Villa Touma
Sinopsis de la película
Tres hermanas de Ramala, aristocráticas y solteras, no han sido capaces de asimilar la nueva realidad de la ocupación y la emigración en masa de la aristocracia palestina. Para sobrevivir, se encierran en su mansión aferrándose a la nostalgia de sus glorias pasadas. La llegada de su sobrina huérfana lo cambia todo en sus vidas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Villa Touma
- Año: 2014
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
6.4
53 valoraciones en total
Drama familiar centrado en tres hermanas solteras de la alta sociedad palestina que han de afrontar la llegada de una sobrina huérfana. Las consecuencias de la ocupación israelí de Cisjordania y los cambios sociales y personales que conllevan, son el trasfondo que se nos quiere trasladar. Sin grandes alardes ni mensajes patrióticos o pacifistas, el realizador pretende mostrar la desaparición de todo un modo de vida, y resaltar las diferencias de clase y religiosas que la guerra acentúa aún más. No es especialmente destacable por la música, la fotografía o cualquier otro aspecto técnico, si lo es por hacer comprensible en un relato sencillo, la enorme complejidad del conflicto árabe-israelí.
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Me falta mucho mundo para entender lo que aquí he visto, creo yo. O eso, o no he visto nada, pero he visto varias cosas a las que sí sé dar un sentido, pero que, en cualquier caso, me dejan un poco en medio de ninguna parte en cuanto a sentimientos.
Claro, dicho así parece que haya visto una película muy rara, y no es verdad. Villa Touma es muy normal. Unas hermanas cristianas, ya de cierta edad, todas solteras, viviendo juntas en la misma casa palestina, bajo unas órdenes estrictas, unas normas, unas rutinas y una riqueza que se agota (si es que aún queda) mientras intentan mantener la clase y la imagen socialmente establecida (de cristianas bien posicionadas).
Quizá sea sólo eso. Una historia sobre el amor y la familia, o sobre los roles familiares. Sobre la importancia de todo ello a la hora de sustentar las relaciones personales, de ser felices o de no reconocernos ni siquiera en los espejos. Es como un sentido del deber que (casi) todos llevamos dentro. Hemos de elegir, en muchos casos, entre la familia y lo demás, la vida que se nos presenta por delante, o la vida aparecida de la nada, las obligaciones no contractuales que se firman con la mente entre todos los sujetos constituyentes.
Y los rencores que nacen de esto mismo y que se deben ocultar para mantener las cosas en su sitio, sin salirse del tiesto y que alguien piense que estás loco, o peor, que eres un egoísta familiar. Pero también puede que trate de la comprensión, de que si la familia crece unida permanece unida para siempre. De los lazos invisibles que nos atan, unos lazos que se resienten como nuestros propios sentimientos, siempre resentidos, por saber quién dio más de su tiempo y de su esfuerzo en mantener a la familia fusionada.
Pero puede que esté equivocado, y puede que no haya aquí nada de esto, en Villa Touma, que lo he pensado porque sí. Puede que aquí sólo haya apariencias que mantener, porque todo es apariencia. Pero el golpe final que da Suha Arraf (directora y guionista) es duro y perdura en el recuerdo por un tiempo. No sólo plantea una situación, un contexto, un microcosmos comprensible dentro de un mundo desconocido, también le da vida a través de la muerte. La muerte del padre, la madre, pero nunca de los hijos (que se comen el marrón).
Vista en la Sección Punto de encuentro de la 59 edición de la SEMINCI. Interesante aspecto de la sociedad palestina que nos muestra cómo la aristocracia cristiana se intenta desvincular a toda costa de la clase baja de religión musulmana, en algun medio leí que es una especie de Bernarda Alba a la palestina, y el comentario me parece acertado. Personajes tal vez no demasiado sutiles, pero muy bien interpretados, el guión se sigue con interés aunque el ritmo sea muy pausado.
Ancladas, desaparecidas, muchos años encerradas en casa, atrapadas en su telaraña. Son las tres tías de la protagonista, una joven recién salida del orfanato, que parecen cobrar vida ante la llegada de su sobrina, como vampiresas recién salidas del sarcófago.
Casa de brujas en la que la inocencia y alegría rápidamente son sometidas por las fuerzas del mal, la represión, la hipocresía, el horror. Mujeres que andan entre los treinta y los cincuenta y que parece que no han conocido varón (¿se decía antes así?), dos solteras y una viuda (muy) prematura, ahogadas en sus deseos, asfixiadas por su antinatural castración, rabiando y penando, erotismo contenido, reconcentrado, mutado, que se ha transformado en una gelidez pomposa, enfermiza y angustiosa, en un odio a la vida pobremente disimulado.
