Un amor en tiempos de selfies
Sinopsis de la película
Lucas es un comediante del under porteño. A sus clases concurren alumnos de todos los estratos sociales. Entre sus nuevos alumnos se encuentra Guadalupe, una joven y atractiva ejecutiva, representante de uno de los buscadores de internet más importantes del mundo. Los fallidos intentos de Guadalupe por lograr ser cómica la harán sentir ridícula y transformarse en una de las peores alumnas del curso. Esto la pondrá en crisis ya que ella está acostumbrada a lograr siempre sus objetivos. A pesar de sus puntos de vista irreconciliables, Lucas y Guadalupe se enamoran. Cuando la pareja entra en crisis, su batalla se filtra en las redes sociales generando un verdadero debate en los medios de comunicación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Un amor en tiempos de selfies
- Año: 2014
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
4.2
65 valoraciones en total
La película Un Amor En Tiempos De Selfies es excelente y me encantó la película.
Es muy entretenida y la actuación de Martín Bossi es excelente y lo mejor es la actuación de Carlitos Balá graciosísimo como siempre.
Manuel Wirtz espectacular actuación y María Zamarbide una actuación sublime.
Roberto Carnaghi espectacular trabajo.
Y lo que también me encantó es que es una película que te enseña y tiene mensaje sobre el teatro y la actuación.
Sin duda que el abismo que separa a la pareja de Lucas y Guada es precisamente lo que parece servido en bandeja para intentar una comedia romántica que busque conectar sus mundos opuestos. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho y en esta batalla que implica también al mundo de la tecnología y el de los valores antiguos, el foco del director está puesto en la relación disfuncional que ambos protagonistas intentan sostener de forma inmadura. No por sus aciertos sino por sus errores, la conflictiva relación de la pareja termina por ser sólo el exponente de una ilusión colectiva cuando sus discusiones privadas se filtran en las redes sociales generando un verdadero debate en ese público anónimo y masivo que consume ese tipo de
productos invasivos de la privacidad.
Si bien es cierto que ‘Un amor en tiempos de selfies‘ tiene un par de pasajes refrescantes y aparecen caras populares como la de Balá y algún chiste propio de la pantalla chica, tiene muchos fallos de realización, ya sea por los dialogos poco trabajados, muchas falencias en el trabajo sobre las imágenes (sobre todo en el montaje que abusa de cortes) y es particularmente defectuosa en su coherencia discursiva, lo que hace avanzar la historia con giros bastante arbitrarios.
Sobreactuada y con un guión pretencioso, que parece un rejunte absurdo de chistes burdos y expresiones coloquiales como las que abundan en la larguisima escena al aire lire, en un patio tuneado tipo conventillo, donde los artistas under parecen miembros de un circo que no roza el nivel poético de Fellini, por más que se insista con un afiche de Amacord, se incluya a unos enanos y guiños similares, todo es más patético y de mal gusto.
No queda claro si la intención fue parodiar al género o contar una comedia romantica, pero ésta nunca llega más que a conformar un hibrido inclasificable que se regodea en el lugar común y que no termina por posicionar correctamente a sus protagonistas algo sobrepasados en su actuación, con demasiados gestos teatrales y una exagerada marcación en cada línea de diálogo.
Aunque la película se anuncia como una comedia romántica, el humor y el drama no logran combinarse acertadamente, apenas algunos leves chispazos risibles y cameos simpáticos como el de Graciela Borges, quien al cruzarse en una escena con Bossi y Manuel Wirtz, les advierte sobre el peligro de los mediáticos y el daño que pueden hacerle a la cultura.
El film acumula situaciones sin demasiada gracia y se carga de agresiones, enrareciendo el clima que debería ser más festivo y menos dramático. En definitiva, la película se viste de comedia romántica,pero pretende hablar de las dramáticas opciones del artista entre la banalidad exitosa o el compromiso a fondo. El guion se encarga de cerrar el círculo y darle su propia respuesta a estas cuestiones, pero la mayoría de las ideas son demasiado premasticadas y forman una comedia con moraleja muy previsible, aunque a pesar de sus defectos, merece ser considerada como una opción de entretenimiento.
Veo que no despertó gran interés entre los usuarios registrados de filmaffinity a tenor de las escasas puntuaciones y críticas realizadas. No sé, es entendible ya que no es nada del otro mundo y aunque empieza bien no tarda en desmoronarse. Se muestra como azote de la sociedad y su genial protagonista (Martín Bossi) utiliza un compendio de frases muy buenas a lo largo de buena parte del film, pero cae en las redes propias que quiere dejar en evidencia. Me gustó la escena en la que el protagonista queda con otro a charlar y se pasan el rato ensimismados con el móvil y como el camarero está también con sus ojos en el aparato.
Sus personajes no son creibles, son demasiado ridículos en ocasiones y las circunstancias son poco interesantes. Lo mejor es su principio y su queja de la sociedad, del temor ante el público, de expresar la verdad de lo que te sucede ante el respetable y de ser libre antes de dejarse llevar por el encanto del amor y ser un prisionero más… Pero, dicho queda, se desmorona y se convierte en una película más con final absurdamente feliz y de película (obvio). Sí, es una comedia, pero apenas si te hace esbozar un par de sonrisas tímidas. No pierdas el tiempo con ella.
