Bombón, el perro
Sinopsis de la película
Coco ha trabajado toda su vida en una estación de servicio, pero cuando ésta se vende, se queda sin trabajo. Desocupado y sin muchas expectativas, sobrevive intentando vender cuchillos artesanales que él mismo fabrica. Un excelente perro dogo de pura raza acabará convirtiéndose no sólo en su amigo, sino en la única esperanza de una vida mejor…
Detalles de la película
- Titulo Original: El perro
- Año: 2004
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
7
69 valoraciones en total
El realizador argentino Carlos Sorin revisita los terrenos y códigos que abarcó en la entrañable Historias mínimas. Nuevamente en el marco de los amplios horizontes y pueblos perdidos de las tierras patagónicas, registra a actores no profesionales interpretando a personajes cuyas vidas bien pueden ser las de ellos mismos: en este caso un hombre maduro, humilde y desempleado, vislumbra nuevas esperanzas cuando por azar termina siendo dueño de un perro dogo que bien podría ser un campeón en exposiciones. El humor, la tristeza y la ternura con que Sorin retrata estas vidas aparentemente simples e intrascendentes -partiendo por el adorable protagonista- logra otorgarles una dignidad, profundidad, cercanía y humanismo que las aleja del cine social más obvio y banal, aunque hacia el final la historia pierde algo de consistencia y Bombón, el perro no vuela tan alto como su anterior filme, lo que de todos modos no disminuye sus méritos. Además, el perro de esta película rivaliza con el de Historias mínimas en la mejor actuación canina en el cine latinoamericano reciente.
Supuestamente el detonante de toda historia es el conflicto. Practicamente todos partimos de la idea de que esa palabra implica que hay un problema, que ha pasado algo negativo. Para Carlos Sorín no. Para él el detonante de toda historia es lo cotidiano, lo sencillo, el día a día, los encuentros fortuitos. No necesita hablar tampoco de personajes en el filo, de asesinos y desgraciados de distinto pelaje. Habla de gente normal, simpática, sin más problemas que buscarse la vida, como todos.
Por eso esta hermana pequeña de Historias mínimas es una patada en la boca tanto de Hollywood como de esos autores que esconden su falta de talento en solemnes silencios y pretenciosas intenciones. Es un cine especial y pequeño, que nadie más hace.
Por otro lado, me hace reflexionar sobre qué tipo de puesta en escena es más realista. Observaba su planificación clásica, con sus planos y contraplanos, sus encuadres cuidados, su música extradiegética y pensaba: ¿le resta algo de realismo? Nada en absoluto, incluso olvidas que hay alguien grabando y te limitas a acompañar al entrañable Juan Villegas y a ese perro tan majo llamado Bombón. ¿Ocurre esto con el Dogma y sucedáneos? No, porque no puedes dejar de pensar en lo rematadamente mal rodado que está todo.
Manolo es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera, que se diría todo de algodón. Manolo es mi perro y no es un burro. Y por si hubiera alguna duda, yo tampoco soy Juan Ramón Jiménez.
Si hubiera visto esta película hace un año probablemente me habría aburrido. O no, igual la historia me hubiera enganchado, pero seguro seguro no me hubiese emocionado como lo ha hecho. La diferencia es Manolo. Él ha obrado en mí el milagro de aprender a acariciar a un animal, a mirarle a los ojos, a encogérseme el corazón al oirlo llorar, a dejarme querer por sus silencios, a simplemente sentirme acompañada sin palabras y sin gestos y sin nada más que su presencia.
Y así sí, así te enamoras rápido de Bombón, y de su historia de amor con su dueño. De ese hombre sin trabajo, sin familia, sin hogar, sin dinero, que un buen día recibe el regalo de ese perro que lo cambiará todo y que se convertirá en su compañero de viaje.
Hay escenas impagables que jamás habría podido entender sin Manolo. La pena del dueño cuando su flamante dogo fracasa en el intento de montar a una hembra y se convierte en objeto de burla. O el orgullo cuando gana premios. O la desesperación cuando lo pierde y lo va buscando por ese paisaje inhóspito de la Patagonia.
Sí, Manolo es pequeño, peludo, suave y tan blando por fuera que se diría todo de algodón. Pero si fuera grande, espeluchao, bastorro y tan duro que se dijera todo de piedra pómez… estoy segura de que lo querría igual. Va por ti, Manolo.
Excelente película que transcurre con el lento ritmo de la Patagonia, la lucha por la supervivencia, las necesidades de un hombre humilde que pueden ser satisfechas por el azar de recibir como regalo un perro, perro que no cumple con lo que se espera de él. Película tierna y a la vez dura, que va dejando un poso y nos hace que nos sintamos identificados con el actor principal.
Para verla disfrutando de los paisajes, la fotografía y la luminosidad.
Muy recomendable para todo el que desee pasar un rato entretenido disfrutando del mejor cine.
Stoker.
Un problema de desempleo con una aparente solución inusual, el Sr. Juan Villegas la verdad, ha hecho un trabajo de interpretación muy bueno, al igual que el resto, no sabía que no eran profesionales o por lo menos no han tenido gran cantidad de trabajos. A pesar de ello, logran transmitir la desolación de un hombre mayor desempleado y desesperado por encontrar un empleo o vender sus cuchillos artesanales… muy buena película que con una historia simple y personajes sencillos te lleva en un viaje al lado de Bombón Le Chien en busca del éxito, en busca de un oficio honrado, digno y hasta distinguido… hay que ver con qué orgullo Villegas decía… soy criador de perros, pero solo tenia uno y sin conocer nada de perros. Creo que aquí tenemos el eje de esta narración, un empleo distinguido, porque cuando eres un don nadie todos te miran con desprecio, con recelo… solo algunos tratan de mitigar tus sinsabores con algunas palabras alentadoras. Pero Sorín también nos habla de la esperanza, de personas buenas y de dignidad humana.