Whiteboyz
Sinopsis de la película
Un grupo de amigos blancos, que por momentos creen ser negros, sueñan con la vida del ghetto que llevan sus artistas de rap favoritos, claro que es dificil llevar esta vida en Iowa, donde lo unico que pasa es que el maíz crece casi hasta el cielo. Intentando imitar la vida que idolatran, deciden ir a Chicago, en busca de cocaína, para empezar en el negocio de las drogas, obviamente, después de faltarle el respeto a los verdaderos gangstas, las cosas no salen como las planearon…
Detalles de la película
- Titulo Original: Whiteboyz
- Año: 1999
- Duración: 92
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En un lugar de Iowa, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un cuellirrojo de los de campo de mazorcas, granero antiguo, camioneta oxidada y bandera roída. Es, pues, de saber que este sobredicho cuellirrojo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a escuchar cintas de rap gangster, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la vida rural y aun el respeto a sus esforzados padres y novia, y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió mucha harina haciéndola pasar por cocaína para comprar cintas de rap gangster en que escuchar, y así, gastó gran parte de su tiempo frente al espejo, imitando el habla y la mímica de los lejanos guetos negros.
Con estas razones perdía el pobre joven el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no lo sacara ni las entendiera el mesmo Malcolm X, si resucitara para solo ello. Se enfrascó tanto en su escucha, que se le pasaban las noches escuchando de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho escuchar, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que escuchaba en las cintas, así de champán como de orgías, tiroteos, proxenetismo, narcotráfico, banquetes, conciertos, billetes y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas intenciones que escuchaba, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que Fat Joe había sido muy buen rapero, pero que no tenía que ver con Slick Rick, que solo de un cuello había colgado seis doradas y descomunales cadenas. Mejor estaba con Snoop Dogg, porque en Doggystyle había amasado dólares y perras, valiéndose de la industria musical.
En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse MC narcotraficante y irse a Chicago con su camioneta a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los G rappers se ejercitaban, realizando todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eternas zorras, dinero y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su rima, por lo menos del imperio de Def Jam, y así, con estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en efeto lo que deseaba. Y lo primero que hizo fue limpiar una pistola que había sido de su primo tercero, que, tomada de orín y llena de moho, luengos años había que estaba puesta y olvidada en un rincón.
Fue luego a ver a sus amigos, y aunque sus pieles eran más blancas que la leche, le pareció que ni el carbón con ellas se igualaba. Quiso ponerse nombre a sí mismo, y en este pensamiento duró ocho días, y al cabo se vino a llamar Flip Dogg . Pero acordándose que el valeroso 2Pac en sus inicios se bautizó como MC New York y en sus años postreros alzaba la mano en forma de uve doble para representar a la costa Oeste, así quiso, como buen rapero, añadir al suyo el nombre de su tierra y llamarse Flip Dogg de Iowa .
Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efeto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran las canciones que pensaba grabar, Cadillac Impalas que rebotar, Hennessy que beber, droga que vender y felaciones que recibir. Y así, una mañana, se armó de la pistola, subió con sus blancatas sobre la camioneta, tomó su gorra y camisa XXL y por la puerta falsa de un corral salió a la carretera, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuanta facilidad había dado principio a su buen deseo.