Bienaventurados los tímidos porque ellos serán comediantes .
Ofrece platos diversos, de elaboración distinta, para acabar picoteando un poco de todo, no comiendo de ninguno ni saboreando con placer nada de lo cocinado.
Él, actor de monólogos, héroe que resiste a la tentación de la tentación económica, que vive la devoción y empeño por su arte con veneración dramática de quien sobrevive a pesar de las circunstancias y de la contracorriente de la marea, vocación artística que se sustenta sobre la lealtad a su espíritu, un estilo de vida arduo y costoso pero exquisito por exclusivo, da igual ésta le compense con beneficio y fortuna o no, ella, prosperidad moderna, ráfaga de alegría, luz y belleza de quien llega para ofrecer amor que le salve de su escogida mediocridad, de su libertad errónea/escondite de infelicidad tan bien elaborado, un despertar al amanecer de las nuevas tecnologías para incorporarse a un ritmo de vida que ofrece frutos y recompensa a quien se alía con él a cambio de dejar sus pasos y metodología de pensamiento, transformación sufrida por la llegada de esa pareja efervescente, contraria a todo lo diseñado y reseñado por nuestro abandonado inquilino, huracán que le convierte en un pelele andante a la entrada de un paraíso que se transforma en tortura viviente imposible de soportar, estallido emocional a través de la red por consejo de, los aún no abandonados amigos, que siguen al pie del cañón a pesar del rechazo de un miembro de la compañía que perdió el rumbo por una falda con dos tetas, grupo de teatro de añoranza y resistencia de quienes representan el compromiso de vida por sus ideales creativos convencidos, búsqueda desesperada y ansiosa por recuperar ese amor inmenso sin el que ya no puedes estar, indígena perdido y devastado sin su media naranja que recorre sonámbulo las calles y lugares donde volver a reencontrarse con su Julieta pues, este nuevo Romeo, nacido y reconstruido, vive y respira por y para ella, todo un galimatías combinado que abarca mucho pero define poco.
Por un lado El Sótano Club, teatro independiente de coraje de unos supermanes más la sobria y serena figura de él, parte atractiva de loable performance y visión seductora que se mueve entre el drama profundo y la comedia fugaz, bálsamo de alivio y resistencia para, a continuación, empezar a jugar con la tontería, ñoñez y nimiedad de pretendida opción por la ironía romántica que no se capta con la fuerza debida, un logo quien te quiere te cambiará para mejor frente a la mujer que te ama no te cambiará que se exhibe con una música estridente y acompasada hasta la desfachatez para ir perdiendo sus habilidad y, de paso, la atención del espectador en un teatrillo de mordacidad cómica y desventura patética que no cuaja como es debido.
Deja claro el proceso cambiante degenerativo de la pérdida de quien fue infeliz dichoso apartado del barco de la felicidad a soñador optimista/enamorado asfixiado y triunfador que encabeza el navío del éxito profesional y la bonanza, adaptación a los tiempos de la publicidad, venta y maquineo de todo lo que se pueda pero, donde dicha observación no llega más lejos, su fervor y potencia se desvanecen nada más surgir pues su presunta diversión y burla se vuelve ausencia y lejanía por desinterés involuntario, profesor diestro y hábil que acaba siendo víctima verdugo de sus consejos, padecimiento irrisorio que otorga la dicha bendita con un selfies de título pero, desaparecido -nunca hallado- de las escenas y el presunto abuso de las redes sociales para exponer una privacidad convertida en sal de cotilleos y bailoteo de cachondeo que no causa la distracción esperada ni pretendida.
Un merecido sí a la nota concedida que no llega al aprobado pues, como drama, asoma la cabeza pero no la cuadra, como comedia, dispone la salida pero no llega a alcanzar la meta y, como perspicacia burlesca de la vida de amor, familia y celebridad soñada es una carrera sin propósito de beneficio ni ganancias suculentas que puedan valer la molestia de su desgustación.
Batiburrillo que empieza con honestidad, pierde su norte y se transforma en alegoría triste y patética de elucubrado cuento del país de nunca jamás hecho realidad pero, cuya mofa y ridiculez presentada no da para principio de sátira o papila gustativa de gracia contundente, pretensión que se capta, observa y entiende en su teoría retórica pero de escaso y leve espíritu práctico más allá de la meritoria y genial interpretación de Martín Bossi.
Emilio Tamer tuvo una buena idea, el patito feo, apreciado y querido por un minoritario grupo selecto que se convierte en bello cisne de triunfo y fortuna con el abrazo de bienvenida a su aceptada comunidad a cambio de perder su esencia, carisma, identidad y carácter que le defenían sólo que, se hizo un lío consigo mismo y con sus ocurrencias no muy bien avenidas ni conseguidas, avispada pantomina de buenas cartas para una mano apetitosa, barruntadas con escasa pericia y soltura resultando una jugada poco agraciada apenas provechosa, una actuación y presentación de caída en lo propiamente criticado/por todas evitado, ya visto en El crítico de Hernán Guerschuny, que no logra conseguir el respeto y aplauso del público.
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