Ahí va el diablo
Sinopsis de la película
Una familia va a pasar unos días en las afueras de Tijuana. Cuando hacen una parada para repostar gasolina, los niños se acercan a un cerro y desaparecen. Al día siguiente regresan con sus angustiados padres, aparentemente ilesos. Pero algo ha sucedido. Poco a poco, la madre irá notando en ellos un comportamiento anormal, que acaba derivando hacia lo monstruoso.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ahí va el diablo aka
- Año: 2012
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
4.5
31 valoraciones en total
Me reconozco fan devoto (y en cierto modo, envidioso) del inmenso talento como creador de Adrián García Bogliano. Igual, exactamente, me pasa con Jaume Collet Serra. Ambos tienen en su haber un puñado de películas de terror absolutamente personales e irreprochables en muchos aspectos y superando por poco la treintena se pueden considerar, de sobra, jóvenes promesas (en su aspecto ya cumplidas, pero bueno). Ahí va el diablo parece rodada con un puñado de euros, pero hasta el último céntimo está tan, tan bien aprovechado, que la imagen de película barata no hace sino engrandecer la cinta. Una cinta plagada de referentes inteligentes (y hasta intelectuales) al cine de los grandes, al cine de una época, los años 70 y 80, en los que los recursos no hacían sino agudizar el ingenio y ahondar en las historias para tener algo que contar, como en aquellas clásicas películas baratas grindhouse.
Lo que nos cuenta Ahí viene el diablo es lo siguiente: Una familia económicamente desahogada-las diferencias económicas en México son como empiezan a serlo en España, brutales-pasa unos días de vacaciones en las afueras de Tijuana. El mismo día de regreso, paran para echar gasolina y con el calor que llama a la siesta los padres, Félix y Sol (inmensos actores, en especial ella, Laura Caro, un prodigio) deciden dejar a sus dos hijos, Adolfo y Sara, jugar una hora en un monte cercano mientras festejan esa siestecilla en el coche esperándoles. Pero los niños no vuelven a la hora señalada. Ni a la siguiente. Han desaparecido y los padres, angustiados acuden a la policía y pasan la noche en un motel cercano. Al día siguiente aparecen, aparentemente ilesos y sin daño alguno y la vida de la familia se reactiva. Vuelven a casa, a sus trabajos, al colegio, a las comidas familiares y la tele encendida. Pero algo ha pasado en el tiempo que los niños estuvieron perdidos. Ambos comienzan a refugiarse en su propio mundo, del que excluyen hasta a los padres, en una relación que el director nos deja intuir hasta incestuosa. La madre, inmensa, empieza a sospechar y a notarlo. Todo apunta a que un marginal extraño con antecedentes de pederasta ha abusado de ellos, por lo que los padres se toman la venganza por su mano, pero la cosa, desgraciadamente para todos no acaba ahí.
La historia, deudora en tono del mismísimo Haneke, se torna de golpe paranormal, da un giro radical alejada de esas subidas de volumen y esos sustos facilones del cine de los últimos años, y exprime al máximo las expectativas de una audiencia exigente. Ya era siniestra y retorcida antes de ese giro y lo sigue siendo, pero en un tono diferente, un tono ahora heredero de grandes películas como Secuestradores de cuerpos, como ¿Quién puede matar a un niño?, de grandes creadores desde Fulci hasta Hitchcock, desde Peter Weir a Roman Polanski .
Y alguien que logra esto sin amaneramiento, sin aspavientos ridículos, de la forma natural con que toma las riendas de ese nuevo terror, no puede ser definido de distinta manera que de GENIO.
