Un lugar en ninguna parte
Sinopsis de la película
Un matrimonio esconde un oscuro pasado: durante su juventud en los años 60 fueron militantes de un grupo radical violento. Un atentado con bomba, que causó varios heridos graves, los ha obligado a vivir clandestinamente y a cambiar continuamente de domicilio y de nombres para evitar ser localizados por el FBI.
Detalles de la película
- Titulo Original: Running on Empty
- Año: 1988
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
7
40 valoraciones en total
Film independiente, dirigido por Sidney Lumet. Se rodó en Englewood, NY y Tenafly (NY). Nominada a 2 Oscar, ganó 3 premios y otras 6 nominaciones. Producida por Amy Robinson y Griffin Dunne, se estrenó el 9-IX-1988.
La acción tiene lugar en términos de presente. Narra la historia de una familia que huye de la policía desde que los padres, Arthur Pope/Paul Mansfield (Judd Hirsch) y Annie/Cynthia (Christine Lahti), estudiantes radicales, participaron en 1971 en la voladura de un laboratorio de napalm como protesta contra la guerra del Vietnam. Una persona resultó herida de gravedad en el atentado. Después de 17 años siguen huyendo sin tregua, en compañía de sus dos hijos, Danny/Michael (River Phoenix), de 17 años, y Arthur/Sthephy, de 10. El mayor, cansado de las correrías de los padres, ha de elegir entre la familia y una vida normal.
La película narra el drama de una familia que prefiere huir de por vida de la Justicia, que afrontar sus responsabilidades sociales y penales. La inestabilidad de los constantes cambios de domicilio, colegio, localidad y entorno, crea una situación de fatiga, que se incrementa ante las perspectivas de hallarse inmersos en una carrera sin sentido y sin final. El hijo mayor, de 17 años, encuentra en Lorna Phillips (Martha Plimpton) afecto y estabilidad emocional y desea estudiar música con el reposo que la tarea requiere. De ese modo, se ve enfrentado al dilema de dejar la familia, probablemente para siempre, o de renunciar a sus deseos de una vida normal. La obra constituye una reflexión sobre las consecuencias que pueden tener para los hijos las decisiones personales de los padres. La obsesiva huída de éstos demuestra un pertinaz desacato de las normas generales de obligado cumplimiento, con unos costes personales elevadísimos.
La música original aporta emotivos solos de piano y de guitarra, fragmentos orquestales de viento y composiciones de cuerda, con temas añadidos de Schumann, Beethoven, Madonna y otros. La fotografía, a cargo del acreditado Gerry Fisher, presta especial atención a la comicidad de algunas situaciones extravagantes y a la expresión corporal de los actores. Las imágenes son luminosas y realistas. El guión, premiado con un Globo de oro y nominado a un Oscar, explica con fluidez y naturalidad una historia de inadaptación social y de huída de la Justicia, que deriva en una vida sin rumbo tan dramática como improcedente. La interpretación de River Phoenix demuestra las grandes aptitudes de una de las mayores promesas del cine del momento, fustrada prematuramente y tragicamente, a los 23 años, a causa de una sobredosis. Christine Lahti obtuvo un premio LAFCA. La dirección desarrolla una narración mesurada, exenta de exageraciones, que deja que los hechos hablen por si mismos.
Película independiente, que critica la alocada y pertinaz elusión de la Justicia de unos antiguos idealistas, convertidos indebidamente en prófugos. La presencia de Phoenix añade interés a la obra.
Aunque no suele aparecer entre el puñado de títulos que los críticos y cinéfilos citan como los aportes más emblemáticos del cineasta Sidney Lumet, a dos décadas de su estreno esta cinta se sostiene como una de las más entrañables y conmovedoras de su filmografía. El realizador captura el momento de decisión que atraviesa un joven que toda su vida ha debido adaptarse a continuas mudanzas y cambios de identidad, pues sus padres son perseguidos desde que en 1971, en protesta contra la guerra de Vietnam, hicieron estallar un laboratorio que fabricaba napalm. Lumet despliega aquí algunos de sus temas más recurrentes: los lazos familiares, los cuestionamientos morales por hechos del pasado, las consecuencias de las decisiones políticas o ideológicas en las vidas de sus protagonistas, los individuos que no parecen encajar con su entorno y las barreras que éste impone a sus sueños e ilusiones.
Por sobre todas esas ideas y conceptos, lo que prevalece es una emoción pura y cotidiana, que transforma lo que pudo ser un lacrimógeno melodrama en un bello y sentido relato en tono menor, que Lumet filma con precisión guiado por un guión que sabe destacar los pequeños detalles que hacen más humanos a sus personajes y las situaciones que atraviesan. En esta labor es fundamental el trabajo del elenco, y una vez más el cineasta vuelve a sacar lo mejor de sus actores, en particular de la estupenda Christine Lahti, especialmente en el maravilloso e inolvidable momento en el cual salda cuentas con su pasado. Pero sin dudas este film seguirá siendo recordado por la sólida interpretación del talentoso River Phoenix, quien con una sensibilidad espontánea y sincera evoca los impulsos juveniles de Brando y Dean, en un personaje complejo y convincente, que le significó su única y merecida nominación al Oscar. Por otro lado, uno de los aspectos más subvalorados del cine lumetiano es su acertado e inteligente uso de la música, y como era de suponer al contar con un protagonista que desea arriesgar su futuro por cumplir con su anhelo de tocar el piano, acá este aspecto es fundamental, desde las clásicas melodías de Brahms y Beethoven hasta esa canción de James Taylor que la familia baila durante un cumpleaños en una escena llena de vida y encanto, y la partitura del guitarrista de jazz Tony Mottola, con ese leitmotiv tan sencillo y memorable como la película misma.
