Una semana en Córcega
Sinopsis de la película
Dos viejos amigos llevan a sus hijas adolescentes a unas vacaciones en la playa y se tendrán que enfrentar a una situación muy incómoda: uno de los dos comienza una aventura con la hija del otro… Remake de un film de mismo título original, dirigido en 1977 por Claude Berri, y que a su vez tuvo otra versión norteamericana en 1984 ( Blame It on Rio ).
Detalles de la película
- Titulo Original: Un moment dégarement
- Año: 2015
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.1
40 valoraciones en total
Buenos paisajes, buenos actores, las chicas también lo hacen muy bien, pero la historia que no es nada original, creo que se queda a mitad de camino. Me parece que se le podía haber sacado más provecho al enamoramiento prohibido de la hija del dueño de casa con su amigo. En líneas generales lo pasas bien mirando la peli, pero te quedas con ganas de más. No tengo dudas que esta peli sin Cluzet ni Cassel sería mucho menos y ellos le aportan algo de vidilla a la historia..Para pasar un rato agradable y enamorarse de Córcega jeje..
No iba a escribir nada sobre esta mediocridad, y veo que muchos lo han hecho, pero me ha llamado la atención que haya aquí dos críticas tan extensas sobre algo que no merece mucho la pena.
El morbo, como se ha dicho, es el rollo entre una chica de 17 y un divorciado, el mejor amigo del padre de ella, del que se da entender que tiene 45, aunque aparenta cincuenta, que es más o menos la edad de Cassel.
La cosa no da más de sí. ¿Cómo se lo digo al padre? Y así la película se alarga artificialmente.
La reacción del padre ante el hecho de que la niña se lo haya hecho con un hombre de su edad es traumática, pero no pega nada con el final, que va en spoiler.
La película parte de una situación atípica y morbosa, con inevitables dramáticas consecuencias, pero se quiere tratar como una comedia con gente maja, casi en la frontera del cine para toda la familia , y eso es imposible. El resultado se queda en una especie de limbo, a medio camino de todo, sin gracia, sin drama y sin morbo, en el que solo la calidad de los actores aportan algo de interés y momentos verosímiles, con excepción de la lolita protagonista, que apenas cumple con su papel y no seduce.
La peli se aguanta, pero siempre al borde del aburrimiento.
Elegante comedia francesa, con algún toque amargo, y final abierto y nada convencional. Dos amigos frisando, o rebasando ya, la cincuentena se van de vacaciones a Córcega, a la casa natal de uno de ellos. Les acompañan sus hijas adolescentes. Una de ellas se enamorará del padre de la otra, que cederá una vez a la tentación. Después… Estupendo retrato, por una parte de los dos amigos, uno divorciado, el otro con problemas de pareja (su mujer se ha ido con unos amigos a Ibiza), que también intentan ligar con las chicas guapas que se cruzan en su camino. Por otra, las dos adolescentes, malcriadas, consentidas e impertinentes, como gran parte de la juventud actual, cuyo único objetivo en las dichas vacaciones es divertirse y follar, pasándose por el forro las consignas de sus tolerantes progenitores, aunque uno va de duro y el otro de amiguete y buen rollito. Cabe destacar, dentro de un nivel interpretativo superior (no podía esperarse menos de Cassel y Cluzet, perfectos en sus papeles), el descubrimiento de Lola Le Lann, la Lolita definitiva del siglo XXI, al menos de momento. Una niña mujer de interesantes volúmenes y curvas que padece rabietas cuando se le niega su juguete favorito, es decir, Laurent (Cassel), de quien afirma estar perdidamente enamorada, y que se encuentra en el ese momento particular de la vida en que la niña aún no ha dejado de serlo, aunque la mujer tire de sus instintos de manera irrefrenable. Todo ello aderezado con los espléndidos paisajes de la isla y una buena banda sonora de Philippe Rombi, que combina los fragmentos sinfónicos con una atractiva selección de canciones, desde Rihanna a Christophe, pasando por Trenet. Una película inteligente para gente inteligente y sensible, desde jovencitos de la edad de Lola hasta maduritos con hijas en edad de merecer. Ojito al parche…
Ahora que declina el verano y que la mayoría de la gente ha apurado sus vacaciones, llega el momento de pensar en lo que ha dado de sí el período estival y si ha aportado alguna respuesta a nuestras inquietudes. Porque muchos se toman vacaciones como una huida de la rutina y de las miserias cotidianas, pero lo cierto es que los problemas que tengan previamente no se solucionan por sí mismos y continúan ahí una vez que los días libres se han terminado. En vacaciones podemos tratar de hacer cosas que no hacemos en el día a día, quizá creyendo que disponemos de carta blanca para salir de nuestros límites, pero las consecuencias, positivas o negativas, se dejan notar igualmente. Aunque el buen tiempo pueda darnos alas para tratar de escapar a lo que se espera (o esperamos) de nosotros, la realidad sigue siendo la misma y tarde o temprano viene a pedirnos cuentas. Y algo así les sucede a los protagonistas de ‘Una semana en Córcega’.
