Aprendiz de gigoló
Sinopsis de la película
Dos amigos judíos de edad avanzada (Allen y Turturro) se encuentran ante una desesperada situación financiera. Deciden entonces probar suerte con el negocio de la prostitución masculina, uno como gigoló y el otro como representante . Pero el asunto no será bien visto en la comunidad judía en la que viven.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fading Gigolo
- Año: 2013
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.5
56 valoraciones en total
Desfilan por la pantalla los títulos de crédito de apertura. Los nombres se suceden de forma moderadamente rápida y sin excesivos adornos, para que la atención del espectador no se pierda en detalles irrelevantes. Suena de fondo, como era de esperar, una breve sesión de jazz ligero, y cuando la cámara por fin se despierta, descubrimos que estamos en Nueva York. Ahí una vieja librería de barrio se une al destino de otras muchas compañeras suyas, es decir, se precipita silenciosamente hacia el olvido. Al parecer, ya nadie se acuerda de estos antaño templos de sabiduría, a nadie le importan ya. El drama de la vejez, reflejado en este caso concreto en un modo de entender la cultura (y por extensión, la propia vida) que igualmente va cayendo -en picado- hacia lo más profundo del pozo de la amnesia colectiva… sin siquiera la promesa del eco en el impacto final. Toma ya, ahí te pudras.
Como existe el riesgo de que el panorama descrito induzca en exceso al suicidio en masa (y es que en este mundo sigue habiendo hueco para los seres sensibles), entra en escena un personajillo cuya sola presencia despierta, como pocas logran hacer, la sonrisa más sincera en la audiencia. De carita tristona y cuerpo arrugado, no sólo por la edad sino también por su timidez patológica, nada le impide, no obstante, desatar su lengua viperina para decirle al mundo lo que opina de él. Se trata, por supuesto, del genial Woody Allen, quien resulta dar vida al pobre propietario de la agonizante librería, y quien se consuela compartiendo las penas con quien parece ser su mejor amigo, un florista que tampoco pasa por su mejor momento. Las presentaciones, tanto en el plano formal como en el más estrictamente conceptual, muestran los elementos y las sensaciones (esa combinación entre dulzura, amargura y acidez) suficientes como para que nos hagamos ilusiones… y para que un poco más tarde nos estampemos en ellas.
Aprendiz de Gigoló tiene la desfachatez de hacernos creer que es una película de Woody Allen, cuando en realidad, es una película en la que sólo aparece Woody Allen… y gracias. John Turturro es el hombre que realmente mueve los hilos (aparte de ser el protagonista delante de las cámaras, ejerce también de guionista y de director), y por lo visto en éste su último trabajo, suficientes problemas tiene como para llegar al tan paupérrimo nivel del quiero(?)-no-puedo. El librero y el florista, como ven que la vida cada vez les ofrece menos alternativas al morirse de hambre (o al tener que mudarse de su ostentoso barrio en la Ciudad de los Rascacielos… lo cual es mucho peor), deciden dejar las manías a un lado y no hacerle demasiados ascos al lucrativo negocio de la prostitución, ideal no sólo para darle un -merecido- respiro a la cuenta corriente, sino también para, quién sabe, encontrar el amor… porque sí, los gigolós, también son personas.
Los putos y los chulos, claro que sí, que sin ellos no habría show con el que reírse… solo que este espectáculo, en la práctica totalidad de tiempo que te obliga a sentarte en la butaca, no tiene ni pizca de gracia… y cuando se le intuye (ni que sea un poco), es gracias a los balbuceos aleatorios allenescos marca de la casa. Con tan pobre balance, a uno le queda la esperanza de que el título cumpla al menos con alguna de sus promesas implícitas. ¿Será esto una comedia dominguera con al menos un mínimo de picante? Como antes, la esperanza se transforma rápidamente en frustración, pues todos los apuntes subidos de tono corren a cargo de Sharon Stone (lo cual hace que la propuesta oscile peligrosamente entre lo incómodamente sexy y lo directamente desagradable) o de una Sofía Vergara a la que parece que le han vendido que está en uno de esos programas televisivos de semi-alterne llevados por aquel productor cuyas deudas para con sus colaboradores se cuentan todavía en pesetas. Efectivamente, podría ser mucho peor, pero pronto uno se da cuenta de que éste argumento es el mejor con el que sabe / puede jugar Mr. Turturro.
