y la recuperación del desdichado escritor. Transpira el film una melancolía que deviene finalmente sosiego, con la compañía del perro coprotagonista.
La cinta está dividida en siete capítulos y un epílogo, y el título del sexto, es una frase del premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz: Cuando un escritor nace en una familia, toda la familia está jodida. Y esa es la conclusión de la cinta que el guion trata de enderezar, para conseguir que la familia jodida, incluido el desgraciado escritor, acaben en final aceptable.
Hace casi veinte años que el actor Yvan Attal nos presentó su primera película Mi mujer es una actriz en la cual compartía protagonismo con su mujer en la vida real Charlotte Gainsbourg. Hay nos contaba como es el mundo de una actriz famosa y los celos que provoca en su pareja cuando tiene que rodar ciertas escenas. Cuatro años más tarde dirigió su segundo largometraje Vivieron Felices para siempre de nuevo con su mujer como protagonista. En ella abordaba los conflictos de la vida en pareja, planteándose temas como la fidelidad y la libertad de las personas. Ahora nos presenta Buenos principios que podría considerarse como el cierre de esta trilogía sobre la vida en pareja. La película está basada en la novela original de 1985 My Stupid Dog.
Nos cuenta la historia de Henri, que a sus 55 años está cansado de vivir siempre en la misma casa, a pocos metros del mar y de las montañas rocosas. Hace veinticinco años escribió una novela que tuvo un éxito rotundo y que gano numerosos premios literarios. Pero desde entonces solo ha escrito pequeñas historias bastante malas y eso le provoca un continuo estado de mal humor en su día a día. Mientras tanto su mujer, envuelta en un estado depresivo juega a ser la madre perfecta de sus cuatro hijos, los cuales, aunque son mayores, todavía viven en la casa familiar. Cada uno de los hijos es más peculiar que el anterior.
Henri solo piensa en una vida mejor y su único sueño es ir poder ir a Roma y volver a sentir sus maravillosos momentos de juventud. Pero lo que verdaderamente cambiará la vida de Henri, será la aparición de un perro vagabundo en su jardín. Rápidamente le coge cariño e incluso le bautiza con el nombre de Estúpido. El perro será testigo de la crisis existencial que está a punto de formarse en la casa familiar.
La película refleja bastante bien esa sensación de vacío y de aburrimiento que se forma a veces entre los matrimonios que llevan toda la vida juntos, que aunque se quieren, necesitan su propio espacio. Tiene momentos muy buenos y graciosos con el perro de por medio. Pero sobre todo es un drama donde se muestra esa capacidad de amor entre dos personas y la capacidad que tienen para sobrevivir a las pruebas que les pone la vida. Las actuaciones de los protagonistas son más que correctas y encima luego tiene un cierto toque de humor cínico muy bueno que le viene bastante bien. Muy recomendable.
Lo mejor: Las escenas donde el perro da rienda suelta a sus necesidades.
Lo peor: Que sea catalogada como otra película del montón francesa.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net