Sarah (TV)
Sinopsis de la película
Jacob (Christopher Walken), un granjero del Medio Oeste, viudo con dos niños pequeños, pone un aviso en un periódico solicitando una esposa que lo ayude a criar a sus hijos. Le responde Sarah (Glenn Close), una mujer soltera del Este, que se describe a sí misma como sencilla y alta.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sarah, Plain and Tall (TV)aka
- Año: 1991
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
5.5
98 valoraciones en total
Sencillo, modesto y conmovedor telefilme que, con muy pocos medios, pero muy buenas actuaciones ( Glenn Close y Christopher Walken ), nos narra la historia de un viudo con dos hijos, en posesión de una granja en los albores del siglo XX, que decide solicitar una esposa por correo, para que cuide de los niños y le ayude en las tareas de la granja.
La que responde al anuncio es Sarah, una solterona de Maine, que debido al reciente matrimonio de su hermano y no queriendo convertirse en una carga para ellos, decide buscar su propio camino, aunque ya sabe, que no es amor lo que encontrará.
La película nos narra con sencillez y sinceridad, los obstáculos a los que pueden enfrentarse esta clase de parejas concertadas de antemano. Se puede poner mucha voluntad pero, ¿ es suficiente ?.
Con muy buen criterio, deciden darse un mes de prueba antes de decidirse pero, están los niños.
¿ Se puede en un mes, tratar de establecer vínculos afectivos con ellos, para que luego si no funciona, marcharse tan ricamente por donde se ha venido ?.
La pareja por otro lado. ¿ Qué clase de convenio se puede establecer con él ?. ¿ Qué va a ser ?, ¿ un socio, un amigo, un jefe con derecho a lecho conyugal?.
Lo cierto es que esta sencilla película, nos habla de todos estos temas, tan comunes en aquella época, sin sombra de elementos melodramáticos, tan tentadores, y nos propone una historia acerca de cómo se puede construir una familia sin que el ingrediente principal, el amor, se de por sentado desde el principio.
He podido verla, ya empezada, en televisión, al principio pensé que formaba parte de una serie, un extraña serie con actores de lujo y desconocida para el público español, no estaba tan equivocado, es película, al parecer, hecha para televisión. Desde el primer momento me he sentido fascinado. Es una película de sensaciones, miradas y sentimientos profundos. Me recuerda antiguas maravillas como Rebeca o Cumbres borrascosas . Todos los actores, incluso los niños, trabajan con gestos sencillos pero precisos, quizás me resulte demasiado convencional el final.
Basada en un entrañable libro de la co-guionista del film, Patricia MacLachlan, surgió esta sencilla pero bella película de televisión que contó con la presencia de dos figurones, Glenn Close y Christopher Walken, tan consagrados hoy que despierta una sonrisa tierna verles en una producción tan modesta, de la que yo no sabía nada y que cuenta con escasas votaciones en Filmaffinity. Me proporciona una sensación como de andar por casa, y aunque los veo ahí, y son ellos, efectivamente, pero están bajo otra luz. A veces estas humildes y discretas obritas me conmueven más que otros grandes títulos archiconocidos por todo el globo.
Es el clásico drama romántico. Al que doy la bienvenida con un cálido apretón de manos y un estremecimiento de placer en la columna.
A principios del siglo veinte, un granjero viudo de Kansas con dos hijos no puede seguir llevando solo la dura carga y, forzado por la acuciante necesidad, publica un anuncio en el que solicita una mujer dispuesta a asumir el papel de esposa, madrastra y trabajadora de la granja. La respuesta le llega de una señora de Maine que nunca ha estado casada, culta y refinada, que se define a si misma como sencilla, nada agraciada y alta. En el intercambio epistolar acuerdan que ella estará un mes de prueba y así se asegurará de no precipitarse y tomar la decisión correcta.
Y aquí llega el momento que tanto me gusta, en que ambos se ven por primera vez y se llevan las impresiones iniciales cara a cara. Ese momento violento, incómodo, un poco angustioso en el que los nervios y las dudas han pasado de ser algo impreciso y vago a tener por fin la evidencia delante. ¿Y si no me gusta? ¿Y si no le gusto? ¿Y si no encajo? ¿Y si no me gano a los niños?
Se miran el uno al otro con timidez, pero ya una chispa fugaz se enciende en los ojos del granjero. Ella es más encantadora de lo que se ha dado crédito a sí misma. Atractiva. Toda una mujer, plena y de aspecto saludable a la vez que dulce y obstinada. Muy pronto la chispa se le apaga al recordar culpablemente a su esposa muerta, a la que aún se niega a dejar marchar. Ella por su parte enseguida siente temblar su corazón al observarle. Reservado y receloso, pero apuesto y por un instante sus ojos claros brillan y sabe que los de ella misma deben de estar brillando igual. Pero es demasiado breve, tan breve que ambos se preguntan si no lo habrán soñado. Después empieza la convivencia, el proceso de llegar a las almas de los niños y adaptarse a la rutina de la granja. Y chocar contra la terquedad de él al aferrarse al pasado. Terquedad igual a la de Sarah cuando ella se decide a poner en marcha lo que se haya propuesto, aunque tenga que llevar a Jacob la contraria. Él no está acostumbrado a encontrar oposición en su propia casa y tiene que lidiar con esa faceta que le irrita y le sorprende al mismo tiempo.
Casi se arrepiente de haber puesto el anuncio. No está preparado para dejar atrás a Katherine. Cree haber cometido un error. Al principio Sarah se siente como una intrusa, pero la tranquilizadora rutina va reacomodando a los ocupantes de la granja. La mujer abre un mundo de imaginación, canciones y juegos para los niños. Les trae el mar de Maine, que ellos no han visto pero lo pueden recrear en la hierba que ondula al viento como las olas, en los colores de las aguas que ella les describe, en el sabor salado que creen notar en la lengua. Suavemente, su calidez, sus risas, sus hermosas frases y su diligencia de mujer emprendedora y eficiente llenan el espacio, los pequeños son felices, y Jacob se sorprende a veces mirándola con anhelo, y nota el pinchazo de los celos cuando un vecino muestra mucho interés hacia ella… A fin de cuentas, él la ha presentado a la mayoría como una amiga de la familia, aunque ninguno es tan ingenuo como para ignorar la verdadera razón por la que ella está ahí. Pero el pretexto de Katherine lo sigue bloqueando. Y Sarah cada vez se siente más confusa y dividida. Añora Maine y el mar, y no está segura de quedarse y conformarse con ayudar en la granja, querer y ser querida por los niños, pero sin ser plenamente aceptada y amada por él. Por otro lado, adora a los pequeños y no se ve capaz de abandonarlos. El mes de prueba se desliza con rapidez…
Eran tiempos de matrimonios de conveniencia, en los que lo sensato era no dejarse llevar por sueños de amor. Pero… ¿desde cuándo el corazón es sensato?