Un hombre fuerte
Sinopsis de la película
Narra la historia de un mediocre periodista que, soñando con fama y gloria, no duda en forzar la muerte de su amigo, el escritor Jerzy Gorski, para de esa forma apropiarse de su inédito manuscrito, el mejor camino para conseguir el éxito sin el más mínimo esfuerzo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mocny czlowiek aka
- Año: 1929
- Duración: 77
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia la película en formato HD y 4K. A continuación te añadimos un listado de fuentes de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
5.9
90 valoraciones en total
Un hombre fuerte es uno de los pocos film silentes que se conservan de la cinematografía polaca y, a tenor de su calidad, no deja de ser bastante triste que se haya llegado a esta situación. Tampoco puede decirse que Un hombre fuerte sea una obra maestra, queda lejos de tal calificación, pero desde luego es un buen film que explora, en el ocaso del cine mudo, la culpa y el remordimiento como pocas obras han conseguido plasmarlo -desde entonces hasta la actualidad- en la gran pantalla. Lo que azota el celuloide son verdades y realidades, contándonos la historia de un periodista envidioso que no ha hecho nada con su vida, mientras que uno de sus amigos es un escritor de éxito al borde de la muerte. Sabiendo que posee una novela inédita, el periodista -nuestro anti-héroe- decide forzar los últimos instantes de su amigo… y hacerse de oro publicando el manuscrito bajo su nombre.
¿Qué le sigue? Fama, éxito, fortuna. Y también desdicha, remordimientos de conciencia, pesar, sensación de vacío. Mediante primeros planos incómodos sobre los expresivos ojos de Gregori Chmara, el realizador polaco nos arrastra en esta historia casual en la que nunca se da un punto de vista moralista o tradicional de lo que se cuenta, sino que se opta por la verosimilitud y deja la puerta abierta a la reflexión. ¿Qué habíamos hecho en su lugar, actúa bien o mal? Quedan para el recuerdo algunas secuencias portentosas como la de la representación, el juego de superposición de imágenes y varias secuencias magníficamente rodadas. Todo esto -y más- forma un film sólido, recomendable a todas luces, que bien podría entrar en una lista de los mejores films mudos europeos de la década. Si lo encontráis no lo dudéis: merece la pena.
Duro ensayo sobre la codicia y el precio del éxito, Un hombre fuerte hurga con habilidad en las pasiones más bajas del individuo sin permitirse apenas un poco de luz: todo es irrespirable y tenebroso, hasta la propia ciudad, hasta el propio ruido del triunfo y del dinero, todo resulta amenazador, turbio, tan grotesco como un lienzo de George Grosz. Y, por ello mismo, también terriblemente humano. Es cierto que el desarrollo del relato es más o menos previsible, o que los intertítulos cuentan a veces más de lo debido, imponiéndose al peso de las imágenes, algo habitual en un cine cuya narrativa, todavía rudimentaria, está aún perfeccionándose. Lo realmente relevante es el modo en que Szaro lleva a cabo la empresa, su dominio de la forma, la credibilidad y el impacto de su discurso.
Un hombre fuerte es una obra oscura, como grabada en aguafuerte, con imágenes agresivas, atmósferas emponzoñadas y algún instante de puesta en escena que enlaza con el expresionismo e incluso con el cine de terror. Muy interesante resulta también la capacidad de Szaro para extraer de la naturaleza una gran carga expresiva y poética que refleja el mundo interior de los personajes, como queda patente en la secuencia de la casa de campo, donde la tormenta pasional que se desarrolla dentro de la casa tiene su correlato en la tormenta real que acontece fuera. Un recurso narrativo moderno y atrevido, que en cierto modo emparenta a su director con otros geniales observadores de los misterios de la naturaleza y del alma humana (Jean Epstein).
No se detiene aquí el carácter inquieto y creativo del director. También se puede percibir en el uso de transparencias, del montaje paralelo y la elipsis, o en la forma en que gradúa la intensidad -siempre creciente- de su excelente clímax final, donde cada ovación y cada aplauso del público es una puñalada para el protagonista, donde el juego de máscaras (brillante la idea del teatro, de los niños enmascarados: tiempo de dejar caer las caretas) se lleva al extremo, donde la culpa adquiere tintes de fiebre y delirio, hasta purgarse dramática e inevitablemente en un final seco y contundente.
La versión restaurada acoge una banda sonora vanguardista que enfatiza el carácter hosco y violento de la historia, aunque tiene tanta personalidad que puede, en ocasiones, imponerse a ella y sacarte momentáneamente de la película.
Lo mejor: la visita a la casa de campo.
Lo peor: un comienzo algo abrupto.