Bananas
Sinopsis de la película
Fielding Mellish (Woody Allen) es un torpe y tímido catador de productos que, abandonado por su novia, la sensual y atractiva Nancy, decide cogerse unas vacaciones y pasarlas en la pequeña República de San Marcos. Pero lo único que consigue es verse envuelto en un sinfín de líos burocráticos en un país dominado por la guerrilla. Todo se complica aún más cuando, después de la conquista del poder por los guerrilleros, su líder se vuelve completamente loco.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bananas
- Año: 1971
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
6.6
49 valoraciones en total
El cine de la primera época de Allen es un cine en construcción, un cine que alterna momentos brillantes y otros no tan aclamados. Digamos que la ventaja de esos primeros años Allen radica precisamente en el lado menos cerebral de su cine. No han llegado todavía sus grandes películas y Allen escarba con experimentos un tanto deslabazados, que por momentos unas veces consiguen sus propósitos y otras se quedan en simples esbozos. Bananas encaja perfectamente dentro de esta descripción.
Tras realizar Toma el dinero y corre, Allen se lanza en pos de una historia a camino entre el absurdo y el exotismo con una película no enteramente ubicada en su Nueva York. Aquí Allen toca la política, en concreto el régimen de repúblicas efectivamente bananeras. Y lo hace bajo ese prisma de lo grotesco, pero con una carga de crítica subyacente hacia la situación en que se encontraban una buena parte de países latinoamericanos en aquel momento (la acción en la película transcurre en un país imaginario llamado San Marcos).
Bananas está llena de destellos, pueden percibirse ya diálogos vertiginosos de ésos que rayan en lo absurdo, así como gags visuales de un Allen nostálgico con el cine mudo. Es la segunda cinta plenamente Allen (interpretación, guión y dirección) pero todavía no todo lo redonda de lo que llegará a ser su cine con el tiempo.
Irreverente y alocada crítica política que no deja títere con cabeza. Los chistes son variados, aunque muy irregulares durante la parte de la formación guerrillera. La historia es lo bastante loca e ingeniosa como para pasar volando.
Hay multitud de homenajes al cine mudo de Chaplin y a Peter Sellers.
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El juicio es la polla. Veremos a Woody interrogándose a sí mismo, a los miembros del jurado pasándose un porro…
Es antológica la introducción del reportero/corresponsal: El presidente se dispone a explicar al pueblo expectante las razones de la situación actual. El tiempo esta tarde de domingo es realmente estupendo y muy apropiado para estos pintorescos tumultos que se han iniciado con el ya tradicional atentado contra la embajada de los Estados Unidos, un ritual tan antiguo como la misma ciudad.
¿Señorita, le gustaría que lo habláramos mañana a la hora de cenar? Mañana o cualquier otra noche, estoy libre los próximos seis años.
De pequeño robé un libro pornográfico escrito en braille. Llegué a borrar los párrafos más verdes de tanto pasar los dedos por encima.
Las relaciones con mis padres fueron buenas. Sólo me pegaron una vez durante mi infancia: empezaron el 23 de diciembre de 1942 y terminaron a finales de la primavera del 44.
Siempre mojaba las sábanas, y como en aquella época dormía con una manta eléctrica, los latigazos de la corriente me despertaban a cada instante.
Woody intenta evitar la ruptura con su novia, una tía solidaria, metida en ONGs y demás.
Tía: No es que no te quiera, pero me falta un hombre fuerte. Quiero ir a trabajar con los pigmeos al África. Quiero ir a una leprosería a cuidar leprosos.
Woody: Yo lo estoy deseando lo mismo que tú. Amo la lepra. Estoy dispuesto. Me gusta la lepra, me gusta el cólera, me gustan todas las enfermedades de la piel.
– Tiene usted la posibilidad de morir por la libertad.
– La libertad es estupenda, pero la muerte es un inconveniente para tu vida sexual.
– ¿Es usted un héroe de cartón?
– Depende de lo que entienda usted por héroe. Lo que está claro es que no soy de cartón.
