Bienvenido a Sarajevo (Welcome to Sarajevo)
Sinopsis de la película
Un grupo de periodistas británicos y norteamericanos cubre desde Sarajevo la guerra de Bosnia. Uno de ellos, Michael Henderson, encuentra en la ciudad un orfanato sometido día y noche a implacables bombardeos. Allí conoce a Emira, una niña a la que promete ayuda. A partir de entonces, trata de convencer a Nina, una asistente social norteamericana, para que le ayude a sacar ilegalmente a Emira del país.
Detalles de la película
- Titulo Original: Welcome to Sarajevo
- Año: 1997
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.5
38 valoraciones en total
Antes de nada, conviene advertir al espectador que el principio es muy malo. Yo me sentí indignado. La mezcla del estilo documental con el ficticio, de las imágenes de archivo con las propias de la película, evidencia una clara falta de ideas.
La utilización de canciones populares como acompañamiento musical no ayuda mucho, sobre todo si se seleccionan tan mal.
Vamos, que se le ve perdido al señor Winterbottom: intenta conseguir un tono verídico pero en todo momento estás viendo algo falso.
Menos mal que aguanté esos primeros minutos, porque después la historia se pone seria, se encrudece, y llega hasta el corazón.
Conclusión: sobran algunas tonterías y la música ajena (la original es decente). Por lo demás, una película muy recomendable para reflexionar.
PD:
Una película que deberían ver todos los que han argumentado en contra de películas como La lista de Schindler o El pianista algo como que no son creíbles porque sólo muestran a alemanes malos o porque caen en el drama fácil.
Drama fácil , qué complicada definición. No sé en qué mundo viven algunos, pero no sólo son dos películas perfectamente creíbles, sino que también son totalmente actuales. Algunas de las imágenes de archivo de Welcome To Sarajevo demuestran que todavía hay campos de concentración en nuestros días.
¿Que los judíos no son unos santos y se les han subido los humos? Es cierto, pero eso no excusa a los nazis ni es óbice para reflexionar sobre todo lo que ha pasado, y lo que está pasando.
Winterbottom muestra los devastadores efectos de una guerra precisamente sobre los más inocentes. Niños que sin saber muy bien por que, y de la noche a la mañana, se ven privados de su familia, su vivienda, en definitiva: de su vida. Pobres almas en pena que deambulan en los orfanatos, solitarios y confundidos a la espera de un poco de compañía y de cariño que los proteja y los reconforte. Son sin duda las verdaderas víctimas de las guerras.
Con imágenes de archivo y de los propios actores, Welcome to Sarajevo es una suerte de documental ficcionado que retrata los desastres de una guerra, la de los Balcanes, que devolvió a Europa a los tiempos de matanzas indiscriminadas, genocidios y campos de concentración, para sonrojo de una clase dirigente, ajena al conflicto.
Desde el punto de vista artístico, Winterbottom es fiel a su estilo con esa combinación de imágenes reales y ficticias, que repetiría años más tarde con la magistral 24 Hour Party People. El británico pinta un cuadro cinematográfico al estilo de Los horrores de la guerra, de Rubens, o Los desastres de la guerra, de Goya. Dolor, sufrimiento y barbarie en movimiento, hasta construir un relato periodístico que, eso sí, no ahonda del todo en la crítica política, apenas unas pinceladas sobre esto.
Aunque la crueldad de la imágenes hablan por sí solas, por tanto, Winterbottom opta más por el drama humano y la participación activa del periodista, que se involucra en la supervivencia de la joven Emira. Ésta, por su parte, es como esa especie de flor de loto, que ejemplifica la pureza física y espiritual del ser humano, que florece de un agua lodosa, como símbolo de la salvación. En un mundo en ruinas, donde se matan unos a otros de la forma más vil, la fe en algo distinto a eso no se pierde jamás.
So much trouble in the world
Welcome to Sarajevo está basada en la historia del periodista Michael Nicholson y su paso por la Guerra de los Balcanes. Parte de su trayectoria y motivaciones las podéis encontrar en Las 100 mejores películas sobre periodismo, de David Felipe Arranz, donde también se analiza el trabajo cinematográfico de Michael Winterbottom. Y como no podía ser de otra manera, el filme es también un reconocimiento al periodismo y los periodistas, desde el punto de vista humano y profesional.
