Ya no estoy aquí
Sinopsis de la película
Ulises Samperio es un chico mexicano de 17 años que, tras un malentendido con miembros de un cártel local, se ve obligado a emigrar a Estados Unidos dejando atrás lo que más le define: su pandilla, el baile y las fiestas que tanto ama. Hace todo lo posible para adaptarse a un nuevo país, pero Ulises pronto se da cuenta de que preferiría regresar a casa, a Monterrey, con su familia y amigos, antes que afrontar la soledad en Estados Unidos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ya no estoy aquí aka
- Año: 2019
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
6.8
30 valoraciones en total
Rara vez pongo más de un 6 a películas de Netflix Las hay buenas, pero ya las he visto. Pero con las nuevas, tengo la misma sensación que cuando estás varios días en un hotel con buffet libre. Todas me saben igual. Creo que hay una factura visual Netfilx . Un patrón a veces inperceptible, que se repite, especialmente en las que son anglosajonas. Todo aderezado con un más que notable inflamiento de las críticas.
Pero de vez en cuando, se salen de madre y te ofrecen una agradable sorpresa. Que Roma de Cuarón se estrenase en Netflix u otras rarezas hacen que siempre esté a punto de darme de baja, pero no lo haga. Ya no estoy aquí pertenece a ese grupo. Es cierto que es una historia ya vista, del género Pandilleros, y que por momentos se hace algo tediosa (le sobra algo de metraje para explicar el tema). Pero los protagonistas son tan pintorescos, que en esos momentos de despiste guionístico te puedes relajar sólo viéndolos como si fuese un reportaje de La 2. Qué extraños los cholombianos. Qué estética más curiosa. Qué vinculación con la cumbia rebajada. Qué forma de bailar. Qué lenguaje. Todo es raro e hipnótico.
La historia está bien. Como digo, ya vista, pero bien explicada. Es bien triste el desarraigo. Y los protagonistas no parece que actúen. Como tantas otras películas de pandilleros, es la fascinación por el delincuente.
Por útlimo…pobre México.
En 2010, el entonces presidente de México, Felipe Calderón, le declaro la guerra al crimen organizado, desatando una sangrienta e irresponsable batalla que alcanzó ciudades que parecían blindadas, como la pujante ciudad norteña de Monterrey, que se convirtió en un campo de batalla entre los diferentes carteles que buscaban apoderarse de la plaza y su enfrentamiento con el ejército mexicano.
En Monterrey, desde finales de los años 70 y principios de los 80, se ha desarrollado una subcultura generada a partir del gusto por el vallenato y la cumbia colombiana en los barrios más marginales de la ciudad, donde a quienes gustan de escuchar y bailar estos ritmos se les conoce como colombianos o cholombianos, por su característica forma de vestir y su preferencia por la cumbia rebajada.
La segunda película de Fernando Frías de la Parra se ubica en el contexto de la guerra de Calderón, donde Ulises (Juan Daniel García Treviño), es un joven que habita en una de las tantas colonias ubicadas en los cerros de la ciudad, donde sobrevive juntándose con su pandilla Los terkos, bailando cumbias rebajadas en un nocivo ambiente rodeado por el constante peligro de los diferentes grupos criminales que azotan la zona.
Con el recuerdo de su hermano muerto, Ulises debe lidiar junto a su grupo de amigos con otras pandillas involucradas en el tráfico de drogas y armas, hasta que se ve en medio de una situación límite y confusa, por lo que, ante las amenazas mortales recibidas, debe huir de la ciudad, llegando al no más amable barrio de Jackson Heights, en Nueva York, donde nada le será fácil, pero encontrará en Lin (Angelina Chen), una joven inmigrante china, un poco de apoyo y comprensión, a pesar de las dificultades para comunicarse.
A pesar de lo sórdido y violento que parece el panorama donde se desarrolla la historia, Frías de la Parra se aleja de toda intención de llenar a su relato de esas características, privilegiando la observación a esta peculiar forma de vida de estos jóvenes regios, consiguiendo generar un ambiente adecuado para estos no actores que comparten de manera natural su día a día.
La película narra una historia de aprendizaje, crecimiento y maduración en un ambiente por demás hostil donde el protagonista, Ulises, deberá vivir su propia odisea al sufrir el desarraigo en tierra extranjera, ante la imposibilidad de volver con los suyos.
