De Nicolas a Sarkozy
Sinopsis de la película
Francia, 6 de mayo de 2007, segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Mientras que los franceses se disponen a votar, Nicolas Sarkozy, seguro de su victoria, pero triste y abatido, permanece encerrado en casa. Durante todo el día intenta inútilmente ponerse en contacto con su mujer Cecilia. Ésta es la historia de un hombre que gana el poder y pierde a su mujer.
Detalles de la película
- Titulo Original: La conquête (The Conquest)
- Año: 2011
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.5
27 valoraciones en total
Voy a jugármela con una mala crítica a esta película por las razones siguientes:
1.- Increible falta de profundidad y verosimilitud del guión: Tratándose de un film basado en un personaje real, creo que la forma en que se han tratado los asuntos de estado (reparto de ministerios y otros asuntos como la relación de Sarkozy en escándalos públicos), la simpleza es digna de un cómic de Mortadelo y Filemon y la profundidad y certeza del nivel de los telediarios de las cadenas de televisión españolas. Es por este punto el título de esta crítica, ya que el mayor peligro de esta película es creerse que la politica, encarnada por el inefable trinomio Sarkozy-Villepin-Chirac, es de tal simpleza como estos absurdos personajes. Si alguien tiene interés en volver a aprender lo desaprendido aquí, pueden leer Le Monde Diplomatique en su buena versión española o referirse a las biografías de Miterrand y De Gaulle para saber como se las gastan nuestros vecinos.
2.-Falta de acción – pésimo montaje: La falta de ritmo es notoria, creo que por que la edición no ha tenido en cuenta la necesidad de captar de forma continua la atención del público en una película no de acción. Véase 12 hombres sin piedad para saber como hacerlo.
3.- Sobreactuación de los actores, o mas bien, del actor principal. La parte buena de la película es la buena caracterización de los mismos, pero el efecto dura lo que tarda uno en comprobar la sobreimterpretación de Denis Podalydes, especialmente visible en el discurso climax de Sarkozy en la segunda hora de la película. Está bien ser actor del método, pero pasarse, siendo el actor principal, significa echar todo el trabajo a perder.
Si bien creo que soy el único loco, a la vista del resto de críticas, creo que ésta es la peor película de corte lineal (para no contar carretera perdida y el árbol de la vida ) que he visto en años.
Poco o nada sabemos del director parisino Xavier Durringer. Sus dos primeras películas pasaron completamente desapercibidas por las carteleras de nuestro país. LA CONQUÊTE (traducida alegremente como DE NICOLAS A SARKOZY) puede que cumpla con esa máxima de a la tercera va la vencida . A estas alturas nadie discute el gran tirón que tiene el presidente de la República Francesa más mediático de todos los tiempos.
Durringer va en serio a pesar del aroma paródico que respira la cinta en diferentes ocasiones, aroma que viene acentuado por la propia figura política de Sarkozy: un hombre capaz de quererse a sí mismo más que a todos los que le rodean y más que a todo un país, un personaje sediento de poder dispuesto a demostrar su gran capacidad de aglutinar identidades extremas de un país desengañado y desorientado. El ego del actual presidente es tan infinito como insaciable, pudiéndose llevar por delante a quien sea hasta conseguir su cometido.
Si bien es cierto que el inicio de la cinta es titubeante y que cuesta aceptar el fundido a negro como herramienta de transición entre escenas, la película se solidifica gracias a un relato fidelísimo de los hechos en cuestión y a un magnífico Denis Podalydès, capaz de calcar con absoluta precisión la actitud, los movimientos y la forma de hablar del mismísimo Nicolas Sarkozy.
La Conquête (De Nicolás a Sarkozy) puede ser una buenísima lección de marketing político, arte contemporáneo que no conviene confundir con el sentido más puro de la acción política. Aquí están los chanchullos de un señor bajito que tiene entre ceja y ceja ser llegar a lo más alto, pero también están los entresijos de un sistema contaminado por unos medios de comunicación que se arrodillan ante cualquiera con tal de conseguir un titular.
La consistencia del filme radica en la relevancia del propio Sarkozy, cuyo perfil resulta fascinante para la ficción, se compartan o no sus ideas y la forma en que plantea las mismas. La gama de grises del personaje es riquísima y funciona en la pantalla desprendiendo un magnetismo de lo más detestable. Aunque la cinta da una visión muy exacta de los hechos, en ocasiones su ritmo es tan decadente como los representantes de una primera línea política que funciona más por defecto que por méritos propios.
La nítida fotografía que Durringer saca de Sarkozy es además un claro reflejo del vacío imperante en la clase política francesa (extensible a otros países y al nuestro por descontado), más centrada en discursos atrapa-votos que en su afán de transparencia. La Francia de hoy es un país hecho a la medida de Sarkozy, representante absoluto del populismo más rancio y de la pura fachada en su sentido más amplio. La película ilustra y entretiene al espectador aunque no tendrá el mismo peso en la historia que su protagonista.
