Twin Peaks: The Return (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2017). 18 episodios. Continuación de la serie de culto Twin Peaks , que vuelve a contar con gran parte del reparto original además de nuevas incorporaciones. La historia continúa alrededor de los personajes de Dale Cooper (Kyle MacLachlan) y Laura Palmer (Sheryl Lee), pero 25 años después. Mientras el agente sigue atrapado en la habitación roja, su alter ego macabro y sanguinario imparte el terror a su alrededor. Un nuevo asesinato será determinante para que Cooper pueda ser liberado … pero mucho antes, en un sótano de un rascacielos en Nueva York, alguien se le ha adelantado. ¿Eres tú, Bob?
Detalles de la película
- Titulo Original: Twin Peaks: The Return (TV Series)aka
- Año: 2017
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
7.8
100 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Al Strobel
- Alicia Witt
- Amanda Seyfried
- Amy Shiels
- Ana de la Reguera
- Andrea Hays
- Andréa Leal
- Ashley Judd
- Balthazar Getty
- Brent Briscoe
- Caleb Landry Jones
- Candy Clark
- Catherine E. Coulson
- Chrysta Bell
- Clark Middleton
- Dana Ashbrook
- David Dastmalchian
- David Duchovny
- David Koechner
- David Lynch
- David Patrick Kelly
- Derek Mears
- Don Murray
- Eamon Farren
- Eddie Vedder
- Ernie Hudson
- Everett McGill
- George Griffith
- Giselle DaMier
- Grace Zabriskie
- Hailey Gates
- Harry Dean Stanton
- Harry Goaz
- Hugh Dillon
- J.R. Starr
- James Belushi
- James Marshall
- James Morrison
- Jane Adams
- Jane Levy
- Jennifer Jason Leigh
- Jeremy Davies
- Jessica Szohr
- John Pirruccello
- Joy Nash
- Kimmy Robertson
- Kyle MacLachlan
- Larry Clarke
- Laura Dern
- Mädchen Amick
- Matthew Lillard
- Michael Horse
- Miguel Ferrer
- Monica Bellucci
- Naomi Watts
- Patrick Fischler
- Peggy Lipton
- Pierce Gagnon
- Ray Wise
- Richard Beymer
- Robert Forster
- Robert Knepper
- Russ Tamblyn
- Sarah Jean Long
- Sherilyn Fenn
- Sheryl Lee
- Tim Roth
- Tom Sizemore
- Trent Reznor
- Wendy Robie
- Xolo Maridueña
¿Sabéis esas obras que requieren más esfuerzo y paciencia por parte del espectador que la recompensa que uno va a recibir a cambio? Eso es lo que me ha parecido la tercera temporada de Twin Peaks.
Me encanta Lynch. Lost Highway y Blue Velvet están entre mis películas favoritas, y Twin Peaks es sin duda mi serie favorita. Lo que ha ocurrido en este nueva temporada para mí es evidente: el universo de Lynch ha absorbido totalmente Twin Peaks, perdiendo el equilibrio que hacía tan especial a la serie.
¿Qué equilibrio? El que encontrábamos en los contrastes surrealismo-realidad en la serie original. En una película de dos horas quizás no necesitamos tanto conectar con los personajes y las situaciones, y puede ser mucho más disfrutable dejarse llevar por el juego de la distorsión espacio-tiempo, las realidades paralelas, los doppelgängers y todos los elementos recurrentes en la filmografía de Lynch.
En una serie de cerca de 18 horas, seguir una trama codificada a conciencia, distorsionada y que da lugar a mil y una teorías requiere paciencia, y para mí la fórmula necesaria es tan evidente como difícil de conseguir: dame motivos para disfrutar el viaje.
El viaje de 18 horas es en ocasiones divertido, sorprendente, aterrador. El problema, sin embargo, es que en gran medida el viaje es frío, inconexo y poco cautivador: parece más bien un puzzle caótica e intencionadamente desordenado al que no solo le faltan piezas, sino que además parece que han roto muchas de ellas.
Todo lo que transmitía la Twin Peaks original, la fuerza de sus imágenes, de sus personajes, de sus situaciones, está totalmente diluido en esta tercera temporada.
Y claro que puedo disfrutar leyendo teorías sobre esta tercera temporada, y ver cómo encajan y le dan sentido, pero eso no cambia una diferencia primordial con la serie original: no necesitaba entenderlo todo para amarla.
Después de ver los episodios iniciales, sé que está volviendo a suceder: el aire huele a abetos Douglas.
La sensación de lugar es un aspecto crucial en el cine, porque deseas entrar en otro mundo. Cada historia tiene su mundo propio, su propia atmósfera, su tono. Tratamos de ensamblar las piezas –cada pequeño detalle– para crear esa sensación de lugar.
