Ángeles sin brillo
Sinopsis de la película
Roger Schumann (Robert Stack), un piloto que combatió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sobrevive haciendo acrobacias con su avioneta en las ferias de los pueblos. Burke Devlin (Rock Hudson), un periodista local que se interesa por la familia de Schumann, es testigo de la decadencia del piloto, de la frustración de su mujer (Dorothy Malone) y también del sufrimiento de su hijo a causa de las bromas que mecánicos y pilotos hacen a costa de su padre. Schumann, sin embargo, no ceja en la búsqueda de una oportunidad que le permita, además de recuperar el amor propio, demostrar a su familia que los antiguos sueños aún son posibles.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Tarnished Angels
- Año: 1957
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
7.3
87 valoraciones en total
Incursión del brillante Sirk en una historia de aviadores con triángulo amoroso de por medio. Todos se sienten culpables y llevan un gran pesar interior. Pesimismo e impotencia se dan la mano.
Ambientada en la gran depresión económica norteamericana. Podría calificarse como un drama moral. Es sobre todo una película de actores, relativamente modesta. Se centra en los conflictos emocionales a tres bandas que emanan de un hombre que adora, que necesita más a su profesión que a su propia familia.Una mujer, Laverne (Dorothy Malone), en el apogeo de su madurez es el centro de atención de nada menos que cuatro hombres, entre ellos el irresistible Rock Hudson.
La Malone aparece muy atractiva, cargada de sensualidad, realiza una actuación brillante, transmite su angustia y su complicada vida sentimental. Los actores secundarios también realizan un buen trabajo como soporte de las estrellas, incluyendo a Robert Stack y al bonachón Jack Carson, subordinado a éste y enamorado de Dorothy Malone.
A destacar, entre otros momentos, los encuentros entre Rock Hudson y Dorothy Malone.
Este film, en manos de otro director posiblemente hubiera resultado más plana, pero gracias al partido que sabe sacar Douglas Sirk se convierte en una gran película.
Muy notable, puede estar entre sus mejores películas, aunque esto es difícil de aseverar dado el impresionante currículum de obras maestras que posee ( Tiempo de amar, tiempo de morir , Escrito sobre el viento , etc). De todos modos posee momentos muy destacados.
Muy recomendable.
Sin duda Douglas Sirk fue un gran creador de melodramas que, tanto en blanco y negro como en color deposita gran parte de su dominio en la iluminación, la ambientación, cuya responsabilidad queda en manos de auténticos maestro.
Aquí dirige mejor que nunca a sus actores. Los cinco, incluido el niño, tienen su momento de lucimiento excepcional, resistiendo unos primeros planos majestuosos. Y lo mejor es cómo logran dar lo mejor de sí mismo en la contracara de sus habituales personajes de una pieza. Así Stack y Hudson, al primer le basta un encuentro verdadero con Malone, y a Hudson se le sirve en bandeja toda la película para hacia el final descollar con un monólogo de excepcional calidad en todos los aspectos. Y Malone, oh, Malone, desde los créditos despliega una belleza física deslumbrante que sólo un maestro como Sirk podía hacer deambular por las sinuosas neurosis de cuatro hombres y hacerlo creíble.
Sin embargo hoy en día la que fuera una obra maestra cae por su guión exageradamente teatral en el peor sentido, es decir, se escogió una estructura dramática hoy caduca, en la que los personajes llegan, dicen lo que piensan y se van, o lo dejan todo en el aire hasta que en la escena final llega alguien y lo explica. Torpeza narrativa que destroza la riqueza ambiental y de personajes. Tanto el personaje de Stack como el de Malone son explicados y/o resueltos por Hudson, echándose en falta el discurrir de las situaciones dramáticas, pues falta lo esencial: que veamos cómo son y cómo sienten estas humanas criaturas tan frustradas… a través de sus acciones, revelando contradicciones y sinsabores sin necesidad de explicaciones por muy bien escritas que estén.
