Verdades verdaderas. La vida de Estela
Sinopsis de la película
Semblanza de la vida de Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo . Estela era una señora de clase media que repartía su tiempo entre su familia y su trabajo como directora de escuela, y vivía completamente ajena a cualquier militancia política. Sin embargo, tras el secuestro y asesinato de su hija Laura entre 1977 y 1978 y la pérdida de su nieto Guido, retenido por los secuestradores, su vida cambió por completo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Verdades verdaderas. La vida de Estela
- Año: 2011
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.2
25 valoraciones en total
Que un joven realizador elija para su ópera prima un tema anclado en el contexto de la última dictadura militar en Argentina, adopte el poco frecuente formato biográfico (biopic) y además situado sobre el eje de un personaje no fallecido, crea una serie de prejuicios respecto de la forma de abordaje. Porque acecha siempre el riesgo de caer en defectos frecuentes del cine nacional reciente, como el acartonamiento y la manipulación. Algo que afortunadamente no ocurre en la asombrosa película de Nicolas Gil Lavedra, quien con sutileza poco frecuente y madurez supera el riesgo de trabajar con una historia dolorosa y delicada.
Verdades verdaderas… reconstruye la vida de Estela de Carlotto, desde que era una simple ama de casa, madre y docente en la ciudad de La Plata hasta convertirse en presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Lo hace apelando a una narración clásica, que no enfatiza el costado épico del relato, sino que busca contar una trayectoria paradigmática a partir de los momentos íntimos de una familia de clase media, en particular, de quien en los años setenta era una mujer para nada comprometida con el explosivo clima político de la época, hasta que sufre el secuestro de su hija Laura, de quien se entera que estaba embarazada y dio a luz en cautiverio.
El mérito de la película es alcanzar un tono propio desde lo técnico y artistico, distinguiéndose así del abundante corpus de películas sobre temas semejantes. Para esto cuenta con una sólida narración que va y viene en el tiempo (de los setenta al 2009), con un excelente trabajo de ambientación y maquillaje, para la reconstrucción de época. La dirección cuida en lo posible que lo que ya se mostró sobre el tema, el espectador no lo tenga que volver a ver, resignificando las cosas sin repetir, buscando originalidad en la manera de contar, lo que hace de modo clásico, con necesarios quiebres de la linealidad por los saltos temporales que le dan ritmo a la crónica de una tragedia familiar y de cientos de familias argentinas de esa época.
El tono de la película es emotivo y dramático, sustentado en un guión equilibrado para seguir tanto los largos momentos de calvario y lucha, como los fugaces momentos de felicidad hogareña y las pequeñas alegrías que fortalecen el alma para seguir adelante.
Un dignísimo homenaje desde el buen cine y que (a su vez) permite a Susú Pecoraro demostrar que es una de las mejores actrices de su generación.
Emotiva producción argentina sobre la vida de la presidenta actual de las Abuelas de la Plaza de Mayo (Estela de Carlotto) que se proyectó, formando parte de la Sección Oficial de la Seminci (2011), el miércoles 26 de Octubre, y ganándose a pulso la justicia de un reconocimiento, tal vez el de mejor actriz, para Susú Pecoraro.
Es la primera película del joven Nicolás Gil Lavedra, que nos contaba en la rueda de prensa de la Sala de los Espejos, que habían rodado parte de estas Verdades verdaderas en decorados instalados dentro de lo que fue la espeluznante ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), centro de torturas para los carniceros de la Junta Militar, porque allí donde hubo tanta muerte está ahora el Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, un renacer, una demostración de que la vida puede crecer y se acaba imponiendo hasta en el peor de los escenarios posibles.
Para quienes aún desconocen la reciente historia de los crímenes de la dictadura argentina (1976-1983) va este canto, que es un grito de libertad, a las mujeres que se hicieron heroínas sin pretenderlo, a las que perdieron a sus hijas, y con ellas a sus nietos, a esas cerca de cuatrocientas que siguen y seguirán esperando aunque pasen los siglos.
Al margen de cualquier otra consideración artística es de justicia este homenaje y así lo reconoció la gente del Teatro Calderón de Valladolid que alargó emocionadamente el aplauso.
Ópera prima de este director argentino, en la que reconstruye la vida de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo y refleja el cambio radical que sufrió cuando su hija fue asesinada y su nieto secuestrado y su lucha por los ideales de justicia y por los reencuentros.
Me ha parecido una gran película, aparte por el tema que toca, la vida de Estela, una de las heroínas de Argentina, sino sobre todo por la forma original de hacerlo: a través de lo cotidiano y lo privado de la familia, huyendo de volver a plasmar la tortura de forma directa como otros films.
Con un guión tan sólido como potente, te va llegando al estomago, sacándote la lagrima por la sinceridad con que plasma este drama basado en unos hechos reales sucedidos en Argentina.
En el film aparece el hecho del archivo biográfico que se creó en el 1998, donde se recogen relatos familiares, de amigos de los padres y madres desaparecidos o asesinados, para preservarles en el tiempo y garantizar el derecho de cada nieto a conocer su origen y su historia.
Hablamos de 30.000 desaparecidos, unos 500 niños sin saber quiénes son sus padres y de ellos 100 ya les han recuperado.
En la rueda de prensa de la Seminci, los guionistas Jorge Maestro, María Laura Gargarella contaron que han rodado en la escuela de la armada, uno de los centros de tortura donde murieron muchas personas y dieron a luz madres a las que les quitaron sus hijos. Gran osadía que se convierte en claro homenaje a la vida, frente a la barbarie allí sucedida.
Una frase que me impresionó en esa misma rueda de prensa es que los hijos desaparecidos han engendrado a las madres de Mayo.
Primer largo, de titulo rebuscado, del joven director argentino hijo del juez que instruía el juicio a las Juntas Militares de su país, que sembraron el terror a finales de los 70 y principios de los 80.
A Lavedra aún le queda rodaje en esto del cine y se nota su bisoñez con una cinta que avanza con aspereza, falta de tono y con subrayados musicales repetitivos e innecesarios ante tanta tragedia. Lo que falta en recursos imaginativos de narración sobra con creces en una historia que no por sabida hace que sintamos vergüenza de pertenecer a una especie capaz de estas y otras atrocidades. Peor cuerpo se le pone a uno cuando no se ubica en tiempos remotos sino como quien dice a la vuelta de la esquina, poniendo de manifiesto que la libertad hay que protegerla y luchar por ella día a día porque el huevo de la serpiente siempre esta caliente.
Esforzado trabajo de sus principales interpretes ante tanta emoción mezclada con dolor y rabia.
Otro testimonio tan valido como el que más sobre la otra cara de la moneda del mundo en que vivimos.
El derecho a saber quiénes somos y de dónde venimos, y cómo, en determinados momentos de la historia de muchos países (y no miremos muy lejos), alguien decide que hay personas que no lo merecen…
EL tema toca la fibra sensible de cualquiera a poco humano que se sea (aunque de todo hay!), con lo que se tiene ganado bastante terreno antes de empezar.
Pero las distintas piezas del puzzle familiar no acaban de encajar, y no sé muy bien por qué.
Me llegan los esfuerzos por apuntalar bien la historia, pero no la sensación de círculo cerrado y bien armado.
Materia prima de primera y coja representación…