El sonido y la iluminación son esenciales. Los sonidos que se perciben en una habitación pueden ayudar a crear un mundo en ella y hacerlo más completo. Aunque muchos decorados resultan apropiados para tomas de conjunto, yo considero que también deberían ser lo suficientemente buenos como para ser observados desde cerca, mostrando sus detalles. No importa que nunca se vayan realmente a ver, tienes que sentir que están ahí, sentir que estás en un lugar real, un mundo verdadero.
Twin Peaks es, ante todo, un mundo, un lugar de cine vertebrado en torno al mito de una chica ausente, Laura Palmer, misteriosa y salvajemente asesinada. Es un lugar de cine cerrado y acotado, enriquecido por la presencia beatífica y genial de Kyle MacLachlan, que encarna al singular agente Cooper. Recorremos la serie convencidos de que el Mal y sus metástasis jamás podrán con semejante paladín. Y el desenlace, en la Habitación Roja, nos deja desolados.
(25 años después)
El reto al que se enfrenta ahora David Lynch es formidable. Tras desvelar la identidad del asesino, el mundo de Twin Peaks se vino abajo. En palabras del propio director It killed the thing. A pesar de ello, el último episodio culminaba con una promesa de reencuentro. Hasta dentro de veinticinco años, le decía Laura a Coop. Y mientras tanto…
David Lynch se encuentra con un pueblo que ha vivido dos décadas y media de pura oscuridad. Sus habitantes han envejecido (tenemos la impresión, al menos en los primeros capítulos, de que no hay nadie nuevo en el lugar, de que los 51.201 pobladores del cartel siguen siendo inamovibles) pero observan los mismos ritos que hace años, en la oficina del sheriff, en el The Great Northern Hotel o el Bang Bang Bar, con lo que queda amplificada la extrañeza. Especialmente conmovedora es la aparición de Catherine Coulson, la mujer del leño, con sus gafas de oxígeno y su cabeza despoblada.
Como ya hiciera en ‘Twin Peaks: fuego camina conmigo’, David Lynch ensancha el universo geográfico de la serie original. ‘Twin Peaks: The Returm’ desborda las fronteras de Twin Peaks. Nos muestra un mundo en que tienen cabida los mundos de ‘Cabeza Borradora’ –el árbol de la Habitación Roja, en que ha mutado, al parecer, el Hombre de Otro Lugar–, ‘Mulholland Drive’, ‘Carretera perdida’ y el de la fascinante ‘Inland Empire’:
…carecía de guion. La fui escribiendo escena a escena, sin demasiadas pistas de hacia dónde me estaba encaminando. Pese al riesgo, tenía la sensación de que, al existir un campo unificado que todo lo contiene, las ideas de aquí y de allá acabarían conectadas.
Pienso que ese proceder –apuntes, intuiciones, detalles muy precisos, exactitud y libre asociación– está en la base de esta ‘Twin Peaks: The Return’ que tiene trazas de ir a ser, si nada lo remedia, el testamento del más grande artista de la actualidad.
No se puede ir más allá con el sonido y su edición (el zumbido electrónico, el viento entre los árboles, la música o atmósfera). El humor surrealista, el tempo, la infección que se propaga. David Lynch pretende conjurar un mundo fractal que son todos sus mundos, llevar al límite su genio creador. Concibe un ortoedro transparente que bien podría ser lugar de encarnación para los seres torturados que pinta Francis Bacon, un recinto difícil de olvidar. Una televisión vacía y lista para el virus.
Estos primeros balbuceos no están exentos de asperezas: habré de acostumbrarme al Doppelgänger del agente Cooper, tiznado y melenudo, y al irritante iluminado Dougie Jones, tendré que digerir la ejecución violenta, no sé si necesaria, de tanto secundario, será preciso, en fin, entrar en este nuevo mundo y ver si, fatalmente, su campo unificado nos empapa.
El reciente documental ‘David Lynch: The Art Life’ se centra en sus pinturas. Y sin embargo, por lo visto hasta el momento, me atrevería a decir que esta serie es su trabajo más decididamente pictórico: en la composición, la luz y los encuadres, en la inmovilidad de algunos planos. Como ya hiciera en sus inicios, hay aquí pintura en movimiento.
Eran las tres de la tarde. Pintaba el cuadro de un jardín nocturno, que contenía mucho color negro y plantas verdes emergiendo de la oscuridad. De pronto, las plantas empezaron a moverse y pude oír un viento que soplaba (…) Pensé, ‘¡Oh, qué maravilla!’ Y empecé a preguntarme si el cine sería una manera de hacer que las pinturas se movieran.
Como en un bucle, su cine retorna a la pintura.
