Ana de los mil días
Sinopsis de la película
Enrique VIII de Inglaterra (1509-1547), casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, se encapricha de Ana Bolena, una dama de la Corte, y decide casarse con ella. Pero, como el Papa no accede a concederle el divorcio, rompe con la Iglesia de Roma y crea la Iglesia Anglicana (Acta de Supremacía de 1534), convirtiéndose así en la suprema autoridad eclesiástica de Inglaterra. Años después, el rey acusa a Ana de alta traición y ordena que sea ejecutada.
Detalles de la película
- Titulo Original: Anne of the Thousand Days
- Año: 1969
- Duración: 145
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Opinión de la crítica
Película
6.9
59 valoraciones en total
Hay proyectos que parece que se engendran con el fin de barrer en los Oscars. Y este es un ejemplo. Resulta muy interesante, a la par de divertido si se tiene un sentido del humor socarrón, leer las anécdotas que cuenta Richard Burton en su biografía acerca del rodaje de Ana de los mil días: que si su productor asediaba a su protagonista femenina, la cual rompió su contrato para protagonizar María, Reina de Escocia metiéndose en un grave problema judicial con la Universal, los deslices amorosos de Burton con Geneviéve Bujold, la aparición de Elizabeth Taylor en el rodaje presenciando las escenas más difíciles y que a Burton más le preocupaban (como la célebre del torreón), enervando el carácter del actor. De premio, Taylor hasta obsequió al productor con un cameo enmascarado… Al terminar el rodaje (y el romance) fue cuando Burton pidió perdón a Taylor regalándole el famoso collar de diamantes que ella misma promocionó en prensa (valorado en millón y medio de dólares) y que lució en los Oscars cuando anunció la mejor película de 1969. Y es que el punto fuerte de Ana de los mil días sin duda son sus trabajos de intepretación. Un magnífico plantel de actores dan vida a los personajes, bien definidos, en ocasiones con excelentes diálogos en un guión fiel que al menos no ultraja a la Historia. Todos ellos están fantásticos, y en especial el duelo del dúo protagonista, Richard Burton, en uno de sus trabajos más logrados y en una de las mejores encarnaciones que se han hecho de Enrique VIII para el cine. A su lado Geneviéve Bujold como Ana Bolena, (que supuso su lanzamiento internacional) logra una interpretación de las que hacen historia, absolutamente memorable. Ambos podían haber sido los ganadores del Oscar de ese año, pero Burton fue castigado una vez más y se premió injustamente al peor de los candidatos, a John Wayne, como él reconoció: Me han dado un Oscar por ponerme un parche. En cuanto a Bujold, de gran personalidad y versatilidad, (venía precedida de cierto respeto al haber protagonizado una versión teatral televisiva haciendo de Juana de Arco), en una entrevista a Variety, daba su particular opinión sobre Hollywood y le restaron posibilidades para conseguir el Oscar. La película cuenta con una buena fotografía, una hermosa banda sonora que también fue nominada (ese año Delerue compone otra maravilla de banda sonora para la magnífica Paseo por el amor y la muerte) y un excelente vestuario que obtuvo el único Oscar para los diez a los que estaba nominada. Cine histórico muy bien realizado, que muchos miran con cierta reticencia porque hay mucha paja que se ha colado en el género, pero que resuelve bien su novato director que debutó con esta, su más interesante película. Luego Jarrott fue perdiendo interés, aunque sea el responsable de uno de los musicales digno de ser visto por ser uno de los más inauditos y demenciales que se han rodado, Horizontes perdidos, aunque eso es otra historia.
Excelente fresco histórico de uno de los episodios más importantes de Inglaterra y que ha sido llevado al cine y televisión en numerosas ocasiones.
Hay que prestar especial atención al soberbio vestuario (la Academia de Hollywood supo premiarlo merecidamente con un Oscar), no solo por la variedad de trajes y vestidos exhibida, sino también por la estudiada disposición de los mismos según sus colores. Es frecuente ver en un mismo plano, varios personajes vistiendo cada uno trajes con una tonalidad distinta, cromatismo que queda brillantemente resaltado por una fotografía esplendida (apréciense, por ejemplo, los rojos fuertes que viste el cardenal Wolsey).
Las interpretaciones son excelentes (ayudadas en la versión subtitulada española por un esplendido doblaje, sobre todo del personaje de Richard Burton). No me parece la interpretación de Burton histriónica (como señala otro compañero en otra critica). Creo que transmite con poderosa fuerza la psicología del personaje. Irene Papas, como Catalina de Aragón, exhibe una morenez excesiva hasta el punto de que se le forma encima del labio superior algo muy parecido a un bigote…. Extraordinaria la interpretación del resto de personajes, quizás un poco menos creíble la de Cromwell que en ocasiones fuerza un poco sus expresiones de malvado.
Los diálogos son brillantes y a diferencia de lo que ocurre con frecuencia en otras películas históricas no caen en la grandilocuencia o solemnidad. La narración fluye con brío, explicándose convincentemente actitudes de personajes y los hechos históricos aunque no se esté muy al tanto de los mismos.
