Tres vidas y una sola muerte
Sinopsis de la película
En París suceden tres historias que, en principio, parece que no tienen nada que ver entre sí. Un viajante sale a comprar cerillas y regresa veinte años más tarde. Un catedrático de Universidad se hace pasar por mendigo. Finalmente, un hombre de negocios se inventa una familia ficticia en el extranjero para ocultar oscuros asuntos financieros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Trois vies et une seule mort
- Año: 1996
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
6.4
75 valoraciones en total
Tres vidas y una sola muerte ha sido la penúltima película de Marcello Mastroianni.
Una película pensada para Marcello según su director, Raúl Ruiz, con otro no habría funcionado.
Ruiz, chileno pero afincado en Francia desde el golpe de estado, fue un cineasta alejado de los circuitos comerciales. En este filme teje una suerte de cuento mágico explicado con una sutil ironía, muy de su estilo, pero también del de Mastroianni. En el reparto, la hija del actor y Catherine Deneuve, Chiara, y Marisa Paredes.
No uno, sino cuatro personajes encarna Mastroianni en Tres vidas y una sola muerte.
El viajante siciliano Mateo Strano, el profesor de antropología George Vickers y el rico fabricante de armas Luc Allamand – que aún se desdobla en el mayordomo señor Campana- son la misma persona. Las tres historias se entremezclan y forman una sola, la de un hombre que sufre el síndrome de la personalidad múltiple. Lo que es único es la muerte. Y de ahí el título de la cinta. Sin embargo, a diferencia de los filmes hollywoodenses que han tratado el mismo tema (Los 3 rostros de Eva/Johnson/1957, Sybil/Petrie/1976, Fragmentado/Shyamalan/2016), a Ruiz no le interesan los aspectos médicos, melodramáticos o terroríficos del desorden mental sino el juego narrativo y actoral que se propicia con la susodicha premisa.
Raúl Ruiz cuando se estrenó la cinta afirmó que, del mismo modo que el protagonista fue pensado para Mastroianni, todos los papeles, excepto el de Anna Galiena, que se incorporó al rodaje, los escribió pensando en actores concretos. Así, en la mente de Ruiz el personaje de María, la mujer de Mastroianni-Strano, fue siempre Marisa Paredes. Paredes relató que el director la ayudó a aproximarse a su papel escribiéndole un cuento, a través del cual compendió a María. La actriz reconoció que aceptó el trabajo sin dudarlo porque desde hacía tiempo le apetecía trabajar con Ruiz . De su cine dijo que es divertido, ecléctico e inteligente .
Respecto a Mastroianni, tanto Ruiz como Paredes destacaron su maestría, en cuanto a la profesión, y su serenidad como persona. El cineasta confesó que, a la hora de trabajar con el actor, prefirió el Mastroianni de las comedias de Ettore Scola, donde él tiene más margen de maniobra, antes que el de las películas de Fellini . Así, le dejó libertad para inventar gestos, como el de frotarse las manos cuando encarna al mayordomo, o el de limpiarse los zapatos en los pantalones cuando hace de mendigo. Ruiz se sintió enseguida muy próximo al actor.
Ruiz, que calificó el filme Tres vidas y una sola muerte de onírico , afirmó que es el más normal de los que ha hecho. El cineasta. defendió su libertad a la hora de hacer películas, aun a sabiendas de que éstas no van a llegar al gran público. No puedo dejar de usar elementos experimentales en un contexto que no lo es, lo que confunde mucho incluso a los amantes del cine experimental . También acostumbra a introducir en sus cintas bromas chilenas , con lo cual, admite, el espectador se pierde un tercio de la película . El director encuadró su cine dentro del realismo mágico . Consiste , describió, en combinar algunas técnicas del gótico anglosajón con Plinio el Viejo, el fantástico retórico latino-hispánico .
La cinta, de hecho, es solo un enorme ejercicio de ilustración de cierto narrador radiofónico (Pierre Bellemare) que nos va contando las extraordinarias -pero verdaderas – historias de Mateo, Luc, Georges y compañía. En este sentido, la película avanza con una fluidez ejemplar de una historia a otra y de ahí a la siguiente, llenando con sagacidad los huecos narrativos que van apareciendo y resolviendo con destreza las claves y sugerencias que se van dejando caer desde el principio. La pelicula es, pues, un ejercicio narrativo de primer orden: inteligente, sugerente, ambiguo, realizado con talento y buen humor.
El filme, además, funciona, como un extraordinario minifestival Mastroianni. Pareciera que las varias personalidades que interpreta Marcello le sirvieron a él -y a Ruiz, por supuesto- para recordar los distintos tipos de actuaciones que el italiano perfeccionó a lo largo de su ineludible filmografía. Ahí están el amable anciano de sus últimos años en Sostiene Pereira (Faenza, 1995) o Todos estamos bien (Tornatore, 1990), el ejecutivo con problemas existenciales que podría haber salido de alguna cinta de Antonioni, el mayordomo que hubiera aparecido en algún filme de Ferreri, el profesor devoto de su madre -personaje fellinesco si los hay- y hasta el mendigo quisquilloso que pertenece a la comedia italiana que tan bien representó Marcello durante tantos años.
En suma, Tres vidas y una sola muerte es una perfecta vía para recordar –o conocer- a Ruiz y una mejor manera, aún, para recordar al grande Marcello.