Amor en obras
Sinopsis de la película
Tras perder su trabajo y a su novio la joven Gabriela (Christina Milian), una ejecutiva de San Francisco, gana en un concurso un hotel rural en Nueva Zelanda. Decide entonces dejar atrás la vida en la ciudad para restaurar el local y poner en marcha el negocio con ayuda de Jake Taylor (Adam Demos), un joven y apuesto contratista.
Detalles de la película
- Titulo Original: Falling Inn Love
- Año: 2019
- Duración:
Opciones de descarga disponibles
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Opinión de la crítica
Película
4.4
20 valoraciones en total
Si uno ve el tráiler de antemano ya sabrá (o llegará a intuir) por dónde irán los tiros, más o menos, en la trama de este film. Una comedia romántica protagonizada por la cantante y actriz Christina Milian (Los fantasmas de mis exnovias), que es la que reconozco más de todo el reparto, y el desconocido actor Adam Demos como su partenaire. Junto a estos nos encontraremos con un grupo de secundarios cada cual más pintoresco. Otra película para pasar el rato, si uno no tiene nada mejor que hacer, y además es bastante predecible. El director Roger Kumble empezó bastante fuerte con el remake juvenil de Las Amistades Peligrosas con Ryan Phillippe, Sarah Michelle Gellar, Reese Witherspoon y Selma Blair, titulado Crueles intenciones y estrenado en 1999 para acabar rodando este telefilm que ahora nos ocupa o, mejor dicho, este film sin grandes complicaciones para el canal en streaming Netflix. Mi nota final es de 6/10.
*Falling inn Love (Amor de Posada)
Para que nadie pierda el tiempo y antes de comenzar con este pastelito rosa, totalmente repleto de calorías y grasas saturadas, solo les advierto y después decidan, que no es ni más ni menos (siendo benevolente), que cualquiera de las películas de sobremesa de los fines de semana, en cualquier canal en abierto, ahora suelen ser preferentemente, de origen teutón.
Dicho queda y sigo.
Chica americana, joven y guapa, en paro y sin pareja (lo del ex novio de la niña, es para que pase a los Anales del Cine), es agraciada (manda eggs), con un hotel en Nueva Zelanda.
¿Sigo?
El hotel está medio en ruinas, pero ello se afana en restaurarlo. Eso sí, previamente ha conocido al soltero de oro del lugar Jake (Adam Demos), que por un nuevo azar del destino, es contratista.
No sabemos si estamos en Nueva Zelanda o en Disney World, todo el pueblo es maravilloso, desde el galán hasta la supuesta mala de la película.
No faltan la pareja enamorada de gays, que la reciben con los brazos abiertos, el dueño del Bricomart que está loco con ella, porque en vez de Norman lo ha llamado Norm, la dueña del Vivero que parece su madre o su hermana y hasta una cabrita que se lleva la mitad de la película dando calor.
Para que todo no sea felicidad, al pobre galán se le murió la novia hace tres años y además encuentran unas cartas de amor dentro de un tabique e investigan si pudo ser de la anterior dueña de la casa.
Gotas de humor (se rompe un grifo, se cae una puerta o el chillido que pega la nueva dueña del hotel cada vez que ve a la cabrita), y sinceramente mejor me callo, porque me estoy conteniendo y bastante enfadado ando con los amigos de Netflix, a los cuales suelo defender a ultranza, pero queridos, lo defendible, no lo totalmente indefendible, que no soy espartano.
*La afortunada y el contratista
Gabriela, la afortunada, (Christina Milian), excelente cantante de R&B (para esto tenemos un experto en Cinemagavia, pero bueno, con tu permiso Fran), una especie de música jazz, movidita y con ritmo).
Como sin con un par de participaciones intrascendentes en el cine, llega Mediaset y pone a Rosa López a interpretar la segunda parte de Love Story (1970), pero además, pasada por el filtro de Esta casa es una ruina (1986) y Bajo el sol de la Toscana (2003).
