Una mujer bajo la influencia
Sinopsis de la película
Nick (Peter Falk) tiene que cargar con la responsabilidad de cuidar a su mujer (Gena Rowlands) que padece inestabilidad emocional. Lucha sin descanso para mantener un ambiente de normalidad a pesar del anormal comportamiento de su mujer, sin embargo, llega un momento en que la situación afecta a sus hijos, de modo que no tendrá más remedio que tomar ciertas medidas.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Woman Under the Influence
- Año: 1974
- Duración: 155
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Opinión de la crítica
Película
7.7
54 valoraciones en total
Si hay algo que destaca por encima del resto es Gena Rowlands, está sublime, por no decir que es una de las mejores actuaciones que he visto en mi vida, y es qué son de esas actuaciones que uno jamás volverá a ver, ya que simplemente, esos gestos que reparte al espectador, entre guiños, movimientos de boca, y dedos que bailan, son únicos e irrepetibles, además de novedosos y atractivos, una loca demencialmente dulce y adorable. ¡Hasta yo me enamoraría de ella!
El film es un drama familiar, donde el amor y locura están presentes en todos los habitantes de la casa, que evoluciona, pero como todo matrimonio con hijos, la vida no acaba cuando en la pantalla se apaga la luz.
Se nota claramente el estilo Cassavetes, la condesación del trabajo aprendido, esa fotografía, esos planos cercanos al actor, buscando las reacciones y las pequeñas muecas que diferencian a cada ser del resto de la humanidad, esas escenas alargadas, con unos diálogos personales, directos, únicos y personales, consiguiendo que el propio espectador sea participe, de forma personal de la propia escena, además de esos cortes, y cambios como si el metraje se le hubiera acabado en ese instante, y para acabar su duración, larga, pero corta a la vez. En mi opinión, las películas de Cassavetes, cuando más duren, mejor son, y a esta aún le faltaba una hora o más.
En fin, lo mejor de este director, un film muy recomendado. Disfrutenlo.
Teniendo como marco una América convulsa, en la que las masas de jóvenes habían perdido el ánimo épico y heroico de preguerra que fue convertido en repulsa antibélica, Cassavetes inicia su guerra particular contra la industria hollywoodense, cuando ésta pretendió boicotear su trabajo negándose a distribuir y exhibir A woman under the influence.
Reunir un grupo de amigos, entre profesionales y familiares del equipo, y recaudaciones abiertas al pública, entre las que se recuerda una hecha por radio en la que prometía un cine como tu vida , fueron los pasos determinantes para que Cassavetes no se doblegara ante el boicoteo y finalmente cree su propia compañía distribuidora para entregarle, al menos, a una pequeña parte del mundo su obra.
En A woman under the influence, el mentor del cine independiente americano, por encima de nuestra voluntad, nos coloca en el lugar de un simple voyeurista que tiene en su objetivo el posible hogar de una familia vecina de clase media, con una vista más que privilegiada, nos introduce a los lazos y nudos que unen y obstruyen la comunicación entre mujer y marido, madre e hijos, hijos y padre.
La actuación de Gena Rowlands en el papel de madre y mujer con claras muestras de desequilibro emocional es fantástica, desbordante, desquiciante y finalmente inquietante, tanto por el lado oral, el gestual y la excelente dinámica corporal. A ésta se suman los trabajos también notables de Peter Falk, en el papel de marido delirante y padre frustrado, los abuelos unas veces desatinados y otras tantas también desequilibrados, y la labor de los niños, quienes al fin y al cabo son los más cuerdos dentro de la caótica familia.
Ayudan en gran parte al resultado los planos utilizados por Cassavetes, totalmente desprovistos de paisajes grandilocuentes o escenarios pomposos, que reemplaza por encuadres cerrados en los que prevalecen los rostros, las miradas, las muecas, los ademanes por encima de todo lo demás.
El aspecto sonoro juega también un papel sumamente relevante, puesto que complementa el lenguaje visual y nos envuelve en las distintas atmósferas de las situaciones que en conjunto denotan la condición de esta familia. Resulta especialmente entrañable el uso de sinfonías orquestales para los momentos de intensidad y las piezas de jazz para los de placidez.
El argumento parte de una buena idea, la vida de una familia de clase media sumergida en la locura creciente de la madre. El tratamiento es directo y diáfano, cargado de realismo, sin caer en ningún momento ni en la autocensura edulcorante ni en el morbo tramposo. Gena Rowlands esta perfecta en un papel que no es precisamente fácil y Peter Falk, aunque a veces sobreactúa, tampoco lo hace mal.