Intuyo que ‘Twin Peaks: The Return’ es un viaje de regreso. Confío en que, como en ‘Inland Empire’, al final del trayecto esté la redención. Deseo que el agente Cooper encuentre la salida y venza al monstruo que le mira en el espejo. Llegará a la barra, pedirá una tarta de cerezas y un café, y como si de un rito tibetano se tratara, ofrecerá sus donuts al espectador.
Me encanta ver a las personas saliendo de la oscuridad, escribe David Lynch. Y no hay placer más grande que vivirlo en la pantalla.
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Cuando estuvo en Madrid, en la presentación del desastroso pase de ‘Cabeza Borradora’ y sus bobinas en desorden, le pregunté si iba a rodar alguna otra película. Su respuesta: Tal vez, me dejó frío –como si la novia dudara en el altar.
Me resistí a aceptar que sopesara interrumpir su matrimonio con el cine. Acto seguido, le regalé ‘Amberes’, de Roberto Bolaño. Quién sabe si lo habrá leído desde entonces. Pocas veces lo que uno ha urdido sucede luego como estaba planeado. Me complace pensar que algo de ese libro –una mota, un mínimo detalle– podría estar en esta nueva entrega de ‘Twin Peaks’.
La realidad, con David Lynch, jamás supera a la ficción.
Tenía 15 años cuando vi las dos primeras temporadas de esta serie. No había móviles. No había internet. No había 100 cadenas. No había series, tal y como las entendemos hoy. Tenía toda una vida por delante. Poseía la fuerza de la creatividad ilimitada, y un millón de potenciales eyaculaciones.
Bueno, pasó el tiempo y la vida resultó ser una simple e ininterrumpida cascada de mierda. Pasó el tiempo y llegaron los móviles, llegó internet, las 100 cadenas y las series de hoy. Paso el tiempo y ya no hay vida por delante, ni creatividad ni fuerza. Ni eyaculaciones.
Al menos me queda Twin Peaks II, esa jodida fiesta para los putos sentidos.
Es emocionante ser testigo de un hito de la televisión como lo ha sido Twin Peaks, la cuál tras tres temporadas ha conseguido hacer historia de la televisión dos veces y dejar al público en estado de shock con un, más que probable, final de serie que se repetirá en las cabezas de los que lo hayan visto para siempre.
El guión de esta serie es absolutamente indivisible de su puesta en escena, todo es un conjunto que no puede separarse, y si lo haces, jamás llegarás a entender nada. No busques respuestas en la historia, te dará algunas, pero el resto las tendrás que encontrar tu. Esta serie no esta dirigida a un espectador que busque los mismos conceptos argumentales de siempre, como casi todas las series de la televisión moderna, esta tan llena de la personalidad de su creador que nunca podrás entenderla como un alguien que solo busca la solución de una incógnita, si no que deberás introducirte en la mente de su creador para descubrir que es lo que estas viendo y poder entender que es lo que estas viendo. Porque aunque la historia comience como un caso de asesinato en un pueblo rural, que no te engañe la simplicidad de su premisa, la trama avanza convirtiéndose de una historia policíaca más, en todo un universo repleto de elementos sobrenaturales, dimensiones paralelas, conspiraciones, tazas de café y donuts, bombas atómicas, salas con cortinas rojas, vagabundos malrolleros y una infinidad de elementos perceptibles para cualquier espectador que no busque una historia más, sino LA HISTORIA, esa que le dejará absolutamente en blanco a cada paso. Su mayor punto negativo estuvo en el bajón, que esta dio, durante la segunda mitad de su segunda entrega, fue entonces cuando las cadenas se dieron cuenta de que Lynch debía estar en el proyecto involucrado al 100%, y es que para que esto sucediera y que, además, todos los factores que hicieron a la serie lo que fue se dieran, tuvieron que pasar 25 años. Volviendo este 2017, con algunos capítulos que son pura historia de la televisión moderna y final nuevamente magistral, porque Lynch nunca defrauda.
Los personajes de Twin Peaks son un abanico entero de inolvidables creaciones llevadas a cabo a la pantalla por unos actores, que aunque no destacarán especialmente en el mundo de la actuación, integraron parte de ellos mismos en todos y cada uno de los personajes, dotándolos de una personalidad y una identidad pocas veces vista. Dale Cooper, Gordon Cole, Laura Palmer, Andy y Lucy, el sheriff Truman, el gigante, el enano, absolutamente todos, son oro puro y personajes icónicos como ninguno. Y en esta tercera temporada es cierto que los nuevos personajes no han llegado a la altura de los viejos pero es que era imposible, aún así algunos de ellos nos han brindado auténticos momentazos en la serie. En la última entrega de episodios, el que si se ha salido por todos lados es Kyle MacLachlan, y es que este se ha metido el show en el bolsillo, llegando a interpretar a tres versiones de su personaje al mismo tiempo. Mención especial también merece Laura Dern y su Diane, han sido otro de los grandes aportes de esta temporada (otro personaje inolvidable más para la lista de Lynch).
