Vampire
Sinopsis de la película
Drama centrado en un joven que anhela sangre y para conseguirla se dedica a buscar a mujeres suicidas por internet. Para conseguir la satisfacción plena en chupar la vida y sangre de estas mujeres, este se dedica a enamorarlas antes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vampire
- Año: 2011
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
5.9
54 valoraciones en total
7 años tuvimos que esperar para ver un nuevo largometraje de Shunji Iwai, aunque el director tampoco estuvo quieto durante este tiempo. Por un lado se centró en tareas como productor y guionista para films de jóvenes directores, los cuales intentaba proyectar a través de su productora Rockwell Eyes. Films como la recomendable Rainbow Song (2006), Bandage (2010) o Halfway (2009).
Obras interesantes y que a pesar de no estar dirigidas por Iwai tenían inevitablemente la marca de estilo del director. Para 2008, Iwai participó en el film de segmentos New York, I love you (2008) dirigiendo a Orlando Bloom y Christina Ricci en su correspondiente pieza corta. Aunque Iwai, durante estos años destacó en el campo del documental realizando en 2006 The Kon Ichikawa Story, sobre la vida del célebre director japonés, una de sus máximas influencias cinematográficas, o el interesante Friends after 3.11 (2011), un documento insólito en el que Iwai ejerce tanto de director como de narrador, explorando la catástrofe de Fukushima prácticamente recién sucedida y yendo a los lugares devastados con varios directores de cine reflexionando sobre el desastre. Un documental que analizaremos próximamente.
Pero fue en 2011 cuando Iwai decidió aventurarse en el panorama independiente americano, realizando una suerte de co-producción para embarcarse en un nuevo largometraje de ficción, titulado Vampire. La primera apreciación que puedo expresar es que estos 7 años no le han sentado nada bien al director japonés, tanto, que Vampire no parece haber sido dirigida por el mismo Iwai que nos deslumbró con Todo sobre Lily (2001) o Historia de Abril (1998), pese a mantener ciertos puntos de unión con su anterior filmografía.
Vampire relata las vivencias de Simon, profesor de biología, que tiene curiosas apetencias: le gusta beber sangre. El problema es que no disfruta asesinando gente, por lo que su estrategia es buscar a través de Internet personas que quieran suicidarse (chicas claro, no es tonto) y que tras seducirlas, las ayuda a morir.
Iwai se inspiró para crear el guión de Vampire tras haber tenido la idea de presentar a un asesino en serie que fuera amigo de sus victimas, atrayéndole la cuestión de si las victimas colaboraban con su asesino para ayudarlas a morir. ¿Se consideraría asesinato o suicidio?.
El planteamiento es bien interesante y se ve condensado estupendamente en los primeros 15 minutos. El arranque de la obra te llena de intriga, misterio y suspense frente a lo que estamos viendo hasta que descubrimos las intenciones tanto de Simon como de su potencial victima.
Podríamos decir que tras este más que curioso arranque cargado de una idea de base muy interesante, ya no hay nada más. Vampire se dedica a dar vueltas una y otra vez sobre la misma idea sin llegar a ningún lado claro. Ni explora en profundidad la psicología del personaje ni evoluciona sus planteamientos hacia otros terrenos.
No ayuda nada el papel protagónico de Kevin Zegers (interpretando a Simon), y quien realiza una interpretación verdaderamente sosa y anti empática. Simon resulta un personaje antipático y por el que no sentimos el menor interés o aprecio, por lo que el núcleo por el que pasa el film se hunde.
La película presenta ciertos guiños o lugares comunes a la anterior filmografía del director, como son los oscuros usos de Internet, el vacío existencial de la juventud o el suicidio, pero los momentos surrealistas y escabrosos que en films como Picnic (1996) funcionaban como un tiro, en Vampire resultan poco acertados.
Es curiosa la imagen de la madre de Simon, enferma de Alzheimer, atada con globos para mejorar su movilidad en casa, pero la escena en que la pobre mujer salta de la ventana de su habitación y aterriza suavemente en la calle gracias a los globos sobraba.
El film recorre terrenos explorados anteriormente en referentes como Martin (1977), la humanización del vampirismo y presentarlo como una enfermedad o una adicción, pero no es tratado de una forma mínimamente interesante.
Visualmente, la impoluta imagen digital de Vampire no sienta demasiado bien a este nuevo cine de Iwai. Digamos que el estilo del director bebe mucho de la estética de los 90 y del mundo del videoclip, así que esta modernización a nivel visual de su cine, opino, le deja poco margen de maniobra.
