Un profeta
Sinopsis de la película
El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque al principio la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
Detalles de la película
- Titulo Original: Un prophète
- Año: 2009
- Duración: 150
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Opinión de la crítica
Película
7.5
72 valoraciones en total
Jacques Audiard no es un profeta. Puede que, como dicen por ahí, su film sea de ruptura, pero de ruptura consigo mismo antes que nada, de ruptura con aquella fantástica De latir mi corazón se ha parado en la que su tono jugaba un papel importante pero donde no parecía alcanzar las cotas más altas de su cine. Sin embargo, y pese a esa ruptura, lo que propone Audiard no es propio de un profeta, aunque sí podría ser propio de un maestro. Puesto que un tipo que domina de ese modo el tempo de su obra, que sabe como hacer crecer la tensión y el clímax de una forma imponente, que lleva a sus actores con una pericia digna de los más grandes y nos deja dos interpretaciones de bandera, que usa la banda sonora con inteligencia y estilo (único apartado en el que intuyo un trabajo estético) y que nos sabe hacer ver las rejas de la cárcel como un elemento más, no como mero atrezzo, como una jungla en la que la perspicacia y agudeza lo valen todo, y en la que para sobrevivir hay que valerse de algo más que fuerza, como decía, un tipo así, sólo puede ser un maestro.
Un prophete se construye con inteligencia: un muchacho llega a presidio con un billete doblado en la suela de su zapato y poco más que un carácter fraguado por los berrinches de una juventud que todavía no le ha permitido asentarse como una persona que sabe como medir sus gestos y sus decisiones.
Sus primeros movimientos en la cárcel, pues, pecan de impulsivos e imprecisos, y le hacen tambalearse durante unos minutos como una marioneta que todavía no sabe donde está ni que posición ocupa. Y aunque poco dura esa inestabilidad gracias a la coacción impuesta por César, un tipo temible a cuyos ojos no puede ni mirar, sirve para ver como Malik no podría dar dos pasos sin que uno de ellos fuese en falso.
Una vez ha arrancado, ya no hay vuelta atrás: La historia que forja Audiard con la pericia de un orfebrero y la mano maestra de un relojero ofrece tantas vertientes, tantos matices a dos personajes que a lo largo de dos horas y media se ven inmersos en un mar de situaciones que les ofrecen las pinceladas suficientes como para que cobren vida más allá del propio celuloide, que uno no puede verse más que inmerso en un peliculón como éste y respirar con ellos, a su ritmo, acogiéndose a sus constantes, casi sin darse cuenta.
(Sigue en el Spoiler)
Jacques Audiard nos presenta, de manera contundente y nada eufemística, a Malik, un veinteañero que por inercia de la marginalidad social acaba de bruces en la cárcel. Sólo y con varias manadas de lobos acechándole, deberá buscarse la vida como buenamente pueda. Es decir, su salvoconducto será la violencia, una violencia hiperrealista que se apoderará de la pantalla, acojonándote ante tal panorama, deseando no verte jamás en una de esas.
Sin embargo, el film va minando progresivamente su poder de atracción. Cuando la iniciación sangrienta del muchacho da paso a la rutina carcelaria, al mafioseo, a los quehaceres diarios de chirona, uno acaba fatigado de todo ello. Poco cautivan las andanzas de esta versión descafeinada y árabe de Tony Montana. No llegas a sumergirte profundamente (salvo al inicio) en sus dinámicas de violencia, de supervivencia en ambiente hóstil. Tampoco conectas con la variedad de mafias con las que juega el protagonista. Te pierdes entre tanto corso, árabe, gitano, italiano y demás gentuza que mancha de sangre sus negocios.
Un profeta es una incursión en las cárceles francesas. Un retrato, a mi gusto, bastante distante y frío, por momentos lento, que deja como sensación final la de la pesadez. No está, ni de lejos, cerca del nivel que el marketing y la corriente inflacionista de críticos y premios le ha atribuido. No es, ni mucho menos, The Wire, Scarface o El Padrino como se nos ha querido hacer ver. En definitiva, pasada la primera media hora, no es nada del otro mundo.
El veterano Jacques Audiard, con suma pericia e inmejorable técnica nos ofrece con gran maestría, un excelente film de temática carcelaria, tema muy recurrido por otros grandes maestros del cine, realizando un soberbio retrato de un personaje que culpable ó no, debe permanecer por un determinado tiempo en uno de esos centros del terror. Film muy parecido a otros ya conocidos, y a su vez totalmente diferente a ellos por la tipología de los personajes.