Descubrí al director en su periplo argentino, donde rodó una serie de películas casi nihilistas que afrontaban el terror como algo consustancial al ser humano. Habitación para turistas , rodada en blanco y negro con cuatro duros mutaba del terror psicológico al torture porn en un pispás y salía bien airoso. Luego vinieron 36 pasos, Sudor frío y No moriré sola. Y definitivamente descubrí Penumbra, otro simpático acercamiento argentino al terror que abarcaba demasiado contándonos cómo Cristina Brondo-fabulosa- una española racista, clasista y con una moral bastante relajada acude a una cita para alquilar su apartamento y reunía en ochenta metros cuadrados a una secta adventista sin quererlo.
Pero vuelvo a Here comes the devil, esta vez ya otra producción de México y su esfuerzo más convincente y desgarrador hasta el momento. Estrenada en el Festival de Bruselas, etiquetada ya como cine de autor la cinta logró descubrir a gran parte del mundo el talento del autor mejicano. Diferente por completo de sus antecesoras, la cinta se recrea a la hora de describir a los personajes, de construir una atmósfera opresiva y siniestra que acaba siendo impagable.
El ritmo lento y siniestro con el que el director nos relata el día a día de la familia, así como los perfiles perfectamente detallados de todos los personajes son las principales cartas con las que Bogliano construye su inteligente, inquietante y fascinante thriller, dominando magistralmente la tensión constante y abocando a su propia historia a un final absolutamente perfecto que ahora comentaré.
A todo lo anterior se suman unas interpretaciones redondas de todo el elenco, unas localizaciones perfectas, de apariencia tranquila y normal, pero que el director siniestraliza con unos temblores de tierra idealizados y sublimes, grabando mayoritariuamente de día, lo que viene siendo habitual en algunas de sus películas pero que no deja de chocarnos, ya que asociamos hereditariamente el terror a la noche.
Y el resultado es una buena muestra de la buenísima salud de la que goza el terror en latinoamérica, y en concreto del mexicano, que cuenta en sus filas con dos potentes bestias creadoras, Bogliano y Jorge Michel Grau, capaz de ubicar un terror caníbal en D.F. En su espectacular Somos lo que hay. Ambos directores renuncian al terror clásico del país y utilizan fórmulas innovadoras, actuales y estilística y visualmente muy potentes, aprovechando a la perfección los entornos urbanos con un presupuesto ridículo y un talento a todas luces impresionante.SIGUE EN SPOILER.
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Coproducción México-estadounidense a cargo del argentino García Bogliano, estrenada y aplaudida en el AFI Fest 2012 en Hollywood y multipremiada en el Fantastic Fet del mismo año, en Texas. Buena recepción la que tuvo en esos y otros festivales en Estados Unidos de cine independiente, terror y ciencia ficción.
La mayoría del trabajo de Adrián se ha desarrollado en Argentina, a excepción de Donde duerme el horror (Costa Rica), ésta y su más reciente Late Phases (E.U.A.), con o sin la colaboración de su hermano Ramiro en la dirección, siempre apegado a su estilo y fiel al género del terror, sin duda hoy en día un icono en Latinoamérica considerando que si sumamos los filmes de terror de México, Argentina, Perú, Chile, Colombia y Brasil, no llegan a la cantidad que España ha producido y ni hablar de otros países. Se agradece ese apego, deseo de aportar e inspirar a jóvenes directores. ¿Podemos encontrar en él calidad? No en un sentido riguroso.
El cine de García Bogliano exhibe un tremendo frontispicio con gusto a serie B tendiente a la mala calidad (cabe decir que en lo personal no me han gustado del todo las película que le he visto) en actuación, guión, dirección de cámaras… y bueno, es donde se percibe más. En general un aspecto bastante cutre y hasta cierto punto amateur pero para nada improvisado y SÍ con buenas intenciones. Para no variar en Ahí viene el diablo tenemos mucho de eso, al punto que en un principio es imposible –me fue imposible– no burlarme y sentir un poco de lástima por la absurda seriedad con que se toma el argumento, sin embargo al paso del tiempo termina simpatizando con uno. Uno se mantiene ya sea porque le tomamos buena voluntad a esos personajes mal estructurados que huyen del sentido común y la lógica (totalmente inverosímiles) o porque sin darnos cuenta el guión de García a logrado sembrar el morbo en nosotros por conocer el desenlace.