Iwai hace uso de habituales en el apartado actoral y se agradece al menos la presencia de Yu Aoi como alumna de Simon, y quien tiene ciertas ideas suicidas (la chiquilla parece que no haya pasado el tiempo para ella, está igual). Aoi protagoniza los momentos más tiernos y destacables del film. Para fanáticos del cine de terror, Iwai recupera durante unos minutos a Katherine Isabelle, quien hacía de mujer lobo en la trilogía Ginger Snaps.
En definitiva, Vampire no supone el regreso triunfal a la ficción de Shunji Iwai. Un film con ideas de base interesantes y prometedoras pero lastradas por un metraje que no deja de dar vueltas sobre lo mismo y un personaje protagonista bastante insufrible.
Por lo menos la escena final con Simon y una joven víctima, lista para morir pero que antes aprovecha para realizar algunos pasos de ballet (como despidiéndose de su propio cuerpo), es destacable y acaba por dejar un sabor de boca algo mejor.
Vampire se presentó en el Festival de Sundance de 2011 y la crítica fue mixta aunque eso no evitó que el film ganara el Prize en el Festival de cine de Estrasburgo 2011 o una Mención Especial en el Fantasia Film Festival del mismo año. Vampire es, por el momento, la primera y ultima incursión americana de Shunji Iwai, pues el director parece que decidió volver a los orígenes y regresar al cine puramente japonés en 2015.
(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Dos horas separan la primera escena de Vampire de la última y aunque no se hacen muy pesadas desde luego tampoco puede decirse que el viaje merezca del todo la pena. Shunji Iwai, uno de los narradores más reconocidos del cine japonés independiente aborda en este caso un tema tan dado al exceso como es el suicidio y se atreve además a reconfigurar los códigos del vampirismo desde un punto de vista casi abstracto para dotar a su personaje principal de un poco de chicha que de otra forma no tendría. La trama sigue así la historia de un hombre que busca sangre de aquellas jóvenes que quieran suicidarse.
Como en el resto de la obra de Iwai, aquí prima el silencio sobre la palabra y sobre todo, la mirada sobre la acción verbal. Hay un tono lírico en el film que no funciona del todo y es una pena porque lo que podría ser su arma principal, distintiva, termina por ser aquella que la entierra. Es también una pena que Vampire funcione como un ejercicio tan sutil que al final todo quede en la mera anécdota: el personaje principal no tiene mucha fuerza y sólo algún secundario (Rachael Leigh Cook está adorable) consigue que la cosa despegue a pesar de que haya escenas de impacto y momentos en los que ese pretendido lirismo funciona, aunque son los que menos.
Vampire es así un film que tanto puede defenderse como atacarse pero que personalmente encuentro tan inofensivo y correcto como carente de potencia y verdadera energía, a pesar de que trata un tema terrible que podría haber dado muchísimo juego con otro tono. Queda para el recuerdo su prólogo, que si fuese un corto independiente al menos podría recomendarse. Total, que se puede ver pero que tampoco apasiona a pesar de mantener el interés y tener algún punto irónico destacable*.
No es una película sencilla de ver. El planteamiento de la muerte desde el lirismo no deja de ser inquietante siempre.
Es despareja, es lenta, el protagonista no termina de dar la medida, la banda sonora se impone demasiado por momentos, la historia no termina de cerrar, y podríamos seguir sumando elementos que hacen que no sea una gran película. Hay diálogos que se estiran y silencios que por momentos hacen caer el filme en la más pura nada.
Dicho esto, vamos a intentar explicar porque debe verse esta película. En primer lugar estamos ante una propuesta muy inteligente, que plantea el tema del vampirismo desde un ángulo muy contemporaneo y nada fantástico, lo que no es poco. Por otro lado está la gran seductora, la histórica amante de los poetas de todos los tiempos, especialmente en el romanticismo: la muerte. Aquí adquiere una condición casi metafísica. Los suicidas que buscan (y encuentran) su Dr. Muerte y, dejando de lado la vieja y trillada idea del coqueteo erótico que conlleva la relación, aquí víctima y victimario juegan sus roles sin violencia, sin desbordes, y (aunque la historia no temina de sostenerse) trepan por momentos hasta escenas de una intensa poesía, de un lirismo que conmueve, y aquí está el mayor mérito de la película, adjudicable sin duda al director Shunji Iwai, y a las jóvenes actrices que resuelven en poesía los momentos más intensos de la cinta.
