Blanco en blanco
Sinopsis de la película
En el preludio del siglo XX, Pedro (Alfredo Castro) llega a Tierra del Fuego, un territorio hostil y violento, para fotografiar el matrimonio de un poderoso latifundista, Mr Porter. La futura esposa, apenas una niña, se convierte en su obsesión. Tratando de capturar su belleza, traiciona al poder que domina el territorio. Pero es descubierto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Blanco en blanco aka
- Año: 2019
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
5.9
39 valoraciones en total
Trato sobre la experiencia de un fotógrafo y su percepción de lo estético en una explotación de frontera que nos hace pensar en los western donde unos -los blancos- llevan rifle y otros -los indios- no.
Una historia demasiado lenta para mi gusto, pero tengo que decir que muy intrigante y a veces hipnótica, protagonizada por el enigmático actor chileno Alfredo Castro visto últimamente en películas como Rojo , Algunas bestias o El príncipe .
A principios del siglo XX acude a las vastas llanuras de la Tierra del Fuego Pedro, un fotógrafo que llega para inmortalizar la boda de un terrateniente llamado Mr Potter con una chiquilla, no duda en retratar a la angelical niña con su vestido de boda en poses algo atrevidas, lo que provoca las iras del señorito. Pedro quiere irse de allí cuanto antes, pero no sale ningún barco próximamente lo que hace que tenga que permanecer allí y ser testigo de las matanzas que ejercen sobre los nativos estos nuevos dueños de las tierras.
Parece que está Inspirada en la figura del acaudalado rumano Julius Popper, un conquistador que se enriqueció con el oro y el ganado, creando su propio ejército para proteger sus tierras y matar a los indígenas selknam, a quienes consideraba una amenaza. También le gustaba llevar a un fotógrafo en sus cacerías humanas para inmortalizar sus asesinatos.
Esas mismas fotografías sirvieron de base para crear el guion del film, que el director Theo Court junto a Samuel M. Delgado consiguen hacer del genocidio una historia interesante y muy perturbadora. Todo ello acompañado de una fotografía inquietante muy lograda.
Una película incómoda y difícil de digerir que te deja un mal sabor de boca por la manera de contar esa crudeza.
Destino Arrakis.com
Cuando los colonos llegan a un territorio habitado por indígenas imponen invariablemente un orden que conlleva invariablemente un genocidio. Incluso a pesar de posibles buenas intenciones. Lo que pare ellos es un desorden, para otros es simplemente lo natural en el universo.
Un fotógrafo llega a un lugar recóndito de Tierra del Fuego para registrar la boda del terrateniente de turno. El fotógrafo ordena los encuadres, manipula los gestos, induce las posturas, violenta un orden natural desde la planificación de su encuadre. Comparte ese Orden que, sin quererlo, lleva también la muerte a la población indígena del lugar.
La película es, desde lo elíptico, un clamor por los desórdenes en ciernes. Maravillosa.
Servidor intenta clarificar y despejar el panorama de estrenos cinematográficos patrio en un momento en el que el panorama se halla brumoso e incierto. Ahora que las salas se abren en toda España con reducción de aforo y se consolidan las primeras, aunque reducidas, oleadas de estrenos, el negro horizonte amenaza con volver a cerrarlas pronto conforme infinidad de distribuidoras cancelan estrenos. Se dan la mano nuevos trabajos desembarcados en período estival con otros rezagados que, en circunstancias normales, debieron ver la luz hará varios meses. Es el caso del filme que nos ocupa, llamado a estrenarse a finales de marzo y cuya convocatoria de pases de prensa quedó atascada en el olvido, sin cancelación ni renovación. Uno de los trabajos de cine de autor con marca hispana (en este caso, coproducción con Chile) más aplaudidas del recorrido festivalero otoñal del curso pasado. Uno de tantos trabajos que certificaron el gran nivel de la pasada Sección Orizzonti del pasado Festival de Venecia, donde se hizo con el premio a Mejor Director y con el premio FIPRESCI. Se trata, como algunos habréis intuido, de Blanco en blanco, trabajo de Theo Court programado también en el último Festival de Gijón. Uno de los filmes más aplaudidos de la cosecha veneciana, y que tras meses de espera demorados aún más por el estreno frustrado ya llegaba a nuestros cines. Llegaba tarde, y en condiciones mejorables, pero era este un filme del que había que hablar. Y nos hallamos ante un filme sin duda interesante e incluso recomendable, pero hacia la que guardo ciertas reservas. Un drama histórico muy aseado en su superficie pero con ciertos elementos sin afilar en su engranaje interno.
Paradójicamente, es una película que se ve como si subieras una cuesta empinada, pero de una misteriosa belleza, enigmática e inquietante. Asumiría verla por segunda vez pronto, a pesar de que no suelo volver sobre lo ya visto. En el preludio del siglo XX, en la Tierra del Fuego, en un entorno agreste, duro, pero de una belleza memorable, unos pocos personajes viven arracimados en la hacienda de un latifundista invisible llamado Míster Porter. Hasta allí llega Pedro (inmenso Alfredo Castro), un fotógrafo contratado para fotografiar la boda de Míster Porter con una bella adolescente (la boda no llega a suceder). Lo que sí sucede, o se ve: la oscura y amenazante vida de los forajidos contratados por el hacendado para exterminar a los indios nativos del entorno, el oscuro papel de una ama de llaves, o algo parecido, las fugaces presencias de la niña angelical vestida de blanco, el trabajo como fotógrafo de Pedro. La recreación de las puestas en escena de las sesiones de toma con luz natural y técnica y soportes decimonónicos son, sencillamente, espléndidas, además de despertar todo tipo de reflejos nostálgicos para los que todavía añoramos las liturgias del cuarto oscuro (el alma del artífice fotográfico nunca se extingue, quiero pensar). Pero no, esta película no es solo una reconfortante recreación para amantes de la fotografía, sino, sobre todo, un asfixiante entramado de personajes oscuros, un perverso juego de silencios preñado de amenazas y aterradoras expediciones genocidas llevadas a cabo por criminales y perturbados seres más allá de cualquier atisbo de civilización. Sí, por todo eso, no me importaría volver a verla para recrearme con la magistral fotografía que contiene.