El niño 44
Sinopsis de la película
En la antigua Unión Soviética, Leo Demidov (Hardy) es un oficial de la seguridad del Estado (MGB) y antiguo héroe de guerra, que cuando investiga una serie de asesinatos de niños, el Estado lo releva de su cargo y lo aparta de la investigación para preservar la ilusión de una sociedad utópica libre de crimen. Demidov luchará entonces por encontrar la verdad tras estos asesinatos y la auténtica razón por la que el gobierno rehúsa reconocerlos. Por su parte, su esposa (Rapace) es la única que permanece a su lado, aunque quizá ella oculta también sus propios secretos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Child 44
- Año: 2015
- Duración: 137
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Opinión de la crítica
5.9
23 valoraciones en total
Es una película que se pasea por diversos caminos: Es difícil dar con la definición exacta.
Es, al mismo tiempo, un thriller policial con asesino en serie, un drama romántico, un drama histórico, una crítica política, el retrato de una sociedad sombría y opresiva… La suma de todos ellos da como resultado un acercamiento, más o menos, certero a una etapa histórica dura y represiva, la de la rusa comunista de Stalin, donde no hay crímenes en el paraíso .
Tengo que confesar que me ha gustado mucho. Me he metido de lleno en la historia y me ha emocionado, me ha inquietado y me ha asustado en ciertos momentos. Tal vez el pasar de un género a otro resulta un poco confuso pero ello, a mi modo de ver, no va en detrimento de sus puntos fuertes.
En primer lugar, su reparto estelar: Inmejorables las interpretaciones de Tom Hardy (transpira sinceridad y brutalidad, así como vulnerabilidad) y Noomi Rapace (brillante y enérgica), al igual que las actuaciones más secundarias de Gary Oldman, Vincent Cassel, Fares Fares, Joel Kinnaman y Paddy Considine.
Es difícil hacer una mala película cuando se cuenta con tanto talento junto. Por ejemplo, El actor protagonista, Hardy, combina una gran interpretación, cargada de matices, con una contundencia física con la que se desenvuelve a la perfección en las escenas de acción.
Otro acierto es el retrato contundente que hace del miedo y de la opresión en la que vivía inmersa la gente normal y corriente, que atenaza también la vida de los protagonistas. Está logradísimo y consigue conmover y traspasar la pantalla hasta emocionar o removerte en el asiento ante tanta injusticia e incomprensión. Mención aparte merece la ambientación y la puesta en escena, la fotografía. La dirección de Daniel Espinosa es eficaz.
Y el punto que más me ha gustado (y pienso que es lo más logrado de toda la película) es la complicada relación entre el matrimonio formado por Leo (Hardy) y Raisa (Rapace): Una historia de amor-odio que va evolucionando con los acontecimientos. Es, sin duda, mérito de los dos actores que la hacen muy creíble.
Tal vez alguna que otra concesión (desde mi punto de vista) al cine de acción puede resultar un poco chocante pero, claro, estamos hablando de la adaptación de un best seller (el de Tom Rob Smith), que además lleva el sello de producción de Ridley Scott. Comprensible.
Una buena película, especialmente, por la historia de Leo y Raisa.
El niño 44 está dirigida por Daniel Espinosa (El invitado, Dinero Fácil) y protagonizada por Tom Hardy y Noomi Rapace. Es la adaptación de una novela con el mismo nombre, de la cual se encargó el prestigioso escritor y guionista Richard Price (El color del dinero, Historias de Nueva York, The Wire: Bajo escucha, etc) de traer a la gran pantalla. Producida por Scott Free, la productora de Ridley Scott, esta película tenía visos de convertirse en una agradable sorpresa y quizá una contendiente para los próximos Oscar. Ambientada en Moscú durante la era comunista comandada por Stalin, Leo Demidov (Hardy) un miembro del cuerpo de seguridad soviético es perturbado por la muerte del hijo de un viejo amigo suyo y compañero de profesión que clama haber sido asesinado. Teniendo en cuenta que, según su doctrina, el asesinato era una enfermedad capitalista Demidov deberá luchar contra el sistema para atrapar al asesino que continúa matando a niños impunemente.
