Alacrán enamorado
Sinopsis de la película
Julián (Álex González) y su amigo Luis (Miguel Ángel Silvestre) son dos chicos de barrio que forman parte de una banda de violentos neonazis liderada por Solís (Javier Bardem). Julián frecuenta un gimnasio, donde, gracias a la disciplina del boxeo, a la nobleza de su entrenador (Carlos Bardem) y al amor de una joven mulata (Judith Diakhate), irá cambiando poco a poco de mentalidad. Entonces empieza a alejarse del grupo, pero Luis no está dispuesto a consentirlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alacrán enamorado
- Año: 2013
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
5.4
84 valoraciones en total
Película basada en la novela de Carlos Bardem, en la que se reserva uno de los papeles principales, el de un entrenador venido a menos. Álex González interpreta a un joven neonazi con problemas en el ámbito familiar y que encuentra en el boxeo su válvula de escape. Dentro del reparto destaca Javier Bardem en el papel de ideólogo fascista a imagen y semejanza de Stacy Keach en American History X. El resto del reparto flojea, sobre todo la actriz protagonista y Miguel Ángel Silvestre.
Como película sobre nazismo la película cae en el cliché y el estereotipo. Mil veces visto el líder que lava el cerebro, pero además mal contado. A años luz de American History X.
Como película sobre boxeo da el pego. Buenos planos en los combates, quizás a veces abusando en exceso de la cámara lenta.
Como película romántica floja. Se ve venir a los cinco minutos por donde va a acabar. El personaje interpretado por Judith Diakhate es plano, planísimo aunque no menos el del protagonista.
Ya es hora de reivindicar el boxeo como uno de los deportes más nobles que existen con mala prensa y vinculado siempre siempre a un submundo y que ha dado grandímas películas: Toro Salvaje, Rocky, Marcado por el odio etc.
Habiéndome leído la novela homónima de Carlos Bardem (Irregular, mediocre, aburrida, y de prosa más bien pobre) no esperaba maravillas de esta película, pero tenia la esperanza de que unos temas tan cinematográficos como el boxeo, el neonazismo, o el amor interracial, tuvieran fuerza en su traslado a las imágenes, y además en unos temas y escenarios no excesivamente frecuentados en el cine español. Decepción total.
La película no tiene vida, no tiene alma, no tiene nada. Un tópico tras otro, escenas mil veces vistas y la sensación de que te sabes de memoria absolutamente todo lo que te van a contar. El director, que para dar mas coherencia a todo es español de raza negra (Vaya detallazo, totalmente casual jeje), imprime a la película un aspecto casi de telefilm, con una cobardía, un simplismo y una tibieza a la hora de abordar el material bastante importante. Ningún plano destacable, ningún momento de verdadera emoción. Todo te lo cuentan de una manera muy enfática, te lo subrayan todo machaconamente una y otra vez, no vaya ser que no pilles el mensaje, mensaje por cierto totalmente trasnochado y obvio a estas alturas.
González y Silvestre físicamente dan la talla, interpretativamente no. La chica es bastante mala actriz. Los Bardem por supuesto se reservan los papeles mas agraciados (Carlos el mentor, ex boxeador venido a menos, alcohólico, faltaría más, Javier el malo malísimo), pero en ningún momento salen de la caricatura y el cliché. En definitiva, esto ya se ha visto una y mil veces. Y mucho mejor contado. La fotografía urbana de Juan Miguel Azpiroz magnifica, eso sí.
Santiago A. Zannou tira del repertorio de tópicos y clichés en su segundo film el cual está basado en la novela de Carlos Bardem … Alacrán enamorado cuenta la típica historia de redención y superación personal de un nazi que es de sobra más que conocida y previsible (American History X) pero en este caso, no resulta para nada creíble ni convincente. El mayor problema de la película es su guión, un guión con agujeros poco elaborado, que aparte de no profundizar en los personajes (todos desaprovechados) se estira como un chicle para contar lo que cuenta… hay muchas escenas de bulto innecesarias. Luego está, esa relación surrealista de amor interracial que no se la cree ni Zannou . La dirección es correcta y las actuaciones no están mal, siendo Carlos Bardem (Carlomonte) el más destacable. En resumen, es un film refrito que no aporta nada nuevo que no se haya visto antes… Taxi (1996), Romper Stomper , The Believer (El creyente), Pariah , Napola o This Is England son claros ejemplos.
Cada día, al volver a casa, Julián no se encuentra un apacible hogar. Su padre maltratador y su madre borracha discuten a gritos rato sí y rato también. Infeliz y desorientado, se dejó arrastrar por una pandilla de neonazis liderados por un abogado con pico de oro que no se mancha sus impolutas manos de despacho, enviando a sus borregos a hacer el trabajo sucio de limpiar las calles de escoria inmigrante .
Pero Julián ahora oye una vocecita, eso que debe de ser la conciencia, que se revuelve inquieta. No consigue acallarla. Las palizas nocturnas a anónimos desgraciados ya no le satisfacen. No siente el poder de la adrenalina, sino el peso de la culpa. En algún escalón del siniestro camino descubrió que en la oscuridad de la noche todas las personas parecen del mismo color. Y pronto advirtió, aunque aún no fuese consciente de ello, que ya había dejado de pensar en las pobres víctimas como gentuza, simplemente eran gente que respiraba y sentía. Como él.
