Víctimas del pecado
Sinopsis de la película
Violeta, una cabaretera, recoge de la basura al bebé de su compañera Rosa, que ha sido obligada a tirarlo allí por su explotador, Rodolfo. Violeta cría al niño y ambos son protegidos por Santiago, dueño de un cabaret, quien se enamora de ella. La tragedia se desencadena cuando Rodolfo asesina a Santiago y Violeta, a su vez, mata al explotador.
Detalles de la película
- Titulo Original: Víctimas del pecado
- Año: 1951
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.6
46 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Acela Vidaurri
- Agustín Fernández
- Álvaro Matute
- Ángela Rodríguez
- Antonia del Carmen Peregrino Álvarez
- Arturo Soto Rangel
- Aurora Cortés
- Aurora Ruiz Álvarez
- Carlos Riquelme
- Chimi Monterrey
- Elena Luquín
- Enriqueta Reza
- Estela Matute
- Francisco Reiguera
- Gloria Mestre
- Hernán Vera
- Hilda Vera
- Ignacio Peón
- Inés Murillo
- Ismael Pérez
- Jorge Treviño
- Luis Aceves Castañeda
- Lupe Carriles
- Lupe del Castillo
- Margarita Ceballos
- Ninón Sevilla
- Pedro Vargas
- Ricardo Adalid
- Rita Montaner
- Rodolfo Acosta
- Rogelio Fernández
- Tito Junco
Una cabaretera recoge al niño, recién nacido, de una compañera que lo arroja a la basura para poder seguir al lado del chulo matón (padre de la criatura) que la extorsiona. Este hecho desencadenará una serie de calamidades e infortunios sobre la mujer por no renunciar al cuidado y protección del niño de su colega.
Impresionante melodrama tremendista de un increible Emilio Indio Fernández que en colaboración con el maestro Gabriel Figueroa nos dejan estupefactos por su magistral combinación. Repleta de osadía, procacidad, inmoralidad, salvajismo y dureza para su
época. Es más, me atrevería a decir a pesar de los años que han pasado – se rodó en 1950 – que también (en ocasiones) para la nuestra. Espléndida fotografía de Figueroa, del que podrían aprender unos cuantos en nuestros días, y conocimiento de las noches cabareteras bien plasmado en el celuloide por el Indio . Si bien no es una obra maestra, su inverosímil y precipitado final feliz no ayuda, Emilio Fernandez deja – más que entrever – su garra como un osado, personal y curtido director/guionista.
El Indio Fernández -al igual que estupendo Rodolfo Acosta-, más conocidos para el público no mexicano por sus papeles de reparto para el cine norteaméricano, sigue siendo a día de hoy uno de los más brillantes realizadores mexicanos de todos los tiempos, como lo demuestra aquí pese a no ser una peli redonda. Quisiera resaltar también la potentísima banda sonora y los excelentes bailes. Se dice que el Indio fue un muy buen bailarín y gran aficionado a las noches locas mexicanas, me lo creo. Acostumbrado a sus papeles en el cine de Hollywood, más bien hieráticos, quedé asombrado con el baile que se marca Rodolfo Acosta al comienzo de la película. La protagonista Ninón Sevilla esta estupenda en sus hipnóticos bailes rituales y la intérprete Rita Montaner para quitarse el sombrero, ambas arropadas por la orquesta de Pérez Prado. Qué sabiduría la del Indio .
¡Qué viva México! y ¡qué viva Emilio!
Diría que es una comedia involuntaria pero creo que hay cierta auto-conciencia en ese tono tan grotesco y exagerado, con una trama sensacionalista y rocambolesca, personajes caricaturescos, sobre todo el de Rodolfo Acosta, un villano patético en todas las acepciones de la palabra, un proxeneta psicópata.
El ritmo de la película si bien es ágil resulta muy irregular con todos los números de rumba y que las situaciones cumbres las resuelve de forma demasiado apresurada, igual con todo es la película más frenética de Emilio Fernández.
No hay casi nada de él acá, salvo ciertas secuencias como cuando Ninón Sevilla pasa por el puente camino al cabaret que está al lado de las vías, muy bella esa escena y eleva la película de la clásica historia de rumberas.
Buena mezcla de ternura y odio para representar a la personalidad y a la sociedad del país entre los excesos de la noche y la plata, el machismo y ese crío que facilita que le toquen a uno la fibra, una película que afronta con valor la delincuencia y la carga, pero con demasiado reiterada en el arte de bailes que desconocía que se dieran en Méjico, toda esa percusión expresa el dramatismo de su protagonista, pero también siento agotamiento en que todo diálogo está tratado a voces, puede que realista, pero el gallinero termina de mosquear con la desaparición radical de la madre natural.
El tono de humor puede parecer que contrarresta, pero en mí genera una sensación de confusión ante el maltrato por momentos explícito, el escándalo que se resume en Víctimas del pecado sin embargo si encuentra un equilibrio en el hombre que representa al fundamento, no sabe dibujar un duelo entre ambos ni obliga a enseñar quién tiene los espolones más grandes, el realismo vital que suele regalarnos el cine mejicano en esta ocasión tiene escasa capacidad para salir a las calles o al vecindario, tampoco se siente afecto o atracción, no llega a todas las películas consideradas de su etapa de oro, aunque por último deja su mensaje sobre la prosperidad, las consecuencias del pasado, la desgracia de que todos sean víctimas, un lamento de desarrollo cuadrado y sin capacidad para sorprender con la injusticia como base y un obsequio para aliviar, un tren que podrá enterrar sus pasados??