Pese a todo, la película no acaba de cuajar. Creo que tiene todas las bazas para ser una obra maestra pero el visionado se me hizo pesado, incluso desesperante. Las reacciones de los personajes van y vienen de forma absurda, lo cual he de reconocer que encaja perfectamente con la historia que cuentan, pero desesperan. No sé como explicarlo, es una de esas películas en las que te gustaría entrar en la pantalla y emprenderla a patadas con todos (especialmente con las abuelas, que aquí ejercen un papel de metepatas absurdo).
El matrimonio…ahora te digo que te quiero, ahora te grito, ahora nos abrazamos, ahora nos liamos a golpes… quizás ese estilo tan realista agradecería un montaje un poco más artificial.
Al final te quedas con que tenías que verla, que lo que cuenta consigue tocarte la fibra, pero que en ningún momento te ha enganchado. Como si acabases de ver un montón de material sin montar para un documental sobre el tema.
Un espectador bajo la influencia. Una mujer y su demencia. Vemos cambios, golpes mejor dicho, sobre los estados de ánimo de los personajes y ritmo de las situaciones (y su tensión), tan bruscos y tan aparentemente injustificados, que solo pueden estar extraídos de la realidad y su falta de sentido. Un envoltorio considerable de material improvisado envuelve la médula de los personajes protagonistas (fabulosa batalla!), interpretaciones muy honradas ante el objetivo, logrando una fuerte unión con el actor. Situaciones mágicas entremezclan elementos cómicos rozando una y otra vez con lo dramático-desesperado, generadas por larguísimos planos secuencia, aderezados con calculados tics de cámara, que va persiguiendo incansable a los sujetos sobre la escena. La casa donde sucede casi todo, sus estancias, terminan resultando misteriosamente familiares. Salvajismo doméstico y rizado cariño al borde de una locura rica en muecas y admirablemente interpretada por una histriónica Gena Rowlands. Puede que sobren minutos, posiblemente por culpa de un montaje demasiado esponjoso, aunque igualmente puede tratarse de algo deliverado. Sea como sea, la sensación de sinceridad que deja película es extraordinaria, un director audaz y con identidad, Necesito que lo destruyan, que se hagan daño .
Esta es la historia de una mujer a la que se acercan los niños. Su reino es el de ellos. Y es desde ese reino desde el cual el personaje central de esta película es desbordada continuamente por sus emociones. Esas que la precipitan continuamente hacia quienes la rodean sin cálculo alguno.
No es una mujer que pertenezca a este mundo. Y las temperaturas que oscilan en ella terminan por chocar con la tibieza de este mundo. Porque a Mabel le tocó vivir en un mundo tibio. Un mundo que tiene miedo de bailar o de gritar porque sí, o de imitar la muerte de un cisne mientras se ríe y se juega pues se sabe que a esa muerte a de seguirle una vida distinta.
Cassavetes construye así en esta película un retrato maravilloso. Y, a pesar de lo dispersa que pueda parecer a primera vista esta película, este director le otorga una dirección precisa, un sentido que se construye a través de los otros personajes que aparecen en el film: un marido que lucha por dominar el amor que siente por su mujer mientras lucha con su propia inestabilidad, un par de abuelas que ejercen una extraña fuerza en la pareja, tres hijos que parecen ser los únicos que desempeñan un papel más apegado a lo que entendemos por realidad.
Cassavetes nos muestra así a sus personajes como si no tuviesen piel para cubrir sus emociones. Y propone con esto el cuestionamiento constante sobre la necesidad de cubrirlos, de ocultarlos. Mabel debe aprender a no emocionarse demasiado. Nada de emociones, le enseñan. Conversar por conversar, le dicen. Sólo eso. Hablar sobre el tiempo… ¿cómo estás?… Eso es todo.
Pero ya dijimos que esta es una historia de una mujer a la que se acercan los niños. Y esta mujer no sabe entibiar sus emociones. No puede preocuparse por contenerse a sí misma. Y es por eso una mujer que impulsa a ser amada. Y por amarla es que duda su marido y dudamos también algunos espectadores cuando ella viene con su desequilibrio lleno de vida y nos invita a bailar.
¿Y saben una cosa?
Dejémosla bailar.
Y aceptemos esa invitación a morir dulcemente en ese baile, y a sentir el placer de levantarse suavemente luego que cese la música.