El sargento inmortal
Sinopsis de la película
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Durante la campaña del Norte de África, Colin Spence, un cabo de infantería canadiense, en sus horas de soledad rememora toda su existencia, sabiendo que podría estar viviendo sus últimos momentos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Immortal Sergeant
- Año: 1943
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
6.3
84 valoraciones en total
En 1912 el territorio de Libia pasó a formar parte de Italia, tras ataques italianos a Egipto, los ingleses que controlaban esa zona mandaron una contraofensiva, hecho que hizo intervenir a las fuerzas alemanas, aliados de los italianos.
John M. Stahl, director con bastante talento, consigue construir un buen drama bélico, basado en una novela de John Brophy, como una especie de homenaje al Sargento Kelly, un hombre curtido en la batalla.
Rodeado de dos actores fenomenales como es el caso de Thomas Mitchell como ese sargento, y del actor de la mirada profunda, Henry Fonda, que encarna a un civil normal, que se alista en el ejército, como diría Hitchcock, El perfecto hombre de la calle.
La ambientación es perfecta, los planos en los que vemos la angustia reflejada y los recuerdos en la mirada de Fonda es conmovedor.
Una película que parece olvidada y la verdad que es una lástima.
Drama bélico con tintes románticos cuando un hombre normal, un ciudadano de la calle, apocado y temeroso, se enrola en el ejército huyendo de sus miedos y sus fracasos, incluso del amor por ser un cobarde, por no afrontar sus miedos, y allí conoce a un viejo sargento hecho a sí mismo, un hombre rudo y cabal, que le deja al mando de sus hombres para que les saque del desierto y les lleve a la base.
Un continuo querer y no poder, un mar de dudas, de complejos y de miedos asaltan al protagonista, el hombre de la mirada intensa, profunda, Henry Fonda, enamorado, como yo, de una preciosa pelirroja, Maureen OHara, a la que no es capaz de declararse, y al que el fantasma del Sargento Kelly, interpretado magistralmente por Thomas Mitchell, le infunde el valor necesario para cumplir con su deber.
Olvidada a pesar de ser muy especial. Notable, 7.
Buena película, que no tiene francamente nada muy destacable, pero se aparta un tanto del resto de producciones bélicas de la época, prácticamente todas encuadradas en el cine de propaganda, dado que todavía Los Estados Unidos estaban en plena II Guerra Mundial.
El guión se adentra de lleno en el cine puramente bélico, pero también en el cine romántico y sobre todo humanístico, es decir, en la profunda reflexión que el ser humano aborda cuando está inmerso en una extraordinaria situación donde su vida corre indudable peligro y puede perderlo todo, incluso sus recuerdos.
Stahl, como siempre en su cine, no duda en abordar temas universales como el miedo, la soledad, el amor, los recuerdos, el valor, determinación y miedo, y las oportunidades quizás perdidas pero que bien pudieran recuperarse.
Exquisitas interpetaciones, sobre todo una vez más del gran Thomas Mitchell, como el sargento al que hace referencia el título, buenas escenas de acción (el ataque de los aviones a los yeeps en el desierto), y estupendos diálogos, basados en la novela de John Brophy.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Aportación de John M. Stahl, un gran director de melodramas, a la causa de la guerra. Estamos en 1943 en pleno conflicto mundial y todos los directores de Hollywood se apresuraron a poner su granito de arena haciendo films de propaganda bélica que ayudase a elevar la moral de la población.
En el caso que nos ocupa, el resultado es una estimable cinta que cumple con su cometido aleccionador, al mismo tiempo que nos ofrece una buena cinta con buenos momentos de acción bélica pero dándole un tratamiento intimista y humano, donde nuestro protagonista realiza un ejercicio de introspección que le ayudará a afrontar la guerra y a vencer sus debilidades.
Una cinta hoy ya olvidada como casi todas las que se hicieron para la causa, es sin embargo, muy apreciable. Con un Henry Fonda interpretando al ciudadano medio, tímido y apocado, honesto pero inseguro, cuya personalidad experimentará una transformación, una Maureen O´Hara preciosa como siempre y Thomas Mitchell, interpretando al sargento curtido en mil batallas, la película resulta agradable de ver. Ingenua, pero entretenida y emotiva.
