Volver
Sinopsis de la película
Raimunda (Penélope Cruz) es manchega, pero vive en Madrid. Está casada con un obrero en paro (Antonio de la Torre) y tiene una hija adolescente (Yohana Cobo). Su hermana Sole (Lola Dueñas) se gana la vida como peluquera. Ambas echan de menos a su madre (Carmen Maura), que murió en un incendio. Pero, inesperadamente, la madre se presenta en casa de su hermana (Lampreave), después va a ver a Sole, a Raimunda y a Agustina (Portillo), una vecina del pueblo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Volver
- Año: 2006
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
7.1
52 valoraciones en total
Escrito y dirigido por Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1949), constituye el tercero y último film de la trilogía del autor sobre la figura de la madre. Se rueda entre el 18/VII y el 17/X de 2005 en Almagro (La Mancha) y en un barrio periférico de Madrid, con un presupuesto de 8 M euros. Nominado a un Oscar (actriz), gana dos premios de Cannes (interpretación femenina y guión original) y 5 Goya. Producido por Esther García para El Deseo, se estrena el 17-III-2006 (España).
La acción tiene lugar en Alcanfor de las Infantas, nombre ficticio de Almagro, y en Madrid, en 2005, a lo largo de unos meses. Raimunda (Cruz), casada con Paco (de la Torre), trabajador en paro, alcohólico y violento, oculta un secreto del pasado y afronta la vida con decisión y optimismo. De vuelta al pueblo con motivo de la Fiesta de Todos los Santos para rendir homenaje a sus muertos, le ayudan a engalanar el panteón familiar su hermana Sole (Dueñas), ingenua, bondadosa y peluquera ilegal, y su propia hija Paula (Cobo), seria, inexperta y preocupada por saber quién es su padre. Agustina (Portillo), hija de los antiguos vecinos de los padres de Raimunda y Sole, es silenciosa, generosa, afectuosa y vive preocupada por la extraña desaparición de su madre.
La película combina comedia, drama, crimen y misterio. Desarrolla una comedia amarga sobre la vida rural manchega, vista con cariño e ironía, y la de Madrid, símbolo de modernidad y de las nuevas formas de relación familiar y social. Elabora un retrato naturalista de la cotidianeidad, con elementos de humor negro, sentimentalismo, trazos neorrealistas y toques surrealistas (el fantasma y sus apariciones). Es una película de mujeres: la atención se focaliza en la interacción de 5 mujeres, de 3 generaciones, a las que ocasionalmente acompaña algún hombre poco simpático. La trama se basa en una suma de enredos, engaños, adulterios y venganzas, que conforman un universo que alterna realismo, irrealidad y exotismo. Pese al fuego, la locura, los incestos, los abusos, los asesinatos y el viento solano, las protagonistas consiguen sobrevivir con buen ánimo y trabajo suficiente.
La obra permite al realizador dar salida a sus obsesiones, sus personajes singularísimos, su afición al estrambote, su apego a lo espectral y sus preferencias por un cromatismo vibrante de tonos gratamente exagerados. Para el realizador no hay vida después de la muerte (los fantasmas no existen), pero los difuntos continúan gratamente vivos en el recuerdo de los suyos. Según propias palabras, ésta es su película más autobiográfica. El guión, que incluye diálogos realistas y castizos, apoya el drama en la ocultación de secretos y la aparición del fantasma de un difunto deseoso de resolver las cuestiones que dejó pendientes.
Almodóvar guste o no es nuestro rey actual de los 24 fotogramas. Un rey que no ha necesitado ni querido el exilio buñueliano para seguir realizando sus películas. Un rey egocéntrico que no soporta las críticas de la prensa española. De sus propios súbditos que no entienden su cine y no se inclinan ante sus magnas producciones.
A él lo que le gusta (como a todos los mortales) es que le doren la píldora. Y desde Todo sobre mi madre la repercusión internacional de sus películas ha sido arrolladora e imparable.
Otros esperamos con devoción el verdadero regreso de dos reyes en estado vegetativo o de viaje indefinido: José Luis Guerín y Víctor Erice.