Aunque la acción transcurre casi íntegramente en decorados, están también muy cuidados (aunque sin grande alardes) las escenas de exterior, sobre todo, el desfile nupcial y las escenas de patíbulo.
Como curiosidad, os comentare que en la versión que ví hace unos días en televisión, hay un momento en que el Cardenal Wolsey, tumbado en la cama, en su habitación, contesta a los que le llaman a la puerta directamente ¡en inglés…! No tuve que hacer muchas investigaciones de tan anómalo comportamiento de Wolsey. Al lado de él se levanta una buena mujer a la que aquel anima a irse con urgencia de la cama…Se conoce que esta escena fue censurada en su día y cuando la han recompuesto por desidia u olvido no han podido ni doblarla al castellano ni siquiera con cambio de voces (como es frecuente ver todavía en películas antiguas).
En resumen, una película muy notable que merece verse.
Esta película nos introduce en un pasaje de la azarosa vida de Enrique VIII, rey de Inglaterra. Concretamente nos remite a su relación con la joven Anna Bolena (una de sus seis mujeres) de la que se ha encaprichado el histriónico Richard Burton. Por una mujer será capaz de asesinar, romper con la iglesia católica,etc.
La interpretación de R. Burton es genial. Puede parecer sobreactuado e incluso excesivo pero es que la vida y el poder de Enrique VIII era así: ilimitado. Un tipo que manda a la horca a cientos de personas no tiene nada que esconder. Por lo tanto, sus gritos, su gestualidad están más que justificados.
En cuanto a Genevieve Bujold, que se dió a conocer en todo el mundo con este film, su actución es también destacada.
Irene Papas, en su papel de Catalina de Aragón y esposa de Enrique VIII hasta que llega la Bolena, es muy corto y está caracterizado un tanto oscuro. Es una pieza más del puzzle que encaja de manera adecuda.
La grandeza de esta película es que sabe conjugar historia y arte, didáctica y entretenimiento. Se aprende perfectamente la vida de Enrique y Ana a la vez que se disfruta de una cinta irreprochable. Está en la mejor tradición del buen cine inglés histórico, del que en España sigue habiendo un claro déficit a la hora de contar nuestra propia historia.
Es una muy buena película que retrata la época inglesa del siglo XVI, en la que se iniciaba la colonización en América y en la que Enrique VIII de la dinastía Tudor, reinaba en Inglaterra.
Luego de A man for all seasons se presenta ésta otra cinta, con la diferencia que en ésta, se centra en la relación amor-odio que surgió por capricho del monarca inglés con la joven Ana Bolena. El papel que desempeña Geneviève Bujold me parece impecable, retrato fiel de cómo podemos imaginar fue la vida de la joven Bolena mientras estuvo en el trono del rey de Inglaterra y su posterior decadencia, producida ¿por? el capricho de Enrique, porque, ante la imposibilidad de Ana de dar a Enrique un heredero varón, simplemente terminó su pasión y se fijó en otra muchacha (Jane Seymour).
En cuanto a la trama, expone en forma bastante sintética los eventos más importantes de la vida de Enrique y Ana, sin dejar de lado todas las repercusiones políticas, sociales, religiosas que desencadenó tal relación en el reino inglés. Desde la ruptura con la Iglesia Católica Romana por el fallido juicio de divorcio de Enrique con Catalina (que supuso la caída del cardenal Wolsey), pasando por el juicio y castigo de los opositores de la relación del rey con Ana debido al Acta de Supremacía y el Acta de Sucesión (entre ellos, Tomás Moro), hasta la muerte de Ana, orquestada muy bien por Thomas Cromwell, y cuyo motivo principal fue la ira de Enrique porque Ana no le pudo dar un descendiente varón (tuvo 2 abortos, uno de ellos de un varón) para que reinara luego de su muerte. A pesar de la extensión, la misma no parece aburrida y tediosa, ya que siempre mantiene la atención de los espectadores.
La música me parece bastante fiel a la que se interpretaba en Inglaterra en aquella época, y es un elemento importante de la película, porque, junto con los ambientes, grandes salones y castillos, nos traslada (literalmente) al pasado, haciéndonos evocar pasajes de la época.
Me parece una muy buena película, que deben ver todos los aficionados de la historia.
Nueva incursión en la conocida historia de Enrique VIII y Ana Bolena realizada con sumo lujo de detalles tanto artísticos (merecidísimo Oscar a mejor vestuario de un total de 10 nominaciones) como sentimentales gracias a unas portentosas interpretaciones de Richard Burton, Geneviève Bujold e Irene Papas, entre otros.
La historia está demasiado vista para ser impactante, pero pocos films se adentran tanto en las habitaciones del castillo de Enrique VIII como éste. Sin embargo, la incursión en el corazón de los personajes no es tan profunda como debería y el espectador se queda con ganas de conocer los verdaderos motivos de los personajes para comportarse así.
La larga duración no ayuda a amenizar el visionado, que puede resultar de excesiva duración. Pese a ello, el cuidado de todos los detalles técnicos y artísticos, tales como la música medieval o la cuidada fotografía, convierten a Ana de los mil días en un film muy atractivo.