Tres veces 20 años
Sinopsis de la película
A pesar de que Adam y Mary se aman, de repente, deciden separarse. Tienen más de sesenta años, una edad que les permite compaginar eficazmente sus relaciones con hijos, nietos, trabajo y amigos. Pero, de repente, ambos descubren que ya han entrado en la vejez.
Detalles de la película
- Titulo Original: 3 Fois 20 ans (Late Bloomers)
- Año: 2011
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
5.4
61 valoraciones en total
sinceridad transparente (aunque suene tautológico, ya que considero que la sinceridad de por sí, implica eso), Isabella Rossellini y William Hurt confieren a esta comedia, todos los prolegómenos para saber cuando uno ha abierto la puerta a la vejez.
Film hermoso que no sé porque no ha brillado en la distribución. Pero volviendo a la cinta, es un guión sencillo que brinda la oportunidad a aquellos sesentones (as), aproximarse a la verdad de saber cuándo se inicia el viaje de regreso. Pero para todas las edades, el mensaje es amar con toda pasión lo que gira a nuestro alrededor y que aún nos resignamos a dejar. Además, que con la edad, viene la libertad.
Historia pues que nos invita a interpretarnos a nosotros mismos acorde con la edad, que hay que envejecer con dignidad, y, sobre todo, sentirse siempre bien, que de nada vale esconderse detrás de uno mismo sobre todo cuando no se siente la premonición del Destino, que aún no envía al mismo tiempo, recados o acontecimientos qué divulgar.
Julie Gavras tiene una carrera labrada entre un documental (Le corsaire, le magicien, le voleur et les enfants) y un largometraje con el que fue a Sundance (La culpa la tiene Fidel). De momento el estigma de ser la hija de un director en activo como Costa-Gavras, y con una carreta tan consolidada sobre todo del cine político, sigue siendo evidente. Tres veces 20 años, pese a contar con un reparto internacional encabezado por William Hurt e Isabella Rossellini, dudo que haga cambiar en demasía dicha preconcebida percepción sobre la cineasta. Me interesa, eso sí, su arranque y un par de planteamientos en la puesta en escena. Desde ese plano que (nos) presenta a Mary (Rossellini), esperando en la butaca del exterior de un auditorio escuchando los ecos de su marido Adam (Hurt) recogiendo un premio, hasta estar sola y rodeada de incubadoras en una sala de maternidad como contraste generacional.
En teoría, Tres veces 20 años es una comedia romántica afrancesada, pero buscando a las comedias románticas inglesas por su ubicación, lengua y envoltorio, que camina y construye el mismo edificio que hemos visto, pisado, subido y bajado en numerosas ocasiones. Se trata de distanciar a esa pareja para que ambos sean conscientes de esa aceptación y negación de su nueva provecta condición. Mientras que Adam intenta buscar la juventud, Mary se prepara para ser una anciana y quiere que su marido sea partícipe aunque tenga que utilizar métodos sibilinos. Los clímax y anticlímax están marcados como en toda comedia romántica con la separación y los intentos de sus tres hijos, completamente distintos entre sí, por hallar la reconciliación de sus padres.
Entre los tanteos sexuales de Adam y Mary y sus convulsiones en su incorporación a la tercera edad queda poco más que un revolcón en la hierba ante una premisa mal desarrollada. Realmente la historia es un homenaje encubierto de Julie Gavras a la figura de su padre cuando fue homenajeado por el por el vigésimo cuarto aniversario de Z y se juntaron los factores de todo creador cuando llega al final de su obra. Tal vez la elección de un arquitecto para representar a un director de cine no sea del todo correcta o no esté bien trasladada a esta película. En este caso el arquitecto, Adam, tienen que lidiar con dos proyectos que delimitan su propia vida en la actualidad: por obligación tienen que diseñar un geriátrico… pero como debilidad pasional ayuda a unos jóvenes a levantar un museo. El contraste y la metáfora son obvios, como que Mary quiere colaborar con las ‘Panteras Grises’, un grupo que existen en la realidad en algunos países y que luchan por los derechos de la tercera edad. De nuevo, ese contraste y la obviedad se instauran en la película como reiteración de un lugar común a todos los mortales. Posiblemente a Tres veces 20 años le falle la perspectiva o la capacidad de sorprender en algo que, como en la vida, hay que llegar para entender.