Personalmente le he perdonado hasta lo peor, excepto su fallida crítica a los realitys llamada Kika . También esa inenarrable y patética encarnación de la maldad en la figura de Toni Cantó en Todo sobre mi vieja (que no madre). El aborrecible e incoherente personaje de Javier Cámara en Hable con ella y algunas imperfecciones de contenido de La mala educación . Su interesante inicio a lo John Waters y su evolución a lo que es ahora su cine ya es pasado.
Lo mejor que ha dado al cine español se llama Qué he hecho yo para merecer esto? y Mujeres al borde de un ataque de nervios . Aparte de algunas secuencias que forman parte de la galería e historia patria.
Y el rey ha vuelto hablar a sus súbditos y se ha reconciliado con los menos sumisos.
En Volver Almodóvar regresa a sus raíces (que no a sus inicios). A un lugar en la mancha donde los secretos y las supersticiones acechan y aguardan ser revelados. Un viaje en búsqueda de la madre perdida entre un relato surrealista con tintes de culebrón almodovariano. Puro melodrama. Puro Almodóvar.
Funciona a la perfección por momentos. Sobre todo a la cámara desde su arranque en forma de travelling y sus títulos de crédito a lo Ed Wood. También cuando las actrices de manera devota y casi confesional toman la palabra y el mando. En los momentos cómicos. En su discurso emocional. Con la sátira de la televisión actual. Cuando el filme concluye con ese magnífico fundido a negro.
Y es que Volver rodada en los años sesenta, con una impecable fotografía en blanco y negro, acentuando su aspecto rural y despojándola de su contenido moderno sería una de las cumbres del cine español. Pero llega muy tarde.
En la actualidad se queda en uno de los mejores filmes españoles de lo que llevamos de década.
¡Larga vida al rey de los melodramas modernos y clásicos!
Una sala repleta de manos frías en Cannes espera romper a aplausos hasta el amanecer.
¡Larga vida al rey manchego!
El box office y los oscars aguardan al rey.
Almodóvar, una vez más, está en su salsa. Tras la sorpresa (negativa) de su anterior película, La mala educación , incoherente en la etapa de madurez profesional que atraviesa el director manchego, en Volver todo huele a Almodóvar: mujeres desesperadas, mucho colorido, ropa y decorados horteras, diálogos surrealistas, mezla de comedia y drama y situaciones enrevesadas a más no poder. Con estos ingredientes construye un universo que explota (y ha explotado) al máximo y que hasta el momento, le ha reportado muy buenas críticas en el extranjero (y algo menos entusiastas en España).
Volver no es mejor que Hable con ella ni que Mujeres… ni que La ley del deseo , pero tiene algo que atrapa. Quizás es porque nos recuerda al Almodóvar más auténtico de finales de los 80, o porque nos alegramos de volver a ver a Chus Lampreave, o a la gran Carmen Maura. Puede que también el mérito de la película sea de Penélope Cruz, espléndida en su papel de Raimunda y merecida nominada al Oscar. O simplemente es que nos encontramos ante un guión muy original y personal.
El caso es que Volver tiene una calidad artística y técnica incuestionable y por mucho que digan los detractores de Almodóvar, este es el cineasta con el estilo más personal del cine español, y sus guiones, aunque pueden ser mejores o peores, son inconfundibles y decididos, y eso ya dice mucho de un realizador (solo Fernando Leon de Aranoa puede presumir de ese estilo tan personal). En este caso puede que el guión no esté del todo a la altura, pero se compensa con las brillantes interpretaciones, la excelente música de Alberto Iglesias (¿cuántos Goyas habrá ganado ya?), la fotografía y por supuesto la dirección.
El que vaya a verla o se la compre que no se engañe: no hay sorpresas. Es Almodóvar en estado puro. Para bien o para mal.
No puedo creer que sea de Almodóvar. En serio.
La he visto en un esfuerzo por vencer mi escepticismo respecto a este personaje que nunca ha sido en absoluto santo de mi devoción, y de hecho ya lo dejé claro en mi crítica de Mujeres al borde de un ataque de nervios , tras los bodrios suyos que me aventuré a ver alguna vez, para mi arrepentimiento.
