Banderas de nuestros padres
Sinopsis de la película
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). La batalla de Iwo Jima (1945), el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, quedó inmortalizada en la foto de unos soldados que izaban una bandera norteamericana. El objetivo de esta batalla era la toma de un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí los japoneses defendían su territorio. En la contienda cayeron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. Mientras tanto, en los Estados Unidos la célebre foto en la que seis soldados izaban la bandera americana fue un instrumento propagandístico para conseguir fondos que permitieran seguir sufragando los gastos de la guerra. El mismo año el propio Eastwood dirigió Cartas desde Iwo Jima, que narra la misma batalla desde el punto de vista japonés.
Detalles de la película
- Titulo Original: Flags of Our Fathers
- Año: 2006
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
6.7
79 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Adam Beach
- Ann Dowd
- Barry Pepper
- Benjamin Walker
- Beth Grant
- Bubba Lewis
- Chris Bauer
- Christopher Curry
- Connie Ray
- David Patrick Kelly
- George Grizzard
- George Hearn
- Harve Presnell
- Jamie Bell
- Jesse Bradford
- John Benjamin Hickey
- John Slattery
- Jon Polito
- Joseph Cross
- Judith Ivey
- Len Cariou
- Mary Beth Peil
- Melanie Lynskey
- Myra Turley
- Neal McDonough
- Paul Walker
- Robert Patrick
- Ryan Phillippe
- Scott Eastwood
- Stark Sands
- Tom McCarthy
El film tiene conceptos interesantes como la gran puesta en escena o una historia atractiva. Lejos de ser una americanada , la peli es crítica con la sociedad y política estadounidenses (la necesidad del pueblo americano de héroes que tiren del carro o la manipulación de la verdad para alcanzar un objetivo), pero también tiene puntos negativos que me han pesado mucho.
En mi opinión el montaje le hace mucho daño a la cinta. Los saltos temporales no están bien narrados y pasado un rato se empieza a repetir el mensaje. La última hora me ha parecido mala y muy pesada. La banda sonora muy discreta, no aporta nada.
Espero que Letters from Iwo Jima sea mejor…
Antes o después todos caen en la trampa. Se veía venir. Si bien el amigo Clint, a pesar de su republicanismo galopante, es el director de ultraderecha que mejor transmite acontecimientos tildados de liberales por sus coetáneos (drogas y genio en Bird, Eutanasia en Millon Dollar Baby, alegato contra el ojo por ojo en Mistyc River, libre sexualidad en Medianoche en el jardín del bien y el mal o ecologismo en Cazador blanco, corazón negro…), en Banderas de nuestros padres Clint Eastwood vuelve a realizar un film políticamente incorrecto. Denuncia a sus paisanos y los llama poco menos que hipócritas y mentirosos.
Hasta ahí bien.
Lo que ocurre es que el conjunto de la obra me parece orientado a conseguir las preciadas estatuillas de los mismos tipos que años atrás lo tildaban de cazurro y de mal director. Se dejó aconsejar por el midas Spielberg para las escenas bélicas (craso error) y no pudo ejercer su dominio de la cámara a traves de la intuición innata que posee en ese campo. Tampoco enternece al espectador todo lo referente al trío de héroes que acompañan a la bandera. La denuncia es buenísima, su plasmación en la pantalla no. El indio borrachín no llega al aprobado ni de lejos por su actuación y tanto flash back desubica más que ayuda a quien está viendo la cinta. Eastwood pretende regalarnos cine de cinco estrellas, elegante, con aires de clásico… pero se queda en el camino debido, seguramente, a su ingreso en la cima del star system y a los consejos de todos los chupalatas que pululan por allí. Clint, tío… tú a lo tuyo, como has hecho siempre. Un saludo.
PD. Y como no podía ser de otro modo, aprovechar las postdatas, benditas ellas en ausencia de foro, para saludar a un colega filmaffinitero con el que me repartí estopa desde el comienzo de esta página. Gracias por el piropo, loco.
Axe pra todo, companheiro.
Ha llegado un momento en el que las expectativas que genera el último trabajo de Clint Eastwood no son ya altas, sino altísimas. Tras Mystic River y Million Dollar Baby , dos incontestables películas que lo han consagrado a casi la jubilación a ser uno de los mejores directores, sino el mejor, de la actualidad, el público ansía ver sus dos últimos trabajos sobre la batalla de Iwo Jima para encontrarse como si nada con sendas obras maestras, por lo que es normal que mucha gente pueda sentirse defraudada con el resultado que finalmente se ofrece. Aunque motivos verdaderamente no los hay para ello, en Banderas de nuestros padres Clint vuelve a tocar conciencias arrojando soberbiamente una visión diferente y probablemente más real que nunca se ha mostrado sobre la guerra en sí.
Y es que Clint es muy listo y se vuelve a rodear de lo mejor del medio. El reparto en general es acertadísimo, especialmente los soldados, con una perfecta selección en la que cada actor interpreta a una persona, a una vida, no a si mismo, y de entre los que destaca un siempre excelente Barry Pepper, como indudablemente en el trío protagonista con un sorprendente Ryan Philippe pero del que sobresale sin lugar a dudas el desconocido Adam Beach, que realiza una interpretación emocionante.