Las absurdas nuevas leyes del nuevo dictador de San Marcos (un pequeño país ficticio situado en América Latina):
– Soy vuestro nuevo presidente. A partir de hoy, el idioma oficial será el Sueco. ¡Silencio! Además de eso, todos los ciudadanos deberán cambiarse la ropa interior cada hora y media, y deberá llevarse por fuera para que podamos comprobarlo. Además, todos los niños menores de 16 años tendrán ahora 16 años.
– Necesitamos dinero para que nos tomen en serio. ¿Cuál es la principal exportación de San Marcos?
– Disentería.
Bananas es una divertida y loca comedia de crítica social a ambos lados del continente. Pero lo que busca aquí Allen es arrancarnos unas carcajadas aprovechandose del tema de las revoluciones sudamericanas y del sistema americano. Y a fe que lo hace.
La película es irregular, con algunos altibajos, pues nos podemos encontrar con gags geniales, como casi todod los del juicio y del principio de la película, con algunos gags menos afortunados. Eso se remedia haciendo que la película sea considerablemente corta, por lo que no cansa en ningun momento y se ve con ligereza, con una sonrisa en la boca, y a menudo una sonora carcajada.
Lo mejor es como Woody se mofa de los dictadores (de los dos bandos) y del sistema judicial americano.
Lo peor es que no siempre mantiene un alto nivel.
Una película bastante similar i del mismo Allen pero mejor es Coge el dinero y corre.
Es difícil reírse con esta película, ya que la mayoría de escenas de humor ya los hemos visto en cómics, gags de televisión, y otras películas de humor. Una película que si hubiera sido rodada en el siglo XXI hubiera sido un fracaso, porque ya estaría muy vista.
¡Pero qué demonios! Esta película fue rodada hace casi 40 años, y parece haber sentado los tópicos del humor de finales del siglo XX. ¿Quién no ha visto decenas de veces el chiste de la tortura con opereta en Mortadelo y Filemón? ¿O el del dependiente gritando Manolo! cuánto cuesta la revista orgasmo! en algún programa de humor en televisión? ¿O un escenas similares a la del músico de arpa en el armario, en películas como Aterriza como Puedas o Scary Movie?
No me he reído mucho con ella, pero he de reconocer que si la hubiera visto hace 40 años, me habría muerto de risa.
Si alguien viese alguno de los primeros films del bajito neoyorkino, pero sin este asumiendo la batuta en cuanto a interpretación se refiere, es posible que no los identificaran rápidamente: Ni aspavientos continuos, ni tartamudeo insistente, ni chistes sobre judíos, ni ese tipo de cosas que Allen ha ido adoptando con el paso de los años y adquiriendo como características propias de su cine.
Aunque aquí si vuelve a sacar su carácter de casanova a flote pero, como dice acertadísimamente en su crítica cassavetes, el Allen de sus inicios es un Allen diferente, distinto, un Allen que busca el experimento y manipula formas narrativas dispares así como intenta abordar temas de lo más variopintos y jugar con todas las facetas que sea posible de su cinta. Así lo demostraba ya en Toma el dinero y corre , donde la narración se veía sujeta a ese curioso experimento de jugar con el falso documental y la ficción, y así lo volvía a demostrar aquí, donde sujeto a una narración con saltos y más bien poco lineal, nos cuenta la historia de Fielding Mellish, un tipo que dara mil y una vueltas debido a su despreocupada personalidad.
Como ya viene siendo habitual en los films de Allen, aunque aquí en menor grado, su humor se reduce a una comicidad muy peculiar y a unos diálogos que, si bien aquí aun no habían alcanzado todo su auge creativo, servían muy bien al realizador para ir desgranando la historia de Bananas que, además de trasladarnos a la vida de Mellish, satirizó sobre las Repúblicas bananeras , añadiendo elementos paródicos en muchos puntos del film y dejándose llevar en todo momento por su imaginación, desembocando así en un final de lo más sorpresivo e hilariante, que haría de este film de Allen, una auténtica delicia para todos aquellos fans del director y, en especial, para esos curiosos que se acerquen a la filmografía de uno de esos grandes cineastas que se han ido formando año tras año. En pocas palabras: Una recomendable singularidad.