Una historia real
Sinopsis de la película
Cuando Michael Finkel (Jonah Hill), un desacreditado reportero del New York Times, conoce a Christian Longo (James Franco), un asesino buscado por el FBI, éste se apodera de su identidad. Su investigación se convierte entonces en una especie de juego del gato y el ratón. Basada en hechos reales, narra la incesante búsqueda de la verdadera historia de Longo por parte de Finkel.
Detalles de la película
- Titulo Original: True Story
- Año: 2015
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
5.5
80 valoraciones en total
James Franco realiza un trabajo profundamente magnético, con una sorprendente fuerza interpretativa. Jonah Hill compone un roll en la línea del perdedor, ese tipo mediocre al que descubren trampeando un artículo periodístico y es despedido del New York Times.
A partir de ahí la trama comienza a tener significado. respondiendo con cierta soltura narrativa, a un ritmo perfectamente ajustado.
Lo mejor: el juicio, donde, como he dicho, James Franco transmite emociones que uno ha de desentrañar.
Este film está basado en la historia real de la relación entre el periodista Michael Finkely y el criminal Christian Longo. Una historia cuanto menos, fascinante… Lástima que para su traslado a la gran pantalla el resultado haya sido algo tan anodino como es ‘Una historia real’.
Hasta el día de hoy, Rupert Goold había dirigido dos capítulos de un par de miniseries y el guionista David Kajganich cuenta en su currículum con los libretos de ‘Invasión’ (Oliver Hirschbiegel, 2007) y ‘La masacre de Town Creek’ (Joel Schumacher, 2009), además de ser el encargado de escribir la primera parte del remake de ‘It’, por lo que podemos asociar su nombre al cine de género. ‘Una historia real’ podría haber sido tanto un potente thriller como un estupendo drama, pero el jugar entre esos dos géneros es el principal hecho por el que la película no llega a ser aquello a lo que aspiraba.
Quedan claras las intenciones de Kajganich en tanto en cuanto a la historia que quiere contar, un tour de force entre el bueno y el villano, entre el periodista sin escrúpulos y el asesino narcisista. El error radica en la forma en que este enfrentamiento se nos presenta, carente de tensión y sin el aporte dramático necesario que nos haga empatizar con los personajes.
James Franco hace todo lo que puede, repite tics de cariz oscuro que ya le hemos visto más de una vez para acabar convirtiendo su interpretación en una suerte de cara nublada, cuya mirada perdida puede llegar a perturbar un rato, pero acaba cansando. Jonah Hill está, simplemente. Estamos acostumbrados a que su figura brille como secundario en otras películas, siendo su papel protagonista en ésta algo que le queda grande. Tal vez por un problema de dirección o ya sea porque su personaje en el papel no acababa de estar del todo matizado, pero el caso es que su caracterización como periodista únicamente interesado por el éxito y a su vez abrumado por el mismo, no acaba de cuajar.
En definitiva y así las cosas… la película se queda corta en cuanto a tensión y se convierte en un drama judicial más, y sin llegar a ser la película sobria y potente que se espera al conocer la terrible historia real en que se basa.
-Lo mejor: Su elegante empaque visual, demasiado perfeccionado y cuidado, por encima de otros aspectos clave como la dirección de actores.
-Lo peor: Que no logre que empaticemos con ningún bando, haciendo que lo que suceda nos importe cada vez menos a medida que avanza la trama.
-Más en: http://www.cineycine.com
Me esperaba algo peor. Y no. Está bastante bien.
Entretenidísima y bien hecha. Una modestia eficaz para ir al grano de varios asuntos interesantes tratados con cierta superficialidad, pero lo suficientemente bien como para resultar atractivos.
Me gusta más la verdad cuando soy yo quien la descubre que cuando es otro quien me la muestra , sentencia dictatorial que resume, por qué no ilusiona ni entusiasta, dicha historia.
Todos merecen que le escuchen su historia , más cuando ésta puede ser el salvavidas que te reflote de ese naufragio periodístico en el que te hallas hundido, masacre profesional a resetear con esa increíble oportunidad llegada como glorificada agua para el agónico sediento.
Mike Finkel, ex periodista del New York Times, con una sepultada reputación a limpiar y recuperar, requerido por Christian Longo, presunto criminal, para hacer llegar al público su historia, se versión de los hechos, su vida en forma de exitoso libro gracias a esa desconocida verdad que sólo compartirá con el susodicho por el respeto, admiración y confianza que, poco a poco, entre ellos se generará.
Y ¡cómo no sentirse especial!, ¡emocionarse ante la posibilidad abierta, ilusión de ser el único en conocer ese gran secreto a revelar a los lectores!, ¡qué ávido oso se resistiría a tan suculenta miel!