Las tramas en las que un hombre maduro se ve envuelto en una relación platónico/amorosa/sexual con una mujer mucho más joven han sido ampliamente exploradas en el cine, sin ir más lejos en películas tan celebradas como ‘Lolita’, la adaptación de la novela de Vladimir Nabokov. Aunque han sido más frecuentes las historias donde el hombre mayor seduce a la jovencita, también hemos visto el lado inverso, donde es una mujer la que se hace con los afectos de un hombre más inexperto, como en ‘El graduado’ o ‘Harold y Maude’. Estas relaciones surgen siempre de la fascinación de la insegura juventud por la sensación de seguridad que se percibe en la madurez, cuando lo cierto es que el personaje más adulto tiene tantas o más inseguridades, al estar más curtido en decepciones de todo tipo. Incluso puede darse el caso de que sea el personaje joven el que acabe llevando la voz cantante en la relación y acabe aprovechándose y dañando al más veterano, que esperaba una oportunidad de encontrar un alivio a su amargura vital. Lamentablemente, Jean-François Richet no está a la altura de Stanley Kubrick, Hal Ashby o Mike Nichols y los resultados no son los mismos.
‘Una semana en Córcega’ sigue los patrones más convencionales, dignos de novela rosa y vodevil, que uno pueda imaginarse a la hora de afrontar la convivencia de un hombre de mediana edad con una adolescente. Él está divorciado, se conserva bien y tiene su atractivo físico, con una personalidad relajada que le hace ser un padre liberal con su hija. Ella es la hija de su mejor amigo, que le ha educado bajo unas normas más tradicionales y que sin embargo tiene un espíritu soñador que le lleva a sentirse atraída y a coquetear con ese hombre mayor que parece tener algunas respuestas a aquello que ella no entiende del mundo. Cuando la relación se consuma llega la hora de la comedia de enredo, con él tratando de ocultar la aventura a su mejor amigo mientras ella juguetea con él, sin importarle que se sepa la verdad. El mejor amigo es además un hombre algo neurótico y afectado por la relación con su mujer, por lo que la confesión se hace más difícil de afrontar. Como ven, la situación les sonará familiar de haberla visto previamente.
Muchas veces el problema del cine no es que las historias se puedan repetir (de argumentos ya vistos siguen apareciendo películas maravillosas), sino el modo de contarlas, que en el caso de las cintas más comerciales es siempre similar. Richet se deja llevar por lo más obvio en el retrato de esa relación con tintes prohibidos (aparte de ser la hija de su amigo, ella es aún menor de edad) y la enmarca en un entorno incomparable, como son los bellos parajes corsos en los que discurre esta trama veraniega. Laurent y Louna se dejan llevar por ese influjo mediterráneo y después deben apechugar con las consecuencias, pues no solo se trata de ellos, sino de las personas que están cerca y de las normas sociales, que no descansan ni en verano y a las que no les importan si ellos son más abiertos o más cerrados de mente. Es en estos apuntes dramáticos donde está lo más interesante de un filme donde la comedia ligera predomina. Con una trama parecida y un desarrollo más curioso se desarrollaba la reciente ‘Dos madres perfectas’, donde Naomi Watts y Robin Wright se intercambiaban a sus retoños, creando un lugar propio alejado de ciertas obligaciones.
Lo que no se puede negar en ‘Una semana en Córcega’ es que los actores escogidos dan el pego a la hora de dar vida a sus personajes. El rostro duro y turbio de Vincent Cassel le ha forjado cierta aura de sex symbol que le viene al pelo para interpretar a ese madurito que atrae la atención de la intrigante Louna, a la que Lola Le Lann le dota de ese encanto que la hace diferente de tantas otras adolescentes. Por su parte, François Cluzet, al que sus más de 30 años de carrera en el cine francés le han valido para ser conocido como el inválido de ‘Intocable’, aporta oficio al rol más pasado de vueltas de la historia.
‘Una semana en Córcega’ no es una mala película, es entretenida y se deja ver, pero no deja ser una muestra más de esas cintas estivales que ofrecen una trama de aires escapistas para aquellos que sueñan con lugares paradisiacos y posibles amoríos con gente guapa, que los saquen de una cotidianeidad más insulsa. Porque en verano todo parece posible, hasta que se acaba.