Pero no todas son iguales, ni mucho menos. Cada una cumple con su papel en este aquelarre tan bien dibujado.
Tenemos a la jefa, la madame, la señorona, reina institutriz o carcelera mayor, una madura mujer entrada en hermosas carnes de una fiereza y un voluntarismo en el (muy) fondo tiernos y desoladores, pura desesperación.
La segunda de a bordo, en esta nave de las locas, es la viuda amargada y mezquina que se afana por mutilar cualquier atisbo de esperanza que le obligue a recordar su fracaso absoluto, su tristeza infinita.
La tercera es la más joven. La que todavía guarda algo de bondad en su magullado corazón. A poco, si no escapa de la trampa, de convertirse ella también en un demonio con faldas, pavoroso.
La joven inculta y ordinaria será el objeto experimental, el juguete diabólico expuesto a las malévolas maquinaciones y torticeros fingimientos del trío del miedo.
Cuento de terror, de muertos, de personas fuera del tiempo, sería un ejercicio de anacronismo (impagables las salidas del cuarteto al exterior, ese contraste tan brutal con la realidad que habla a las claras de su monstruosa desubicación y desvarío) logrado y preciso, como efecto o contrapunto.
De aspecto cuidado, con gusto por el detalle y recorrida por un humor cruel, esta película se nos ofrece como rara pieza de orfebrería, o, mejor, piedra preciosa forjada a golpe de maldad y belleza, de trastorno exquisito.
Quizás su propio enclaustramiento viciado provoque que el desarrollo acabe resultando algo envarado y estancado. Deriva que se resuelve en un final tan tremendo como irónicamente elocuente.
Villa Touma es un microcosmo único, un mundo pequeño y anacrónico que recuerda una Palestina que ha dejado de existir. Todo ocurre en una casa en las afueras de Ramallah, la principal ciudad del país, donde una joven huérfana deja su orfanato para irse a vivir con sus tres tías. Tres mujeres que pertenecen a la débil y casi inexistente aristocracia católica palestina que debido a las guerras, bloqueos, atentados y migraciones se encuentra diseminada por el mundo. Pero encerradas en las paredes derruidas de la casa familiar ellas hacen caso omiso al paso del tiempo. Las tres hermanas viven encerradas en una época dorada que no existe. Sus costumbres, actividades o vestimenta resultan chocantes porque aluden a la forma de comportarse de las mujeres de otro siglo, encerradas en el mundo domestico.
Badia, la joven huérfana, es ademas hija del único varón de la familia que rompió con los preceptos familiares. No solo tuvo una hija con una musulmana sino con una refugiada planteando entonces como las diferencias de clase también se ven en sociedades tan sufridas como la palestina. Badia es joven y alegre y choca con la rigidez de las tres hermanas que debido a distintas situaciones han quedado solteras o viudas. Sombrías y sufridas viven en la dureza de la cotidianidad la única forma de soportar la tristeza del amor que no ha podido concretarse. Pero Badia no cree en la cuestión del honor, el protocolo o las definiciones antiguas de como ser mujer y, como la manzana no cae lejos del árbol, también se enamora de un refugiado.
La llegada a la Villa es lenta centrándose en la comodidad de la rutina por hacer y en los roles de cada una de las tres hermanas. La cadencia en la acción es acompañada por los detalles artísticos de una vida anclada antes de la guerra. Un ejemplo claro es la imagen de las cuatro vestidas de fiesta recorriendo las calles de una Ramallah magullada. Esto pasa a un segundo momento en donde las protagonistas se meten en una sucesión de velorios, fiestas y reuniones para casar a la joven Badia y evocando un poco los relatos de la Inglaterra victoriana de Jane Austen.
Pero el ultimo tercio de la película es el verdadero nudo y la tensión hace claustrofobico el clima hogareño de la villa. Las tradiciones, el honor o el lugar de la mujer se convierten en una condena enorme que modifica las relaciones de estas mujeres. Todo este mundo que las hermanas crean tiene como fin escapar del horror de la guerra que se encuentra del otro lado de los muros de la casa. Badia con su forma de ser amenaza esa seguridad y les quita lo único que tienen, la seguridad de un pasado pacifico.
Como una versión árabe de La casa de Bernarda Alba en donde un grupo de mujeres encerradas se matan entre ellas por el peso de no violar las tradiciones Villa Touma también es un grito desesperado. Igual de desgarrador. que la obra de Garcia Lorca pero mas sutil y educado, tal como debe comportarse una buena señorita palestina.