Veinticuatro ojos
Sinopsis de la película
1928. En la idílica isla rural de Shodoshima, la joven, brillante y motivada maestra Hisaki Oishi empieza por primera vez su tarea de profesora a cargo de doce niños de primaria, los inocentes y entrañables veinticuatro ojos que la mirarán en su primer año formativo de escuela. Al principio, los métodos de enseñanza poco ortodoxos de la nueva maestra y su moderna visión de chica de ciudad provocan cierto recelo en la comunidad pero pronto niños y adultos caen bajo su irresistible encanto. Al cabo de los años, la inminente guerra cambiará sus vidas para siempre…
Detalles de la película
- Titulo Original: Nijushi no hitomi (Twenty-Four Eyes)
- Año: 1954
- Duración: 149
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Opinión de la crítica
7.3
34 valoraciones en total
12 niños corren por el campo.
Una nueva maestra, modernilla y atrevida, llega en bici a la aldea. Les coge cariño.
12 niños corren por el campo, navegan en barco y crecen.
¿Cuánto metraje ha transcurrido hasta aquí?
1 hora y pico. Ojito. Ohito Nirazaki.
Eso sí, bastante chicha oculta para destacar, comenzando por esos zuecos que se calzan los nipones, que ni el tío Aureliano para sacar las vacas a pastar. Bueno, vale, pero lo INCREIBLE BLE, alcanzando tal grado de desconcierto ya que comienza a aturdirme seriamente y me hace pensar que esto merece una profunda investigación, es, una vez más, el muestrario de nombres y apodos que se marcan los directores para sus personajes en estas pelis japonesas en blanco y negro.
Para empezar, la maestra se llama señorita Guijarro . Esto es inaceptable en una niponcita de plástica hermosa y piel de porcelana.
Los niños tienen nombres de todo tipo. Uno se llama Nissan. Digo yo, que qué ganas de acaparar todas las marcas de automóviles tienen los japos, dios mío, qué obsesión. Ya me había topado en pelis de samuráis con algún tipo llamado Honda, Suzuki o apellidado Kawasaki, pero Nissan lo desconocía. No sé, ¿vosotros tenéis algún amigo que se llame Seat? He quedado con Seat y con Bultaco para ir al cine No me jodas macho. Que no.
Pero la palma se la lleva un alumno que se llama Niputa. La maestra le pregunta ¿Cómo te llamas? Y él: Niputa. Y la maestra, ¿no sabes cómo te llamas? Y él: Niputa
Y cuando consiguen salir del bucle (normal que la peli dure dos horas y media), entonces llega la guerra, claro, y ahí hay que reconocer que los japos se salen y la peli se torna realmente interesante y, debe decirse, bastante buena.
VEINTICUATRO OJOS (1954) del japonés Keisuke Kinoshita es una preciosa película sobre la educación y el inexorable paso del tiempo, contado de una manera magistral, pausada, y de escuela clásica, porque es a lo que llama esta encantadora pe…lícula.
La nueva maestra del pueblo llega con ideas y maneras vanguardistas, y se va quedando anquilosada por el inevitable paso del tiempo y por las vicisitudes de la vida, de la guerra, de la lacra social, mientras el mundo aparentemente evoluciona. Impresionante la escena de la profesora llegando en bicicleta y el posterior contraste con el final del film.
La vida pasa, todo cambia, pero los valores, la enseñanza, el agradecimiento y el pasado quedan ahí, que es realmente lo importante, cosas que no puede cambiar la guerra, por ello este film también es un poema antibelicista que no contiene absolutamente ninguna escena de guerra, y donde la profesora guijarro, encantadora y cuyo mote no es gratuito, es la mismísima metáfora pacifista.
El título hace referencia a los doce niños del primer curso en un pueblo japonés cuya nueva profesora, Oishi, despierta rechazo entre sus gentes por vestir con traje e ir en bicicleta. Es 1928 en un lugar pobre y tradicional donde los pequeños apenas juegan pues ayudan a cuidar de sus hermanos menores o en la pesca a sus padres.
Se cuenta la relación de la maestra con los alumnos a lo largo de los años, en la que hay muchos momentos entrañables como el de los niños que escapan para ir solos a verla, otros emotivos con la imagen de un pupitre vacío indicando a una niña ausente, o cuando se pasa lista al nuevo curso en el que hay varios hijos de los chicos con los que ella empezó a enseñar.