Zapatera a tus zapatos, por Dios, que te llevas toda la película chillando, poniendo caritas y luciendo tipito. Pésima en la presunta parte cómica y horrible en la presunta parte dramática, al menos podías haber cantado algo, querida.
Jake, el galán contratista (Adam Demos), actor australiano de televisión, su primer papel protagonista en una cinta, Lo siento, pero más de lo mismo y además este no canta, júzguenlo ustedes, le deseo lo mejor.
*El que pasaba por allí
El director (Roger Kumble), estadounidense, guionista (no aquí), director de cine y dramaturgo.
Con dos obras curiosas en su haber, o al menos no desdeñables, Crueles Intenciones (1999) y La cosa más dulce (2002).
Un drama adolescente, con una maquiavélica apuesta y una simpática comedia, que se apartaba un poco de los cánones tradicionales.
Querido, ni Netflix ni San Netflix, que no me creo, que no supieses a donde iba destinado, el medio engendro que estabas realizando.
Con un guion digno de Ed Wood en su peor momento, unos actores pésimos (córcholis, hasta los secundarios, solo se salva la cabra), un montaje hecho por tu peor enemigo, y lo peor de todo, querido, que consigues justo el efecto contrario que buscas, casi hacer llorar cuando pretendes hacer reír y viceversa.
Y por Dios Roger, ¿No había más estereotipos que añadir a tu flamante cinta?.
*Conclusión
Hoy lo siento, queridos navegantes. No voy a recomendar que vean Amor en obras o Falling Inn Love (su título en Inglés). Hagan lo que estimen conveniente.
Amor en obras es un despropósito de principio a fin, la presunta comicidad es nula y hasta absurda y la presunta parte dramática, la he visto mejor en Torrente (1998).
Tirón de orejas y gordo a los últimos estrenos Netflix, ya sean producidos o distribuidos, no sé que ha pasado, pero parece que el capricho de Scorsese de 3 horitas y 160 millones de dólares, ha dejado las cabezas de los altos ejecutivos de la plataforma tan vacías como sus arcas.
Escrito por Miguel Ángel Santos Isidoro
Netflix se las ingenia para ofrecernos una comedia romántica que, a pesar de brindar una idea tan absurda como poco arriesgada, nunca llega a aburrir. (Fue una decisión inteligente ceñirse a una escasa hora y media para desarrollar esta historia sin chicha). Amor en obras es un reflejo de un romance ambientado en el puro postureo con una pizca de filosofía barata. Eso sí, un puntito extra para los amantes de los programas de reformas decorativas, a veces se te olvida que estás viendo una película.
Os pongo en antecedentes: tarde resaquera de domingo con mamá. No era la mejor situación para mostrarme fuerte y elegir película… así que mi señora madre se agarró al mando de la televisión como Frodo al anillo. Y así fue como buceando en la filmografía de Netflix, encontró esta maravilla de película. Pude resistirme un poco, pero sin éxito. Ahí comenzó mi penitencia, porque eso de amor en obras creo que es mucho decir, más bien hablaría de amor en almíbar. Desde el minuto uno sabes perfectamente lo que sucederá y como se desarrollará, por lo que por esperar, no esperes más que dejar pasar el tiempo. Película llena de clichés absurdos interpretados por personajes estereotipados en un pueblo bonito. Todo sea por el amor de mami.
¡¡Es… tan previsiblemente graciosa y mema!! La protagonista se ríe constantemente, sin que entiendas por qué lo hace, ante los infortunios ridículos que la rodean. Las escenas de humor resultan más patéticas que divertidas.
A medida que avanza empeora, de pronto se complementa con personajes que no tienen un objetivo en el desarrollo global de la trama, excepto para hacer mas largo el metraje, que por otro lado, no pasa de una convencional hora y media.
Las peripecias que sufre Christina Milian, su protagonista, las calificaría de lamentables antes que entretenidas, solo salvaría a su protagonista masculino, Adam Demos que tiene un cierto aire canalla que aporta frescura entre tanta payasada obreril
En el momento de escribir mi comentario, la valoración global en la página, era de un 4,4… ¡¡Exageradamente alta!!