Unlucky Monkey

4 comentarios en «Unlucky Monkey»

1. ¿Y qué pasaría si un día te sonríe cayéndote en los brazos un bolso lleno de dinero? Unlucky Monkey desarrolla a partir de un golpe de suerte, un verdadero día para olvidar.
   
   Unlucky Monkey entrelaza dos historias, dos malos entendidos, y una serie de bizarrísimas situaciones. Por un lado está Yamazaki, un ingenuo y torpe ladrón de bancos, por el otro, una banda yakuza a la que todo le sale mal. Y claro… el bolso.
   
   La historia en sí es interesante, y si bien arranca con fuerza, Unlucky Monkey se toma su tiempo para ir ahondando en ambas. Dicen que el que mucho abarca poco aprieta. Y a veces da esa sensación, sin embargo sabe recuperarse y narrar una historia entretenida y original, que solo a ratos tropieza y se pone coja, pero que en general camina muy bien.
   
   Como buena película japonesa es inevitable que por momentos desconcierte. En ello no hay nada extraño y por lo demás ahí radica el sello japonés.
   
   Lo más digno de destacar es el tratamiento narrativo que le da Sabu. Porque Sabu es un genio al momento de estructurar el ritmo. Música bien escogida, planos intrépidos, fugaces, de gran belleza. Fulminantes a la hora de poner énfasis en lo que busca destacar. Sabu se maneja muy bien ensamblando escenas. Lo demuestra una vez más. Y no cabe a discusión que su principal talento como director recae precisamente en ello: en su forma de montar.
   
   Unlucky Monkey es una historia entretenida y con una fuerte carga psicológica que recuerda al cuento El corazón delator de Edgar Allan Poe, aunque claro… sin ese toque gótico, ¡todo lo contrario!, Unlucky Monkey es humor negro en su máximo esplendor.
   
   Desarrollar humor negro en base a la angustia y al remordimiento es una proeza, y que predomine lo cómico ante todo hace de Unlucky Monkey una película singular.
   
   Si bien no es de las mejores cartas de presentación para adentrarse en el cine de Sabu, Unlucky Monkey cumple con entretener. Y no es la mejor, en parte, porque no consigue terminar con la intensidad demostrada a lo largo de la película. Queda la sensación que optó por el desenlace fácil. He ahí su pecado

2. Porque parece que a este director le gustan los perdedores y desgraciados: Tipos que, sin comerlo ni beberlo, se ven inmiscuidos en situaciones que se les echan encima sin ni siquiera darse cuenta.
   
   En esta ocasión, todo gira entorno a un muchacho que, decidido a atracar un banco, se verá envuelto en una incómoda situación tras huir con el botín del modo más afortunado posible y apuñalar a una chica accidentalmente (sí, como lo oyen, accidentalmente).
   
   El mayor acierto de la cinta, es la inteligencia vertida en ella. Pero no nos confundamos, no hablo de inteligencia entorno a su entramado (como ya sucedía en su anterior film Postman blues ), sino de inteligencia en el uso de los recursos para desarrollar una historia de lo más pintoresca, con algunos momentos de gran mordacidad y comicidad, otros de lo más turbios y desconcertantes y un (de nuevo) descacharrante final que bien seguro descolocará a más de uno.
   
   Aquí, el uso de esa fotografía con iluminaciones de lo más variopintas resulta una baza interpretada con ingenio, resultando esos tonos verdosos tirando a grisaceos los momentos mejor conformados y de mayor envergadura.
   
   El pulso de Tanaka al trasladar algunas secuencias en pantalla es verdaderamente admirable, pues sabe reportar las sensaciones más idoneas en cada ocasión, eso sí, ayudado por la formidable interpretación del protagonista absoluto del film.
   
   De este modo, y adquiriendo en algunos de sus compases matices de lo más serios, Unlucky monkey queda como otra curiosa propuesta donde la tenacidad va dando vida a un argumento que satisfará a los más entusiastas de las cintas con un tono distinto y ofrecerá una bocanada de aire a los que estén hartos de mánidos thrillers que se repiten uno tras otro.

3. Unlucky monkey es la última película editada por ahora en España del genial realizador nipón Sabu. Una vez más el director nos presenta a un perdedor, un anti héroe, un don nadie que se ve involucrado de la manera más absurda en una serie de conflictos con la mafia y delincuentes varios.
   
   Pero esta vez Sabu no sorprende, echamos en falta su crudo e hilarante sentido del humor y al contrario que Postman Blues y Monday que empiezan con un ritmo aletargado pero que terminan siendo frenéticas y apabullantes, el metraje de Unlucky Monkey transcurre enteramente con un tempo demasiado lento.
   
   A pesar de todo es posible encontrar pinceladas de inspiración y del buen hacer del director, los diálogos están bien trabajados y nos sumergen en un mundo surrealista y algo onírico, con escenas muy destacables.
   
   En resumen, una cinta que se ve con la sensación de estar esperando algo pero ese algo nunca llega.

4. El director japonés Tanaka intentó innovar con un nuevo Thriller. Tratando de exponer la historia de un joven que, a partir de un mal atraco a un banco, se viera envuelto en un enredo entre gángsteres yakuzza.
   
   Unluky Monkey nos transmite algún mensaje interesante, aunque muy llano, como lo que es el bien y el mal y el arrepentimiento. También podemos disfrutar de la calidad lograda en la interpretación del protagonista.
   
   Pero dicho film, en su conjunto, es totalmente incoherente. Tanaka va a su libre albedrío, sin distinguir entre géneros ni cánones. Es una película llena de gratuidades surrealistas injustificables. Se dedica a hacer un proyecto desgraciadamente erróneo.
   
   Dicha falta de coherencia se hace patente, por ejemplo, entre el vínculo formado entre delincuentes y protagonista. Que es uno de los que podría dar más juego en la película.
   
   Por lo que hace a la presentación de los personajes, solo pone énfasis en el protagonista. Esto provoca una falta de ritmo brutal y la consecuente desinformación del espectador sobre los secundarios. Imagínense todo éste desorden plasmado en un género sin principios.
   
   En conjunto. Creo que Tanaka intentó algo pero se quedó en nada. Fíjense en lo gratuita que es la escena final. Aquí llega la culminación de lo que es palpablemente malo.