Sin duda, las habilidades del gato emergente, James Franco, son excepcionales, distante, frío, sereno y fascinantemente calmado, acorde interpretación al nivel de su creíble oponente, un, por ahora, perseguido y manipulado ratón, el esmerado Jonah Hill que forma, junto a su compañero, la parte atractiva y gustosa del relato, esos sabrosos momentos de complicidad, de confortable diálogo donde se juega con la sinceridad, la veracidad, la confianza y el significado de todos ellos.
La lástima es que, dicha complaciente parte, no se vea apoyada, supeditada y realzada por una intensa investigación que le vaya a la par y ayude a integrar al espectador con apetencia y ganas en el asunto a tratar, complemento imprescindible en un caso de asesinato múltiple, indispensable pesquisa informativa para cazar a la liebre, nerviosa e impaciente de ese ansioso juicio en busca de lo realmente ocurrido.
Porque todo ocurre a distancia emotiva, gélida separación sensitiva que no permiten aflorar tus sentimientos o pensamiento cognitivo al respecto, escenario sin garra ni fuerza que te obligue a involucrarte y sentirte afortunado por haber evitado, o caído, en el engaño, Rupert Goold vive de sus dos intérpretes, de su visual cautiverio y de la esperanza de un atrape por tratarse de historia real sobre un despiadado y loco asesino que se encarniza con su propia familiar.
Y, aunque está en lo cierto, al público apasionan casos veraces de mentes idas que realizan atrocidades inexplicables, se olvida de nutrir el guión con más autenticidad, brío y solidez, energía que te mantenga en tensión, ardor e incesante incógnita, cuya permanencia e insistencia vuelva loca a la mente y despiste al corazón a la espera de la valiente o cobarde resolución, no ya del tribunal cuya sentencia ya ha pasado a los anales de la curiosidad histórica, sino del oponente, manejado a capricho y necesidad del atractivo coyote que se divierte y entretiene, con paciencia y sin pausa, al observar como vuelve, una y otra vez, su escogida víctima a por más tanda de ese correcaminos que sabe ya no queda nada más por andar.
No puedo ayudarte si tú no me ayudas , primer paso de un encantamiento bien representado por sus asistentes que te deja en estado de indiferencia perceptiva al no requerir tu participación ni elección de bando, una simple observación llana, plana y cómoda que se reconduce sola sin contar contigo, sin solicitar que el público suba al autobús de dicha resolución y su inevitable sentencia.
Sin saber más sobre las víctimas, los hechos y el contenido del libro del que se inspira la cinta, con la producción de un Brad Pitt comprometido con el cine que quiere patrocinar y algún día dirigir, queda un relato conformado en torno a ese privado cuadrilátero para dos que se centra en la intimidad compartida por los susodichos protagonistas en su exclusiva partida de ajedrez, dejando a segundo plano el juego de los acontecimientos y pruebas que la acompañan, fallo que deja cojeando una velada que debería haber resultado inolvidable, de gran recuerdo e impacto y, en cambio, transcurre como pasaje, poco ilustrativo, de un demente más que, rápidamente, pasa al olvido.
La resuelta verdad como cebo, dulce goloso para encandilar y seducir, la cual se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, sólo que aquí se retoza ingenuamente con ambos adejtivos cuyo resultado es un infructuoso ejercicio de descubrimiento que no sacia, ni motiva, ni inspira a ofrecer tu opinión, un leve y abstracto ojear como lo hacen los demás que ni hiere, ni fustiga, ni quema en el alma, percepción no deseosa pues hablamos de traición, violencia, mentiras y vil parricidio sin lamento ni compasión, la más pura maldad que te hace un guiño de complicidad inofensivo.
Una historia real hecha con plastilina que se olvida de moldear y resaltar muchos factores, únicamente enfoca su atención en dos peones cuyos negativos propios forman un positivo limitado, mínimo y, aunque conforme, también pobre, tanto los sucesos como el vidente merecen más logro y goce.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
Quizá el problema sea el compromiso de fidelidad a los hechos reales , pero lo cierto es que esta película se va diluyendo a medida que transcurren los minutos. Aunque el planteamiento es interesante, y a pesar de los denodados esfuerzos de los actores por conducir el film a buen puerto, Una historia real acaba apostándolo todo a la anécdota de un argumento cuyo interés, después del impacto inicial, va decayendo. El personaje de James Franco no desprende la magia del rebelde sin causa manipulador que se le presupone, y el de Jonah Hill tampoco explota la ambigüedad del arribista que cae víctima de su propio juego. El personaje de Felicity Jones debería haber servido de contrapunto y ofrecía una subtrama que no es convenientemente desarrollada. En conjunto, la película promete un interesante juego de conflictos éticos y morales, en formato thriller, pero poco a poco se va desinflando. Y todo ello por culpa, en mi opinión, de un guión que malbarata todas las dosis de tensión en la primera mitad de la película. Con ello, Una historia real queda como una película entretenida, pero pretenciosa y fallida, que termina apostándolo todo al mero devenir del relato, y que deja una sensación agridulce de no haber dado todo lo que se esperaba de ella.