En el desarrollo de la historia, Kinoshita descubre su sentir antibelicista y apasionado humanismo por encima de todo, utilizando magistralmente el paisaje a veces inhóspito, durante las fuertes lluvias, otras cálido con los árboles en flor o en los paseos en barco, destilando encanto, sencillez y serena belleza formal, adoptando un punto de vista siempre sensible y tierno. Es por ello extraño que sea un director bastante desconocido a diferencia de los venerados Kurosawa, Ozu, Mizoguchi, Ichicawa , etc., pero suya fue la primera versión en 1958 de La balada de Narayama, por poner un ejemplo, que bastantes años después llevó al éxito Imamura y en 1951 realizó Karumen kokyo in kaeru (Carmen vuelve a casa), la primera obra japonesa en color.
Esta película supone mucho más de lo que dice el parco resumen de Filmaffinity. Desde mi punto de vista una de las mejores películas antibelicistas y antimilitaristas que he visto… y eso que no hay ni una sola escena de guerra.
Por otra parte un canto a la educación abierta donde lo principal es la comunicación, la empatía y la sinceridad.
También una visión muy realista del papel de la mujer y su necesidad de emancipación en un tiempo en que esto todavía no estaba del todo claro.
Creo que no debe asustar el metraje tan largo. La película es sosegada, pero mantiene el ritmo hasta el final… entre otras cosas porque abarca unos 30 años de historia, desde 1928 hasta el final de la II Guerra Mundial.
Por último decir que no decepcionará a quienes esperen un trabajo cinematográfico exquisito. A destacar, desde mi modesta opinión, el vestuario y la fotografía.
La maestra Hizako Oishi, se encuentra en la playa en uno de sus numerosos paseos conversando con sus alumnos. Algunos de ellos dicen no querer ser pescadores o vendedores de arroz como sus padres y manifiestan su deseo de ser soldados. Oishi (o Guijarro como ellos la apodan), se muestra reservada ante el temor de que, entonces, lleguen a matarlos. Entonces, uno de los chicos pregunta: -Maestra, ¿odia usted a los soldados? A lo que ella responde: -Me caen mejor los pescadores y también los tenderos. Será este uno de los numerosos diálogos en que la bella maestra, dejará en claro su posición pacifista, y su firme alegato contra el militarismo y la guerra, a lo que se vería abocado su país durante tantos años… y con tan penosos resultados.
Realizado en 1954, y basado en la novela de Sakae Tsuboi, VEINTICUATRO OJOS alude a la mirada de los doce alumnos que, en el primer grado, tendrá a su cargo la nueva maestra, pues, la que venía con ellos, ha renunciado para contraer matrimonio. El filme, rodado con sumo empeño por el director, Keisuke Kinoshita, se centra en la evolución que la maestra Oishi -muy querida por los niños por su afán de romper convencionalismos sociales y por su compromiso personal con todos y cada uno de ellos- va teniendo en su vida al tiempo que, la de cada niño o niña, también se transforma hacia la felicidad… o la desgracia.
Kinoshita recrea un ambiente paradisíaco bordado de lagos, montañas, jardines y aquel inmenso mar donde los niños siempre están dispuestos a esperar el regreso de su maestra favorita. Pero como siempre sucede, la enfermedad, la pobreza, el fracaso… y la muerte, ocuparán su lugar para dar ocasión a la solidaridad, la compañía y el afecto, que los niños ¡y hasta sus padres! -a ejemplo de la maestra- aprenden a manifestar de manera pródiga y espontánea.
Durante la primera hora, y sumados otros momentos aíslados, sentí que estaba ante la obra de un realizador colmado de sensibilidad humana y artística, el personaje de la maestra me resultaba encantador, rebelde y muy bien interpretado por una radiante Hideko Takamine, y hasta los niños lucían brillantemente dirigidos, sirviéndose el director –como su compatriota Akira Kurosawa- del recurso de la segunda toma, en plano general y de espaldas, para suplir cualquier deficiencia interpretativa. Pero, infortunadamente, el filme comienza a agotarse con sus excesos melodramáticos, sus repetitivos cantos corales, y su culto a la personalidad de la maestra, llegando a alcanzar ¡150 minutos! para mostrarnos 18 años de su ejercicio en la docencia.
Creo que, con una edición rigurosa, de VEINTICUATRO OJOS podría extraerse un filme relevante. Tiene suficientes personajes muy bien consolidados, y su compromiso con la vida, rompiendo a la vez con las más rancias tradiciones, está plasmado con una calidez que sensibilizará a muchos.