Ni rastro de la genialidad de los maestros con los que ha trabajado a lo largo de su carrera. La herencia, al igual que el recuerdo de las bibliotecas, se diluye lentamente, pero de forma cada vez más irremediablemente. El nulo desarrollo de los personajes tiene su máxima expresión en el propio Turturro, quien a pesar de tener los mandos de la embarcación, no da síntomas de creerse absolutamente nada de lo que hace o dice, lo cual puede ser interpretado como una clara -y aterradora- evidencia de la autoconciencia que el artista vuelca en su propia obra. Por su parte, Bob Balaban, después de cubrirse de gloria en la horrible Monuments Men, hace lo propio en esta insulsa historia sobre gigolós agitadores de conciencias, y demuestra de paso que con amiguetes como los suyos, no le hacen falta enemigos. Es tan solo uno de los muchos agujeros que explican el hundimiento de la embarcación. La lista es interminable, lo cual no nos debería impedir detenernos en la falsa creencia de que Vanessa Paradis es atractiva, o en que seguramente estemos ante el triángulo amoroso más soso e increíble desde la infame saga Crepúsculo, o en que no hay manera de que Turturro acierte en alguno de los incontables frentes que se empeña en abrir. Ni denuncia al hermetismo de las comunidades más fundamentalistas ni canto al amor, esa fuerza que no entiende ni de edades, ni de religiones, ni de etnias, ni de clases sociales… Aprendiz de gigoló no es nada de esto. Es desgana, desidia y desacierto. Es Woody Allen… sin Woody Allen. Es la tristeza del aprendiz, conformándose incomprensiblemente con ostentar la categoría de novato.
Película extraña y deslabazada la que presenta John Turturro. Tal como ya se está diciendo, se trata de una especie de película de Woody Allen, con Woody Allen pero sin el buen hacer de Woody Allen.
Sí, tenemos algunos de sus chascarrillos, tenemos algo parecido a su música habitual, tenemos su ciudad habitual, y tenemos dos de sus temas favoritos, el sexo y la religión.
Pero, no alcanza ni de lejos la sutileza de las buenas películas de Allen. El guión hace aguas por todas partes, no se acaba de decidir entre la comedia simplona o el drama romántico, los personajes no nos dicen nada.
El asunto prometía sobre el papel, pero el tema del gigolo se trata con ligereza y el giro de la trama con la judía ortodoxa y sus adláteres nos resulta, en estas latitudes, absolutamente indiferente.
A John Turturro le conocemos por ser uno de los actores fetiche de los hermanos Coen, resulta inolvidable su momento Jesus Quintana en la magistral El Gran Lebowski , de su faceta como guionista y director sabemos bastante menos, a pesar de que nos encontramos ante su cuarta película como realizador, y es que este actor de físico y rostro tan peculiar, no se ha prodigado mucho más allá de sus apariciones como secundario habitual en producciones de corte mas bien independiente.
Mucho debe interesar a Turturro sumergirse en el extraño e inaccesible universo hebreo, retratar una comunidad tan cerrada, anclada en tradiciones ancestrales, y golpearla con un tema tabú como es el del sexo, motiva de forma evidente la construcción de la historia, y nada mejor para liberar de tensión su discurso, que recurrir a la personalidad judía más cachonda de la historia del celuloide.
Porque sin duda, el mayor hallazgo de este aprendiz de gigoló reside en la figura del maestro Woody Allen, en un papel escrito y pensado para el, una contundente ventaja, que Turturro aprovecha con habilidad, reservando al genial director labores de secundario, terreno donde mejor se aprovecha su concurso, pudiendo combinar los momentos de humor que ofrece su presencia, con otros de corte mas dramático.
En cualquier caso, no estamos ante un film excesivamente trágico, su linea narrativa es cómoda y previsible, y pese a ello, el carácter de la cinta sabe mantenerse sorprendentemente sereno, caminando con equilibrio por el fino alambre del ridículo, sin llegar nunca a caer estrepitosamente, incluso cuando lo desacertado de algunas de sus decisiones argumentales, que pueden resultar excesivas o faltas de credibilidad, hacen peligrar el resultado final.
El picante necesario para completar coctel tan particular, lo ponen una eternamente sexy Sharon Stone, y la televisiva Sofía Vergara, curvilínea y explosiva, ambas actrices, rubia y morena, explotan con sencillez sus personajes, disfrazando tan manido cliché con simpatía y convicción.
Concluyendo, y pensando en que muchos confundirán con el tiempo este título, insertándolo por error en la filmografía de Allen, no estamos ante una de las obras del genial Woody, falta grandeza y frescura en los diálogos, piedra angular de todo trabajo que aspira a jugar en primera linea de un tipo de cine sofisticado, cuya mejor característica es la inteligencia. En ese sentido, Turturro se queda a medio camino, y no por falta voluntad, compartir plano con uno de los grandes siempre ayuda, pero su apuesta no alcanza el paraíso de lo memorable, por mucho que la elegancia y las buenas intenciones puedan salvarle, en parte, de caer en ese terrible espacio del Séptimo Arte llamado olvido.