Rodada en Tijuana se inspira en esas cosas que la gente cuenta para ofrecer un cuadro familiar de posesiones demoniacas y cierto contenido de perversión sexual en busca de la crítica hacia tabúes como lo es el lesbianismo y la educación sexual –la caracterización de los niños no me la creo, están muy lelos–, capaz de sugerirnos actos incestuosos y de abuso, tornando un slasher temprano en algo más insano, acompañado de un pícaro momento de violencia y encrucijadas psicológicas. Cabe señalar me recordó en un momento a The Entity (1982) de Sidney J. Furie y en otro a… (Ver en el spoiler).
Entretenida si no te la tomas tan en serio y te interesa ver algo de los exponentes del cine de terror en un sentido ya no mexicano o argentino sino más bien latino.
http://teatro-vandrian.blogspot.mx
Tuve oportunidad de ver la película en un festival que se realizó en mi ciudad, presentada por el mismo Adrián, más una interesante conferencia sobre el terror en latinoamérica, y queda claro que es una promesa en el género, aún no he tenido la oportunidad de ver más de su filmografía, pero con esta se evidencia la devoción al género con una historia muy llamativa.
El resto de la crítica es un spoiler…
No me esperaba nada de esta película y mucho menos después de ver la primera escena, un polvazo entre dos mujeres que me quedé loco. Después de eso pensé que iba a ser la típica película gore destinada más bien a un público heterosexual pero nada que ver. Cuando termina la introducción, empieza lo que es la película de verdad y si bien de terror yo no la veo tanto, el hecho de que tenga bastante suspense —menos thriller no hay persecuciones y tal— y misterio hacen que al final la película valga la pena verla entera.
Si te gustó esta deberías ver «36 pasos» porque esa tiene también una primera escena que te deja «to loco», con una ceja en Galicia y la otra en Melilla. Pero esta es Argentina, lo que pasa es que me recordó porque ambas son de bajo presupuesto pero el resultado final es bastante satisfactorio.
El argentino nacido en España, Adrián García Bogliano, es ya todo un veterano dentro del género del terror, pues ya ronda la decena de largometrajes filmados, y algunos otros cortos, en apenas unos 10 años, películas filmadas en diversos países.
Ahora presenta Ahí va el diablo, película filmada en México y que cuenta la historia de una familia que sale a pasear a las afueras de la ciudad, (en Tijuana), donde desaparecen los dos hijos por algunas horas en unas cuevas, la tranquilidad de la familia se desmorona, al día siguiente los encuentran, los chicos se comportan de forma extraña y nada parece volver a ser como antes.
Con una economía de recursos importante, y apenas unos cuantos actores a cuadro, García Bogliano demuestra que esto no es un impedimento para lograr una historia bien narrada, coherente e inquietante.
Abrazando el género desde su forma más clásica, García Bogliano consigue una atmósfera efectiva haciendo uso de diálogos precisos, silencios en momentos adecuados que contrastan con la histeria generada en la pareja de padres cuando se les viene el mundo encima con la desaparición de los hijos, que sirve como catalizador de todo lo que estaba fracturado en la familia.
Las mujeres son parte medular tanto en la mayoría de su filmografía y en este caso no es la excepción, todo el peso dramático y de sorpresa recae en el personaje de la madre, quien al percatarse que sus hijos no son lo mismo a lo que ella trajo al mundo, deberá buscar la forma de enfrentarse a eso que se ha apoderado de ellos.
Tan sutil y contundente en su realización, García Bogliano rechaza y huye del terror efectista tan en boga en los últimos años, no hace uso de tramposos golpes de efectos sino apuesta a crear climas que oprimen e incomodan al espectador. Una buena apuesta latinoamericana a un género muy nuestro, del que su director es uno de los mejores representantes.