188/24(25/10/19) Inane drama bélico con insertos de romance, dirigida por el especialista en melodramas John M. Stahl para 20th Century Fox, encuadrada en la corriente de esfuerzo bélico en ayuda del ejercito USA, realizada en plena vorágine de la contienda de la WWII, para remarcar esto aún más en los créditos finales recomiendan a los espectadores que compren bonos de guerra. El guión de Lamar Trotti (Cielo Amarillo) adapta la novela homónima de John Brophy, ambientada en el desierto del norte de África (concretamente Libia) durante la Segunda Guerra Mundial (primera película estadounidense en retratar a las tropas británicas en acción en este desértico escenario), protagonizada por Henry Fonda como un manso cabo que carece de confianza tanto en el amor como en la guerra, Maureen OHara como su anhelo parareciendo en flash-back, y Thomas Mitchell como el sargento que da título al film. Es una mezcla un tanto pastelosa de romance y cine de guerra, donde se intenta proyectar que ser un combatiente puede ser una buena terapia para acabar con sus miedos y ser valiente para afrontar los retos de la vida. Una moralina muy cogida con pinzas, supongo para alentar a la gente a alistarse en la soldadesca para que así pueden ser mejores personas y por supuesto más valientes, como para decirle a un amigo que o manda u telegrama o lo matará (literalmente!). Stahl intenta conjugar su gusto por el melodrama en las escenas retrospectivas, con las secuencias en presente en el desierto de la bullente guerra, pero lo que le queda es una plana película que no despierta emoción alguna, producto de propaganda con influencias a La patrulla perdida (1934) de John Ford y Beau Geste (1939) de William Wellman, que más que incidir en el patriotismo, quiere apelar a los instintos de que la guerra puede ser revitalizante con sus experiencias para que madures a mejor y olvides atrás la baja autoestima. Donde el belicismo se resuelve en varias escenas de acción rutinarias (hay un ataque de aviones, un ataque a una patrulla italiana, y un choque con un grupo de alemanes) y el romance resulta cuasi de vergüenza ajen en su exposición, trazado a base de momentos grimantes, súmese unos diálogos sin sustancia, artificiosos y prefabricados, y todo coronado en un rush final sonrojante (spoiler). Siendo lo más estimable de esta pasable cinta las actuaciones de Henry Fonda y el gran Thomas Mitchell, y en un rol plano pero con un esplendor y belleza maravillosa la radiante pelirroja Maureen O’Hara. Que una película sea propagandística no debe ser acicate para ser ordinaria, el ejemplo claro puede ser comparar este largometraje con otro hecho este mismo año 1943 con el mismo escenario y que es muy mejor como Sahara de Zoltan Korda. Después de la finalización del rodaje, Fonda se unió a la Marina, prefiriendo no discutir este papel patriótico (que, según los informes, despreciaba). Pasó el resto de la guerra en el Pacífico Central como oficial de inteligencia de combate aéreo, recibiendo una Estrella de Bronce y una Citación Presidencial.
Es un film que se ve con la misma facilidad que se olvida, hay elementos ya vistos en este tipo de marcos, como una patrulla perdida, desorientada, con falta de alimentos y de agua, con soldados que caen en la desesperación, los sacrificios por el bien mayor de la patrulla, la búsqueda de un oasis, y por medio encuentros con el enemigo poniendo a prueba su valor y heroísmo, nada se sale de los patrones preestablecidos, si acaso la inclusión de los innecesarios insertos de la relación del protagonista Spence con Valentine. Estos recuerdos resultan forzados, reiterativos en su idea, y marcando a fuego, sin una mínima sutileza el mensaje de la cinta, exponiendo un chirriante vértice de un triángulo en la figura de un pomposo y arrogante Tom Benedict (encarnado de modo elegante por Reginald Gardiner), y en medio n una Maureen O’Hara fulgente en su beldad pero muy desaprovechada, en un rol esbozo sin alma, mera percha de su partenaire.
El film es ante todo un retrato de personalidad, siendo el núcleo Colin Spence, un tipo exhibido como un pusilánime, débil, inseguro, acomplejado, dubitativo, incapaz de decir a la mujer que quiere que la ama. Esta fragilidad se ve shockeada en la guerra, cuando por mor del destino debe hacerse cargo de una patrulla perdida en medio de la nada, teniendo como expoleador de su espíritu en momentos de crisis el recuerdo su sargento (autosugestionándose con su impulso: Si quiero algo que valga la pena en esta vida, tengo que luchar por ello. No es malo que un hombre aprenda, es… o una nación? Luchar!), ganando en confianza. Henry Fonda lo embiste con su habitiual naturalidad, pero se nota algo encorsetado y constreñido en sus capacidades.
Thomas Mitchell como el veterano sargento Kelly es el que mejor aprovecha su labor, demostrando carisma y fescura en su rol, irradiando empatía y don de gentes, Maureen OHara como Valentine, como ya he comentado, resulta una presencia de florero precioso.
La puesta en escena resulta funcional, rodándose para recrear el desierto de Líbia en el de Mojave (Arizona), también se filmó en Yuma (Arizona), en Malibu Lake (California-USA) qiue es donde Spence y Valentine se bañan en un lago, además se rodó mucho en los 20th Century Fox Studios (Los Angeles-California-USA), con cantarines fondos pintados.