Un invierno en la playa
Sinopsis de la película
Años después de su divorcio, el veterano novelista Bill Borgens (Greg Kinnear) sigue obsesionado con Erica (Jennifer Connelly), la mujer que lo abandonó por otro hombre. A pesar de los esfuerzos de su vecina Tricia (Kristen Bell), él sólo tiene ojos para Erica. Cuando Bill descubre que su hija Samantha (Lily Collins) acaba de publicar su primera novela, se da cuenta de que él hace tiempo que no escribe. Al mismo tiempo, su hijo Rusty (Nat Wolff) intenta también encontrar su camino como escritor de ficción.
Detalles de la película
- Titulo Original: Stuck in Love
- Año: 2012
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6.3
24 valoraciones en total
Inteligencia, tono y talento, dice Carlos Boyero de esta película. Vale, pues tú sabrás dónde, porque yo no le veo ni la inteligencia ni el talento por ninguna parte. El tono sí, el tono es simplemente anodino.
Mi problema con esta opera prima de Josh Boone es que cuenta una historia sobre un montón de personajes con ninguno de los cuales soy capaz de simpatizar. Es más, me parecen todos una panda de gilipollas como la copa un pino. Os cuento:
– El padre, un tipo divorciado que sigue colgado de su ex tres años después y que está dispuesto a esperar a que vuelva el tiempo que haga falta. Un imbécil de tomo y lomo.
– La madre, una tía que dejó al marido hace tres años y que se pasa el día lloriqueando porque la hija no le habla. Lo único bueno es que la interpreta Jennifer Connelly, que siempre es una presencia grata.
– La niña, que va por ahí diciéndole a los tíos: yo no quiero más que follar, no estoy interesada en charlar ni en ir al cine ni en nada, sólo follar. Huyyys, qué cool, cómo mola, no?
– El niño, todo el día colgado a la pipa fumando yerba porque está el pobre bloqueado y no puede escribir. El síndrome de la hoja en blanco, vaya por Dios.
Lo peor es que Boone pretende hacernos simpáticos a sus personajes, presentárnoslos como superguays y superflissss. Qué bien, una mamá que deja fumar marihuana a su hijo, y un papá que lo deja follar en casa con la novia, y una chica que quiere follar a destajo sin compromiso. Wawwww, qué peña más molona. Y además hablan todo el rato de literatura y del arte de escribir, incluso el Día de Acción de Gracias, qué conversaciones familiares más inteligentes y más talentosas. En fin, cuanto más nos los quiere meter con calzador, peor caen y menos cuela, y más parecen una panda de pijos con ínfulas que dan un repelús que te cagas.
Lo único que se salva es el sentido homenaje a Stephen King, que incluso aparece en un pequeño cameo telefónico. Para mí uno de los mejores escritores del mundo, probablemente uno de los menos pretenciosos y sin duda ninguna uno de los más minusvalorados. Sólo por eso le concedo un cierto valor sentimental, pero vamos, que no se libra de la quema.
Acabo de ver la película. Me siento un imbécil pensando que en realidad ha sido Carlos Boyero el que me ha incitado a ir a verla. Su crítica en El País de hoy me ha movido del asiento y me ha encaminado a una de las últimas filas de la sala, dispuesto a saborear el buen cine americano .
Creo que alguien se está perdiendo en el manejo de los criterios que marcan el listón del buen cine.
Un Invierno en la Playa es una película llena de tópicos hasta la saciedad. Ni ácida, ni inteligente, ni novedosa, con diálogos que pueden ser rescatados de una serie ñoña de televisión. Todo ello envuelto, edulcorado, con la siempre conservadora visión de la familia americana, a la que no le falta … of course, la (s) comida del día de Acción de Gracias.
Es un producto típico-tópico del cine americano. Punto. Se la pueden perder.
No nos engañemos, las comedias románticas, y especialmente las americanas, son lo que son. No se les puede pedir mucho más. Y con esta mentalidad fui al cine ayer. No obstante, salí bastante contenta del cine por unas cuantas razones. La primera, es que tiene un buen inicio, la historia engancha desde el principio. La segunda, las actuaciones son buenas. Acertaron de pleno al escoger los actores para los diferentes personajes. La tercera, tiene un emplazamiento atractivo (la casa en la playa tienen mucho encanto), así como una fotografía y banda sonora muy correctas. También me gustó mucho la manera en la que está contada. En cuarto lugar, aunque sabía que su argumento iba a ser previsible (una vez ves el trailer ya sabes cómo acabarán muchas de sus tramas) me la creí totalmente. Bajo mi punto de vista, este es el punto fuerte de la película. La mayor parte de las comedias románticas son demasiado irreales, con finales excesivamente perfectos o las actitudes de los personajes son inverosímiles. Esta película, por suerte, no.