Cómo me gustaba esta película de adolescente: simplemente buscaba que la repitieran en el cable una y otra vez para volver a disfrutarla. Una película que nos habla de un pasado trágico que se les adosa a los hijos de Hirsch y Lahti: Phoenix y Abry. El ya difunto River Phoenix hace, en esta película, un papel tremendamente complejo. Es el joven misterioso de la escuela, el reservado que ama la música clásica, y que al mismo tiempo tiene con su padre una relación muy difícil de amor y odio. Una familia que vive cambiando su identidad cada seis meses para burlar a la ley. El tema del desarraigo, la ruptura de los lazos familiares y la melancolía del genial Beethoven, que revive en las manos del River Phoenix genera en la película un efecto halo. Algo, más allá de la historia, nos golpea y nos atrapa cada vez que la vemos.
Ah, me olvidaba. Muchas gracias Lumet, una vez más.
Curiosa cinta que trata un tema muy de los setenta pero que parecería demodé en su año de realización, 1988.
Lumet vuelve a mostrar su valía como artesano y su capacidad para narrar competentemente y con cierta emoción casi cualquier guión que llega a sus manos.
Y en este caso el guión es bastante interesante (nominado al Oscar),a pesar de algunos diálogos molestamente informativos y por tanto poco naturales.
El reparto es poco comercial pero adecuado ya que los padres son intepretados por dos buenos actores que, sin embargo, nunca llegaron a ser estrellas, quizá por no ser especialmente atractivos. A Hirsch se le recuerda como el psicólogo de Gente Corriente y a Lathi como la chica de Richard Dreyfuss en Mi vida es mía. La estrella era, por tanto, el emergente Phoenix, un gran actor (nominado al Oscar aquí) que se llevó la maldita droga.
Por último señalar el magnífico uso nostálgico de la maravillosa canción de James Taylor, Fire and rain, aunque el título original hace referencia a otra maravilla de Jackson Browne, Running on empty. Quizá no se la dejaron usar y optaron por la de Taylor.
Se suele dar por supuesto que la familia opresora, la que aísla de la sociedad a sus miembros, es la ultraconservadora, que controla con quién salen los chicos, qué dicen y piensan, que examina y pone pegas a las amistades, que dice en todo momento qué hacer y qué no, pero en esta película se muestra un caso paradójico: la familia tiránica y alienante es la de un matrimonio de activistas revolucionarios, antiburgueses.
Vemos a unos niños vigilar movimientos de coches, cruzar avisos en clave, salir a la carrera por el jardín trasero, pero no están jugando a espías: están actuando como servicio de seguridad de sus padres, a quienes busca el FBI. Y cuando se descubre a los agentes al acecho es hora de huir, una vez más.
Lumet tiene oficio y no quiere cargar tintas dramáticas, así que usa a menudo planos muy abiertos, tomando de lejos a las figuras, aunque cercanas y claras sus voces.
Huir: cambiar de estado, de furgoneta y de identidad, llegar a poblaciones desconocidas, sin familia ni amigos, buscar un empleo cualquiera…
Años atrás, los padres pusieron una bomba en una fábrica de napalm, protestando contra la guerra vietnamita. Imprevistamente, un empleado quedó malherido, y para evitar la cárcel iniciaron una fuga sin fin, en vida errante, de un estado a otro sin dejar rastro, adoptando identidades de fallecidos.
El padre a sus hijos, con maneras de sargento: ¿Cómo me llamo ahora? ¿Y cómo se escribe?.
Los hijos, adolescentes, deben ir al colegio, aunque carezcan de expediente. El mayor, Danny (River Phoenix, que brilla en papel a su medida), tiene talento musical heredado. Llama la atención del profesor, y de su hija Lorna, con quien congenia. Eres muy raro. Estás pirado. Eres muy sorprendente.
—No transmites mucha información, ¿sabes?
—Lo siento.
El apoyo del profesor, que en condiciones normales se valora muy favorable, causa alarma en la extraña familia: amenaza su camuflaje. Ahí las grandes tensiones.
Es el conflicto inherente a un grupo cerrado, con padre autoritario, cuadriculado, estalinista. No quiere educar a los hijos para que se realicen como personas y se desenvuelvan en una sociedad de la que se declara enemigo, sino para que le sirvan de apoyo en la vida clandestina.
Con narrativa fluida, y mediante planos distantes, el sabio Lumet evita la sobrecarga, aleja al espectador y lo enfría, reservando los planos cortos y la cámara estática para las secuencias decisivas, de las que extrae una emotividad concisa, intensa, de oro.