Un asunto real
Sinopsis de la película
Para Carolina Matilde (Alicia Vikander), casada siendo una adolescente con el rey de Dinamarca Christian VII, es un horror vivir con un marido ciclotímico y estrafalario que propone medidas como nombrar a su perro miembro honorario del Consejo de Estado, o que circulen en Copenhague por la noche carruajes vacíos para recoger a los borrachos. Así las cosas, Carolina se rinde a los encantos del médico personal del rey, un intelectual progresista (Mads Mikkelsen) que se verá dividido entre su lealtad al monarca, su amor a la reina y su oportunidad de convertir una Dinamarca aún medieval en un país ilustrado.
Detalles de la película
- Titulo Original: En Kongelig Affære (Die Königin und der Leibarzt) (A Royal Affair)
- Año: 2012
- Duración: 137
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Opinión de la crítica
7.1
50 valoraciones en total
La primera reflexión que tuve después de ver esta película fue la de que hemos avanzado menos de lo que parece a nivel político en todo lo que va de la historia del hombre. La película se basa en una historia real que aconteció en la Casa Real de Dinamarca. Ver las manipulaciones del consejo real para conseguir que sus planes y maniobras vayan por el camino de los beneficios de unos pocos en deterioro de los intereses de todo un pueblo, parece no estar tan alejado de la época que nos ha tocado vivir, a pesar de su gran distancia en el tiempo es triste ver como se ha progresado más bien poco. Conspiraciones, pactos y ser capaces a quitar del medio a los que intente apostar por ideas progresistas y renovadoras. Algo te tendremos que a(no)aceptar mientras la sociedad sigua mirando hacia otro lado sin pensar que hay que mirar hacia el futuro que vamos dejando.
He de reconocer que no sabía nada acerca de este hecho de la historia, un fragmento de la vieja Europa tan característico que no hace sino más que contribuir a pensar que la realidad siempre superara la ficción. El Rey Christian VII de Dinamarca, interpretado por Mikkel Boe Følsgaard ganador merecidamente de un Globo de Oro en 2012, por una genial caracterización de un personaje tan peculiar y estrionico, con un parecido muy cercano al Mozart de Amadeus 1984 de Milos Forman. Un gobernante incapaz de reinar debido a sus complicados problemas mentales, un soberano que dejo su gobierno a cargo del consejo real. Christian contrae matrimonio con Carolina de Hannover, interpretada por una jovencísima Alicia Vikander, un personaje que lleva a su terreno dándole la fuerza y temperamento que esta precoz reina apaleaba. Cerrando el triángulo tenemos a un actor del que no podemos decir nada en su contra, Mads Mikkelsen(Las Manzanas de Adam2005, Pusher1996) da vida al personaje de Struensee, un doctor progresista e ilustrado que será amigo,compañero y casi mentor del Rey Christian.
Con un desarrollo dinámico e intenso el cual sorprende por tratarse de una película de época, con una dirección pulcra de Nikolaj Arcel el que usa sabiamente los entresijos de este drama para entrar en el asunto de lleno. Una ambientación muy cuidada y elaborada con un vestuario a la altura, resaltando esos decorados de época y con esas costumbres Reales tan distinguidas.
No es que sea muy amante del cine de época y menos aún si tienen pinta de ser una película para la televisión, pero he de insistir y recomendar en ver esta película, tanto por las apabullantes interpretaciones de todo su reparto, por supuesto incluido actores secundarios, como por el enfoque narrativo que Nikolaj Arcel hace de un hecho histórico que marco a Dinamarca.
Tengo debilidad por los filmes de época, me fascina este periodo histórico, aunque suelen ser muy trillados o devorados por la producción y su historia queda casi siempre relegada a segundo plano, pero esta ocasión no.
A Royal Affair esta basada en la novela Prinsesse af blodet de Bodil Steensen-Leth, una película cuyos 3/4 de metraje son sobresalientes pero que decae en su último tramo, se alarga con indicios de tedio melodramático y que cuyo desenlace se hace obvio por lo mismo, lo cual le impide ser redonda.
A nivel producción es exquisita, todo muy pulcro y cuidado, elegantísima dirección artística, vestuario, maquillaje y peluquería, el trabajo de fotografía sobre todo en exteriores es hermoso y que en compañía con una pausada y cálida composición de Yared & Aufort resulta un trabajo sumamente armonioso.
Nikolaj Arcel haciendo doble labor (guionista y director) es notable, manteniendo a flote siempre el hilo narrativo junto a su coguionista Rasmus Heisterberg, que no pierden la conducción de la historia y el desarrollo de esta, la intriga a floto, el sentimiento y siempre atentos a sus personajes.
Haciendo una de esas labores donde pocas veces el diseño de producción no se devora al filme. (Oso de Plata al Mejor Guión).
