Vacaciones de ferragosto
Sinopsis de la película
Gianni, un romano del Trastevere, vive con su madre viuda. La víspera del ferragosto, el administrador de la comunidad le hace una sorprendente propuesta: que acoja a su madre en su casa durante los dos días festivos. A cambio, le ofrece perdonarle las deudas que ha acumulado durante años en gastos de la comunidad. Gianni acepta, pero resulta que el administrador se presenta con su madre y,además, con su tía. Poco después su amigo y médico de cabecera le lleva también a su madre. Gianni, agobiado, se dedica heroicamente a tener contentas a las cuatro mujeres.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pranzo di ferragosto (Mid-August Lunch)
- Año: 2008
- Duración: 75
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Opinión de la crítica
6
100 valoraciones en total
Vacaciones de Ferragosto se ha convertido de forma inesperada en el sleeper de este verano. En una de esas decisiones inexplicables de los espectadores, esta película mínima lleva un montón de semanas en muchos cines de España. Y digo inexplicable porque la pobreza de la que hace gala esta película italiana es alarmante.
Vacaciones de Ferragosto es la curiosa historia de un hombre maduro que vive con su peculiar y anciana madre, y que, a su edad y en el paro, no encuentra nada que le ilusione. Pero un día de verano la rutina diaria cambia bruscamente cuando diversas y disparatadas circunstancias le llevan a compartir dos días de su vida con su encantadora (¿) madre y otras tres simpáticas señoras de edad avanzada.
Bueno, pues esta historia no pasa de ser una anécdota supuestamente graciosa, y seguramente debiera serlo, pero el director y protagonista carece de habilidades como director y carisma como actor.
La acción se desarrolla en un pequeño y viejo apartamento del Trastevere romano con alguna pequeña escapada al exterior. Pese a la luz del exterior, el apartamento siempre da la sensación de estar oscuro, y esa oscuridad se transmite a unos personajes que lejos de resultar vivos e ingeniosos a mí me resultan deprimentes. Tal vez en manos de otro director la película sería totalmente distinta, pero Gianni Di Gregorio se muestra torpe y absolutamente vulgar en su trabajo como director. La cámara de Di Gregorio transmite desidia, y como ejemplo hay una conversación en la que todo lo que vemos en pantalla durante bastante tiempo y en primer plano es la parte posterior de la cabeza de una de las protagonistas.
La mayores alabanzas que se esta llevando la película recaen en la gracia y el desparpajo de esas cuatro mujeres, y en el hecho de que no sean actrices profesionales. Desgraciadamente el que no son actrices es algo que se nota de lejos. Su presencia puede despertar simpatías, pero difícilmente se puede decir que interpreten.
Esos dos días de convivencia hacen que los personajes acaben la película de forma más optimista, pero el espectador se encuentra cansado de tanta mediocridad disfraza de buenas intenciones. Y eso que solo dura una hora y cuarto.
Como curiosidad diré que la vi el mismo día que Enemigos públicos, y durando la mitad de tiempo se me hizo el doble de larga.
Todas las cosas buenas, los hombres sensatos tienen que pedirlas a los dioses. O, en su defecto, a Gianni Di Gregorio que es un dios menor del nuevo cine italiano. Gianni nos deleita con una delicadísima mirada en Pranzo Di Ferragosto, un film poco habitual por esa extraña perturbación estética hacia la juventud a la que tiende occidente.
Un romano del Trastevere vive en la casa familiar con su madre viuda. El día antes de ferragosto, le sorprende una propuesta muy poco habitual. A partir de aquí, sucede lo esperadamente inesperado y la frescura invade la vieja casa en el centro de Roma.
Maravilla la ternura, la cotidianidad, la cosa simple, las buenas personas. Es más que un elogio a la arruga, se trata de un manifiesto por la dignidad de nuestros mayores, pero nada que ver con la moda panfletaria del cine progre. Sorprende la vitalidad, la alegría, el entusiasmo por no terminar, el trato amable, el trato sincero, el trato entre iguales. No te deja indiferente. Lleva el sello de los resultados extraordinarios
Vodevil manufacturado con muchísima paciencia. Todas las actrices: soberbias. Gianni haciendo de Gianni. El guión no puede ser mejor. No tengo palabras para el homenaje doble a Moretti y Pasolini. Gianni Di Gregorio pone luz donde había tinieblas. Cosas de dioses menores.
Sencilla, fresca y divertida. Pocas palabras para definir un film de tan escaso metraje, que te alegra el poco rato que pasas mientras lo ves, y que ofrece una ligera renovación a esas comedias de toma-y-daca de situaciones, diálogos y momentos cómicos, haciendo de Vacaciones en ferragosto una experiencia muy, pero que muy grata.