Las escenas de guerra son de una fuerza muy grande, rodadas con un realismo extremo y con las más avanzadas técnicas digitales, tanto que por momentos recuerda más al Call Of Duty que a cualquier otro film bélico. Además Clint las reparte soberbiamente por la trama, por lo que la sensación de estar en batalla es constante. Ahora bien, cualquiera que haya visto Salvar Soldado Ryan tiene que tenerlos bien gordos para atraverse a decir que el desembarco en Iwo Jima es calcado al de Normandía, cuando es justamente todo lo contrarío. Clint bien podría haberlo rodado siguiendo aquella magistral escena de Spielberg, pero no lo hace, deja las escenas de concentración y miedo para la noche anterior, desembarca con rapidez y la situación del terreno le da la oportunidad de rodar escenas completamente distintas, en las que no hay tiempo para primeros planos ni ralentizaciones, sólo disparos, bombas, y soldados muertos. En lo único que se parecen ambas escenas es en que hay un desembarco, no hay más comparación posible.
Claro que Banderas de nuestros padres tambien puede ser acusada de apenas contener escenas de acción pues la trama se centra más en los problemas de los soldados a su llegada a américa, la presión a la que son sometidos por ser considerados injustamente héroes y la indeferencia que les genera todo el marketing que lo que les rodea. A mí la verdad me da igual, ambas visiones son excelentes, la primera está tratada con más profundidad y sentimiento que como nunca se ha tratado y la segunda aporta el toque de dramatismo necesario para ahondar en los personajes, a los que por el azar del destino se les ha encumbrado como héroes pero que sólo tratan de ser personas.
Uno de los comentarios más halagadores que he oído de Clint Eastwood es que es un Michael Moore con glamour . No es totalmente cierto, pero a veces los piropos, exagerando, e incluso deformando, ponen algo de justicia poética allí donde no llega la justicia real.
Eastwood no tiene la vena militante/combatiente de Moore, pero sí tiene una visión muy crítica de la realidad americana. A lo largo de su historia ha desarrollado todo un fresco profundo y amargo del mundo americano de los últimos años, ha filmado algunas de las obras más conmovedoras y personales que se hayan podido hacer sobre mitos tan recurrentes como el mundo de los pistoleros, el del boxeo, o, como en esta última cinta, el de los héroes de Iwo Jima.
Con Eastwood los personajes crecen y se llenan de humanidad. Tiene Eastwood una actitud muy generosa hacia todo y hacia todos, de modo que en sus historias no existe la maldad absoluta ni la bondad seráfica, sino que todos sus personajes acaban resultando entrañables, aun después de haber pasado por el infierno al que los seres humanos nos condenamos ciegamente.
En su última cinta (Flags of ours fathers) Clint Eastwood nos muestra el mundo brutal de la guerra, y, también, nos enseña el lado, raras veces entrevisto, de los intereses financieros que hay detrás de ese negocio bélico. En una historia apasionante de heroísmo fraternal, el director californiano nos trae a esos personajes sencillos que se agigantan en sus hazañas sangrientas sin dejar de ser los simples chicos que un día dejaron su novia en el pueblo, pone a esos héroes a su pesar en mitad de la vorágine de la guerra y de los turbulentos asuntos del dinero.
Una película absolutamente recomendable.
De una factura técnica sobresaliente. Clint teje una maraña con los mejores hilos pero le falla el pulso. Presenta la crudeza y el horror de la batalla con un realismo incontestable. Nos habla del utilitarismo deshumanizado del poder. Conmueve mostrándonos la caducidad de los héroes que, así como suben, bajan y se pierden en la nada. Resalta el valor de los símbolos que son lo que conquistan al pueblo, se necesitan héroes aunque sean inventados. Y relata con todo lujo de detalles la odisea moral que anida en las entrañas del soldado. Pero no es una gran película. No lo es precisamente porque a veces no parece de él. El maestro ha conseguido en los últimos años que sus incondicionales nos contemos por millones y que nos traguemos cualquier cosa que venga firmada por él. Ese es el problema. Esta cinta decepciona, si fuera de cualquier otro sería más que notable, pero Clint es el mejor de la clase, de él esperamos más, esperamos lo mejor.
El conjunto no funciona. Sobra metraje. Sobra redundancia en el mensaje. Sobra desorden y falta ritmo. Los personajes no son presentados de la manera debida. Cuesta ponerles cara y sentir algo por ellos o con ellos. La frialdad es una constante en casi todo el desarrollo. El final es bueno pero excesivo.
Pero querido Clint yo te lo perdono porque, como dijo Baudelaire, no se puede ser sublime sin interrupción. Te perdono y esperaré que Cartas desde… o la siguiente (si la salud te lo permite) venga con tu sello, venga con lo mejor de ti. Esperaré al mejor Eastwood, a aquél que me emociona y me fascina. Esperaré.