El gato desaparece
Sinopsis de la película
Después de varios meses de internamiento en una clínica psiquiátrica, a raíz de un violento e inesperado brote psicótico, los médicos dan de alta a Luis. Beatriz, su mujer, experimenta sentimientos contrapuestos: por un lado, la alegría de recuperar a quien ha sido su pareja durante 25 años, la persona con la que ha compartido tantos proyectos, pero, por otro, la inquietud que le produce no saber si seguirá siendo el mismo de antes o si, por el contrario, aquel oscuro episodio volverá a repetirse.
Detalles de la película
- Titulo Original: El gato desaparece
- Año: 2011
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
Película
6
69 valoraciones en total
Tres años después de la emotiva La ventana, Carlos Sorín regresa al frente escribiendo y dirigiendo EL GATO DESAPARECE, thriller psicológico en su sentido más pleno con un punto de partida básico e inquietante: un paciente de una clínica psiquiátrica vuelve a casa con su mujer tras recibir el alta.
Sorín aprovecha cada milímetro de película y se basta con un fabuloso metasintagma antes de los créditos iniciales para presentarnos al protagonista. Su background queda al descubierto en sólo tres minutos a través del análisis de su historial clínico.
En El gato desaparece el director argentino da una lección sobre cómo crear expectación únicamente con dos personajes enigmáticos y de recovecos perfectamente dibujados. El espectador asume rápido que no hay espacio suficiente en los psiquiátricos para tanta locura y que buena parte de ella tiene que quedarse fuera.
La banda sonora (compuesta por su hijo Nicolás) acentúa correctamente cada escena sin recurrir al histrionismo. De diez son la fotografía y el sonido, que juegan roles fundamentales en este viaje a las trastornadas psiques del paciente y su señora, cuyo sufrimiento es tan contagioso como esquizofrénico.
El cineasta se hace grande utilizando el cuadro y el espacio escénico con una inteligencia poco habitual entre sus compañeros de oficio. Justo cuando la película empieza a enfriarse el director nos rescata del abismo con un exquisito ejercicio de fuera de campo, elevando la tensión de la película a su cota más alta.
Sorín roza la gloria con la punta de los dedos pero nos deja helados con un giro final frío, colegial y poco acorde con todo lo narrado. Muchas de las cálidas sensaciones se desvanecen en un solo minuto. Fantástica película, sobre todo para huir un rato de tanta cordura.
Extraña la nueva experiencia de Sorin. No es común ver este género en el cine argentino.
El gato desaparece bien podría catalogarse en Terror y nadie podría decir nada. La he visto catalogada como un Thriller Psicológico pero me inclino más por un terror onda Hitchcock. Lo tenso de la trama pasa por lo que no vemos, por lo que imaginamos, por su maravillosa música o su estética depurada y oscura.
El director no abandona las historias menores pero se aleja años luz de la manera de tratarlas. Ya no se trata de contar una tajada de vida de algún personaje menor sino de plantear una historia con introducción, nudo y desenlace.
Luis (justamente Luis) vuelve a su casa luego de un período en un neuropsiquiátrico, dado de alta por los médicos. Beatriz, la mujer de Luis, no está segura que su marido esté listo para salir. En la aparente calma del hogar, el gato de la familia desaparece de la casa. A partir de ahí es donde comienza el terror, una contínua sensación de inminente explosión que no sabemos bien si nace de los actos de Luis o de la cabeza de Beatriz.
Sorin se entretiene con la tensión al límite, jugando con los dos personajes principales en un festín de gestos y pequeñas sutilezas.
En una apuesta difícil, ajena a su anterior trabajo, el director muestra su destreza a la hora de adaptarse a nuevos lineamientos.
No es una película redonda pero bien vale vivir la experiencia de este film oscuro, raro y sin precedentes nacionales.
Antes que nada, un aplauso para Sorín por haberse lanzado a un género con muy poca cabida en la Argentina. El gato desaparece es un thriller con sello de nuestro país, lo cual lo hace perceptiblemente distinto al thriller norteamericano, normalmente más avocado a una unión final de pistas y datos aparentemente sueltos. Esa estructura policial aquí no se da, se apela más al guión psicológico con ciertos dotes de fantasía onírica.
Partiendo de actuaciones descomunales, El gato desaparece juega con los puntos de vista de Luis y Beatriz: los protas de una historia en la que algo nunca anda bien . Donatello lo había percibido y si aguzáramos la vista/mirada descubriríamos que en realidad esa tendencia por el casi imperceptible desequilibrio ya se encontraba presente en los primeros minutos de avanzada la cinta.
La atmósfera se mantiene todo el tiempo suspendida, como a la espera de algo que no llega y que duele interiormente que no llegue, puesto que la tensión es de esas tensiones incómodas, del tipo intuitivas. Se maneja una forma del misterio muy sutil, en la cual no importa tanto lo que sucederá a continuación, porque sucederá y es palpable, sino cómo se dará el suceso: que fuerzas habrán de ponerse en juego para reordenar las piezas descalabradas.
El guión cuenta con toques de humor negro como el celular y la risa o los libros apilados a las cuatro de la mañana que le sirven para descontracturar la tensión in crescendo e hipnótica que va tejiendo Sorín.
El final…uno no se lo espera, es cierto, pero me ha dejado la sensación de un globo desinflado: ganó en sorpresa pero no en fuerza, y no cerró todos los cabos como parecería que lo haría. Pero, volviendo al inicio, no es un thriller de índole policial, algo para agradecer.
Un nuevo y novedoso producto para la filmografía de Carlos Sorín. Novedoso porque esta vez el director hecha mano mayormente a actores profesionales, reduciendo a breves grageas las otrora clásicas y protagónicas apariciones de actores aficionados. Por otra parte, Sorín aborda el suspenso y el thriller, dejando al humor como una presencia mas sutil. Ya desde el título percibimos el tono irónico que nos introduce al mismo tiempo en una historia de intriga psicológica (o quizás sea mejor decir psiquiátrica). Muy sólido y contenido Luis Luque, muy correcta Beatriz Spelzini (y promisorio debut del gato Donatello). La película es interesante y crea buenos y tensos climas, reteniéndonos en la butaca con la expectativa de un final que no decepciona para nada. No es un thriller vulgar y básico al estilo de Hollywood y por eso mismo no atraerá multitudes, pero será muy llevadero para los seguidores de Sorín y los amantes del buen cine.
Un buen film de suspenso psicológico logra Carlos Sorín con El gato desaparece . Se maneja con varios primeros planos de sus protagonistas lo cual provoca mayor intensidad e intimismo, creando climas de suspensos y agobios. De situaciones simples sacaba jugo, tornándolas hitchcocktianas. El final, es bueno, tal vez esperaba otro final pero es bueno.
Parráfo aparte: Luis Luque y Beatriz Spelzini, me saco el sombrero ante ellos. Excelentes actuaciones de ambos actores, que curiosamente sus personajes llevan sus mismo nombres. En especial hay que destacar la labor de Spelzini que es quien lleva la mayor carga del film.
Otro punto muy destacable es la música Si Luque y Spelzini son los actores protagónico, quien cumple un importante papel secundario es sin lugar a dudas la casa en donde transcurre gran parte de la película y Sorín le saca mucho provecho a ella.