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Suelo escribir críticas bastante largas, pero en este caso seré más breve y conciso, como la película.
Interesante aunque desaprovechada película de mano del gran actor (y no tan gran director) John Turturro, un Turturro que más bien parece un segundo Woody Allen que va un eslabón por debajo del Allen original.
Quiero empezar destacando que la película resulta amena y entretenida en general, incluso divertida en un par de ocasiones, sin llegar a ser hilarante ni alocada, siempre conteniendose. Como bien dicen por ahí la película tiene su lado de comedia ligera (presente sobretodo en la primera parte de la película) y el drama romántico (presente principalmente en la segunda parte de la película). También como bien dicen por ahí en la segunda parte la película baja un poco el nivel, básicamente porque la parte romántica no está tan bien llevada como se podría haber hecho y termina siento típica y demasiada vista, demasiado melosa y poco trabajada.
Por otra parte, la primera parte de la película resulta agradable, es disfrutable, sin ser muy buena pero se disfruta. En cierto modo es como una película de Woody Allen en estado de poca gracia. Tampoco hay ningún elemento destacable. Dirección correcta, guión correcto, actuaciones correctas… Nada muy destacable (bueno, la presencia de Sofía Vergara es sin duda destacable, pero no por una gran actuación).
Desde el primer segundo de la película Woody Allen está presente en la sala, o almenos una parte de él, basta con ver los créditos iniciales tan minimalistas característicos de Allen, seguidos por una canción de Jazz. En ese momento sonríes y te das cuenta de lo que vas a ver. No vas a ver una buena película de Woody Allen, vas a ver lo que sería una irregular película de Woody Allen, porque al fin y al cabo, ni siquiera es de Woody Allen, ahí está el problema, que al intentar imitar a Allen, Turturro es plenamente conciente de que no alcanzará su nivel, pero sin embargo lo hizo de todas formas.
Características tan propias de Allen como la constante música de Jazz, su propio personaje (que viene a ser siempre el mismo en varias situaciones dependiendo de la película), esos diálogos absurdos pero interesantes a su manera(aunque menos afilados de los que suelen ser), están presentes en esta película. De ahí que haya gente que sugiera que Allen ha hecho algo más que actuar y dar un par de consejos, sinó que ha colaborado seriamente en el guión y la dirección, que bien podría ser, porque sin duda lo parece. Vamos, que en el transcurso de la película anda flotando una omnipresente sensación de estar viendo una película de Woody Allen de no muy alto nivel.
Para ser sincero, esperaba algo más de Turturro, no he visto sus otras películas, pero tenía unas buenas expectativas, pero me he encontrado con una película que se autocontiene y no se deja llevar, no se arriesga, siendo así una película que, a pesar de no ser mala para nada, tampoco puede ser demasiado buena, y eso no me ha gustado, no viniendo de un actor al que respeto tanto como Turturro. En definitiva, entretenida, sencilla, sin pretensiones, vale la pena verla una tarde de aburrimiento pero nada más.
Film realizado por John Turturro pero con un toque bastante sutil made in Woody Allen. La película promete una cosa la mar de suculenta y seductora y no miente, pero de forma yuxtapuesta aborda una trama mucho más intimista y comedida que supone la parte melodramática de la historia.
Cinco son los personajes principales que sostienen el peso de la película:
John Turturro / Fioravante. Todo en él es especial: su actitud ante las diversas situaciones de la vida, sus reacciones vitales, su trabajo temporal de fontanero, su pasividad personal y… su chulo amigo con gafas de pasta.
Vanessa Paradis / Avigal. Todo en ella es contenido: sus ideales impuestos con sus creencias y tradiciones, su interacción con los demás, sus emociones, su vestimenta… su vida a fin de cuentas.
Woody Allen / Murray. Todo en él es caótico: su familia, sus explicaciones interminables y desesperantes, su relación con todo lo judío, su sentido liante y desparpajo ante la vida. Definitivamente, no puedo imaginarme un Woody Allen en su vida íntima diferente a la de cualquiera de sus personajes.
Sofía Vergara / Selima. Todo en ella es grande: sus tacones, su pareja (Sharon Stone), sus dotes de bailoteo, su ímpetu femenino e irradiación sensual y… sus pechos indudablemente.
Sharon Sotne / Dra. Parker. Todo en ella es elegante: su estilizado porte, su pareja (Sofía Vergara), su saber estar, sus vestidos, su presencia ante la cámara y… sus pechos también, total, ya puestos.
La sensación es que podría haber dado para algo más pero se queda en el intento. A pesar de ello resulta ser recomendable y agradable de ver para quien guste de un cine tímidamente personal pero para todo el mundo. Eso sí, gran vestuario el elegido para las exuberantes clientas doña Sofía y doña Sharon.