Ahora que Sarko está acompañado por su mujer, aunque no sea Cecile sino la Bruni, va a perder las elecciones a presidente de Francia, incluso en las altas esferas nunca llueve a gusto de todos, ganó cuando estaba solo y va a perder cuando está acompañado, que se le va a hacer.
Aparte de ésta reflexión mía, considero ésta peli, como correcta aunque al final se vuelve cansina y repetitiva con un Sarkozy solo y deprimido necesitado de amor conyugal.
El punto fuerte lo tiene el trío de actores, encarnando a los hombres más poderosos en su momento en Francia, Chirac, Sarko y Villepin. El parecido con los reales, en especial Villepin y Chirac es asombroso y calcan sus papeles y hacen un formidable trabajo. La caracterización de Sarko aunque no está muy conseguida, casi lo calca en su personalidad, gestos y espíritu.
En fin, buen biopic, aunque demasidado centrado en vida conyugal de Sarko, dejando un poco de lado y no profundiza, el conflicto de poderes que hubo en aquellos tiempos, en la lucha por la presidencia del país galo.
Cuentan que el Papa Inocencio X, al contemplar por primera vez el retrato que de él hizo Velázquez, comentó Troppo vero (Demasiado veraz), y es que en esta obra maestra de la pintura, vemos como pocas veces una inmersión psicológica de un retratado del que con su sóla mirada podemos descifrar los aspectos más ocultos de su personalidad.
Respecto al film si bien hay un aviso al inicio del mismo, que habla de la realidad de los personajes, pero de lo figurado de las situaciones creo, por mi conocimiento medio de la política francesa en general, y del personaje que nos ocupa en particular, que estas no son tan solo verosímiles sino que seguramente resulten muy cercanas a la realidad.
El retrato de Sarkozy, narrado en flashback desde el despecho del abandono de su mujer Cecilia, no es que sea creíble, es que es milimetricamente real, y la opinión pública pudimos ver en directo buena parte de lo que aquí acontece. Desde el principio asistimos a una descomunal interpretación de Denis Podalydes, que ya desde la primera secuencia nos convence por su lenguaje gestual, de que estamos ante el mismísimo Sarkozy.
La primera parte es tan brillante cinematográficamente, como entretenida e intersante desde el aspecto político, y es que no sólo se nos presenta el carácter hiperactivo y ambicioso de Sarkozy, sino el central papel de su mujer (muy bien encarnada por la bellísima Florence Pernel), y sobre todo las deliciosas y ejemplares conversaciones que Sarkozy mantiene con Chirac, y Villepin, ambos asombrosamente interpretados y mimetizados en cuerpo y alma por Bernard Le Coq y Samuel Labarthe, con quienes mantiene unos duelos dialécticos tan altos como tensos.
Lamentablemente este disfrute dialéctico y ritmo ejemplar solo se soporta la primera hora, puesto que a partir de ahí, su parte final no está resuelta con la brillantez del inicio, sobre todo en lo que se refiere a la ruptura matrimonial del protagonista y al la inconclusa relación con sus adversarios.
No obstante el retrato que de Sarkozy se hace es demoledor, por lo real, por que su conducta posterior parece asentar el discurso del film, y por que el protagonista no articula un solo discurso, ni idea política que respalde su ambición de poder.
Tengo entendido, que de la mano de Carla Bruni, Sarkozy, que antes de conocerla apenas había mostrado interés por el séptimo arte, ahora y bajo su influencia, se ha vuelto un cinéfilo que devora con gusto clásicos del cine, especialmente a Alfred Hitchcock. No se si su interés habrá alcanzado para ver este film, aunque si su vanidad está a la altura de lo que de él cuentan, seguro que no habrá podido evitar ir a verla, e intuyo que quizás en ese instante, como Dorian Gray, verá su rostro marchitarse por una ambición sin objetivo, siendo entonces cuando vendrá a su mente las palabras de Inocencio X, y pensará Troppo Vero Trop Veridique … DEMASIADO VERAZ .
Aunque pudiera parecerlo este nervioso retrato de Nicolás Sarkozy no es una parodia. La decisión de seguir al actual Presidente francés, y líder incuestionable de la derecha de su país, en una etapa de su poco escrupulosa escalada (2004-2007) hasta el Elíseo, es una excusa, con la clara intencionalidad de presentar al espectador el modus operandi de las ambiciosas rapaces que nos gobiernan, que utilizan la voluntad popular en su propio beneficio, que mienten sin sonrojarse y que están dispuestos a vender su alma al diablo con tal de llegar a la cumbre, desde la que dejarán de ver y oír a quienes les han ascendido.
La propia vida de estos protagonistas diarios de la vida pública, y de las portadas periodísticas, es lo suficientemente ridícula y falsa como para descartar que pueda hacerse burla de sus actuaciones. Solo hay que fotografiarlos tal y como son y se descalificarán a sí mismos.
Por otra parte esta película sólo interesará a quienes estén un poco al tanto de los políticos franceses de los últimos ocho o diez años, si no es así se perderán en el entramado jerárquico de la República gala. Quienes recuerden a este manojo de sonrientes y peligrosos elementos verán como los hay que parecen intepretarse a sí mismos, sobre todos: Villepin y Chirac.