Empezando por las actuaciones, Tom Hardy y Noomi Rapace ejercen de rotundos protagonistas pese a contar con Gary Oldman, Joel Kinnaman y Vincent Cassel como miembros del reparto. Y es que, aunque ambos cumplen con sus personajes y crean un vínculo creíble como matrimonio en apuros, los demás están relevados al ostracismo y fijándome en la duración de la película esperaba algo más desarrollo de personajes. Me decepcionó que la oportunidad de ver un memorable pulso entre Oldman, Cassel y Hardy no se materializase y en su lugar recibamos demasiado relleno que, desde luego es importante para recrear el tono de los años 50 en la URSS pero que al cabo de un tiempo comienza a repetirse y, por desgracia, caer en el aburrimiento. La dirección llevada por Espinosa es decente, no impresiona ni transmite profundas emociones como otro director más contrastado haría con este concepto, pero consigue algunas tomas poderosas del paisaje ruso y capta bien el ambiente de desconfianza y terror que invadían las calles de Moscú antaño. Sin embargo, el peor aspecto de la película es el trailer, que nos muestra lo que parecía una investigación policial de un asesino de niños, llevada a cabo por un Tom Hardy desquiciado y obsesionado en darle caza como sea. También nos introduce al personaje de Gary Oldman como elemento relevante en la historia, donde ambos parecen actuar conjuntamente para poner a dicho psicópata entre rejas. Sin embargo, cuando terminas la película y recapitulas, el resultado no puede ser más alejado de dicho trailer. ¿Dónde está la historia que nos vendían? ¿Por qué los trailers dañan la película en vez de ayudarla? Sinceramente no entiendo algunas de las campañas publicitarias de hoy día y después de ver El niño 44-sin haber leído el libro- jamás la definiría como un thriller de asesinatos y sin embargo eso es lo que nos venden. También tengo queja sobre la duración de la cinta y es que otra mala costumbre hoy día es la de alargar las películas innecesariamente y en este caso se han pasado. Personalmente, le sobran 10 o 15 minutos y sobretodo le sobra mucha trama secundaria que no lleva a ninguna parte ni complementa a la principal y resulta un esfuerzo en vano de parecer más dramática de lo que es. El guión está aquí y allá, muy deslavazado, repleto de personajes intrascendentes y una decepcionante historia de investigación que se disuelve en este mar de confusas ideas.
En conclusión, El niño 44 es una buena película fijándonos en las interpretaciones -buena química y desarrollo de la inestable relación entre Hardy y Rapace, así como un pétreo y despiadado Kinnaman- pero un producto fallido en su conjunto. Este es un claro ejemplo de que rodearse de gente competente no siempre es la fórmula ganadora y de que la visión del director importa más de lo que parece, actuando como raíles de un tren (soviético) que debe llegar a su destino: ser una película con un propósito y objetivo definido.
Si esperáis ver una investigación pormenorizada sobre un asesino en serie, la recogida de posibles huellas sobre el terreno donde aparecen las víctimas, interrogatorios a los sospechosos si lo hubiera y, en fin, el estudio de las pistas y de las declaraciones de los testigos en un ambiente policial, todo ello teniendo en cuenta la época en la que se sitúa la acción, que podíamos añadirlo como una ventaja más, pues os pasará lo que a mí, que me he equivocado y os equivocaréis. Hay un asesino en serie de niños, de acuerdo, y hay una investigación, pero no es al estilo Citicen X (1995) sobre el asesino de Rostov.
No hablamos del típico detective de vuelta de todo, harto de los compañeros y cansado de ver tanta violencia sin sentido. Esperaba ver a ese policía contestatario, al mismo tiempo concienzudo, mientras la intriga aumenta según van apareciendo víctimas. Pero nos encontramos en una sociedad oprimida y un sistema político que eso de estar uno de vuelta de todo, pasar de todo o atreverte a protestar, simplemente, es considerado propio de un enemigo del Estado y un traidor en grado sumo. No se trata de esa película por tanto, y no descubro nada de la trama con decir esto.
Aquí hay un miliciano en lucha contra algo mucho mayor, es un camarada que se atreve a mirar mal al Estado estalinista en pleno, que se revuelve contra la maquinaria opresora y contra el chivateo más ruin, métodos propios de la MGB. Y para ello la acción se sitúa justo en los últimos días del reinado del mandamás ese de turno y los cambios políticos siguientes.
La película está realizada con mucho realismo, cuidando el vestuario y el entorno, el ambiente y sobre todo los procedimientos policiales y represivos contra la población, creando una angustia que alcanza al espectador pero que con toda efectividad. Noomi Rapace está sensacional transmitiendo esa terrible discriminación de la mujer. Tom Hardy se acopla muy bien en su papel, pero es Gary Oldman quien espabila la acción con su presencia. Genial su contenida furia por los comentarios del recién llegado, Leo, ante el cadáver del niño en el bosque. Ese episodio es un reflejo de lo que uno quería que hubiera sido todo el rato la película. También mención especial a Joel Kinnaman como diabólico ser. Ojo también a Vicent Cassel. Magnífico.
