Venus
Sinopsis de la película
Maurice (Peter OToole), Ian (Leslie Philips) y Donald (Richard Griffiths) son tres jubilados de cierta edad que se reúnen todos los días en su bar preferido para tomar una copa, lamentar la situación mundial e intercambiar comentarios. La edad ha ralentizado sus cuerpos pero no sus ágiles mentes. Ian, que es un poco maniático, espera ansioso la llegada de la hija adolescente de su sobrina, que viene a cuidarlo. Pero, cuando, por fin, llega, se lleva una decepción porque Jessie (Jodie Whittaker) es atrevida y, además, amante de la comida-basura, es decir, justo lo contrario de lo que esperaba.
Detalles de la película
- Titulo Original: Venus
- Año: 2006
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
6.3
69 valoraciones en total
Segunda colaboración del realizador Roger Michell ( Notting Hill , 1999) y el guionista Hanif Kureishi ( Mi hermosa lavandería , 1985). Se rueda en exteriores de Londres (National Gallery, Kenwood House, etc.) y en estudio. Obtiene una nominación a los Oscar (actor, OToole). Producida por Kevin Loader ( El intruso , 2004) se proyecta por primera vez el 2-IX-2006 (Telluride Film Festival, Telluride, Colorado, EEUU).
La acción tiene lugar en Londres, en 2005. Maurice (Peter OToole), Ian (Leslie Phillips) y Donald (Richard Griffiths) son tres jubilados que se encuentran todos los días en el mismo bar para leer la prensa, comentar las novedades del día y tomar una copa. Maurice y Ian son antiguos actores de teatro de escaso relieve. Maurice, cuya salud se ha deteriorado mucho en poco tiempo, trabaja en papeles ocasionales de enfermo de telenovelas. Ian es solitario, pedante y probablemente homosexual. Donald es irreverente y acomodaticio.
La película trata con naturalidad y exquisito respeto la figura de las personas mayores. Los problemas de salud, autonomía personal y disminución de facultades que les afectan, no son causa de marginación y exclusión social. Los ancianos deben participar activamente en la vida social. Se les debe reconocer el derecho a gozar de compañía, amistad, intimidad, sensualidad, sexo y amor.
El film analiza la posible virtualidad del arte como instrumento de socialización y modificación de conductas. La referencia a la tela La Venus del espejo , de Velázquez, de la National Gallery (Londres), es oportuna, grata y convincente. El film se pregunta, además, si la naturaleza y el contacto personal con ella pueden ser un factor dinamizador de sentimientos y actitudes socializadoras, de integración social y de satisfacción personal. En el marco de análisis del film, en un mundo en el que conviven diversas generaciones, las relaciones de amistad, afecto y amor intergeneracionales no sólo son posibles, sino que pueden contener elementos poderosos de conveniencia y funcionalidad. La obra recuerda la película Harold y Maud (Ashby, 1971) por el rigor y respeto que muestra hacia las personas mayores. Recuerda a Saraband (Bergman, 2003) por la naturalidad con la que plantea el tema de las relaciones afectivas y físicas de los mayores.
La música, abundante y emotiva, ofrece fragmentos melancólicos de Erik Satie, de tres versiones de Danza húngara nº 2 , de Dvorak, y de varias canciones festivas, rítmicas y de aires románticos de Corinne Bailey Rae, en las que interviene como vocalista. La fotografía, de Haris Zambarloukos ( El intruso , 2004) combina atención al equilibrio de la composición y a la belleza visual con el uso de un collage largo y rápido de imágenes en movimiento. Interpretaciones excelentes de los veteranos (Redgrave, Phillips, etc.), memorable de OToole y convincente de la debutante en la gran pantalla Jodie Whittaker.
Dicen algunos que la Venus de Velázquez no es una diosa, si bien su figura es angelical, su cara, para muchos pintores imposible de pintar por su belleza, aparece reflejada en un espejo difuminada y no muy agraciada. Sin embargo, si que representa a lo mismo: el amor, el deseo y el placer sexual, todo ello suavizado con una bella silueta y una sonrisa inocente en la cara. Para un hombre de 74 años, conocer a una Venus puede suponer el último placer que la vida le depare, la confirmación que ya ha vivido todo lo que tenía que vivir, y es momento de recapitular.
Y es cierto, esa Venus no es ninguna diosa, es una adolescente que no sabe qué rumbo tomar en su vida, le gusta la comida basura y tiene una grave tendencia a las relaciones sentimentales autodestrictivas. Pero todo eso no importa si lo que le proporciona a un viejo entrado en años son ratos de placer y dulce compañía. Porque a veces, dos mundos totalmente distintos pueden llevarse bien, puede que una persona necesite lo que la otra le puede proporcionar y viceversa, y a veces la conjunción puede ser perfecta.