Podría, sin embargo, haberse quedado en algo tan sencillo como lo que propone su historia, pero Di Gregorio, fantástico debutante de esta minúscula joya, ofrece una auténtica lección sobre cómo se debe dirigir, y ya no hablo simplemente de elementos técnicos. Las interpretaciones, principal reto de un realizador siempre y que se quiera lograr un buen resultado, son aquí impecables: ni hay nada que achacar, ni en los momentos de mayor énfasis la cosa se le escapa de las manos al cineasta italiano. Así pues, se puede decir sin ningún tipo de rubor que los personajes están dibujados de modo notable e interpretados con excelencia algo que, en un film con roles como los que aquí se nos presentan, resultaría de lo más complicado para cualquier otro.
Partiendo de una base tan curiosa como atípica, se logra que las sonrisas atraviesen la pantalla y todo se vea impregnado por el descocado aire que ofrecen unas situaciones que logran la complicidad de un público constantemente atento gracias al puñado de buenos instantes que se le regalan, y a la magnífica compenetración que se entrevé en el trabajo actoral.
Por si fuera poco, los detalles de Di Gregorio a la dirección resultan tan genuinos como interesantes, y terminan por pulir Vacaciones de ferragosto con una banda sonora maravillosa y una fotografía que, sencillamente, termina de ofrecer al espectador un pequeño paraje en el que perderse poco más de una hora, y salir con una sonrisa bien grande.
Película a mitad de camino entre la comedia y el falso documental Vacaciones de ferragosto supone el debut como cineasta del italiano Gianni Di Gregorio, co-guionista de Gomorra , que pese a no ser conocido por el gran público tiene a sus espaldas una amplia trayectoria en el cine como guionista y ayudante de dirección.
La película aunque es ficción tiene muchos tintes autobiográficos. Según cuenta el propio director en el verano del año 2000 el administrador de la comunidad de propietarios, sabiendo que en ese momento era moroso, le propuso ocuparse de su madre durante las vacaciones de ferragosto. Gianni di Gregorio se negó en un acto de dignidad pero siempre se preguntó que hubiera sucedido si hubiese aceptado la propuesta. El resultado a esa pregunta es esta entrañable película.
El papel principal lo interpreta el propio director por ser el que más se asemeja en la vida real al protagonista: hijo único que vive con madre viuda y al que su mujer e hijas han abandonado.
Los papeles de las ancianas están interpretados por señoras que nunca habían actuado pero que desarrollan una personalidad y espontaneidad extraordinaria y que hicieron que la historia cambiara en función del humor que tenían.
Los demás, el doctor y el amigo del Trastevere, son amigos de la infancia del director.
Pese a que está narrada en clave de comedia y que tiene algunos momentos realmente divertidos el trasfondo es bastante amargo ya que nos habla con enorme sinceridad y frescura de la soledad del mundo de los ancianos y de lo vulnerables que son en un mundo que avanza con paso acelerado sin saber adónde va porque ha olvidado su historia y que teme a la vejez y a la muerte e ignora que lo más valioso es la calidad de los sentimientos.
Película muy recomendable que uno desea que se alargue un poco más en el tiempo -sólo dura 75 minutos- y que para mi ha supuesto una bocanada de vitalidad y de frescura pero que al mismo tiempo me ha hecho reflexionar mucho sobre su aparente sencillez argumental.
La película es un canto a la buena educación. Si, como dice nuestro sabio Refranero, las penas con pan son menos , la tesis de la película sería: las penas por la falta de pan, con buena educación son menos .
Cinco protagonistas con personalidades muy distintas, pero con el denominador común de la buena educación, coinciden en un momento dado en un recinto reducido, y las incomodidades, que resultan en un principio sobrellevables a base de buena voluntad, se transforman en satisfacciones cuando se confirma en carne propia que la compañía es el único antídoto contra la soledad. Con estos mimbres no se hace un cesto, se me dirá. Pues no estén Vds. tan seguros.
La relación entre madre e hijo engancha por el derroche de cariño y complicidad. A destacar los diálogos que mantienen en los que se entienden sin esforzarse, se reconfortan sin desahogarse y discuten sin alterarse.
El punto fuerte de la película es su comicidad sin necesidad de sobreactuaciones ni de estridencias. Quizás el final decepcione, pero en realidad lo marca el metraje habitual. A esas alturas ya está todo dicho porque, quizás por buena educación, el guionista no ha querido recurrir a la truculencia que tenía al alcance de la mano.
La primera escena es magistral porque revela como se puede sacar jugo a las cosas más sencillas con sensibilidad y atención al detalle. Es la tónica de la película: como en el arte bizantino, la idea de conjunto la proporciona la acumulación de detalles muy trabajados.
Es una muestra más del cine humanista que afortunadamente goza de buena salud en los últimos tiempos. No todo en la vida son mujeres despampanantes, hombres atléticos y frenética acción. La vida también late o, para ser más exactos, late con mayor intensidad —la que le da el ceñirse a la realidad—, en otra serie de especímenes humanos, cuyas energías están condicionadas por la edad avanzada, a los que se suele negar el foco.
En definitiva, una película con un punto de ternura, que provoca la sonrisa, y en determinadas secuencias la risa abierta e irreprimible, unos personajes a los que apetece besar en algún momento, y un acta de fe de vida que no se deja archivar.