Taboo (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2017-Actualidad). Año 1814. James Keziah Delaney es un hombre al que se le dio por muerto tras viajar a África y estar diez años sin noticias de él. Ahora, James, que ha estado en los confines de la tierra, donde casi pierde la vida, vuelve a Londres completamente cambiado y con catorce diamantes robados en el bolsillo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Taboo (TV Series)
- Año: 2017
- Duración: 59
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Opinión de la crítica
Película
7.1
32 valoraciones en total
La primera gran decepción del 2017 en cuanto a series.
Nos han querido engañar desde el primer momento. Taboo tuvo una repercusión mediática bastante grande antes de su estreno. En esta publicidad que se le dio a la serie podemos ver a James Delaney (Tom Hardy) con una lanza, un taparrabos y en la selva, bien, puesto esto es un flashback de 10 segundos durante toda la primera temporada.
Cuando digo que nos han engañado me refiero a esto, nos venden imágenes que luego no tienen nada que ver con la trama real de la serie. Llaman nuestra atención con humo para conseguir audiencia para luego comprobar que no hay ningún fuego que provoque ese humo.
Por otro lado, es una serie realmente lenta, pero lo peor no es su velocidad, ya que hay series que son lentas pero son muy buenas -The Wire sin ir más lejos-, sino que los capítulos son vacíos, no avanzan nada, simplemente hay tres capítulos que merece la pena ver de los ocho que tiene la temporada.
Lo único que salvo es la ambientación y la fotografía que son espectaculares.
Sigo con mi crítica en la Zona de spoiler.
Taboo trata sobre la historia de James Delaney, un hijo desaparecido que vuelve tras 10 años para reclamar la herencia que ha dejado su padre, unas tierras en el estrecho de Nutka que son vitales para la guerra entre Estados Unidos y el Reino Unido. Y ya está, esa es la trama para toda la primera temporada de Taboo… ¿Os parece u os ha parecido interesante? A mí no. Lo argumento.
La producción es increíble, el ambiente es perfecto, vestuario, fotografía… todo a la altura de una gran producción. El problema de Taboo es que su trama no es interesante. Algunos dirán que es lenta, pero para mí no es un termino acertado para definir Taboo. Lenta no es sinónimo de aburrida. Una serie puede ser lenta y a la vez muy interesante, siempre y cuando tenga grandes personajes y disfrutes del desarrollo de estos. Taboo no desarrolla nada, da vueltas a temas absurdos y los que parecen interesantes te los desarrollan con cuenta gotas. Los personajes son muy planos porque tampoco los desarrollan demasiado, incluso hay algunos que parecen que están introducidos con calzador, como la mujer del padre de Delaney. Tom Hardy hace lo que puede, pero por mucho que gruña y ponga caras de malote, no le va a dar más personalidad al personaje, porque eso se gana desde el guión. El pobre James Delaney se pasa la temporada soñando y teniendo alucinaciones extrañas. De vez en cuando podemos verle rindiéndole culto a algo, ya sea rezando o haciendo rituales, pero obviamente no sabemos a qué, porque esa trama no la desarrollan en absoluto, y en teoría, viendo los trailes, era uno de los puntos fuertes de la serie.. Oona Chaplin está totalmente desaprovechada y su trama es una de las más absurdas y de las que menos aportan a la serie, porque no se explayan en ella y cuando lo hacen, lo hacen mal, y eso provoca que su personaje y el del marido sean cuando menos, tediosos. Ningún personaje me ha gustado especialmente, pero si tengo que escoger a uno escojo al científico.
Me siento decepcionado con Taboo… Creía que iba a ser una de las mejores series del 2017 y, aunque acaba de empezar el año, dudo ni si quiera que entre en un top 20.