Como es bien sabido, envejecer es la única forma de no morir -lo cual da pie para realizar melancólicos dramas, crueles comedias o terribles tragedias.
Nada de eso es esta película, sino una aburrida comedia cuyo argumento sestea y repta sin levantarse a tocar el corazón del espectador sesentón.
Por Isabella le doy 5 puntos, bueno, y por el fotograma inicial, que es muy bonito , pero no tiene nada que ver con la película.
El debut de Julie Gavras, aunque no vaya a significar un gran acontecimiento, llama la atención por evitar convertirse en la típica y tópica producción con aire televisivo. Es una película sencilla y en la que se nota aprecio por sus personajes, pero en su contra parece que no termina por decidir su estilo, si comedia agridulce o introspectiva, aunque su alegre y lograda banda sonora insista en agradar al espectador en un tono desenfadado, casi de cabaret. Quizás haya influido el hecho de escribirla en francés, traducirla y luego rodarla en Londres. El caso es que aunque Gavras no se pierde en insustancialidades tampoco ahonda en su planteamiento, sobre todo en las historias de infidelidades donde no se dan detalles si repercuten o no en sus personajes. Pero también hay momentos logrados o divertidos como las escenas relacionadas con los ejercicios de acquafresh.
El mayor acierto son sus actores: Isabella Rossellini sabe reírse de sí misma y es capaz de que le hagan planos que a una veinteañera poco favorecerían, pero que ella saca buen partido interpretativo, además de un espléndido lucimiento físico nada artificial, junto a un William Hurt comedido, menos paródico que su partenaire por la naturaleza de su personaje pero logrando un buen trabajo. El resto del reparto cumple eficacia, especialmente Doreen Mantle, aunque la longitud de su papel de Nora nos sabe a poco. Y es que se agradece la ausencia de personajes asiliconados como en la mayoría de las películas actuales.
Quizás el motivo principal por el que Tres veces veinte años no esté más formada, tenga más peso, sea porque Julie Gavras ha sido condescendiente con ese mundo burgués en el que se mueven sus personajes. No dudo que lo conozca, pero lo ha respetado demasiado y no lo pone en tela de juicio, solo a sus personajes y sus reacciones. Alguien con una edad y una madurez quizás hubiera sido más ácido también con el estrato burgués y con sus falsas convicciones establecidas. Pero aún así Gavras ha demostrado personalidad y mostrar que su punto de vista, al menos, es el de una observadora con cierta sensibilidad, que es lo básico a la hora de narrar.
Película francesa sobre la dificultad de conciliar tu pensamiento (que no sufre los avatares del tiempo) con tu presencia corporal (para quien la temporalidad es una dura carga que llevar), la dura experiencia de descubrir el paso del tiempo y la adaptación al mismo. Con una extraordinaria pareja protagonista (una Isabella Rosellini magnífica cuyo paso del tiempo sólo le ha hecho ganar en belleza e inteligencia y, un William Hurt que complementa este delicioso dúo) y con una ironía escondida que ruzama la inesperada y amarga entrada en la vejez es rítmica y elegante en su exposición, prudente y contundente en su explayado guión y sabia en cada uno de los personajes seleccionados, no abusando de ellos pero tampoco despreciando su intervención. Completa y bastante perfecta en cada uno de sus puntos es refinida y distinguida dejando de lado la frialdad que suele caracterizar a los personajes franceses, tal vez porque sus protagonistas no lo son