20.000 besos
Sinopsis de la película
Juan es un treintañero que está aburrido con su vida actual. Hace tiempo que no ve a sus amigos y solo se dedica a trabajar –en un lugar aburrido– y a hacer de novio. Abrumado de rutina, un día se separa sin rumbo fijo . Luego de pasar unas noches en la casa de su amigo Goldstein, él va comenzando a recuperar todo lo que estaba olvidado. Se alquila un departamento, se reencuentra con sus amigos y cuando comienza a disfrutar de su vida de recién separado, su jefe le asigna un trabajo junto a Luciana, una compañera de la oficina. Lo que al principio parece una tontería se convierte en un tedio. Juan no tolera en nada a Luciana. Pero por esas cosas raras que a veces suceden, Juan comienza a enamorarse de ella. ¿Estará recuperando sus encantos de soltero? ¿O está por cometer el mayor error de su vida sentimental?
Detalles de la película
- Titulo Original: 20.000 besos aka
- Año: 2013
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
5
82 valoraciones en total
Divertida comedia que expone en pantalla, a puro estilo argento, el reencuentro, los desamores y una fresca bocanada de liberados y geniales diálogos de un grupo de treintañeros bastante bloqueados, inconscientemente, en cuanto a madurar y darse cuenta de la edad que poseen.
El protagonista es Juan (Walter Cornás), quien tras separarse recientemente parece emanciparse de todo compromiso retornando a las reuniones amigueras, trasladándose en skate de un lado a otro, portando este elemento un valor simbólico de despojo y albedrío juvenil. Entre anécdotas, ironías y pláticas amenas entre los participantes, cada uno de ellos parece almacenar más de un infortunio amoroso en su historial, abordando la temática en una sintonía tan verosímil que permite que muchos se sientan identificados con los personajes.
Juan trabaja con Luciana (Carla Quevedo en destacable y sorprendente encarnación) una joven difícil de descifrar, de apariencia naif, inocentona y conductas zonzas, que para nada van con el carácter y el modo de ser de nuestra figura principal. Pero hay algo que lo cautiva y lo compenetra con ella, quizás por oposición o percepción, sin embargo Juan comienza a enamorarse.
Por momentos parece distinguirse, entre la niebla que separa la cámara de la puesta en escena, a un De Caro inmerso en la piel de quienes llevan a cabo las interpretaciones, con ese peculiar e inteligente humor, incluso cuando alguno cita la palabra maestro como fiel a su vocabulario.
Angustias, alegrías, chasquidos como código para indicar la intensidad de un beso, juegos para conquistar mujeres, menciones cuasi nerds a los videojuegos, retratos satíricos y muy bien cimentados del loser argentino, algunos elegantes recursos técnicos y una banda sonora disfrutable sonando con Cosmo de fondo (vale mencionar el tema El dueño del sueño) fundan los motivos particulares para que 20000 Besos cumpla, sin llegar a trascender.
LO MEJOR: el reparto en general, principalmente Quevedo y Alan Sabbagh. Los momentos graciosos, con ese peculiar sentido del humor impreso por su director.
LO PEOR: parece faltarle algo al remate del film.
PUNTAJE: 7
http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2013/10/20000-besos-critica.html
La verdad, empecé a ver esta película con muy buenas expectativas, debido a que su director es un personaje/artista que me cae muy simpático y el elenco tenía grandes valores del cine y de la televisión.
Ya a los 10 minutos, no se adivinaba un rumbo determinado en el film. Como un iluso, creí que esto iba a revertirse en cualquier momento…pero no sucedió.
La película, durante su hora y media, carece de sentido, rumbo, dinámica, no genera empatía, ni risas, ni nada parecido con felicidad. La música también es un punto que hay que remarcar: es muy mala.
Podría nombrar como positivo los guiños a nerds que se hacen sobre películas como La Guerra de las Galaxias o Volver al Futuro, pero es insuficiente como para remarcarlo.
CONSEJO: NO pierdan tiempo mirando esta película, me arrepiento mucho de no haber invertido el mismo en algo productivo como hacerme un sandwich, escuchar un CD de Sui Generis o simplemente contemplar el cielo.
Saludos.
Sebastián De Caro además de cineasta es actor y guionista, también conductor radial y televisivo. Con 38 años es autor de varias realizaciones independientes y con Veinte mil besos incursiona en la comedia romántica, más abierta a las expectativas de un cine menos elitista, con actuaciones, diálogos y situaciones de las recientes comedias románticas norteamericanas, protagonizadas por eternos perdedores en el terreno sentimental.
Por un lado, podría decirse que esta película cuenta la historia de Juan, un treintañero que está aburrido con su vida actual y la mejor forma que encuentra para cambiarla es regresando hacia atrás, a un tiempo donde la vida era más parecida a un juego sin complicaciones laborales ni afectivas. La nueva situación lo lleva a reencontrarse con ex amigos que también están pasando por situaciones parecidas, con lo que Veinte mil besos tiene mucho de satírico retrato generacional.