Dicen los británicos que Charles Dickens ha sido el mejor representante de los valores del perfecto inglés. Posiblemente, ningún escritor haya dejado una estantería literaria, de semejante calado, sobre la injusticia social. La misma a la que fueron sometidos, aquellos más pobres y débiles de nuestra sociedad. Miles de niños, discapacitados, prostitutas y ancianos fueron el gran botín de los más poderosos. Una interminable conjura de aristócratas y comerciantes que marcó el devenir de un imperio subyugado a las intrigas palaciegas del cuerpo regio victoriano. Dickens, describió todos los rincones del viejo Londres y dejó patente la insalubridad de una ciudad, dura, enferma y pestilente. Una villa donde esos desheredados del bienestar comían restos de animales muertos: perros o caballos, que se agolpaban en el cauce del Támesis. El alma de Taboo, es el detritus de la rabia y la impotencia, de un estómago vacío. Así se presenta esta nueva serie de la prodigiosa BBC. Una creación, del siempre prolífico, Steven Knight y Chips Hardy (padre del actor, protagonista del show). Y el inagotable Ridley Scott. Tom Hardy se podría decir que mantiene una relación profesional con Steven Knight muy cercana. Puro feeling. En 2013 rodaron la brillante Locke (2013) y ahora mismo, está trabajando, en otra de las series estrella de la BBC, Peaky Blinders junto al norirlandés Cillian Murphy, el jefe de la pandilla de gangsters de Birmingham. Steven Knight nos propone una ambiciosa, barroca, oscura y cruda ficción. Un hombre, James Keziah Delany, que se la había dado por muerto, tras un largo viaje a África donde ha pasado, una década, conviviendo con diferentes nativos y gentes, en los lugares más remotos y peligrosos de allende. La primera secuencia del episodio piloto es apoteósico. Un rápido travelling aéreo, nos hace divisar un bergantín, de donde se ve navegar a un hombre, dentro de un pequeño bote. Su figura parece la guadaña de las almas: la muerte. El agua está repleta de una densa niebla. Al fondo se descubre entre claroscuros y grises tonos, la ciudad de Londres. Nuestro protagonista está subido a un espléndido caballo. Se acerca hasta un roble y se baja del equino. Al lado del gran árbol cava en la tierra un agujero y guarda una bolsa de cuero con diamantes. En el puerto y la zona del embarcadero la actividad comercial es excitante: animales y pescados pululan junto al lumpen. La cámara se fija en una de las pasarelas/puente del río y aparece un sequito fúnebre, encabezado por una carroza —que porta un ataúd— tirado por cuatro corceles. Personajes de diversa índole lo integran. Desde un enano ataviado con ropas caras —de un luto riguroso— hasta la joven mujer que se yergue en una hermosa grisácea yegua.
Finalmente, Tom Hardy, llega a la sala de la morgue, donde un cadáver completamente desnudo (su padre), se deja acariciar por la luz —que entra— por las claraboyas de la cúpula. Dos monedas en sus ojos lo exhiben ante Hardy, empapado en lluvia, que le pide perdón a su oído, mientras recoge los metales de sus cuencas y guarda en su bolsillo. Entra la cortinilla de presentación con motivos caleidoscópicos, donde el agua del océano y la infografía juegan con la introducción de los créditos. La fotografía es de Mark Patten, un mago de la luz, que dio el salto de la mano de Mr. Scott con The Martian (2015), realmente exquisita. Los tonos de la pintura de Courbet y Fildes se palpan en cada plano. Al igual que la dirección del episodio, obra del danés, Kristoffer Nyholm. Un cineasta con buen tino, deja su buen oficio, en las interesantes Forbrydelsen (2007) y The Enfield Haunting (2015). Por momentos, Tom Hardy, parece ser el nuevo Edmond Dantès de A. Dumas. Y es que Mr. Knight ha vuelto, a sus texturas favoritas, como viene haciéndolo con su exitosa Peaky Blinders. En Taboo, muestra su devota pasión por el paroxismo teatral y la cruda exuberancia de la escenografía. Eso sí, cambiando el Punk/Gothic/Rock de N. Cave y los White Stripes, por los violines y la electrónica de Max Richter. Una notas musicales que contienen el aliento. Taboo es un gran drama, con elementos históricos, que nos trasladan al Londres de 1815. De repente, nuestro fascinante protagonista, se exhibe en la ceremonia —del réquiem por su padre— como alma en vilo, envuelto en un halo de misterio. La mirada cansada y unas facciones que están marcadas por unas singulares cicatrices. Pasando por delante de los bancos —de la iglesia— donde están sentados su hermana Zilpha (Oona Chaplin) /Black Mirror, The Hour, Quantum of Solace/ y el codicioso esposo, de ésta, Thorne (Jefferson Hall)/Get on the bus, Emma y Powder/. Todo son miradas soslayadas y temerosas. Ellos saben que James Keziah va a reclamar su herencia. Después de la solemne ceremonia, comienza el ágape/pésame, donde el albacea de la familia Robert Thoyt (Nicholas Wooedeson) /Hannah Arendt, Skyfall, Rome/ le comunica, cuál y cómo, es la herencia de su querido padre: un pedazo de tierra envenenada y deseada por muchos miserables en la zona. James Keziah Delany comienza su periplo de visitas y ajustes de asuntos personales. Descubrimos a un gentleman con un abrigo de lo más cool, largo liso, y un sombrero de copa, que encarnan su parodia despectiva hacia la clase alta, dándose pompa y atrevimiento con una cicatriz que arrolla su ojo izquierdo, en forma de estilete.Andares sobrados y un pulido bastón que anhelan al pendenciero Dorian Grey de Penny Dreadful. Eso sí, en cuanto cambia el gesto produce en su contrincante, mucho miedo. No obstante, la venganza y la sangre parecen olerse en la pantalla. Uno de los affaires más importantes, es el asunto, de su testamento. Pero lo primero es volver a casa de su padre. Allí se encontrará con su fiel y viejo criado, de toda la vida, Brace (David Hayman) /Sid&Nancy, My name is Joe, Macbeth/. Un hombre de su padre, uno de los suyos.
Aparentemente es lo que has visto mil veces. Un hombre que regresa a su hogar en busca de venganza, pero a partir del segundo capítulo va más allá y se mete de lleno en mostrarnos los intereses económicos y políticos que tuvieron lugar al final de las guerras napoleónicas y la victoria inglesa sobre los recién nacidos Estados Unidos.
Arranca con un piloto que lo fía todo a la interpretación imperial y magnética de Tom Hardy, un capítulo oscuro, sombrío y pesimista, que presenta una variedad de personajes secundarios, todos bien interpretados. Todos excepto la hermanastra de Delaney, una sosa Oona Chaplin, que sigo sin entender como sigue atreviéndose a ponerse delante de una cámara.
En ese capítulo, Londres está recreado hasta el mínimo detalle. la mugre y la suciedad de la ciudad a principios del siglo XIX contrata con las series de época de otros países, donde los escenarios están siempre impecables y nunca te los crees. Una única trama de venganza por un padre asesinado parece el hilo conductor del episodio piloto. Pero no.. No sólo Londres, está bien ambientado, sino que cuando a partir del segundo capítulo la serie se mueve de escenarios y ahonda mediante flash backs en las peripecias de Delaney en África, la ambientación sigue siendo increíble, se empiezan a desarrollar otras tramas paralelas y la serie se vuelve adictiva.
Me duele hacer esta crítica siendo Taboo del creador de Peaky Blinders con Tom Hardy de protagonista. Da pena ver como una serie que tiene todos los ingredientes para convertirse en algo grande se queda en esto. La ambientación está muy bien, quizás demasiado oscura pero todo el apartado técnico roza la perfección. Desde el vestuario al atrezzo…todo genial.
El problema es que es aburrida y ojo, me gustan las series lentas. De hecho, adoro series como House of cards o The leftovers que de acción no van sobradas precisamente. En el caso de Taboo es que realmente no cuenta nada, van pasando los capítulos y te das cuenta de que apenas avanza. Creo que Steven Knight se ha equivocado al enfocar la serie, metiendo tramas incosistentes como la de la hermana y otras más. Hay momentos en los que no sabes que tipo de serie quiere ser Taboo. Un drama inglés, un un viaje onírico del protagonista, una historia de venganza o un poco de todo.
Todo lo de la política con la corona y la compañía estaría bien si no sintieses que está en punto muerto. Es como si las fichas del tablero estuvieran bloqueadas y no pudieran hacer ningún movimiento.
Es una pena pero me fío del equipo que hay detrás y estoy seguro de que la segunda temporada será mucho mejor.