Twin Peaks brilla en su dirección, en su apartado artístico, en sus efectos especiales ( con esa bendita estética vintage que tanta personalidad le da a la serie), en la simbología y en casi todo lo técnico, pero en en todo el conjunto donde triunfa como una experiencia de autor en su más puro estilo. Siendo el último aporte magistral, la banda sonora que pone la guinda al pastel. Pura y absolutamente icónica en todos sus aspectos, escoge la que quieras, da igual la que sea: el tema de Laura Palmer, el baile de Audrey, el tema principal de la serie, la danza del enano. Cuando escuchas cualquiera de ellos, sabes que no estas ante una composición más de alguna serie de la televisión, sabes que estas ante una de las canciones de LA SERIE.
Twin Peaks no es una serie para todo el mundo pero si es una obra maestra de la televisión. La cuál ha cambiado, para siempre, el formato de la televisión, gracias al valor que han demostrado sus creadores, manteniendo su visión, su personalidad y sus principios desde hace ya casi 25 años. 10/10
Una de las cosas más importantes del cine son las imágenes, pero no solo eso, sino que si esas imágenes tienen algo que te hipnotiza hasta el punto de que se queden impregnadas en tu cerebro y que no logra borrarse, es entonces cuando estamos hablando de CINE o en este caso, de una serie, independientemente de si te gusta o no lo que estás viendo porque tampoco hace falta que te guste o no algo, para saber diferenciar lo que digo.
A veces queremos algo diferente, original, creativo y que nos impacte en una época donde el cine en cuanto a tema de creatividad ha bajado muchos enteros, pero cuando alguien se atreve con algo original y con una creatividad enorme, lo critican y no les gusta. Yo puedo entender que a mucha gente esta serie no le guste, por la complejidad de la trama, por los sutiles silencios, porque se aleja de lo que fue Twin Peaks hace 25 años, o quizá porque te da la sensación de estar observando un puzle gigante que tienes que ir haciendo para lograr entenderlo y justo cuando vas a poner la última pieza del puzle, David Lynch le da un manotazo al puzle y tienes que empezar desde cero.
David Lynch se comporta como el mago que quiere ver una posibilidad para salir de entre dos mundos, pero toda magia tiene su truco y lo mejor de ese truco es no saberlo, si lo sabes al final te das cuenta de que era algo más fácil de lo que parecía y se pierde la magia. Aquí o te gusta el truco de magia o no, y yo el espectáculo me lo he tragado enterito y con mucho gusto. Porque al fin y al cabo ¿no se trata de ver algo en el cine (o serie) que te deje con esa sensación? De esta serie se puede sacar decenas de conjeturas para poder entenderla y cada uno la entiende a su manera, ¿no es eso el arte? Si tú vienes conmigo a ver el retrato de ‘La Gioconda’ a ti te puede parecer que sonríe, pero para mí no y tal vez esa pequeña diferencia sea porque tú estás viendo el retrato en un ángulo diferente o quizá es solo tu percepción, pues esto es Twin Peaks: The Return.
Todo ser tiene un lado benévolo y malévolo. La serie le da mucha importancia a los espejos y sus reflejos (esto quizá más en la antigua) y a las cortinas. Mucha gente se pasa la vida mirándose al espejo, reflejando quizá una cara muy bonita, pero en el fondo, por dentro tiene lo que todos tenemos (aparte de órganos y mierda acumulada en las tripas) y es un cerebro que produce muchísima electricidad y que es un mundo aparte, como dos mundos donde tu carácter aun pudiendo ser benévolo, en ciertas circunstancias puedes sacar tu yo más oscuro que suele ocultarse bajo cortinas rojas o bajo una cortina de humo, para entendernos.
El capítulo 8 es espectacular, te lo explica todo solo en imágenes, el origen de la creación de Bob y el de Laura. Un acto malvado como ensayar y lanzar una bomba bajo la atenta mirada de algunos hombres quizá tiznados de negro por su mente podrida, es algo tan oscuro y vil, que la balanza del mal empieza a caer a su favor, Bob renace. Es entonces cuanto la balanza del bien se da cuenta de que algo no va como debería ser, esa balanza hay que equilibrarla, enviemos a un ser bendito que, por desgracia, se corrompe bajo la mano del hombre (para no variar) porque a los seres oscuros, les atrae la bondad, ya que es más fácil de manipular y Bob se alimentaba de sufrimiento, de tristeza, de las lágrimas de una niña como Laura, al ser violada por su propio padre y luego, ser asesinada.