Un viaje de diez metros
Sinopsis de la película
Los Kadam, una familia india con Papa (Om Puri) a la cabeza, se traslada al sur de Francia. Allí deciden abrir un restaurante enfrente de un lujoso restaurante francés de alta cocina con una estrella Michelín, regentado por la odiosa Madame Mallory (Helen Mirren).
Detalles de la película
- Titulo Original: The Hundred-Foot Journey
- Año: 2014
- Duración: 117
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Opinión de la crítica
Película
6.1
89 valoraciones en total
Es una película amable, acogedora, simpática, llena de colorido, sensual, expansiva y encantadora, un vistoso suflé atiborrado de sabor, olor, sugerencias y buenas vibraciones. Casi demasiado bonita para ser creíble, simple como el mecanismo de un chupete y de una superficialidad algo automática y sin alma. Tiene la virtud de hacer del paladar y el disfrute de los sentidos su centro narrativo y temático, pero tan loable punto de partida – por lo general postergado tanto en el cine como en la vida – se queda en buenos propósitos llenos de bonhomía, buen rollo y cortedad de miras y bastante famélicos logros más allá de la estampita florida, jacarandosa y preciosista.
Resulta campechana, nada ofensiva y se me hace difícil de criticar porque no hay nada que no funcione bien ni cumpla su propósito de entretener con decoro, equilibrio y buen gusto. Consigue lo que se propone y entretiene durante toda su proyección, con ritmo y fluidez, sin sobresaltos ni sorpresas, de una afabilidad contagiosa y positiva, estudiada sencillez y benevolencia ecuménica digna de elogio. Pero todo resulta demasiado estudiado, prefabricado, como una receta en que nada sobra ni falta pero que sabe a poco, se queda corta, acaba uno con hambre, no va a ninguna parte, apenas levanta el vuelo y se queda exangüe, sin nervio, mordiente o intensidad. Falta ingenio y los personajes son planos y sin densidad ni interés. Los buenos propósitos es lo que tienen: se alcanzan y ya está.
Helen Mirren está en su papel de dama estirada con corazón, pero como todo lo demás, carece de verdad o intensidad. Es un cliché andante. Y la familia protagonista lleva con solvencia el peso de una tenue trama de superación, dificultades y oprobios – y poco más. Tentado estoy de alabar la bella fotografía de Linus Sandgren (porque realmente lo merece) que saca partido a la comida, los paisajes y los interiores, o de resaltar de nuevo el eficaz chorro sonoro de A.R. Rahman (sí, la bullangera alma oscarizada de ‘Slumdog Millionaire’), pero produce tristeza que los apartados más reseñables sean los técnicos.
Dicen que han cambiado (y edulcorado) el final de la cinta – basada en una novela de cierto éxito – muy al estilo más comercial del Steven Spielberg (aquí coproductor) más cargante. En definitiva, tan falaz como prescindible – aunque se vea con simpatía e indulgencia.
Un viaje de diez metros es una de esas películas diseñadas de principio a fin para poner una gran sonrisa en la cara y sobre todo en el corazón del espectador. Eso es lo que es, lo que pretende y lo que logra sin lugar a dudas.
No es perfecta. Le sobra sin duda el metraje en su última media hora una vez Hassan toma la decisión clave de la película y el ritmo se vuelve un poco cansino (¿cuántas escenas hay en el último tercio de esas que tienen olor a final?). Vamos, que podrían haber contado lo mismo con menos vueltas y aligerando, porque la idea tampoco se sostiene bien más allá de los 90 minutos. Pero el resultado es tan encantador, tan tierno, tan entrañable y tan hermoso que cualquier espectador sin prejuicios contra las películas buenrollistas debería rendirse a los pies de Lasse Hallström y su troupe indofrancesa. Por cierto, muy curiosa la carrera del realizador sueco. De intensos dramas o dramedias como Las normas de la casa de la sidra, Atando cabos o Chocolat ha pasado en los últimos años a dedicarse casi en exclusiva a adaptaciones de Nicholas Sparks o filmes llenos de buenas intenciones y mensajes de amor como Hachiko, La pesca del salmón en Yemen o este.
Además, Hallstrom es un maestro del plano alejado de los actores y de la luz y los colores (excelente fotografía de Linus Sandgren) y maneja a la perfección la combinación de humor y emotividad de esta historia de culturas que chocan y terminan por entenderse con el roce diario. También dirige a sus actores con mano experta, sacando lo mejor incluso de los niños, matizando a Helen Mirren en una actuación que la excelente actriz británica puede hacer hasta con los ojos cerrados, dando cancha a Om Puri para que se convierta en el principal atractivo cómico de la película y sobre todo perdiéndose con la cámara en los ojos de Manish Dayal. El actor es todo un descubrimiento, con esa mirada llena de sinceridad y determinación. Y atención a su química con la encantadora Charlotte Le Bon (que, por cierto, guarda un increíble parecido físico con Paz Vega).
¿Que ya lo hemos visto todo mil veces? Sí. ¿Que el final se adivina antes siquiera de comprar la entrada? También. ¿Que no es la obra maestra del siglo? Pues no. Pero sí es posible que acabe cambiando la vida de alguien y se convierta en una de las películas favoritas de muchos, porque lo que hace es repartir entusiasmo y felicidad, y eso, en unos tiempos como los que vivimos, no tiene precio. Bravo.
Lo mejor: El buen rollo que desprende y la interpretación de todos los actores, especialmente Mirren, Dayal y Puri.
Lo peor: Es demasiado larga y otras cintas similares en fondo y forma han funcionado mejor.
Había una vez un pueblo precioso donde llega una familia india por accidente y deciden quedarse a vivir y como todo cuento es todo bonito y encantador.
El amor, los prejuicios, la vuelta a los orígenes y la cocina todo tratado sin pretensiones y sin profundizar, de una manera tierna y dulce.
Es una película de sonrisa a la que contribuyen sobre todo una Helen Mirren tan bien como acostumbra y un Om Puri entrañable, La joven pareja protagonista sigue la linea: guapos y encantadores, quiza esa sea la única pega, el exceso de buenismo y la duración, un pelin larga.
Para ver un domingo con toda la familia.
Un viaje de diez metros se ofrece cocinada con clase y buen hacer por Lasse Haliström. Embriagada de aromas,sutiles especias y un toque de sabor, brinda al espectador sensible un abanico de emociones sencillas, que no simples, que van desgranando una historia alejada de situaciones efectistas, para ofrecernos un plato de exquisito gusto, a través del mágico hechizo de la cocina y sus esencias.
Me gustan las películas que juegan con los sentidos y las emociones. Y Un viaje de diez metros, lo hace, consiguiendo una suave comedia de elevado buen gusto e interpretaciones estimulantes como los platos que cocinan sus fogones.
UN 7
Lasse Haliström ha redondeado un trabajo cocinado con clase y profesionalidad. Sus aromas sutiles, sus especias, las esencias que se derivan de ella, brindan al espectador un abanico de emociones complejas, para ofrecernos un exquisito plato a traves de una cocina y sus elaborados.
Las películas que más me llegan son aquellas que juegan con las emociones y los sentidos. Aquí se logra una comedia de buen gusto con interpretaciones equilibradas como los deliciosos platos que cocinan sus fogones.