Abrumado por una rutina de trabajo oficinesco y pareja cama adentro, el protagonista, un día se separa sin planes a futuro, dispuesto a dejarse fluir en el río de una libertad recuperada, trasladándose en skate de un lado a otro, recobrando amistades y juguetes de colección perdidos en el tiempo. Así descubre a Luciana (Carla Quevedo) que no se parece a él en nada y sin proponerselo se va enamorando de ella.
La comedia sintoniza con algunos comportamientos, sentimientos, obsesiones y códigos de su tiempo y lugar: se amplifican las dudas, angustias y contradicciones con bastante humor ingenioso y oscuro. Igualmente -y en todo sentido- 20.000 besos es una película muy lúdica, donde el director pareciera también estar jugando y el entretenimiento principal es estar siempre a la búsqueda del amor, que generalmente escapa o se malogra.
Aunque al film parece faltarle un remate más contundente, no deja de ser entretenido por su galería de personajes que despiertan empatía y ternura en el público, con actuaciones tan naturales y espontáneas que no parecen filmadas. Otro mérito es un particular sentido del humor con marca de autor, una comicidad fina que se burla de sí misma y de lo que sale mal.
Una particularidad del film es su buscado universo vintage, abundan las autorreferencias hacia determinados videojuegos, músicos y películas.
Como en Los amores imaginarios del joven director canadiense Xavier Dolan-Tadros existe una visión ombliguista del mundo, pero a diferencia de la temática gay, estos chicos reafirman su masculinidad en una permanente búsqueda de lo femenino. Por algo las seductoras boquitas pintadas de los créditos son un ícono del film, que anticipa desde su estética y banda sonora, que el tema es la búsqueda del amor de una mujer, siempre inestable y volátil como un enjambre de mariposas o de besos.
No me enganchó en ningun momento, tiene un ritmo demasiado irregular, no termina de arrancar, no empatice con ningun personaje, se me hizo en muchos momentos eterna.
Me paso lo que en la película al protagonista, me pareció pura rutina, no me saco del letargo, me pareció monótona como la vida del personaje. No la disfruté, un placer.
La película intenta retratar de cierta forma las relaciones humanas en personas ya adultas, pero por sus razonamientos, no por hábitos o gustos, con mentalidad de 15 años, yo entendí que el protagonista ronda los 40, algo que no queda claro. Básicamente son un grupo de amigos que conoce un grupo de chicas y las peripecias correspondientes.
Lo único rescatable es la actuación de Carla Quevedo, en esa vorágine de ángel/loca de mierda que la mayoría alguna vez debe haber conocido y se sintió atraído, aún sabiendo que lo mejor era enfilar para otro lado, y la conclusión que saca el personaje enamorado de ella en un momento junto a su amigo.
El resto de la película son todos diálogos insulsos, intentando ser graciosa pero sin conseguirlo. Pensé que el personaje de Eduardo Blanco (el jefe) iba a tener más protagonismo ya que me había parecido simpática la primera escena citando a Cacho Vigil, pero todo eso queda en la nada.
Los diálogos son de las situaciones que detesto y que varias veces ya comenté en otras películas, en este caso Carla Quevedo (Luciana) le dice algo al protagonista (ya me olvidé como se llama) y éste con sus amigos tratan de decodificar lo que puede haberle querido decir y elaboran el mensaje en respuesta, con su correspondiente codificación para que ella después lo interprete con alguien más y así sucesivamente, y esto mismo se repite con personajes secundarios. Esta última situación es algo que veo más a menudo en la vida y mis relaciones, al punto de creer que ya no entiendo el lenguaje con el que habla la gente, si hasta en las películas es así ahora. No sé si será igual en todos los países, culturas, etc. pero yo ya me quedé afuera hace tiempo, por algo la red social que gobierna mi vida es FilmAffinity… A veces creo que cuando hablan de la frialdad de ciertas culturas o países como por ejemplo los nórdicos o los alemanes en realidad es porque ellos dicen lo que sienten cuando quieren y no viven en un estado de histeria permanente como los que los critican.
¿20.000 besos? No sé, yo tengo Asperger, y de la historia de esta película y su lenguaje no entiendo nada y ni quiero hacerlo, para mí son 20.000 descerebrados. Es más fácil ser directo que tejer una maraña social como la de los personajes de esta película para complicarse la vida, aunque lo políticamente correcto sea lo contrario.
Sebastián De Caro es alguien que me cae bien y lo escucho seguido en la radio, pero él dice que ya no puede ver El Padrino porque ahora que es cineasta le encuentra muchos defectos. No sé en qué pensaba cuando tomó este guión y lo llevó a la pantalla grande después de semejante aseveración, de la que se lo nota incómodo cada vez que le preguntan al respecto. En todo caso yo me retractaría públicamente después de esa afirmación y luego filmar semejante mierda.