Frías de la Parra narra con precisión el viaje interno y geográfico de Ulises, pero además consigue dar vida a personajes complejos y sobre todo, vivos, que dan forma a una película que además de saber capturar el entorno en el que se desarrolla, lo entiende, y por lo tanto dota al relato de emociones y sensaciones que van bien acompañadas del ritmo de una buena cumbia.
https://tantocine.com/ya-no-estoy-aqui-de-fernando-frias-de-la-parra/
Les dice a los jóvenes cholombianos un tirado del barrio mientras subían por unas escaleras. Tras pensarlo unos segundos, lo ven normal y deciden volver a bajar por donde han venido con la intención de dar la vuelta. Tampoco les dejarán pasar la frontera de los colegios, ni la de los buenos trabajos, ni por supuesto la frontera de EEUU. En cualquier caso, al protagonista Ulises tampoco le hace ni la más mínima gracia tener que migrar al norte para poder salvar su vida.
Escribo esta crítica sobre todo porque he leído por ahí que es una película de pandilleros o de inmigración , y que sí ya está muy visto, y bla bla bla. Aún teniendo elementos de ambos géneros, ya no estoy aquí es una película sobre la identidad y, por contraste, sobre la soledad. Contraste que consigue muy bien su objetivo gracias a los dos espacios y tiempos en los que se desarrolla. Es también un retrato de una subcultura y una crítica social. Un subcultura tan extraña que no pocos habremos buscado información sobre los Kolombianos después de ver la película.
Simplemente por la temática y la música a mi ya me tenían medio ganado, pero tras ver el film no puedo si no ponerle un nueve, especialmente teniendo en cuenta el presupuesto, los actores nóveles y un director que está medio empezando. Buena fotografía, realización y guión. De un realismo que empapa.
¡Qué le foquen al mal sueño americano! Ulises tiene 17 años y solo quiere volver a casa para bailar unas buenas cumbias con alguna Penélope o con amigos. ¿Pero que harías tú si te pudiera costar la vida?
Con un argumento similar al del Príncipe de Bel-Air, conocemos la historia del viajero Ulises, que en vez del Mediterráneo debe vagabundear por Nueva York después de un par de altercados (uno en su Monterrey natal y el otro en Nueva York), de modo que la película se convierte en un primer segmento en una película de pandillas y en la segunda en una survival movie.
Se trata de una gran cinta y por lo tanto admite varias lecturas. En el nivel más evidente encontramos una radiografía descarnada de la contracultura surgida en los barrios marginales de Monterrey, donde, como en otros barrios similares de México, los jóvenes absorben el esquema de la cultura hip-hop y lo rellenan con otros colores, léase la cumbia y los bailes Kolombia. Hay que recordar que, tal y cómo se sugiere mediada la historia, Monterrey, siendo una ciudad fronteriza es uno de los principales focos de la venta de cocaína hacia Estados Unidos. Por otro lado tenemos la historia de una decadencia, la de las pandillas que, como la de Ulises, podían tejer su propia burbuja y alejarse en la medida de lo posible de esos focos de brutalidad. La película se ubica más o menos en 2011, que es cuando el mandato de Calderón, de tanto agitar el avispero con su guerra contra el narco, terminó por extender la violencia a círculos dónde antes no estaban tan expuestos. Frías es lo bastante sensato como para no idealizar ni a sus personajes ni a su contexto, nos lo presenta en crudo, de forma honesta, pero con los trazos precisos para comprender sus dinámicas e idiosincrasia.
En otro nivel considero que nos habla de los lazos que construyen desde las comunidades y cómo pueden ser más fuertes que los entregados por la naturaleza. Mientras está en Nueva York buscándose la vida, lo que más añora Ulises es a su banda, a sus Terkos, que gracias a su liderato lograban montar sus movidas, vivir al máximo sus palenques y buscar ávidamente más ballenatos y cumbias en las tiendas más recónditas de la ciudad. Un paraíso construido por ellos en medio de un clima que invita a todo lo contrario. Su familia, que duda cabe, le saca las castañas del fuego, más o menos le apoya, aunque vemos que sin verdadero cariño, por lo tanto no es extraño que para él tengan una importancia tan limitada. En todo caso es un canto a esa forma de vivir, a esa capacidad de tejer redes de ayuda mutua, que al fallar, sus integrantes quedan expuestos al mismo caos que el resto de mexicanos.