Stephen Dillane es ese artesano de la información comprometido, que baja al barro y arriesga su vida por la pequeña Emira. A su inversa, otro tipo de periodismo, más espectacular, como el de su compañero Flynn, al que da vida Woody Harrelson. Y literalmente lo hace, pues Harrelson es de estos actores que no sabría decir por qué, pero es de mis más queridos. Derrocha vitalidad siempre, entereza dentro de un mundo con demasiados problemas.
De hecho hay una escena de la película donde los dos, muy diferentes y sin embargo amigos, beben y fuman con So much trouble in the world, de Bob Marley, de fondo. ¡Toma alegoría! Un momento íntimo, de las pocas licencias que se toma el director para homenajear a esos periodistas testigos de las mayores atrocidades, que han mirado a la cara a la muerte, y a pesar de eso, aún conservan la esperanza en un género humano que persiste en su destrucción, por los siglos de los siglos. Nadie entiende por qué te dedicas al Periodismo, siempre tan denostado, y da igual cuántas veces lo expliques, que nadie salvo tu compañero de trinchera, lo entenderá. Una secuencia impagable.
En esas motivaciones periodísticas también participan la productora Jane Carson (Kerry Fox), la freelance Annie McGee (Emily Lloyd) o el cámara Gregg (James Nesbitt), leales escuderos de los protagonistas. Como el chofer Risto Bavic (Goran Visnjic), la última frontera entre el mundo civilizado y la barbarie. También en España tuvimos a nuestro Arturo Pérez Reverte y su Territorio Comanche, donde todas estas aristas se abordan con más oscuros que claro -no así en la novela-.
Con estos ingredientes, pues, Michael Winterbottom factura una película muy cruda, pero con una ventana abierta a la confianza de que otro mundo es posible.
Más datos sobre esta y otras películas en http://www.argoderse.com
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La película muestra el sitio de Sarajevo en torno unos periodistas y el proceso después de adopción de una niña, con imágenes de archivo bastante interesantes, por ejemplo ya al principio, aparece la famosa torre de Vukovar.
Si bien la película pinta a los serbios como los únicos malos y ahí ya adolece de mucha parcialidad. De haber mostrado aunque fuera la violencia bosnia o croata aunque fuera anecdóticamente le hubiera puesto un 6, pues la película es interesante. Hay que tener en cuenta que en Sarajevo vivían 157.000 serbios en 1991, que eran el 29.8% de la población, y en 2002 ya sólo quedarían 45.000 mientras los bosníacos aumentaron del 49,2% al 79,6%, y ya sabemos que pasa a las minorías también. Está claro que los serbios cometieron barbaridades y fueron los malos en el sitio de Sarajevo, pero hubo descerebrados en todos los bandos. Además de que usa términos como Chetnik para describir a los serbios, que a parte de ofensivos, son anticuados, la película sigue la línea impuesta por el tío Sam, y creo que ese es su mayor pecado (bombardearon Belgrado luego).
Por otra parte, las imágenes de Sarajevo probablemente sean muy reales, pues la película es de 1997 (rodada antes) y no habría dado tiempo a reconstruir, de ahí que también tenga valor por haberse grabado con escenarios in situ , cosa que cualquier película de hoy en día no puede hacer.
La niña por cierto me pareció un niño, no sé que hormonas tomaría la pobre.
Sencillamente impresionante. La ví en una de esas noches sin sueño en las que cambias de canal buscando algo que te amenice la noche, y descubrí esta película por azar.
Brutal mezcla de documental y drama que desde luego no se hace aburrido ya que te identificas tanto con el horror que no hay cabida para el aburrimiento en ningún momento. Repleto de crudas escenas que no hacen más que dañar nuestros ojos de dolor, de sufrimiento y de angustia.
La crudeza de la vida Emira en el orfanato, a la dulzura de las secuencias caseras grabadas por el periodista inglés en su hogar londinense son clara muestra del contraste entre dos mundos.