Viva el amor
Sinopsis de la película
Hsiao-kang, un joven de Taipei, que trabaja en un crematorio, se encuentra la llave de un apartamento que convierte en su santuario privado. Mientras tanto, May, la seductora agente inmobiliaria encargada de la venta del apartamento, celebra allí sus encuentros sexuales con su pareja, Ah-jong. Sin que ellos lo sepan, Hsiao-kang comenzará a espiar a la joven pareja.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ai qing wan sui (Vive LAmour)
- Año: 1994
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
Película
7
96 valoraciones en total
Esta es una historia de curiosidad. Por supuesto hay otras historias posibles y, de hecho, presentes, incluso esenciales: hay soledad, hay alienación, hay destierro y desarraigo interior, pero sobre todas estas afecciones predomina el impulso aciago de conocer lo que yace más allá de nosotros. Curiosidad lasciva y juguetona, tediosa y pasional. Las motivaciones pueden ser muchas, y si son legítimas o no nos tiene sin cuidado. ¿Cuándo la curiosidad tuvo algún sentido?, pero ¿cuándo dejó, al mismo tiempo, de impulsarnos hacia delante, hacia una mejor definición de nosotros mismos?
En realidad solo quería hacer esta crítica para comentar que lo de usar el jacuzzi a modo de lavadora de ropa es grandioso. Llenas el jacuzzi de agua, echas detergente, metes la ropa, y le das a las burbujitas. ¡Dios, que grande!
Bueno, para que no me quede un poco sosa esta crítica y me ataquen los fusileros bengalíes comentaré un poco más acerca de la película. Trata principalmente de la vida de tres personajes:
– Ejemplar MACHO A. Es un personaje reprimido sexualmente, y puede que por ese motivo, sufre una gran depresión que le lleva a algún que otro intento de suicidio. Se dedica a vender urnas de esas para las cenizas de los muertos.
– Ejemplar MACHO B. Una persona a priori normal que se dedica al negocio de la exportación/importación (aka top manta).
– Ejemplar HEMBRA A. Otra persona normal, que se dedica a vender pisos. Posee un Nissan Micra (mi anterior coche, por lo que gana un punto de carisma). Se supone que MACHO B y HEMBRA A están liados.
La película es muy a lo Tsai Ming, es decir, con amplios silencios, tomas larguísimas, etc… Quien haya visto What time is there? ya sabrá a lo que me refiero. La trama se desarrolla lentamente, y va ganando interés a medida que avanza la película.
Una gran película 100% recomendable a todos los que les guste este tipo de cine. Y a quién no le guste, yo le recomendaría que le diera una oportunidad. Si ya la has visto y te ha gustado, prueba ahora con What time is there?
Definitivamente Tsai Ming Liang puede conmigo o, como decía alguien en otra crítica, no me da el gerolo. Es así de sencillo, no lo pillo. Mis almas gemelas le dan un 8 y, lo que es peor, me están recomendando otra película del amigo. ¡Y van cuatro!
No soy una persona que huya del cine lento. Me fascina la técnica de Béla Tarr, la estética de Antonioni, la poesía de Kaurismaki, Kiarostami, Ozu…, de Tarkovsky todo. Pero a este señor, en serio, ¿qué es lo que le ven?. Tomas largas, por desgracia frecuentemente inmóviles, sin especial cuidado por ningún aspecto técnico, carentes de belleza, con mínimos o inexistentes diálogos, guiones (y conste que el de esta película es probablemente el más interesante de lo que he visto de Tsai Ming Liang) que no pasan de la anécdota…
Al final de Viva el amor y tras los 5 minutos de plano fijo con la chica llorando, sentía unas ganas de partirle la jeta a la susodicha sólo comparables a las que en su momento tuve de hacer lo propio con las piernas de cierta empleada de un cine apunto de cerrar. Por si no saben a quien me refiero, es la protagonista (por decir algo porque la chica/actriz tenía un papel comparable al de cualquiera de las nosecuantas butacas que había en la dichosa y felizmente cerrada sala de cine) de Good bye, Dragon Inn.
En fin, que me cago en las sandías, con perdón.
Largos, larguísimos planos muy bien iluminados y perfectamente encuadrados para que los actores en sus pausados movimientos vayan ocupando su posición. Apenas diálogos porque la cámara va buscando las preguntas y respuestas en los elementos, así como las expresiones en los rostros de los protagonistas. No hay banda sonora y solo escuchamos los sonidos de pasos, puertas, murmullo callejero, motores, etc. El sonido del despertador de la protagonista imitando a un gallo es un puntazo. ¡Qué bien! El director me deja ver lo que se proyecta en pantalla, y no hay una verborrea exasperante (aquí quisiera yo ver a Woody Allen), y no hay una música estridente puesta con la única intención de vender CDs. Tsai Ming-liang consigue llevarnos sutilmente al amor, si no prohibido, si mal visto por la mayoría de la sociedad oriental. Solo recomendada a espectadores que sean capaces de aguantar a una joven llorando, y sin saber exactamente por qué, durante cinco minutos y cuarenta y tres segundos.