Mientras anda por Nueva York, Ulises se hace amigo de Liu, subrtrama que ofrece un curioso juego de miradas. Ella, siendo de raíces chinas ha nacido en Estados Unidos y por eso es la local mientras que Ulises, siendo de origen nativo es el perfecto fuereño y marginado en la ciudad multicultural. Y sin embargo es una mirada plausible que se puede acercar sin tener tan presente la estructura social, y permite que se interese por su curiosa apariencia, tan llamativa y sin embargo estéril cuando Ulises se da cuenta que ningún tiene sentido tiene si está alejado de su Ítaca personal. Para mayor gozo, no es el típico anzuelo facilón, la típica subtrama romántica, al que el cine comercial recurre siempre para abordar cualquier otra historia, en verdad sirve como vehículo para recalcar esa sensación de soledad que vive el protagonista.
Frías cohesiona con acierto esos hilos sociales, políticos y dramáticos para crear un conjunto colorido y a la vez crudo, una mirada de gran pegada que logra acercarte a un mundo del todo marciano y que cumple con gran nota en cada aspecto del film (fotografía muy cuidada, guion lo bastante abierto y dinámico para captar el contexto y la frescura de las situaciones). Para acabar de redondear la jugada, tiene el valor añadido de incorporar a actores naturales a su plantel, los cuales representan a una versión aproximada de sí mismos, y que se revela como un acerito mayúsculo, pues realza cada situación y dota al conjunto de una vivacidad que traspasa la pantalla.
He esperado casi un año antes de poder ver Ya no estoy aquí y la verdad es que acabé muy satisfecho con todas las expectativas que me creé. Tan potente y precisa que logra que otra obra tan competente como Sin nombre (la de Cary Fukunaga) parezca un producto industrial gringo.
*El movimiento Kolombia, como forma de vida
Ya No Estoy Aquí, nos presenta a un grupo de adolescentes marginados (interpretados por nuevos talentos) que viven como pueden en Monterrey. Su única forma de sobrellevar los problemas y las penurias de aquel ambiente tan decadente es su pasión por las Kolombias, que les sirven para traer algo de felicidad a sus tristes vidas.
A principios del 2010, surgió este movimiento, formado por grupos de jóvenes no colombianos, que mezclan su pasión por las cumbias «rebajadas» y su particular vestimenta.
En Ya No Estoy Aquí, han sabido representar la esencia de sus bailes y estilos, y en general, lo mucho que significa para los jóvenes protagonistas este mencionado movimiento. Por desgracia, acabarán comprobando que la vida golpea demasiado fuerte, como para ignorar todo lo que sucede a su alrededor. Al final, todo su mundo se ve trastocado tras un malentendido con el conocido grupo criminal de Los Zetas.
*Crudeza, nostalgia y emoción
Ya No Estoy Aquí es auténtica, directa y con un aire de crudeza y decadencia constante. El protagonista, Ulises (interpretado por Juan Daniel García), debe huir de su ciudad natal y abandonar a su familia, amigos y sus raíces, por culpa de un percance con los Zetas.
A partir de aquí, y a pesar de diversos saltos temporales algo salteados, pero comprensibles a la larga, el director se las apaña para hacernos sentir el mismo dolor y la tremenda nostalgia que siente el protagonista. Y es que los problemas no terminan cuando huye de Monterrey, ya que al cruzar la frontera para buscarse la vida en Jackson Heights, Nueva York, su estilo y su actitud resultan chocantes para mucha gente. Esto le obliga a tener que apañarse como puede en una sociedad que no le comprende, ni el entiende tampoco.
Por suerte, no todo son rechazos, y Ulises encontrará algunas personas en su camino, que le demostrarán que también existe la bondad y la comprensión, en una sociedad injusta y egoísta.
*Real de principio a fin
Ya No Estoy Aquí es auténtica y atrevida. Una visión muy realista de una sociedad marginal que lucha por sobrevivir día a día, y que carecen de las oportunidades para salir de esa situación.
No se reprime, ni se corta un pelo. La historia se desarrolla con mucha sinceridad y sin exageraciones o censuras. Puede que no resulte para todo el mundo, pero desde luego, no lo necesita. Su mensaje es claro, y no trata de resolverlo con un final feliz para quitar aspereza al relato, sino con una lección muy sencilla y una estupenda crítica social.
*Conclusión
Ya No Estoy Aquí no es solo un estupendo tributo al desaparecido movimiento Kolombia, sino una sincera y atrevida crítica social. Puede no resultar para todos los públicos, pero con total seguridad habrá mucha gente que logre conectar con su trama, su entorno, y con las cumbias rebajadas.
El tono crudo y decadente está presente en toda la trama, provocando que el espectador acabe empatizando con el protagonista y sintiendo el mismo dolor y la nostalgia que él siente. Desde el principio hasta el final, muestra una visión realista y sin reservas, que le otorgan personalidad, y crean un gran interés por seguir la trama.
Escrito por Javi Sardi