Así que si quieres ver una película del género y sin demasiadas pretensiones, esta es tu película. No marcará tu vida, pero te hará pasar un buen rato.
Cada escritor redacta la vida desde el lugar en el que se encuentra. Desde la experiencia, siempre. Crea un mundo, corrige en la ficción lo que quisiera que fuera de otro modo en la realidad y da forma a sus esperanzas. Lo que un escritor espera de la vida se encuentra en su obra. De esto habla Un invierno en la playa, película escrita y dirigida por el joven Josh Boone, que presenta un trabajo más maduro de lo que se podía esperar en un nuevo autor. Es verdad que no le falta algún tópico, algún personaje algo estereotipado y algún laberinto más lacrimógeno de lo deseado, eso es verdad. Los padres tan modernos, los hijos tan extraordinarios y las situaciones tan extravagantes chirrían algo. Aunque también es cierto que algunos diálogos (buena parte de ellos) son excelentes, las interpretaciones están a una altura considerable y la cámara de Boone está colocada buscando encuadres necesarios y moviéndose con elegancia y delicadeza. Quedarse en el territorio de las tres tramas que conviven en la cinta sin buscar nada por debajo de ellas es un error. Todo buen relato sugiere una búsqueda en su esencia. Y no moverse hacia ese territorio hace que la película pierda mucho de su encanto. No es una película profunda, pero algo queda sin decir que la hace entrañable, inteligente y atractiva. Todo lo que hace evolucionar a los personajes, de un lado a otro, debe tenerse en cuenta: la muerte, el amor, el miedo, las drogas, la ausencia. Todo evidente como vehículo, no tanto el lugar hasta el que transporta a cada personaje implicado. Y todo envuelto en la necesidad de narrar del ser humano. Por eso es tan importante y tan acertado que sean escritores los personajes principales o que tengan una relación tan íntima con la literatura. La película se hace importante al transitar este terreno. Sólo cuando se relata el mundo el mundo se mueve, sólo cuando se relata el mundo se puede sobrevivir.
Greg Kinnear se desenvuelve como pez en el agua en su papel, Jennifer Connelly interpreta una madre sin una duda en su lenguaje corporal, Lily Collins, Nat Wolff, Liana Liberato y Logan Lerman están muy bien dirigidos logrando un nivel interpretativo creíble, lleno de espontaneidad.
La banda sonora compuesta por Nathaniel Walcott y Mike Mogis se salpica de temas propios y ajenos. Junto a Big Harp interpretan el tema At Your Door, por ejemplo. Un excelente tema que inaugura la partitura. Elliott Smith (Between The Bars) y Bear Driver (No Time To Speak) destacan sobre el resto de intérpretes.
El cine indie tiene un nuevo inquilino al que habrá que seguir la pista de cerca. El trabajo de Josh Boone, salvo algunas dudas al principio de la cinta, tiene un aspecto mucho más sólido de lo que es habitual en un primer trabajo. Todo hace pensar que sabe hacer cine y que la experiencia le convertirá en un realizador a tener muy en cuenta. Esperemos que el próximo guión este mejor armado para comprobar si esto es cierto o no.
Un invierno en la playa recoge esa parte de la comedia romántica que tanto gusta a un tipo de espectador, pero que no deja de incluir elementos dramáticos que le dan cierta profundidad y prepara la cabida a un público más numeroso. Es una película muy agradable y, sobre todo, un comienzo muy esperanzador del joven Boone.
A ver si es verdad.
inventodeldemonio.es/blog
Hay una expresión coloquial ( sacar de la película ) que define perfectamente cual es el mayor riesgo al que se expone una obra, pues no hay nada peor en cine que dejar de creer y/o interesarte en lo que estas viendo. En este caso no he sido invitado amablemente a abandonar la narración sin montar una escena, sino que un par de gorilas me han sacado a empellones y se han recreado con una sesión de patadas y puños americanos durante una hora en el aparcamiento: hace mucho tiempo que no sufría un guión tan pretencioso, mediocre y tramposo (ver spoilers). El gran problema de la película es que parte de unos personajes absolutamente odiosos envueltos en una trama inverosímil (y odiosa) pero que, por oscuras razones, es presentada tanto por el director como el guionista como el súmmum de lo guay y si me apuran, de lo cool (ver spoilers). Si uno entra en el juego, desactivando completamente sus lóbulos frontales, disfrutará de los melindres y las carantoñas del reparto, pero en caso contrario solo hay garantía de unos interminables minutos de incredulidad y removerse incómodo en la butaca. Un invierno en la playa / Stuck in love (Writers) es, a efectos prácticos, una auténtica bufonada emocional concebida a mayor gloria del ego de los escritores y que dificilmente puede ser más superficial y manipuladora.