La película de Jacques Audiard Un prophète, nos demuestra la superación de un hombre joven Malik El Djebana, su historia atrapa desde un principio al espectador. Con un enorme realismo sórdido y crudo de una cárcel francesa actual, donde la multiculturalidad es una realidad que impone sus normas y acrecienta la jerarquía de los más poderosos. Así ese hombre joven de origen árabe, y por demás falto de los conocimientos más básicos, acaba en poder de la mafia corsa, a la que debe someterse a base de golpes, y un total menosprecio por todos los miembros del clan, quizás el que en apariencia le trata mejor es su cabecilla, que a base de duros golpes le enseñas auténticas lecciones de manejo, control y manipulación de los débiles, excelente trabajo de un desconocido Niels Arestrup (no se le conoce una mejor interpretación).
Malik, después de pasar su particular calvario y como si de una catarsis se tratara, conseguirá cambiar su situación convirtiéndose en un líder entre los de su raza, y lo que es más difícil la admiración y consideración del resto de los reclusos. Tahar Rahim resulta perfecto en el papel de Malik, que a base de sufrimiento sabe subir en su escalafón carcelario.
Jacques Audiard dirige todo con pulso firme y sin caer en ningún momento en la violencia gratuita, demostrando ser un maestro en la dirección de actores. Y así mismo junto con Thomas Bidegain, nos ofrece un trabajo que resulta al mismo tiempo un largometraje carcelario y una película sobre la iniciación a la vida adulta, eso sí entre rejas. Es de agradecer también ese final abierto, ya que al espectador no se le da con toda claridad, cual es el camino que seguirá Malik El Djebana.
Película dura, pero muy digna de ver..
I – LLEGADA
Eres joven, débil, vulnerable, te han trincado por una tontería y estás solo. Los buitres, corsos, se aprovechan de tu situación, y te acabas viendo obligado a cargarte al mítico gay de todas las películas carcelarias para salvar el pellejo, asumiendo que tendrás que soportar durante mucho tiempo a su fantasma. Para poder cometer el indeseable crimen, tienes que llevar una navaja en la boca. Qué imágenes más jodidas. Total, que a la hora del asesinato protagonizas la mejor secuencia de la película y, en definitiva, un escenón colosal. Grande donde los haya.
La cárcel es chunga.
Audiard recae en lo que ya, parece que sin remisión, el espectador espera en esos jóvenes directores, una realización vanguardera es el tránsito obligado, que incluso en los casos del coreano Kim Ki Duk, si le ríen mucho sus gracias en los festivaletes europeos , se puede postergar a edades y puntos de filmografía, alarmantemente talluditos. Ahí están esos ojos de buey, alguna que otra chorradita de recién licenciado con ganas de comerse el mundo. No me agrada tampoco, aunque esto ya es demasiado subjetivo como para constar como argumento , dejémoslo en opinión, ciertas decisiones en puesta en escena tibias en los conflictos del personaje con sus circunstanciales, la culpa, posible redención planeada en fuera de cámara y fuera de guión,..(*) (Spoiler)
Pero es un film maravilloso…..Es el mejor film de mafias (mejor que el padrino, y lo digo sin miedo). Es el mejor film carcelario de la historia ( mejor que el hombre de Alcatraz, mejor que el nuevo gran clásico de cine, aunque me pese, Cadena perpetua, al nivel de Le trou …como se saca partido de una cuchilla de afeitar…). Tiene un guión tan absolutamente maravilloso, que te mantiene 2 horas y medias sin ganas de cigarrito, sin que la vejiga pida tregua. Los actores principales están grandiosos, el mafioso corso, posee una fuerza y presencia propia del mejor Brian Cox (uno de los mejores secundarios de la actualidad). Pero sobre todo el protagonista, el protagonista, el actor, el personaje, escrito con una originalidad capaz de sorprender a un servidor que ha visto más de 3100 películas. Ese personaje, ese actor que lo encarna, vale por ellos mismos (sin contar el excelente guión),la palma de oro de Cannes de este año…como fue el caso. Aunque fuera teniendo que ir a pachas con Haneke….Ya saben, la cinta blanca, B/N, bergmaniana, lleva una filmografía brillante…..Que le digan a Scorcesse, con su único oscar. Justicia (o injustica) poética.