Recomendable para paladares exquisitos y espectadores dotados de paciencia, esos momentos en que la escena despega de la pantalla para convertirse en poesía justifican la espera.
En spolier alguno de esos momentos, según este modesto espectador.
En contadas ocasiones, duele un poquito el alma (o, para los escépticos, la ausencia de esta) al contemplar una obra de arte, ya sea una novela, una pieza musical, o un largometraje de Shunji Iwai.
Occidental en su formato, asiática en contenido. Pero, al alejarnos de esa dicotomía, lo que podemos asegurar es que Vampire es puro Iwai. Situada en la Canadá contemporánea, el filme nos habla sobre un joven y solitario profesor de biología, Simon, que soluciona sus cuestionables y severos problemas de hematofilia convenciendo (o directamente, engañando) a mujeres suicidas que encuentra por la red para aprovechar su sangre.
Durante sus dos horas, pude apreciar que el director trata tres temas simultáneamente. Por un lado, la soledad propia de la vida en sociedad, la complejidad de internet (ya explorada en la gran Todo sobre Lily Chou Chou) y el suicidio, la muerte y sus opuestos, el amor (y la sexualidad) y la vida. Eros y thanatos. A través de un periplo de jóvenes debilitadas emocionalmente y trayectos en coche, Simon, y el espectador, analiza constantemente la moralidad de sus acciones.
Que quede claro que en ningún momento se nos presentan vampiros reales, a la antigua usanza, y no provoca miedo ni desagrado: es más, la fotografía es simplista y MUY preciosa, así como la música y la caracterización.
Muchos la podrán tildar, no sin razón, de sosa y falta de vitalidad. Y aunque es cierto, diré en su defensa, que Vampire es una película que sufre de hematofilia, hemofilia, vampirismo clínico y palidez. Y le sienta genial para transmitir. Y esto es, que duela un poquito el alma, sin pasarse, y recordar que seguimos vivos, y que la sangre fluye en nuestro cuerpo.
No so soy partidario de los montajes con diálogos intrascendentes y alargados en exceso. Vampire tiene muchos de esos. Sin embargo, también posee ideas muy buenas y, sobre todo, un punto de inflexión hacia el final del film de gran belleza y poderoso significado. Es de justicia decir que ese gran momento cura muchas de las heridas sufridas por el espectador a causa de un montaje y una puesta en escena que bordea lo tedioso. Sé que el ritmo narrativo del cine oriental no se ajusta a los patrones que a mí más me convencen pero lo que no puedo hacer bajo ningún concepto es negar la propia experiencia: estuve a un paso de caer en el aburrimiento en un buen número de escenas de la película. En mi opinión, el potencial que atesora la genial idea de la que parte la peli de Shunji Iwai -un vampiro que busca en la web mujeres suicidas con las que alimentar su necesidad de sangre- se ve debilitado merced a una lentitud en el ritmo de las escenas y del propio montaje en conjunto. Además, desde que muere la primer chica hasta que vuelve a darse un punto de inflexión más potente pasa demasiado tiempo, cosa que el cinéfilo simple no suele perdonar.
No puede negarse, por otra parte, la capacidad de Iwai para crear una ambientación propia y perfectamente definida. Tener un estilo narrativo personal no es algo de lo que pueden presumir demasiados directores. Por ello, aunque a mí me resulten fallidos su montaje y su puesta en escena, estoy convencido de que a otros seguramente les parecerá un lenguaje cinematográfico estimulante y profundo. Iwai, que es de los que gusta ocuparse de casi todo -además de director es guionista, responsable de la fotografía del film y compositor de su banda sonora-, logrará emocionar a muchos, aunque a mí sólo ha conseguido conmoverme con la fabulosa escena de la nevera en la casa del personaje interpretado por Adelaide Clemens. El cineasta japonés tiene talento pero se decide por un estilo que no capta mi atención. Esperemos que se occidentalice con el tiempo. Lo digo sin complejos así que al que le pique, que se rasque.
Vampire es una película que merece ser vista. Como ya he explicado, a pesar de no haberme conquistado, posee las suficientes virtudes como para que el cinéfilo simple que ame el subgénero vampiresco se gaste unos cuantos euros. Por otro lado, no se esperen una cinta de terror al uso. El film de Iwai es un drama que habla de un hombre particular que debe solucionar una situación particular. Es decir, no es una peli de miedo. El que no necesite más que un 6 para sentarse en una butaca de cine, no quedará defraudado por Vampire.