La película, que conste, está bastante bien, ata los cabos con efectividad a pesar de algún salto apurado por seguir adelante sin más, pero cuida enlazar la historia para cerrar muy bien. Tiene un ritmo constante interesante. En definitiva: Dramática más que policial.
El cine entendido como vía de escape y desconexión de la vida rutinaria es un apunte esencial para todo aquel que aprecie este arte. Sea una gran obra o una menor, puede ganar tu aprobación siempre que consiga hacerte olvidar tus propios problemas y que estos pasen a ser de otros durante dos horas (observación de algún personaje que leí hace un tiempo y se me quedó grabada). Pues bien, todo esto viene a que hacía un tiempo que no me ocurría algo en el cine, algo que me ocurrió con esta película, llegar a un punto de desconexión total en el que no sabes ni en qué estabas pensando 3 segundos antes. La sensación no era de abandono de tus problemas para averiguar cómo resolver los de los protagonistas, si no que te desplazaba incluso fuera de la propia acción de la película, que no queda definida en ninguna dirección hasta bien cerca del final de la misma, momento -como es de imaginar- en el que ya estabas tan fuera de todo que no esperabas ni sorpresas ni timos, simplemente ver los títulos de crédito y volver cabizbajo a casa.
Bien conocida es la versatilidad de Tom Hardy para interpretar lo que le pongan delante, así como también es de alabar su buen ojo a la hora de seleccionar papeles que le supongan un reto interpretativo. Aquí, aunque no se trate de su mejor papel, consigue dejar momentos de genialidad interpretativa y acercarnos a esa sincera conexión con Noomi Rapace que ya pudimos disfrutar en la genial The Drop, donde nos descubrieron que menos también puede ser más, justo lo contrario que ocurre en esta ocasión. Daniel Espinosa aporta frialdad y crudeza a unas oscuras imágenes que describen las líneas que Richard Price adaptó de la novela homónima, pero el intento de complejidad y la variedad de líneas argumentales generadas crean una confusión que quizá un libro pueda mantener pero que en la película aparecen como apuntes forzados de los que luego se olvidan, más que como detalles que realmente aporten un sentido al todo.
Ese se convierte en su mayor pecado, querer abarcar más terreno del que pudieran plantearse en un principio. Ahí es donde surge la confusión y es obligado preguntarse cuál es realmente la intención de la película. Su argumento parece basarse en las desapariciones a modo de thriller de investigación, pero los ámbitos matrimoniales, la homosexualidad, la represión, la racionalización de alimentos, los maniqueísmos y la crítica a otros muchos aspectos del régimen quieren tomar su porción en pantalla y terminan desfigurando lo que realmente interesa -o lo que se supone es el centro de la trama-, aunque aporten una visión más política. Demasiado que decir para un resolución poco elaborada, tantos frentes abiertos en pantalla hacen que la guerra se pierda, aunque el buen hacer de su director deje alguna marca que nos hace desear que la película no fuera tan frustrante.
Desde el punto de vista cinematográfico, te puede gustar más o menos esta película (el guión es irregular aunque me ha parecido plenamente fiel a la novela), pero pienso que no puedes decir que se trata de un pamfleto propio de la guerra fría, porque si investigas ese nefasto tiempo de la historia, te das cuenta de que la realidad superó con creces cualquier ficción.
Se calcula, por ejemplo, que Stalin dejó morir de hambre en Ucrania a siete millones de inocentes en el invierno de 1932-1933, que se suman a los once millones que recibieron un tiro en la nuca en sólo cuatro años, entre 1937 y 1941.
Y si dudas de si esta peli refleja o no la verdad histórica en cuanto al ambiente policial, te bastará con leer, por ejemplo, la obra de Vasili Grossman, gran literato que fue a la vez testigo presencial.
¿Qué pensarías si después de ver una película sobre el holocausto judío -por ejemplo, La lista de Schindler- dijeras que te parece un pamfleto antinazi? ¿Como se sentirían los supervivientes de esa pesadilla?!
Más bien, habría que preguntarse: ¿Por qué he visto tantas pelis sobre los horrores nazis y tan pocas sobre las atrocidades cometidas por Stalin, Mao, Pol Pot, Ceauchescu, Tito y tantos otros más de la misma calaña?! ¿Por qué no se han hecho más documentales y películas? ¿No será porque muchos de los que en su día se dejaron seducir por la ideología comunista siguen sin estar dispuestos a asumir hoy sus responsabilidades?
¡Bienvenidas sean, pues, las pocas pelis sobre los horrores de la sociedad comunista!