Ya no basta con rezar
Sinopsis de la película
La película retrata en años previos al triunfo de la Unidad Popular, el proceso interno de un sacerdote católico que, enfrentado a las injusticias que observa en el entorno parroquial y ante la indolencia de la jerarquía eclesiástica, decide emprender por su cuenta el cambio social.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ya no basta con rezar
- Año: 1972
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
7
89 valoraciones en total
Múltiples críticos consideran esta película una obra cinematográfica sin mayor calidad en cuanto a la factura del film. En mi opinión personal, estas críticas son sumamente injustas, bajo mi perspectiva esta es una película magistral.
Ya no basta con rezar es una película sencilla, sin duda, sin mayores artilugios rebuscados, sin duda, con diálogos sutiles, sin duda, pero en parte esa es su gracia. Aldo Francia hace -sin esbozos de siutiquería, pero en forma completamente expresiva- una descripción rica en humanidad de un periodo histórico bien retratado por la sencillez de la cinta. Los críticos de la película, que la tratan de artesanal al parecer no visualizaron la sensibilidad de cada una de sus tomas -sencillas pero profundamente conmovedoras- y la sutileza de sus diálogos.
No hay duda que Aldo Francia es un cineasta comprometido con la causa política -de finales de los sesenta e inicios de los setenta- de la izquierda en Chile y este film tiene un fuerte compromiso con los sectores de cristianos para el socialismo. Algunos han empleado este vínculo para acusar al film de ser poco objetivo. Obviamente este hecho es verídico, pero es injusto juzgar la calidad del film en base a exigirle una neutralidad imposible, el autor tiene una clara preferencia y era inadmisible pedirle que no quedara graficada.
El desarrollo del film cuenta, a través de la historia del padre Jaime, todas las tensiones que vivía la Iglesia Chilena en aquellos años.
El conflicto al interior del catolicismo en Chile se presenta mediante las posiciones representadas en cuatro sacerdotes: Padre Justo (Tennyson Ferrada), Padre Jaime (Marcelo Romo)-, Padre Gabriel (Leonardo Perucci) y el Obispo (Eugenio Guzmán). Si bien Aldo Francia favorece y se abandera con la posición del Padre Jaime, no ridiculiza en forma burda las posturas de los otros tres sacerdotes, lo cual se agradece.
El Obispo representa a aquél miembro de la curia, que administra el poder mediante la disuasión -bajándole la intensidad al conflicto-, se esboza (no es explicito el film) que vive rodeado de lujo y alejado de la realidad social. El padre Justo es el párroco que aprovecha los beneficios de su condición: sus feligreses son su familia y así los aprovecha -siendo invitado a degustar comidas abundantes y múltiples comodidades-. El padre Gabriel, quien se desempeña entre los obreros de Valparaíso le da un sentido distinto a su apostolado social –respecto al que termina tomando el Padre Jaime de acción política-, optando por orientar a los obreros en la fe más que a participar políticamente en el conflicto.
Obviamente estos tres personajes reciben la crítica del director, dado que este último se inclina mucho más por una postura cercana a algunas corrientes de la teología de la liberación y el mesianismo histórico. Aldo Francia pone en el personaje del padre Jaime su anhelo de cristianos para el socialismo.
Se trata del sacerdote que se cansa de ser agasajado por los feligreses de la parroquia, el sacerdote cansado del conformismo, se cansa de compartir con personas de situación económica más adinerada que permanecen indiferentes. El padre Jaime se marcha de las comodidades de su parroquia a vivir en las poblaciones, como los curas obreros, en los cerros de Valparaíso y allí clava la cruz de su nueva Iglesia (esa figura tan propia de las corrientes renovadoras de la Iglesia Latinoamericana).
La transformación que va enfrentando el Padre Jaime son tratados con toda la humanidad del protagonista. Los diálogos son pequeños y sutiles y se entremezclan con imágenes finamente seleccionadas, para darle sentido al espectador de todo el complejo desarrollo que está sucediendo frente a él. No hay necesidad de ser explícitos, con sutileza todo se da a entender.
Para muchos podrá parecer inclusive ingenua la sencillez y simpleza con que la película toca un tema tan complejo como el diálogo cristiano-marxista. Incluso para algunos puede ser nocivo que para un público desinformado se toque el tema en forma tan simple, es decir, tras el colorido atractivo del filme no se ve realmente el bosque ideológico del conflicto. Es cierto, el filme no hace un análisis exhaustivo del conflicto, ni defiende en toda su dimensión la posición contraria a la causa revolucionaria. Pero la pregunta es: ¿era esa la intención de Aldo Francia?. Claramente la respuesta es no. El director es honesto, el de él es un cine militante, abanderado con una causa. Especifica sus motivaciones, no las de su contrincante –pero como ya se ha dicho se hace con la decencia de no ridiculizarlas-. Aldo Francia va mostrando sutilmente (mediante hechos reveladores) la transformación del Padre Juan, es eso lo que él quiere mostrar, porque el director quiere convencer a la audiencia, en ni un momento plantea ser neutral en el conflicto. El director es claramente crítico del rol inicial del sacerdote, el Padre Jaime inicialmente utiliza los métodos regulares –propios de la Iglesia Católica para producir un cambio social-: promoción de la caridad, trabajo con las comunidades y diplomacia con la empresa involucrada en la huelga. Aldo Francia muestra a medida que Jaime al ir tomando comprensión del problema, comprende también la necesidad de romper sus propios esquemas para generar un cambio. ¿Esta es una postura cuestionable? Sin duda, pero es la hipótesis que Aldo Francia quiere mostrar.
En otro acierto incomparable del autor, el film le da un pequeño espacio a un personaje interpretado por la leyenda de la música folklórica chilena: Osvaldo gitano Rodríguez. El compositor y cantante con su personaje canta en la película una canción que resume muy bien el espíritu que va transformando al padre Jaime: Ya no basta con rezar… es en la lucha, en la acción, donde se prueba el cristiano, luchando por sus hermanos, avanza en su religión.