Algunos amigos me decían que le diese una oportunidad, que Volver no era una de sus clásicas chabacanerías elevadas al cubo.
Yo aún así no estaba convencida. Me olía a algo similar a la fama de ciertos famosos que se ponen de moda sin que en ello medie mérito alguno y a todo Cristo le da por encumbrarlos, por el instinto borreguil que muchos, mejor que peor, llevamos dentro.
Si el director manchego es capaz de filmar una película sorprendente, bastante sobria (para lo que acostumbra), también impactante sin contradecir lo que he afirmado sobre su sobriedad, y capaz de tocarme las fibras, entonces es una lástima que no se prodigue más a menudo con productos decentes como éste. Independientemente de la opinión personal que me merezca Almodóvar (me cae mal, lo reconozco) y de los desaciertos de su filmografía (desde mi punto de vista, por supuesto), Volver me parece una gran película. Y esto lo digo con toda la humildad del mundo. No sé si la extendidísima y delirante fama del director está realmente tan justificada (no para mi criterio), pero al menos esta película sí merece un gran reconocimiento.
A lo mejor es porque, por una vez, los personajes son creíbles y el guión no desvaría.
A lo mejor es porque Raimunda (Penélope) consigue ir metiéndose en mi bolsillo poco a poco.
A lo mejor es porque Carmen Maura está espléndida en su naturalidad de siempre.
A lo mejor es porque es una historia de mujeres que respeta la inteligencia de todas las mujeres, y que habla de cosas que suceden en cualquier parte.
A lo mejor es porque todos hemos oído o incluso vivido o sido testigos de historias similares en nuestro entorno, de ésas que ponen los vellos de punta, truculentas pero no menos ciertas. Porque todo tiene ese regusto a pueblo, a la casa de los abuelos que huele a antiguo, a los vecinos generosos, supersticiosos y cotillas, a las mujeres de edad enlutadas, a paredes encaladas, a puertas y postigos de gruesa madera vieja. Yo he saboreado todo eso, porque crecí en un pueblo, oyendo toda clase de rumores e historias, algunas de las cuales no eran muy diferentes de la que acontece en Volver .
A lo mejor es porque me ha gustado la banda sonora, porque me he conmovido, porque he sentido horror.
Porque he sentido el dolor y la redención bajo las ráfagas de viento.
Almodóvar ha vuelto, y a su regreso se suman otros regresos, que convierten el estreno de Volver en un memorable acontecimiento.
Con Volver regresa tras un paréntesis de 18 años, la musa almodovariana por excelencia en los 80, la excepcional Carmen Maura, que brilla con luz propia, haciéndonos revivir sus excelentes interpretaciones en Que he hecho yo para merecer esto en 1984 o Mujeres al borde de un ataque de nervios en 1988.
Vuelve también Penélope Cruz, en absoluto estado de gracia, rescatada de su mediocre carrera norteamericana, para hacerla ascender meteóricamente , prótesis de caderas incluida, al firmamento de las grandes musas del neorrealismo italiano, permitiendo residir a nuestra internacional estrella en el Olimpo cinéfilo en el que moran los recuerdos de Anna Magnani, Sophia Loren o Claudia Cardinale.
También supone el regreso del realizador manchego a su patria chica, La Mancha, que es retratada con óptica surrealista, seguramente rememorando mundos y sensaciones infantiles, con la misma habilidad con que tantas veces ha reflejado los fríos y coloristas escenarios urbanos de la movida madrileña.
Regresa también al universo femenino, a las historias corales de mujeres, en el que además de las actrices citadas, destacan las brillantes y conmovedoras interpretaciones de Lola Dueñas, Chus Lampreave y Blanca Portillo.
Volver es en definitiva la historia de varios regresos, y el más destacable de éstos es el que supone regresar al mejor cine de Almodóvar, aquel que sabe sortear con habilidad un guión que se presta a la sordidez, para crear una tierna historia de amor, narrada a través una inspirada conjugación de géneros, pasando de la comedia al melodrama, del costumbrismo social al esperpento y de la intriga al fantástico, demostrando que su talento ha alcanzado una madurez que, lamentablemente, una gran parte de la crítica patria, obstinadamente le sigue negando.