La factura de la película y las interpretaciones, extraordinarias. Pero es distante, poco verosímil, artificial, demasiado explicada , algo que en otras no le sucedió y que hoy pueden disfrutarse sin cortapisas, como Obsesión, Escrito sobre el viento e Imitación a la vida.
El enorme talento de Douglas Sirk para sublimar materiales, a priori, cercanos al folletín nos dejó algunos de los mejores melodramas jamás filmados. Con Ángeles sin brillo,-la mejor adaptación cinematográfica de una obra de William Faulkner-, basada en su novela Pylon, Douglas Sirk contó, esta vez si, con un material de primera y nos dejó un soberbio melodrama, poco conocido y que reclama un lugar bajo el sol de las grandes obras maestras de la historia del cine.
Un piloto de aviación, héroe de la Primera Guerra Mundial malvive, junto con su familia, realizando arriesgadas acrobacias aéreas y participando en peligrosas carreras de aviones, de feria en feria, de ciudad en ciudad. La irrupción en sus vidas de un periodista cambiará el sentido de las mismas para siempre. Film desesperanzado como pocos, de un profundo pesimismo, Sirk nos sumerge de la mano del periodista Burke Devlin (Hudson) en el mundo de infinito dolor de unos seres atormentados, apenas sin presente y sin futuro, donde el grado de degradación moral al que es capaz de llegar Robert Shumann (Stack) será el detonante que hará estallar por los aires toda la amargura acumulada muy adentro del alma de esos seres humanos de carne y hueso, en permanente búsqueda de la redención y a los que Douglas Sirk comprende como nadie.
Vista hoy, 50 años después de su realización, Ángeles sin brillo emerge como uno de los más contundentes estudios sobre la condición humana, la imposibilidad de expresar nuestros sentimientos más íntimos y la infinita capacidad que podemos llegar a tener de hacer daño a las personas que más amamos. Solo al final recuperarán la autoestima y la dignidad perdidas, no sin antes pagar un alto precio en ese carnaval de la muerte en que se ha convertido el infierno de sus vidas, abriéndose la puerta a un futuro que Sirk nos muestra con un cierto atisbo para la esperanza.
Con un guión que es una autentica pieza de orfebrería y la sublime dirección de Sirk, Angeles sin brillo destaca por una extraordinaria utilización del formato scope, por la brillante partitura de Frank Skinner -el gran compositor de la Universal y colaborador habitual de Sirk-, pero sobre todo por la magistral dirección de actores de un Sirk que confía ciegamente en los protagonistas de otra de sus obras maestras, Escrito sobre el viento, con un Rock Hudson que nunca estuvo mejor en la pantalla, -¿quien dijo que era un mal actor?-, con ese monologo final donde nos ofrece lo mejor de si mismo, en una interpretación de gran calado dramático que nos corta la respiración, un Robert Stack torturado, perfecto, en un papel escrito para el y una Dorothy Malone de rostro doliente que solo con Douglas Sirk pudo demostrar su gran talento como actriz.
Una obra maestra absoluta a redescubrir y reivindicar para ver en imprescindible VOS.
Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona 30 de marzo de 2007
Ángeles sin brillo es un exquisito melodrama del maestro Douglas Sirk, estrenada tardíamente en España en 1991, con una espléndida fotografía en blanco y negro de Russell Metty y Cinemascope. La Universal no confiaba en el proyecto por lo que no permitió que se filmara en color, contratiempo que acabó beneficiando a la película, cuya atmósfera cargada de augurios premonitorios, se vio realzada y potenciada por una sabia utilización expresionista de las luces y de las sombras.