Sobre las actuaciones, Mikkel Boe Følsgaard se lleva sin lugar a dudas las palmas, merecidísimo premio en Berlín, con un personaje histriónico pero muy bien desarrollado e interpretado, con ciertas referencias al Amadeus de Tom Hulce pero con una carga emocional acomplejada que lo hacen robar pantalla.
También el cada vez más notorio Mads Mikkelsen (reciente premiado en Cannes) lo borda junto a una bellísima Alicia Vikander, que junto al resto del casting consiguen un trabajo bastante notable.
Conclusión, película sobresaliente y por lo tanto recomendable, a mí me recordó en esencia a filmes en la línea de Kapur, Frears o incluso Losey, muy meritoria por que su historia y personajes son lo primordial del filme y no su asombrosa producción.
De la mano de Nikolaj Arcel nos llega la historia de la reina Carolina Matilde y el rey Cristián VIII, famoso periodo histórico de la Dinamarca del siglo XVIII y que aquí en España tenemos la suerte de desconocer. Y digo suerte porque allí en Dinamarca se estudia en las escuelas, hay varios libros con distintas versiones, incluso una ópera y ballet, pero para nosotros es una historia novedosa. Sí, por contra, es cierto que es la primera vez que se hace una película sobre dicho hecho histórico, y que, pese a que las apariencias prometan una historia de época típica donde suele primar el diseño de producción sobre la historia y los personajes, Un asunto real se aleja bastante de esta idea preconcebida.
Si, entre otras cosas, destaca la película que representará a Dinamarca en los Oscars en la categoría de mejor película de habla no inglesa es por un formidable guión del tándem Arcel-Heisterberg (autores de todos los guiones de las películas de Nikolaj y de Los hombres que no amaban a las mujeres de la saga Millennium sueco-danesa). Arcel y Heisterberg no sólo se preocupan de la recreación del Siglo de las Luces, sino también por dar vida a los personajes, dotarlos de personalidad, puesto que el triángulo amoroso entre Carlos VIII, Carolina y el Dr. Struensee en el pilar fundamental que sostiene la película. Cada personaje tiene su atractivo, su historia detrás, y el gran elenco actoral completa el traspaso del papel a la pantalla. Mikkel Boe Bølsgaard debuta en la gran pantalla por todo lo alto, una gran interpretación que bebe de aquel Mozart de Forman pero con el suficiente trasfondo para que no se quede en la mera caricatura. Mikkelsen, como siempre, su sola presencia ya infunde respeto, y Alicia Vikander, la cual debió aprender danés expresamente para la película, destila magnetismo en cada aparición.
Si a este gran logro le sumamos un ritmo ágil, con nervio y tesón constante, se obtiene un drama de época de gran calado, como el que nos presenta Nikolaj Arcel. No hay puntos muertos, la evolución es constante y el interés nunca decae en los 137 minutos que dura la película, cosa nada sencilla en una película de época. Además, como en este tipos de producciones, no se descuida en absoluto el apartado técnico, donde la fotografía deslumbrante (sobre todo de exteriores) de Rasmus Videbæk (director de fotografía habitual de Arcel) y la banda sonora de Cyrille Aufort y del reputado Gabriel Yared en muchos casos forman un cuadro inseparable, hacen que el placer de su visionado no sea solo intelectual, sino también sensitivo.
Para un servidor, que le suelen dar bastante pereza los dramas de época, es una suerte encontrarse obras de la inteligencia y solvencia que muestra Arcel, donde no se limita a recrear una postal de un determinado periodo histórico, sino que revive a los personajes basándose en las cartas y escritos reales que hay escritas entre Carolina y el Dr. Struensee, mostrando el lado humano de la realeza, evitando maniqueísmos ni posicionamientos, pero con el suficiente dramatismo ficcional para que no se convierta en un documental histórico.
Ojalá las clases de historia fueran siempre tan amenas como Un asunto real, quizás así podríamos tenerlas en cuenta en el futuro y no olvidarnos de ellas a las primeras de cambio.
El siglo XVIII, el Siglo de las Luces, está en furor y, mientras a través de Europa los pensadores de la Ilustración han reivindicado la razón humana, buscando reformas que defiendan la libertad del pueblo, la nobleza, en compañía de la Iglesia, sigue en el poder mediante la opresión. Pero en Dinamarca todo está a punto de cambiar, cuando Caroline, una joven princesa inglesa sea enviada a Dinamarca para convertirse en la reina del rey Christian VII, casi igual de joven a ella pero inundado de una vena artística y problemas mentales que intentará controlar Struensse, su doctor personal.