Incómodo, sin saber bien qué hacer, busca una alternativa, una salida a esa situación, navegando entre dos aguas inciertas. Se mete en un gimnasio donde se entrena a chicos prometedores para el boxeo. Le gusta. El deporte tiene nobleza, una disciplina sana y no discrimina razas ni colores, sus reglas no admiten el juego sucio ni la falta de respeto (entre otras razones por eso detesto el fútbol, porque hay mucho juego sucio y unas faltas de respeto flagrantes, no sólo en el mismo mundillo, sino entre sus fanáticos seguidores, muchos de ellos hooligans). El entrenador admite a Julián, convenciendo a su reacio ayudante, un ex-boxeador, para que eche un cable al muchacho. Le ponen un nombre de guerra, Alacrán .
En el ring el color de sus contrincantes no importa, son colegas de profesión. Julián aprende a canalizar su lado tenebroso y a desarrollar habilidades que antes estaban latentes. El odio de su vida anterior comienza a disminuir, su frustración de no tener ningún sitio al que pueda llamar verdaderamente casa lentamente se va transformando en esperanza. Porque además conoce a una chica, Alyssa. Negra, de familia inmigrante. Siglos atrás ella podría haber sido una víctima más de sus palizas callejeras.
Para el nuevo Julián, Alyssa es una mujer con la que puede tener una oportunidad que no había tenido nunca: ser feliz. Pero no será pan comido dejar atrás el pasado y hacer cuenta nueva.
Los tatuajes no son fáciles de borrar.
Muy visto ya. Encima está el típico lastre de muchas películas españolas, en los que la mitad de los diálogos no se entienden, bien sea porque los micrófonos no están bien colocados o, y me inclino más bien a lo segundo, porque la mayoría de los actores necesitan unas cuantas lecciones de dicción actoral. Y a ver si se coscan de que no es lo mismo estar en la calle entre coleguitas con los que te entiendes por la fuerza de la costumbre, que estar en el rodaje de una película, donde sí importa cómo hables, porque va a haber miles o millones de espectadores que se tienen que enterar de lo que dices. Porque ya que pagan por verla, y encima ha habido subvenciones de dinero público, lo mínimo es que las conversaciones se escuchen con nitidez.
Quitando las pegas típicas que suele arrostrar nuestro cine, este drama de lucha contra los prejuicios raciales es potable. Seguramente mucho más que otros productos subvencionados de a euro el kilo.
Alacrán enamorado, segundo largo de Santiago A. Zannou, presume de ser una película ambiciosa o, por lo menos, la actitud de sus responsables en el momento de su llegada a las salas así lo manifiesta. Ambientada en un ambiente seco y hostil, basada en la novela homónima de Carlos Bardem, la película nos cuenta la salida de los infiernos de un joven de clara idología nazi, a través de su toma de cierta conciencia social y también del descubrimiento de su propia personalidad, todo ello tras ser vencido en un improvisado entrenamiento de boxeo por un contrincante de color. Con semejante punto de partida, giro sutil y efectivo en el desarrollo psicológico del personaje protagonista, Alacrán enamorado genera unas estimables y suculentas expectativas que no llega a cumplir al cien por cien a lo largo de un desarrollo demasiado convencional.
Su principal problema radica en la paradójica circunstancia de que, habiéndose anunciado su llegada a nuestras pantallas tan a bombo y platillo, la película evidencie en el discurrir de sus imágenes una absoluta falta de ambición por parte de sus creadores. Ambición entendida como el riesgo de asumir un lógico y necesario posicionamiento narrativo. En otras palabras, el problema de Alacrán enamorado es su indefinición. Porque la película es, al mismo tiempo, una cinta de iniciación, centrada en la dependiente y admirativa relación que se establece entre un maestro y su pupilo, pero también un intento de cine social que fija su mirada en el despiadado devenir de jóvenes y adiestrados grupos segregacionistas y en la cúpula de poder que les respalda y azuza. Sin olvidarnos, de que, por momentos, la película también quiere jugar a ser una versión de extrarradio de Romeo y Julieta . Que sea tantas cosas a la vez, a priori, no es una lacra, lo es el que su guión no apueste en serio por ninguna de ellas en detrimento de las otras.
Porque como film de tintes sociales, a Zannou aún le falta mucho recorrido para conseguir que sus imágenes, siempre duras, hoscas y potentes, adquieran la eficacia necesaria para erigirse en emblema de denuncia. Por decirlo con otras palabras, la opción elegida por el director está más cerca de cierto academicismo narrativo con vistas a no perder su posible tirón comercial, que de una intención real de construir un mensaje que sacuda al espectador en su butaca, algo a lo que tampoco le ayudan algunos errores de puesta en escena, como el recurso, algo demodé, de la cámara lenta para mostrar los hechos más violentos del grupo nazi protagonista, con el que parece querer establecer una determinada metáfora visual y sólo consigue restar impacto a unas secuencias que pedían a gritos precisamente eso, impactar. Parece que no hubo huevos de lanzarse a la piscina sin red tampoco en la más sugestiva trama de iniciación. Con demasiados puntos en común con otras (ilustres) cintas del género pugilístico, Zannou pasa de puntillas por la sensible y cándida relación que se establece entre Julián y su entrenador, Carlomonte, sin (querer o saber) aprovechar las múltiples y ricas posibilidades que ofrecía una trama, mil veces vista antes, sí, pero gloriosamente sustentada en la excelente química habida entre sus dos intérpretes y en la apabullante y efectiva planificación de todo lo que rodea al mundo del boxeo, entrenamientos y combates vistos como nunca antes en una producción española.
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