Y todo eso sirve como excusa para el verdadero propósito de esta película: la negación de una persona a la muerte. El ser humano está creado para vivir, y nos aferramos al más mínimo rayo de esperanza para seguir viviendo. Necesitamos sentirnos vivos, y eso es lo que el protagonista, un gran Peter OToole, continuamente intenta, bien sea por acariciar la mano de su Venus particular, besarle el cuello, o comprarle un capricho. La cuestión es sentir que hace feliz a alguien, y que por tanto sirve para algo.
Sin embargo, en su particular odisea, el protagonista no está solo, tiene a su maniático amigo, interpretado de manera magistral por Leslie Phillips, que agarrado de sus brazos interpretan una de las mejores escenas de la película bailando un vals en la iglesia de Convent Garden. Todo un canto a la vida y a la amistad.
Excelente dirección, que junto con su banda sonora, nos conducen por esos vaivenes propios de las relaciones antinaturales, de esos impulsos del que a base de golpes sobre la mesa se niega a morir, o de esos amigos que están en los malos momentos pero que a veces nos dicen las cosas a la cara a pesar de no nos sienta bien. Todo ello con un Londres visto con unos ojos bien distintos a los de Notting Hill, pero sin dejar a un lado toda esa belleza y originalidad que le caracteriza.
En definitiva, un viaje a amores imposibles, a relaciones anormales pero estimulantes, y a amistades que duran toda la vida. Un canto al amor, a la amistad y a la vida.
Película muy digna, con un Peter OToole magnífico actor en todo momento, interpretando a un hombre en las últimas de su decadencia físico-vital, que ha sido un sensual, bello, amado por las mujeres y que no por ser viejo ha renunciado al placer: Me gusta dar placer, he intentado dar placer, es lo único que recomiendo a los demás .
El argumento es el la vejez masculina, en la cual no se agota el interés, la atracción y la pulsión innata de lo sexual aunque se pierda la potencia o erección. El director Roger Michell trata este tema crucial con gran comprensión y amplitud de miras, frente a una sociedad donde los hipócritas y las hipócritas en este asunto son legión de cucarachas que se echan encima de todo hombre viejo que no renuncie a su sexualidad ni al juego de la vida mientras ésta dura, para vilipendiarlo o cohartarle su derecho al sexo.
Como bien dice el protagonista, enamorado una vez más de la Venus que se le ha cruzado en la vida, porque la naturaleza apolinea o masculina es básicamente enamorarse de toda mujer atrayente que emerja ante nosotros y se ponga al alcance de nuestra vista, olfato, tacto, gusto… : Muchos hombres lo más bello que ven su vida es el cuerpo de una mujer. Ciertamente, ciertamente, ciertamente.
Fej Delvahe
Cuenta una historia bastante previsible, y no demasiado novedosa: la del enamoramiento de un veterano actor de teatro de una joven lolita, que se encariña de su carisma y ternura. Lo hace, no obstante con un tono perfecto: con sensibilidad -pero no cursilería- y muy buen humor, especialmente acertado en los diálogos, y atreviéndose a tratar un tema casi intocable, el del sexo en la tercera edad.
Peter O´Toole compone magistralmente un personaje entrañable, y lo dota de un enorme carisma. Su química con la joven Jodie Whitaker no puede ser más evidente, y tanto Leslie Phillips como Richard Griffiths ejercen de estupendos secundarios. Se agradece a Roger Michell su contención en un desenlace no tan llorón como podría intuirse y como en Notting Hill, la música es un elelmento indispensable para acompañar el relato: aquí suena mucho y bien, Corinne Bailey Rae.
Este es uno de eso claros casos en los que la presencia de un actor, o varios en este caso, consigue salvar de la catástrofe a una película.
Aquí está Peter OToole componiendo un tipo de personaje que estoy seguro de que conoce muy bien. Y lo hace aportando la clase y la elegancia de la que viene haciendo gala desde hace más de cuarenta años. En esta película en concreto la colección de primeros planos de su decrépito y operado rostro son de verdadera antología y se convierte en lo mejor de Venus. Junto a él dos veteranos y estupendos actores ingleses y la siempre maravillosa Vanessa Redgrave en un breve pero jugoso papel.
Y dicho esto, todo lo demás me interesa bastante menos. La relación que entablan este actor en el ocaso de su carrera y de su vida, y la joven sobrina de uno de sus amigos está narrada con un tono totalmente equivocado, no resultando creíble en ningún momento esa especie de enamoramiento en el cae perdidamente el personaje de Peter OToole. El personaje de la joven, que interpreta con corrección Jodie Whitaker, carece de atractivo (más allá del puramente físico) y acaba resultando bastante antipático.
La descuidada puesta en escena del director Roger Michell no ayuda a dar forma al guión de Hanif Kureishi que, dicho sea de paso, los tiene mucho mejores.