Enfrentada a un rey a quien no entiende y alejado de lo que esperaba, Caroline se ve resignada a cumplir con la que piensa es su única obligación como reina: dejar descendencia. Pero cuando Struensse llega a acompañar al rey, la reina encuentra en el doctor alguien con quién discutir las ideas de los autores de la Ilustración, y poco a poco la relación entre ambos y con el rey se hace más compleja, involucra más sentimientos, y a la vez se hace más relevante para el destino del pueblo danés.
Basada en la historia real de Dinamarca, y aparentemente ciñéndose con rigor a los hechos históricos, la danesa A Royal Affair es una hábil mezcla entre drama personal y drama histórico que demuestra que en la historia de la humanidad han sido tan importantes los grandes sucesos como los pequeños detalles.
A Royal Affair sigue en la tradición de los dramas de época que técnicamente resaltan por el hecho de recrear adecuadamente la época que representan, pero destaca entre todos, en particular, por su dirección de fotografía, que destaca a la perfección tanto los amplios paisajes daneses como los lujuriosos interiores de las mansiones de la nobleza y la oscuridad que apremia a un pueblo abandonado por la realeza.
Aunque la historia de A Royal Affair es lo suficientemente interesante y sorprendente para mantener la atención, sin embargo, se alarga hacia al final, en parte por el hecho de que las actuaciones y la química que debería haber entre Alicia Vikander y Mads Mikkelsen (la reina y el doctor) palidecen cada vez que sale en escena un brillante Mikkel Boe Følsgaard (el rey), quien le da vida a un complejo y llamativo personaje, ganando uno de los dos merecidos Osos de Plata del filme en el más reciente Festival de Berlín (Mejor Actor y Mejor Guión).
A Royal Affair será sin duda una experiencia muy satisfactoria para los adeptos a los dramas de época, aunque para el resto de nosotros puede no ser más que una muy buena lección de historia con sentimiento.
http://filmicas.com
Estos días que la familia real española protagoniza los capítulos más vergonzosos de nuestra historia reciente, gusta comprobar que la monarquía sirvió en algún momento para algo más que para vivir del cuento. Al menos las extravagancias del rey Christian VII de Dinamarca han permitido construir este grandioso drama en torno a su figura. El romance entre nuestro príncipe Felipe y Letizia, sin embargo, tan sólo ha servido de material para un telefilme más cercano a la chirigota que al cine de época. Un síntoma más de que la monarquía está en sus horas más bajas.
A pesar de ello, las andanzas de este rey loco no son el eje central de Un asunto real, la película con la que Dinamarca tuvo a mal competir en los Oscar de Amour, perdiendo así cualquier oportunidad de victoria. Como toda buena cinta de época, el filme se centra en una historia de amor, la que protagonizan una reina de conveniencia recién llegada de Inglaterra y el médico personal del monarca, un alemán progresista que cuenta con el rechazo de toda la corte menos del rey.
La película podría haber ahondado en aquellos tímidos pasos que dio el país hacia la Ilustración a finales del siglo XVIII, auspiciados por el poder en la sombra que ejercía el médico desde su puesto en el consejo real. Años en los que quiso introducirse la libertad de pensamiento y terminar con la censura pero que fueron interrumpidos por el orden establecido, controlado por la religión y el conservadurismo de la clase pudiente. Los paralelismos con la época actual son evidentes, pero en Un asunto real la política es un mero contexto para el romance.
Lo que realmente atrapa de la película no es ya la relación prohibida entre la reina y el médico sino ese trío que establecen con el rey chalado y que parece pender de un hilo durante todo el metraje. El mérito de esa tensión que se avecina desde el primer momento recae en el personaje de Mikkel Boe Følsgaard, que debuta por todo lo alto dando vida al inestable e infantil monarca. Sus arrebatos, salidas de tono y niñerías varias son en realidad las que otorgan más carga dramática a la trama.
Porque mientras el rey se divierte tomando medidas absurdas y correteando por los pasillos de palacio pegando gritos, su esposa sufre en silencio. No sólo se ha visto obligada a casarse por conveniencia sino que el matrimonio se convierte enseguida en lo más cercano al infierno, hasta que al borde de la depresión conoce al médico con ideas progresistas e inquietudes artísticas (médico al que por cierto encarna el que será el nuevo Hannibal Lecter en la pequeña pantalla, el danés Mads Mikkelsen).
Un asunto real, por lo tanto, es la verdadera historia de otra mujer atrapada en su tiempo, como la que nos brindó en su día La duquesa, en la que Keira Knightley se enfrentaba a las ataduras del matrimonio. Cine de época que nos reconcilia a medias con la edad contemporánea, esa en la que la libertad de las mujeres parece plenamente asumida pero en la que todavía subsisten vestigios del pasado que, como la monarquía, ya no sirven ni como argumento de un buen filme.