Es una historia de personajes desarraigados, figuras que vagan buscando un sentido a su existencia, hombres y mujeres que parecen haber sido expulsados de su medio natural, Roger Shumann (Robert Stack) vuelve de la guerra, donde derribó 16 aviones enemigos, como un héroe, pero no encuentra otra forma de ganarse el sustento que arriesgando su vida en exhibiciones aéreas en las ferias, convertido ahora en un patético reflejo de su pasado, Laverne (Dorothy Malone), que salió de su granja de Iowa para seguir a Roger y que siente nostalgia de su tierra natal, Burke (Rock Hudson), despedido del periódico donde trabaja por implicarse en un reportaje hasta el punto de terminar confuso con sus sentimientos.
Seres sobre los que planea la sombra de la impotencia para alcanzar sus deseos y sus sueños. Resumiendo, un film duro, intenso, pesimista y desesperanzador. Los actores están my acertados, en la línea del film, Robert Stack expresa la fatalidad y su pasión por volar, Dorothy Malone aparece sensual y atractiva y Rock Hudson refleja el conflicto de su trabajo y su relación personal. Muy recomendable para amantes del melodrama.
Drama realizado por Douglas Sirk. Se basa en la novela Pylon (1935), de William Faulkner, adaptada libremente por Georg Zuckerman. Se rueda en San Diego (CA), entre XII/1956 y II/1957, con restricciones presupuestarias que imponen el B/N, pero mantienen el formato de cinemascope. Producida por Albert Zugsmith, se estrena el 6-I-1958 (NYC).
La acción tiene lugar en Nueva Orleans durante las fiestas del Carnaval, los días 8 y 9 de febrero de 1932, con un flashback en Portland (1923). De la mano del periodista local Burke Devlin (Rock Hudson) analiza la vida de dos veteranos de la IGM, el piloto Roger Shermann (Robert Stack) y su mecánico Jiggs (Jack Carson), que 14 años después del conflicto malviven realizando acrobacias y carreras aéreas en las fiestas y ferias de las ciudades del país. Les acompaña Laverne (Dorothy Malone), de 28 años, casada con Roger.
La película es la antepenúltima de Sirk, que en 1959 regresa a Europa. Es un film atípico dentro de su filmografía americana, pero está considerado como una de sus mejores obras. Describe con acierto y profundidad la angustia de unos personajes solitarios, marcados por el fracaso y la desesperanza. La acción traspira pesimismo, desilusión y fatalismo, que se presenta en el marco de una estética expresionista. La mayor parte de la acción se desarrolla en interiores, que dan cabida a ambientes oscuros y opresivos en los que se manifiesta la desolación de los personajes. Perfila con sutileza la frustración de los veteranos de guerra (uno de los temas preferidos de Sirk), recibidos como héroes y relegados luego a oficios marginales y de subsistencia. Trata con fervor el tema del fracaso prsonal, otra de sus constantes, que realza con referencias extraídas de la interacción de los personajes y del medio en el que viven, dominado por las secuelas de la Gran Depresión. Como es habitual, da a la mujer el protagonismo central (otra de sus constantes), lo que le permite tensar las situaciones de los personajes masculinos, movidos por el deseo, la seducción o el interés. Las tintas oscuras del relato se ven acompañadas por la simbología del Carnaval, las máscaras y los disfraces (destaca en primer término el del diablo). Las subraya con referencias al alcoholismo y con la presencia espléndida de cuadros expresionistas en las casas de Burke y Ord. El film recoge la octava y última colabración de Sirk y Rock Hudson.
La música, de Frank Skinner, se apoya en composiciones de orquesta plena ( Main Tittle , End Tittle ), melodías románticas de cuerdas, de emociones intensas (violines agudos), dramáticas de percusión y bajos. Añade la música festiva del Carnaval, el pasacalles y los bailes de disfraces. La fotografía, de Irving Glassberg, crea imágenes excelentes de iluminación irreal, fuertes contrastes de luz, sombras expresionistas y encuadres oblicuos que provocan distorsiones aparentes de las figuras y rostros. La interpretación de Hudson es magnífica y son convincentes las de Malone y Stark.